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Europa camina hacia la reducción de jornada mientras en España la patronal permanece parada

Más y mejores empleos, para más personas y en más lugares

Juan Antonio Pedreño

La Economía social se sustenta en un modelo empresarial reconocido en el ordenamiento jurídico español con la Ley 5/2011, por cierto, primera Ley de Economía Social en el mundo y que ha servido de referencia a otros países, y en el que se enmarcan sociedades como:

  • las cooperativas, en todas sus clases
  • las sociedades laborales
  • las mutualidades
  • los centros especiales de empleo de iniciativa social
  • las empresas de inserción
  • las cofradías de pescadores
  • las sociedades agrarias de transformación 
  • o entidades particulares como la ONCE y grandes grupos empresariales como por ejemplo Mondragón

Empresas que tienen una presencia incuestionable en sectores esenciales de nuestra economía. 

El 69% de valor de la producción final agraria proviene de las cooperativas agroalimentarias. 

El 15% de la población española reside en viviendas promovidas por cooperativas y el 45% de la promoción inmobiliaria está en manos de cooperativas.

El cooperativismo está presente en el sector de la distribución a través de más de 3.000 puntos de venta con más de 100.000m2 de superficie.

Las cooperativas de enseñanza están presentes con más de 560 colegios, centros de secundaria y universidades, formando a casi 300.000 alumnos y contando con más de 15.000 socios docentes. Supone el 12% de la enseñanza concertada. 

En el sector financiero, la Economía Social cuenta con Banca cooperativa que por su tamaño y volumen de activos, se encuentra en la undécima posición del ranking de entidades significativas españolas y en la séptima por margen bruto.  

En el sector Energético representa el 10.1%. 

En el sector de servicios sociales, la economía social representa el 41.2% del sector.

En el sector de actividades culturales y recreativas, supone el 31.7%.

En el Sector Industrial, representa el 8%.  

El modelo sanitario cooperativo ofrece una sanidad privada, donde los médicos son socios de la Cooperativa. Generan más de 35.000 empleos y facturan cerca de los 1.500 millones de euros.

El 25% del sector asegurador en España está en manos de 223 Mutualidades de Previsión Social, que gestionan más de 46.000 millones de Euros para 2.000.000 de mutualistas.

El sector de pesca representado por las Cooperativas del Mar y las Cofradías de Pescadores, con más de 10.000 embarcaciones son las organizaciones con más implantación en el litoral español por su tradición e importancia. Dan empleo a 35.000 personas.

Hoy, se reconoce a la economía social con un enfoque sistémico, no únicamente como un sector, lo que empieza a otorgarle un papel central como elemento de desarrollo y la lleva a la necesidad cada vez más patente de participar en políticas transversales para responder a uno de los desafíos más importantes: crear más y mejores empleos, para más personas y en más lugares.

Por eso, con la visibilidad de los datos, hablar hoy de Economía Social es mucho más fácil que hace unos años donde apenas se conocía la dimensión socio económica de este modelo empresarial y sobre todo la contribución de este modelo de empresa a aspectos tan importantes como el bienestar de las personas, del medio ambiente y de la capacidad para construir sociedades más justas donde se reduzcan o eliminen las desigualdades sociales y territoriales.

La Economía Social, es una historia de éxito y una palanca del cambio que aporta soluciones a los desafíos que tiene la sociedad, especialmente en sectores tan claves como la vivienda, la energía, la reindustrialización, la pesca, la banca cooperativa y ética, la alimentación sostenible, la exclusión social, la pobreza, la educación, la digitalización y comprometida con el desarrollo local para promover un desarrollo sostenible, un crecimiento económico equilibrado y contribuir con respuestas a solucionar una cuestión tan importante como es el Reto demográfico.  

En estos momentos, la Economía Social es una realidad empresarial incuestionable en España y en Europa y está a la vanguardia de las principales transformaciones que está experimentando la Unión Europea. 

Estas afirmaciones las constatan desde Gobiernos europeos, a la Comisión Europea, el mismo Parlamento Europeo y resto de instituciones europeas hasta organizaciones internacionales como la OIT, la OCDE a la Resolución sobre Economía Social adoptada por Naciones Unidas. 

Todas ellas han aprobado resoluciones para potenciar este modelo empresarial en el mundo, identificándola como actor clave para el futuro de los países.

La Economía Social promueve un desarrollo industrial sostenible que favorece una transición doble, verde y digital justa. Acelera la innovación social y tecnológica reforzando el capital social y económico de los territorios, ayudando a revitalizar zonas rurales y despobladas. Este potencial, ha hecho que la Comisión Europea haya identificado a la Economía Social como uno de los 14 ecosistemas claves para la recuperación de Europa

Estamos viviendo un momento histórico. Un momento sin precedentes tanto a nivel estatal como internacional, culminado con la Resolución del Consejo de Ministros europeos aprobada durante la presidencia Española, con el objetivo de incrementar la presencia de las empresas de economía social en el escenario europeo.

La mayoría de los Gobiernos de la UE están comprometidos con la Economía Social. En noviembre del pasado año y en el marco de la Conferencia Europea de Economía Social celebrada en Donostia se aprobó el Manifiesto de San Sebastián apoyado por 19 gobiernos y tres Instituciones europeas.

Un manifiesto que ha tenido continuidad respecto a  los compromisos gubernamentales bajo la presidencia belga de la Unión Europea con la declaración de Lieja, firmada este mes de febrero de nuevo por 19 Gobiernos y  que fija una hoja de ruta y una apuesta por este modelo de empresa, que  propone reconstruir nuestras economías y sociedades pensando en las personas en primer lugar,  sin dejar a nadie atrás y combatiendo desafíos existenciales para el ser humano como el cambio climático o las desigualdades sociales y territoriales cada vez más presentes.  

La economía social engloba diferentes tipologías de empresas y entidades que tienen un denominador común, “las personas priman por encima del capital” y ésta “primacía” condiciona el cómo se hacen las cosas y para qué. 

Y en esta respuesta está la razón de ser de que, en estos momentos, gobiernos de todo el mundo, instituciones europeas e internacionales hayan ubicado a la Economía Social en el epicentro de sus agendas políticas, económicas y sociales.

En sus propias palabras,” la economía social está en el corazón de nuestra economía” ya que es la mejor manera de construir desde lo económico, sociedades más inclusivas y resilientes.

¿Y cómo lo hace este modelo empresarial? 

Con un tejido empresarial que genera empleos estables, de calidad e inclusivos, reinvirtiendo gran parte de sus beneficios o totalmente en el fin social de la empresa para mejorar su competitividad y crear más empleos, generando mecanismos de igualdad y diversidad en las plantillas, disminuyendo las brechas salariales e integrando laboralmente a colectivos vulnerables. 

Donde en la toma de decisiones prima la democracia y el bienestar de las personas, por lo que estamos ante un modelo económico que no sólo es competitivo, innovador y en crecimiento, sino que permite resolver crisis sociales y territoriales, contribuyendo a redistribuir la riqueza de una forma más equitativa y construyendo sociedades más cohesionadas que fomentan la igualdad de oportunidades para todas las personas. 

En el 2015, el Consejo de la UE ya se hizo eco de esta fortaleza de la Economía Social, definiéndola como un motor de desarrollo económico y social en Europa y la propia Estrategia Española de Economía Social 2023-2027 habla de “empresas resilientes, que priman la sostenibilidad frente al resultado a corto plazo y con capacidad de adaptación ante situaciones económicas adversas” como ha demostrado la pandemia y que, como destaca Naciones Unidas (2023), generan “un nuevo equilibrio entre la eficiencia económica y la resiliencia social y ambiental”. 

La Economía Social promueve un desarrollo industrial sostenible que favorece una transición doble, verde y digital justa, además, y tal y como dice la OCDE en su informe del 2022, acelera la innovación social y tecnológica reforzando el capital social y económico de los territorios, ayudando a revitalizar zonas rurales y despobladas. Este potencial, ha hecho que la Comisión Europea haya identificado a la Economía Social como uno de los 14 ecosistemas claves para la recuperación de Europa. (aeroespacial y defensa, agroalimentario, construcción, industrias culturales y creativas, digital, electrónica, industrias intensivas en energía, energía-renovables, salud, movilidad - transporte - automoción, proximidad, comercio minorista, textil y turismo, industria química y economía social y de proximidad.

Especialmente importante y reconocida es la fortaleza de la Economía Social en el ámbito rural, ayudando a generar economía, empleo y fijar la población, siendo a veces el único modelo empresarial en muchos lugares. 

El Parlamento Europeo en 2022  reconoció la importancia de este modelo de empresa  “como catalizador del desarrollo de los recursos locales y para contrarrestar la despoblación” además de prestar servicios esenciales como “la salud, los cuidados de larga duración, la educación y la formación profesional, la cultura y la promoción del patrimonio cultural, las tecnologías avanzadas, la vivienda, el ocio, la economía circular, las energías renovables y la gestión de residuos; que, debido a su arraigo local y a su carácter social e integrador, forman parte intrínseca del modelo social europeo. 

Todos estos años de historia y de evolución, han permitido demostrar que desde las empresas de la Economía Social se promueve la competitividad y, al mismo tiempo, la consecución de un crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo siendo una oportunidad única para que una Unión Europea más social llegue a sus ciudadanos, detecte sus necesidades reales y los convierta en actores de las soluciones a muchos de los desafíos actuales como el desempleo, el trabajo precario, la exclusión social, la discriminación, el cambio climático, la crisis energética, el acceso a la salud, la educación, una vivienda asequible o la falta de cohesión social y territorial.

Juan Antonio Pedreño es presidente de la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES) y de la Organización Europea de la Economía Social (Social Economy Europe).

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