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Coronavirus

Ni una bandeja de sushi ni unos zapatos: los repartidores piden responsabilidad y limitar las compras a lo esencial

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Confinamiento, servicios esenciales y parar la actividad. Las medidas tomadas para contener al coronavirus, drásticas y sin precedentes en la historia reciente, han sido tan necesarias como parecen estar siendo efectivas. Pero mientras las calles quedaban desiertas y los comercios no esenciales echaban el cierre, el mundo online ha mantenido intacto el tráfico.

El impacto de la venta online lo describen al detalle los trabajadores de empresas como Correos. Regino Martín es secretario general de CCOO-Correos, el sindicato mayoritario en la empresa pública. Correos cuenta con una plantilla de en torno a 53.000 empleados en su matriz y otros 1.200, aproximadamente, en su filial Correos Express. "Oficialmente, pero luego hay autónomos para aburrir", apostilla. Actualmente, los mayores de sesenta y las personas con patologías no están trabajando. Los sindicatos piden la operatividad de un 25% de la plantilla, rotando de manera que trabajen una semana y descansen tres.

El primer real decreto del 14 de marzo, por el que el Gobierno de Pedro Sánchez daba luz verde al estado de alarma, "dejaba el Servicio Postal Universal (SPU) fuera del ámbito esencial", un extremo que no compartían los sindicatos. Regino lo califica de "enorme barbaridad, porque la gente iba a estar confinada", de modo que los productos esenciales necesario tenían que llegar "desde lo público". La otra gran discrepancia de los sindicatos con aquel primer mandato fue "haber incluido la venta por internet como esencial", lo que significaba "meter los comercios en casa". Se aparcaba el servicio público para primar el negocio.

Más tarde, un segundo real decreto del 17 de marzo pasa a incluir entre los servicios esenciales las notificaciones relativas a los ámbitos de afiliación, la liquidación y la cotización de la Seguridad Social. También las que se refieren a todas las Administraciones Públicas. Con el real decreto del 29 de marzo, el papel de la empresa pública quedó corregido. "A base de presión conseguimos que el SPU quedara dentro de lo esencial". Los sindicatos lograron que el real decreto recogiera expresamente al SPU "como actividad homologada a los servicios esenciales". Pero la compra por internet quedó intacta: "El presidente de Correos actuó como una empresa de negocio". Los trabajadores batallan ahora porque el comercio online quede limitado "a lo esencial y básico: productos higiénicos, sanitarios, alimenticios y similares".

El comercio electrónico obliga a disponer de una plantilla al máximo de su capacidad. El resultado: trabajadores dedicados a "la venta por internet sin EPIS" durante los primeros días del estado de alarma. "Se nos pidió que miráramos para otro lado", denuncia Martín, que habla sin titubeos de "negligencia". En lo relativo a la protección de la plantilla, el sindicalista habla de falta de gel, guantes, mamparas y desinfecciones "durante quince días". Algo más tiempo tardaron en llegar las mascarillas. "La exposición era altísima", relata. El 20 de marzo falleció la primera trabajadora de la empresa.

Comisiones tiene las cuentas echadas y el balance pide medidas urgentes. Cerca de 743 centros han registrado afectados y aproximadamente 801 trabajadores han dado positivo, con los últimos datos en la mano –recopilados a principios de semana–. Un total de 3.270 personas han iniciado cuarentena, de los cuales 2.152 la mantienen. Los 1.118 restantes se han incorporado ya, "muchos de ellos sin haberse sometido a nuevas pruebas o sin guardar los catorce días de aislamiento". A día de hoy, explica el sindicalista, "el gel y los guantes están prácticamente implantados a base de presión", aunque el problema es que "no siempre hay reposición". Hay, subraya, un "problema logístico, de distribución o de desidia".

La situación no es mucho mejor para los trabajadores del gigante Amazon. Lo dice Douglas Harper, delegado de CCOO Amazon: "La declaración de bien esencial es un error porque no todo el comercio electrónico lo es". En ese sentido, subraya que "lo que menos produce" la compañía estadounidense "es comida o productos de higiene personal".

En Amazon hay dos caras: los centros logísticos y los repartidores. En los centros, la empresa "no le dio mayor importancia a la pandemia", pero cuando las cosas se pusieron serias, comenzaron a tomarse "medidas vagas y difusas". "Tuvimos que denunciar a la Inspección de Trabajo y en menos de 24 horas se pusieron en contacto con la empresa", relata. A día de hoy, trabajadores y empresa han acordado, en el centro de San Fernando de Henares (Madrid), la creación de una "comisión" para "evaluar" las medidas idóneas durante el estado de alarma, una herramienta que comienza a ser imitada en otros centros.

"Por la parte de los repartidores la situación es la más complicada", detalla Harper, especialmente para aquellos que "se tienen que hacer autónomos y no tienen un duro para gastarse en prevención de riesgos". Ahí la encrucijada es absoluta: su seguridad frente a la necesidad de trabajo.

Lo saben bien los riders. Martino Correggiari es portavoz de Riders x Derechos Madrid. Con ellos, argumenta a infoLibre, "las empresas ejercen control de varias formas, evaluando a los riders, asignando horas o estableciendo un ranking interno". La "alta temporalidad", en añadido, hace que el reparto no sea "sostenible a nivel económico ni físico". En ese contexto, los trabajadores "que son definidos como autónomos tienen dificultad para pedir ayudar y se encuentran en un limbo jurídico", de manera que "siguen trabajando con muchísimas dificultades añadidas".

Pedagogía y responsabilidad

Con todo, Regino Martín insiste en algo: la necesidad de educar a la ciudadanía. "Está bien que se le diga quédate en casa", pero también tienen que usar internet "para pedir lo necesario y que no trasladen los comercios a sus casas". El mensaje debe ser contundente, opina el sindicalista, en especial desde una empresa pública. Por responsabilidad. "Tiene que dar ejemplo de moral y de salud pública, no puede jugar a ser una empresa logística".

El mismo mensaje llega desde Correos Express. "Toda la actividad que paramos aquí, la han trasladado allí, donde hay más precariedad laboral, menos recursos materiales y menos sindicatos", sostiene Martín. "Toda la venta por internet se les ha pasado a ellos".

Luis Romero es secretario de la Sección Sindical de CCOO de Correos Express a nivel estatal. En conversación con este diario explica que, los primeros días, el trabajo sí experimentó cierta merma, de en torno al 25%. Normalmente se registran "entre 280.000 y 310.000 envíos diarios en red", que bajaron a "220.000 los tres primeros días". Ahí la empresa "empezó a mostrar preocupación", pero entendían que el retroceso les permitía mantener la actividad sin recurrir a medidas como un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).

En paralelo al transcurrir de los días en la empresa pública, sucedió que "todo el comercio electrónico que hace Correos –cita a Amazon, Inditex o Aliexpress–, que son miles y miles de paquetes, lo pasan a Correos Express". Resultado: la filial asume "la paquetería habitual y el comercio electrónico, que ha crecido un 55% en las últimas tres semanas". Y de ello, "el 80% de los paquetes que se mueven son meramente comerciales", no de primera necesidad. "¿Para qué quieres unos zapatos, si no puedes salir de casa?", lanza.

La situación actual la tilda el sindicalista de caótica. Aquella primera bajada fue prácticamente una ilusión de apenas unos días. "Ahora estamos moviendo en torno a 380.000 paquetes, a veces rozando los 400.000" un volumen similar, perfila, al manejado en Navidad. ¿Y cómo se está cubriendo tal carga de trabajo? Romero lo explica así: "Mucho paquete y mucha ETT". Empresas de Trabajo Temporal, recalca el sindicalista, como salvavidas para "una empresa de capital público" que ha visto "aquí una oportunidad de negocio".

Para Herper, la decisión de de mantener todo el comercio electrónico en activo "es un gran error y no tiene ningún sentido". Coincide en mantener el reparto de "bienes necesarios, para que pueda permanecer la gente en sus casas". Pero recuerda que comprar "una corbata, una camiseta o un cuelgacuadros" está muy lejos de ser esencial. En ese sentido, echa en falta "una labor de conciencia y educación" para hacer comprender "todo lo que conlleva la compra y recordar que está en riesgo la vida de muchas personas".

El cliente final, completa Correggiari, "pide creyendo que el reparto es una profesión sin riesgo". El repartidor considera que la comida a domicilio no debería estar catalogada de servicio esencial, pero en caso de mantenerla como tal, "entonces hay que empezar un proceso de regularización que incluya la dignidad de los trabajadores" como condición irrenunciable. Al consumidor le sugiere "mirar alternativas e incluso que empiece a pensar en desinstalar ciertas aplicaciones". Y recuerda que este tipo de empresas "eluden impuestos que podrían ir a parar a la sanidad pública".

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Métodos alternativos

Martino Correggiari decidió dejar el mundo Glovo y Deliveroo hace año y medio. Entonces inició un proyecto cooperativo de ciclomensajería: La Pájara. Dio el paso, junto a otros de sus compañeros, "por el maltrato, por los despidos después de pedir mejoras laborales y económicas". La Pájara trabaja en el reparto de comida "con algunos restaurantes" y también en "mensajería con pequeñas entidades". Lo hacen a través de la iniciativa europea CoopCycle.

A mitad de marzo, los impulsores de la cooperativa decidieron detenerla temporalmente. "La mayoría de los restaurantes estaban parados y no valía la pena dejar abierto" el proyecto, que sin embargo sí continuó "trabajando con mensajería". Más tarde el parón fue absoluto. "Porque no estábamos seguros de estar bien y porque convivimos con gente", detalla Correggiari, quien entiende incompatible con el bienestar y la seguridad un estado permanente de "incertidumbre y dudas". No todos, sin embargo, están en condiciones de decidir entre su salud y llegar a fin de mes.

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