Se acabó el memorizar contenidos para volcarlos en un examen. La escuela, ahora, enseñará competencias para afrontar la vida adulta. El Ministerio de Educación ha presentado este viernes las líneas maestras del cambio de currículo escolar que ya está acometiendo y con el que se dará un vuelco a qué se enseña en colegios e institutos. Y, sobre todo, a cómo se enseña. El departamento que dirige la ministra Isabel Celaá pretende reducir la cantidad de contenidos a memorizar y dar prioridad a que los alumnos adquieran ciertas competencias que les permitan resolver problemas. Es decir, habrá que saber menos —al menos, de memoria—, pero habrá que saber aplicar más y mejor lo aprendido. Esta educación competencial, han aclarado fuentes de Educación, conlleva que cada conocimiento adquirido consiga que el estudiante actúe en el mundo "de forma distinta".
Con esta reforma, presentada este viernes en Madrid en un acto en el que la ministra ha estado acompañada por César Coll, profesor de Psicología de la Educación en la Universitat de Barcelona, y Guadalupe Jover, profesora de Lengua y Literatura, el Gobierno pretende asemejarse a otros países como Portugal, Gales, Escocia, Quebec o Finlandia, un país que siempre sale a la palestra como ejemplo de buen hacer en el terreno educativo. Pero no sólo. Según ha explicado Celaá, este nuevo currículo "se alinea con las directrices de la UE y con los objetivos de desarrollo sostenible y la agenda 2030 y homologa el sistema al contexto educativo y mundial".
En este sentido, el nuevo currículo educativo, más "libre y flexible", pretende "construir personas con capacidad de libre pensamiento", ha explicado Celaá. Hasta ahora, como ha recordado, el sistema educativo se ha basado en un modelo enciclopédico que, según criticó Jover, obliga a los profesores y alumnos a enfrentarse a una cantidad de contenidos "inabarcable" en el que prevalece la enseñanza para afrontar los tradicionales exámenes. Se trata, ahora, de formar alumnos capaces de enfrentarse a los nuevos retos del siglo XXI y adaptarse a la nueva realidad cambiante. El objetivo, ha explicado Celaá, es que "los alumnos dispongan de habilidades para resolver problemas medioambientales o para adaptarse a los requisitos de los nuevos puestos de trabajo que ya nacen a partir del proceso de digitalización", ha dicho la ministra.
Las competencias, que articulan el "perfil de salida" que deberán tener los alumnos al finalizar la educación obligatoria, es decir, con 16 años, son ocho, según ha informado Educación. Los estudiantes tendrán que tener conocimientos en comunicación lingüística –que conlleva expresar opiniones y sentimientos–; en distintas lenguas; en matemáticas y en ciencias de la tecnología; en el ámbito digital; habilidades "para reflexionar sobre uno mismo, gestionar el tiempo y la información eficazmente"; "habilidades para actuar como ciudadanos responsables"; habilidades de emprendimiento y creatividad; y habilidades "en conciencia y expresión culturales". Cada una de ellas tiene tres dimensiones (cognitiva, instrumental y actitudinal) y su adquisición contribuye a la adquisición de todas las demás y a la consecuiónn de los objetivos planteados por la ley Celaá para la educación básica.
¿Significa esto que desaparezcan para siempre las asignaturas tal y como las conocemos? No. Según han explicado fuentes de Educación, seguirá habiendo materias, pero no serán compartimentos cerrados. Es decir, se podrán compartir conocimientos entre dos asignaturas –por ejemplo, Lengua y Música–, para facilitar la adquisición de esas competencias.
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Más libertad para los centros
Con el nuevo currículo, además, el Ministerio pretende dar más poder a las escuelas, que podrán decidir hasta el 5% del currículo por primera vez. Educación, por su parte, disminuirá su competencia en este ámbito a un 60% —o a un 50% en comunidades en las que exista una lengua cooficial— y dará un mayor peso a las comunidades autónomas —que son las competentes en materia educativa— con un 40% o un 50% del poder de decisión.
Según han informado fuentes del Ministerio, el Gobierno pretende que este nuevo currículo educativo se implante en el curso 2022-2023. Ya ha sido presentado a las comunidades autónomas, con las que Educación ya trabaja en la redacción de los Reales Decretos de Enseñanzas Mínimas. Luego, cada centro, lo adaptará al perfil de su alumnado.
Se acabó el memorizar contenidos para volcarlos en un examen. La escuela, ahora, enseñará competencias para afrontar la vida adulta. El Ministerio de Educación ha presentado este viernes las líneas maestras del cambio de currículo escolar que ya está acometiendo y con el que se dará un vuelco a qué se enseña en colegios e institutos. Y, sobre todo, a cómo se enseña. El departamento que dirige la ministra Isabel Celaá pretende reducir la cantidad de contenidos a memorizar y dar prioridad a que los alumnos adquieran ciertas competencias que les permitan resolver problemas. Es decir, habrá que saber menos —al menos, de memoria—, pero habrá que saber aplicar más y mejor lo aprendido. Esta educación competencial, han aclarado fuentes de Educación, conlleva que cada conocimiento adquirido consiga que el estudiante actúe en el mundo "de forma distinta".