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Begoña Gómez cambia de estrategia en un caso con mil frentes abiertos que se van desinflando
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Aina Vidal (Barcelona, 1985) elige hacer la entrevista en el polígono industrial que está justo enfrente de la sede de Airbus en Getafe. “Aquí tengo mi primer recuerdo político como diputada”, dice. “Nos manifestamos junto a los trabajadores después de registrar una proposición de ley para derogar la pena de cárcel a los piquetes”. Para ella, sindicalista catalana, fue una sorpresa acabar en el Congreso de los Diputados. En 2015 iba de número nueve en las listas de Catalunya en Comú, la confluencia catalana de Unidas Podemos. “No estaba previsto ni de coña que yo saliera, pero es que en aquellas elecciones lo petamos. Arrasamos en Cataluña, nosotros sacamos 12 escaños allí y Podemos, en total, 69”. Aún se emociona al recordar el recibimiento que le dio el Congreso cuando acudió a votar en la investidura de Pedro Sánchez solo unos días después de saber que tenía cáncer. Dice que ha tenido “muchos días bonitos” en política, aunque también reconoce que, de vez en cuando, siente vergüenza.

¿La política es tan sucia como parece desde fuera?

El Congreso y la política sacan lo mejor y lo peor de la gente. Hay personas maravillosas en todos los grupos que hacen lo que está en su mano para que las cosas vayan bien. Y otras, pues que no. 

¿Ha llegado a sentir vergüenza en alguna ocasión de lo que ha visto en el Congreso?

Me acuerdo de la carta de Fátima Báñez anunciando que subía un 0.25 las pensiones. Costaba más el sello que lo que se subía. Le llegó a mi madre y me la enseñó. Yo la llevé al Congreso y recuerdo cómo la bancada del PP se reía. Otro día, cuando fueron los familiares de las víctimas del Alvia, hubo grupos que no se levantaron a aplaudir por razones políticas. A veces he tenido miedo de llegar a convertirme en alguien así, sin humanidad, por la política. Ha habido muchos momentos en que he sentido vergüenza de estar ahí. El último, el de la reforma laboral. 

¿Ha vivido algún episodio más surrealista que ese?

Fue un vodevil penoso que no nos merecíamos. Probablemente, es la ley más importante de la legislatura. Hay miles de personas que de manera automática, por el simple hecho de aprobarse, han visto incrementado su salario. No puedo entender que tantos grupos jugaran con eso, empezando por el PP y terminando por ERC. 

¿No fue un poco irresponsable por parte del Gobierno llegar a esa votación para una de las leyes más importantes de la legislatura dependiendo de los votos de dos diputados con el recorrido de los de UPN?

Fue un error. Cualquiera que haya escuchado a esos diputados sabe que están a la derecha de Vox. Son de los diputados más ultras. De aquí en adelante tenemos que contar con los partidos que componemos un frente democrático. Si no somos capaces de rearmarlo, no tendremos capacidad para construir una España mejor. 

Yolanda da miedo en las encuestas y en la reforma laboral había varios francotiradores apuntando

¿Se votó ese día contra Yolanda Díaz?

Sin duda. Había muchos francotiradores apuntando a Yolanda Díaz mientras votábamos la reforma laboral. 

¿De izquierdas y de derechas?

De izquierdas y de derechas, sí. Yolanda Díaz da miedo. Las encuestas señalan que gusta más que los propios candidatos de otros partidos. 

¿Cree que el PSOE se dejó también llevar un poco en las negociaciones porque esta era la reforma laboral de Yolanda Díaz?

Es posible que si esta hubiera sido la reforma del PSOE hubiera sido muy diferente de contenidos, en primer lugar, y que lo hubieran puesto más fácil para las negociaciones. 

Le pregunto por Castilla y León. ¿No cree que la izquierda se equivoca al no hacer algo de autocrítica y centrar su mensaje en que lo que hay enfrente, la extrema derecha, es peor?

El cuento del lobo siempre acaba mal. A la gente no se la convence con miedo, se la convence con esperanza. Si no somos capaces de explicar cuál es nuestro proyecto político para los próximos 20 años el problema lo tendremos nosotras. 

Hablábamos al principio del momento en que usted salió elegida diputada. 69 escaños obtuvo Podemos en aquellas elecciones generales y luego una gran representación en casi todas las autonomías. Ahora, en algunas votaciones se corre el riesgo de convertirse incluso en fuerza extraparlamentaria. ¿Qué ha pasado?

En Cataluña tenemos unos buenos resultados y el modelo es el de una confluencia en la que se dialoga y se llega a acuerdos. El resultado de Castilla y León nos tiene que llevar a ser más humildes, a abrir un tiempo para hablar entre nosotras. 

¿Yolanda Díaz va a ser candidata?

Lo va a decidir ella. 

¿Cree que debe serlo?

A mí me gustaría, pero es algo que debe decidir ella. Empatizo en su demanda de que necesita tiempo para decidirlo, tiene todo el derecho a ello. 

¿Considera que hay un respaldo explícito en estos momentos desde Podemos a Yolanda Díaz?

Podemos es un partido que ha hecho cosas muy grandes y todas debemos ahora ser generosas a la hora de entender el momento en que se encuentran ahora mismo. 

¿Qué momento?

Yo vengo de un partido muy pequeñito, Iniciativa per Catalunya, y sé que las confluencias suenan muy bonitas hacia afuera, pero hacia adentro suelen ser problemáticas y pueden resultar muy dolorosas. A veces hay personas que se sienten heridas y organizaciones que lo pasan mal. 

¿En Podemos hay personas heridas?

Creo que en Podemos puede haber muchas personas que se sientan heridas, sí, y que lo estén pasando mal. Puede que haya organizaciones que no entiendan lo que está sucediendo. Debemos ser generosas y darles tiempo para poder dar pasos juntos. Si todas actuamos con más prudencia y un poquito más de empatía, será más sencillo. 

Puede que haya personas heridas en Podemos, debemos ser generosas y darles tiempo

Da la sensación, desde fuera, de que se está produciendo una especie de brecha en la comunicación entre Podemos y Yolanda Díaz. ¿Harían bien ambas partes en sentarse cuanto antes y solucionarlo?

Yo no creo que haya ninguna ruptura, pero es obvio que hay irregularidades y que hay elementos que hay que mejorar. Está claro que nos tenemos que sentar. Tenemos un proyecto y contar con alguien como Yolanda Díaz, que traspasa las fronteras del partido, o como Ione o Irene, que son mujeres muy valientes, tiene un capital enorme. No me imagino haciendo una confluencia sin Podemos. 

Cada vez que tiene ocasión dice Yolanda Díaz que a ella no le interesa nada ser candidata y que lo que quiere es irse a Galicia con Carmela. 

Bueno, yo la entiendo. En Unidas Podemos venimos de aguantar un acoso permanente a gran parte de sus dirigentes en los ámbitos más personales. Se han traspasado todas las líneas. Yo, por ejemplo, no aguantaría lo que han aguantado Pablo e Irene. Igual hay gente que se plantea que lo que tienen que hacer es hundirnos la vida y darnos una lección para que abandonemos. Pero hay otra reflexión: si lo que quieren es eso, igual hay que aguantar hasta el final. 

¿Habrá o no un referéndum de autodeterminación en Cataluña?

Yo estoy muy agotada, como catalana, de tener presidentes que no gobiernan y se dedican a otras cosas. Hemos pasado 25 veces la pantalla del referéndum y estamos donde siempre. ERC llegó con el compromiso de salir de esa parálisis, pero tenemos un presidente que no es capaz de sacar adelante ninguna de las políticas que se tendrían que llevar a cabo. Lo vivo con gran decepción. Yo creo que tendrá que haber un referéndum, pero es que no estamos en ese momento ahora mismo. 

Entre todas las cosas que le han pasado desde que es diputada está el cáncer. ¿Cómo ha vivido esa especie de romantización de la enfermedad que consiste en plantearla como una batalla en la que solo sobreviven los héroes?

Mal. A mí no me ha funcionado lo de la batalla. Cada caso es diferente y si a alguien que tiene que afrontar un cáncer le sirve, pues bien está. A mí, no. El cáncer no es algo ajeno a ti, no es un virus que pillas por la calle. Son tus propias células que mutan y que van en el sentido que no tendrían que ir. A mí lo de plantear una batalla a mi propio cuerpo no me funcionó. Hice un proceso de escucharme a mí misma, a mi cuerpo y a mi cabeza. Me funcionó más hacer las paces conmigo misma y con mi cuerpo. 

¿Y lo de la autoayuda?

Me da asco la autoayuda. Nos hace débiles y vulnerables en el peor momento de nuestra vida. Las frases vacías nos hacen aún más vulnerables y estúpidos. No es verdad que si te vistes de rosa y sonríes te vaya a ir mejor. La romantización del cáncer tiene más que ver con el entorno que con la persona que lo vive. La gente te dice: “todo irá bien”. ¿Y tú qué sabes si me irá bien? ¿Qué sabes si lo que estás diciendo igual me hunde más?

¿Es verdad que cambia un poco el foco de las prioridades?

No sales igual de un proceso así. Yo nunca me había enfrentado a la muerte. Nunca había pensado en mi funeral y lo tuve que hacer. Eso no te deja igual. Estar con tus padres en una sala de hospital en la que te dicen que es muy difícil que salgas de esta enfermedad, pues claro que te cambia las prioridades. Sales más duro para algunas cosas, pero también más sensible para otras. 

¿Para qué es más dura ahora o qué le afecta menos que antes?

El cáncer me ha hecho más inmune al politiqueo, por ejemplo. Desconecto muchísimo de la interna y de esas cosas. 

Un Vistalegre ahora se lo bebía, vamos. 

Bueno, yo nunca viví un Vistalegre. 

Qué suerte la suya. 

Pero sí que soy más sensible, por ejemplo, a la hora del trato que le damos a los compañeros, de cuidar a la gente. 

El día de la investidura de Pedro Sánchez usted se acababa de enterar de que tenía cáncer y aun así estuvo para votar. ¿Por qué lo hizo?

Hacía solo unos días que sabía que tenía cáncer y que había pocas probabilidades de superarlo. Pero supe que hacía lo que tenía que hacer. Era un momento increíble y me parecía muy injusto que nuestra gente viviera con zozobra una votación tan ajustada que tenía que suponer una fiesta. ¡Íbamos a echar al PP y a formar un gobierno de coalición! Fui a votar pensando que, si iba a ser la última cosa que hiciera, me iba a ir tranquila al otro lado. 

"Tener que pensar en tu funeral no te deja igual"

Fue un momento emocionante, imagino, recibir el cariño de tantos diputados.

(Se emociona) Fue muy bonito, no me esperaba tanto cariño. Creo que el Congreso ese día dio una imagen de humanidad hacia el exterior, me pareció maravilloso. 

¿Fue unánime, no?

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Casi, pero me da igual. No me afectan quienes juegan a deshumanizar al resto. Recuerdo que una diputada de VOX se puso de pie para aplaudirme. Y me parece lógico, el cáncer no entiende de ideologías. Pero me dejó helada que gente de su grupo le ordenara sentarse y que no aplaudiera. 

Madre mía. 

La verdad es que me da igual, no pongo el foco en eso. Fue un gesto muy bonito de todo el mundo. Lo viví de una forma muy especial. Y aquí seguimos. 

Aina Vidal (Barcelona, 1985) elige hacer la entrevista en el polígono industrial que está justo enfrente de la sede de Airbus en Getafe. “Aquí tengo mi primer recuerdo político como diputada”, dice. “Nos manifestamos junto a los trabajadores después de registrar una proposición de ley para derogar la pena de cárcel a los piquetes”. Para ella, sindicalista catalana, fue una sorpresa acabar en el Congreso de los Diputados. En 2015 iba de número nueve en las listas de Catalunya en Comú, la confluencia catalana de Unidas Podemos. “No estaba previsto ni de coña que yo saliera, pero es que en aquellas elecciones lo petamos. Arrasamos en Cataluña, nosotros sacamos 12 escaños allí y Podemos, en total, 69”. Aún se emociona al recordar el recibimiento que le dio el Congreso cuando acudió a votar en la investidura de Pedro Sánchez solo unos días después de saber que tenía cáncer. Dice que ha tenido “muchos días bonitos” en política, aunque también reconoce que, de vez en cuando, siente vergüenza.

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