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Existen muchos lugares comunes sobre el desempeño concreto de nuestra economía, sobre todo si el sector público está implicado. Uno de ellos señala que no aprovechamos lo suficiente la llegada de Fondos Europeos Estructurales y de Inversión, porque dejamos de gastarlos o lo hacemos rematadamente mal: así lo hicieron los partidos de la oposición en el debate sobre los PGE 2021.
Un estudio reciente (“Evolución histórica de los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos”, Forte-Campos, V. y Rojas, R., Boletín Económico, 3, 2021, Banco de España) señala que en los dos últimos períodos finalizados (2000-2006 y 2007-2013) el grado de absorción en España es superior al 90%, y comparable al logrado por países europeos de nivel similar. No está nada mal, sobre todo si tenemos en cuenta que, en relación con el tamaño de la economía, los recursos a invertir eran en nuestro caso mucho mayores. Y en contra de un lugar común muy extendido, con datos del programa 14-20, la proporción destinada a I+D+i supera a la media europea (y a países como Francia o Italia, no a Alemania) mientras que la orientada a las infraestructuras, más reducida en términos absolutos, es sustancialmente inferior a la media comunitaria. El sesgo hacia el cemento ha sido afortunadamente dejado atrás y este cambio deberá ser afianzado en los próximos años.
Los fondos NGEU permitirán, grosso modo, triplicar los recursos recibidos por España en los próximos años ¿Seremos capaces de absorberlos? Sin duda, el esfuerzo ha de ser mayúsculo. El estudio citado indica que buena parte de los fondos de los períodos anteriores son gastados en el período de prórroga (dos o tres años) de cada septenio. También porque los reglamentos comunitarios tardan en ser aprobados, iniciándose el período de forma efectiva con años de retraso. Pero la velocidad de gestión debe aumentar, agilizando procedimientos y aplicando recursos humanos. ¿Es posible? El peso total sobre el PIB para el conjunto de España es similar al de Extremadura en el período 7-13. Si Extremadura lo ha hecho, ¿no vamos a poder hacerlo entre todos –la ejecución será muy descentralizada–?
En cuanto al destino, el análisis de programas previos sitúa el déficit en España en la transición verde y el apoyo a las Pemes. Nuestro plan ha sido aprobado, y con nota, por la Comisión, en contra del augurio de los partidos de la oposición. Y si algo enfatiza es la orientación hacia la sostenibilidad y la digitalización –en este último caso muy centrada en la imprescindible renovación tecnológica de las compañías pequeñas y medianas–. La heterogeneidad del uso de los fondos por las distintas comunidades autónomas en el pasado, un riesgo, va a ser compensada por el diseño global centralizado ya aprobado.
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Dejemos polémicas provincianas sobre agravios inventados, porque hay recursos para todos. Volquémonos en lo fundamental: una orientación de la inversión sabia, una ejecución rápida de los recursos, un empeño común en sacar el país adelante.
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Xoaquín Fernández Leiceaga es doctor en Economía por la Universidad de Santiago de Compostela, profesor titular de economía aplicada y senador en representación de Galicia.
Existen muchos lugares comunes sobre el desempeño concreto de nuestra economía, sobre todo si el sector público está implicado. Uno de ellos señala que no aprovechamos lo suficiente la llegada de Fondos Europeos Estructurales y de Inversión, porque dejamos de gastarlos o lo hacemos rematadamente mal: así lo hicieron los partidos de la oposición en el debate sobre los PGE 2021.
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