Vázquez de Sola, anarcocomunista

Con 97 años ha muerto en su casa de Monachil (Granada), situada en las faldas de Sierra Nevada, el periodista, dibujante y pintor Andrés Vázquez de Sola. Había nacido en 1927 en San Roque (Cádiz), fue seminarista en Granada, pero cuando se le acabó la vocación, empezó a trabajar en el diario Patria. Después, formó parte de la dirección del periódico Madrid y colaboró en La Noche del Sábado, célebre programa de la televisión española de entonces. 

Pero en 1959, harto de la falta de libertades, se exilia a Francia y, un año después, se afilia al PCE. Allí, su trabajo adquiere notoriedad, pues colabora en Le Canard Enchainé, con la serie La gran corrida franquista, que obtuvo un gran éxito, en Le Monde, Le Monde Diplomatique y L´Humanité, el periódico del Partido Comunista Francés.

Tras regresar definitivamente a España, a comienzos de los 80, dirige en 1984 la revista El cocodrilo, y colabora con diversos medios, tales como Mundo obrero, Triunfo o El Mundo, y se le otorgan numerosos reconocimientos, tanto en su ciudad natal como por parte de las instituciones andaluzas. 

Lo recordaremos por su actitud siempre contestataria y rebelde, y como ferviente republicano, antimonárquico, o según le gustaba definirse: anarcocomunista

Entre sus muchos libros, destacaría El general franquísimo o la muerte civil de un militar moribundo, publicado en París por Ruedo Ibérico, en 1971; 1492-1992. Me cago en el quinto centenario (Vanguardia obrera, 1989); Trece andaluces de mi corazón (postales), publicado por la Universidad de Cádiz en 1992. Los elegidos fueron Castilla del Pino, sanroqueño como él, Paco de Lucía, Alberti, María Zambrano, Andrés Segovia, Juan Ramón Jiménez, Picasso, Lorca, Victoria Kent, Antonio Machado, la Niña de los Peines, Velázquez y Góngora. Pero mi preferido es República o `esto´ (Foca, Madrid, 2004), cuyo expresivo título no responde en esencia a su contenido (los títulos no fueron precisamente lo suyo), pues, junto a las caricaturas de varios políticos, las que predominan son las de los escritores (Unamuno, Valle-Inclán, Ortega y Gasset, Lorca, Dámaso Alonso, Bergamín, Cernuda, Jardiel Poncela o Max Aub, por solo citar a unos pocos), que aquí aparecen en color, aunque creo recordar que muchas de ellas se hicieron en blanco y negro, que es como quedaban mejor. En 1982 publicó un libro titulado Caricaturas flamencas, un arte que le interesó mucho.

A pesar de su avanzada edad, no dejó de dibujar y durante el confinamiento producto de la COVID hizo numerosas viñetas satíricas. Además de su calidad como caricaturista, lo recordaremos por su actitud siempre contestataria y rebelde, y como ferviente republicano, antimonárquico, o según le gustaba definirse: anarcocomunista. La Biblioteca Nacional debería dedicarles una exposición a sus excelentes caricaturas de escritores.

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