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El caso Weinstein destapa el acoso cotidiano que sufren las mujeres y el silencio a su alrededor

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Harvey Weinstein fue el punto de partida, la evidencia que puso nombre y apellido a un secreto a voces. La oleada de denuncias contra el productor estadounidense como autor de decenas de agresiones sexuales ha puesto sobre la mesa toda una estructura articulada en torno al poder de los hombres sobre las mujeres, no sólo en la industria del cine, sino en empresas, instituciones y en las propias calles. A las voces de actrices como Rose McGowan o Angelina Jolie les han seguido los gritos de eurodiputadas, periodistas o artistas que han dado un paso adelante para lanzar un mensaje claro: yo también. Ellas también han sufrido acoso sexual o abusos por parte hombres en una posición superior, por el simple hecho de ser mujeres.

El fenómeno no entiende de clase, raza o geografía, y por eso su onda expansiva alcanza a un número de mujeres cada día en aumento. La actriz Leticia Dolera relataba en un artículo cómo había sufrido episodios de acoso sexual por superiores y compañeros. Maribel Verdú reconocía que el acoso sexual "se ha dado toda la vida en el cine y fuera", y la cineasta Gracia Querejeta lamentaba que "a menudo es algo conocido en el entorno de la víctima, pero por miedo al despido o a otras represalias, te callas". Paralelamente, Yvonne Blake, presidenta de la Academia de Cine, denunciaba haber sufrido una violación por parte de "un productor americano". No hace falta ir al mundo del cine para encontrar a muchos otros Weinstein. En Sevilla, un grupo de mujeres ha elevado la voz contra Francisco Javier Criado, un psiquiatra sevillano investigado por delito de vejaciones y contra la integridad moral por haber acosado a una paciente. La mujer se encuentra respaldada por otras muchas cuyas denuncias quedaron archivadas.

El cine como altavoz

Laura Freixas, presidenta de Clásicas y Modernas, organización que lucha por la igualdad de género en la cultura, celebra que el caso se haya destapado precisamente en Hollywood por su "inmenso poder para visibilizar". La industria del cine, y en concreto la estadounidense, se presenta como una de las herramientas más potentes e influyentes a la hora de crear un relato cultural que marcará hábitos y será decisivo en la perpetuación o destrucción de estereotipos.

"Está claro que una persona popular, o con cierta relevancia en la sociedad, puede dar ejemplo a personas que estén pasando por la misma situación y así animarlas a denunciar dicho problema latente en la sociedad". Habla Iñaki Guevara, secretario general de la Unión de Actores y Actrices. Aunque el sindicato español no ha recibido "ninguna denuncia al respecto", su secretario general da por hecho que existen casos similares. Guevara subraya, en este sentido, la existencia de un protocolo contra el acoso sexual que el sindicato introdujo en el último convenio colectivo que se aplica en el cine y que se centra en la confidencialidad de la víctima y en la sanción al agresor, aunque el documento no concreta la dimensión del castigo. "Hay que poner las herramientas necesarias para conseguir que estos casos salgan a la luz y no se mantengan impunes", señala el actor, quien entiende necesario seguir "trabajando y revisando las medidas oportunas para que tales situaciones de acoso no caigan en saco roto".

Marisa Soleto, presidenta de la Fundación Mujeres, coincide en que el cine es un ámbito donde "probablemente este tipo de comportamientos es frecuente". Sin embargo, celebra, "cada vez hay más mujeres en la industria del cine que son poderosas y han decidido que no van a soportar" situaciones de abuso hacia ellas. Que suceda en ese nivel, reflexiona, "puede ser un modelo a seguir para otras" mujeres que estén pasando por lo mismo.

Y es que a juicio de Freixas lo ocurrido no es sino el reflejo de lo que sucede en la sociedad. "El hecho de que los hombres tengan mucho más poder se traduce en todo tipo de abusos", señala. Se trata de una realidad enmarcada dentro de "un ámbito opaco", porque "hasta ahora había muy poca legislación clara al respecto". Que la vida privada quedase tradicionalmente fuera de la esfera pública lo ha dejado siempre como un asunto "al margen de la ley".

Cambio en el imaginario colectivo

Laura Freixas reflexiona sobre lo "significativo" de que el caso Weinstein estuviera ocurriendo desde hace cuatro décadas, "que todo el mundo lo supiera y sólo haya salido a la luz cuando lo ha destapado un hombre", el periodista Ronan Farrow. El significado de ello es claro: "A las mujeres no se nos otorga credibilidad". Una mujer que denuncia recibe todo clase de críticas estereotipadas que la sitúan como "mujer histérica" con el objetivo de, una vez más, "asociar la autoridad a los hombres".

El impulso que han generado las denuncias contra Weinstein puede generar un cambio de paradigma que sirva para "sacar a la luz todo un sistema de micropoder, microviolencia, chantaje, que incluye también los chistes machistas, las observaciones en los ámbitos profesionales y públicos que mantienen a las mujeres en su lugar poniéndolas en situaciones incómodas o situándolas como objetos sexuales a las que excepcionalmente se les permite participar". Se trata, bajo el juicio de Freixas, de destapar todos esos "desprecios en sus distintas formas" con el fin de evitar que se aparte "a las mujeres de los ámbitos de poder que están alcanzando".

Igual de significativo resulta, añade Soleto, crear conciencia al menos en lo que respecta al "prestigio social" de los agresores, que "no va a quedar impune", y que "al menos se genere cierta situación vergonzante". "Que se tome conciencia de una situación que puede suponer un delito, y de que son delincuentes", añade.

Empoderamiento

Dar visibilidad a un problema como el abuso normalizado y generalizado es causa y consecuencia de todo un grupo de "mujeres perdiendo el miedo". Así lo interpreta Freixas, quien subraya que "una de las claves del poder masculino es que siempre se han agrupado", ya sea en partidos políticos, empresas o redes informales. Frente a esta dinámica, las mujeres "se han quedado cada una en su casa". "Protegernos unas a otras, apoyarnos, avanzar" se torna fundamental para que las mujeres recuperen los derechos tradicionalmente negados.

En este contexto, "la decisión de la inmensa mayoría de mujeres siempre ha sido no denunciar", de modo que el efecto desencadenado por el caso Weinstein resulta enormemente poderoso a la hora de "ponerle la dimensión que tiene", explica Soleto. Lo que a su juicio es una "constante en la vida de muchas mujeres" se pone por fin sobre la mesa como un fenómeno global, enquistado y de urgente erradicación. "Es un fenómeno que existe, se produce, que tiene agresores y tiene víctimas", agrega, "y en muchos casos las mujeres toman la decisión de no contarlo, por miles de razones".

Uno de esos motivos, continúa, es la habitual culpabilización de la víctima. "En muchos casos se culpa a la víctima, y en muchos otros la palabra de una persona sin poder frente a otra que sí lo tiene puede derivar en malos resultados", agrega la experta. La oleada actual no es sino una "denuncia sobre lo que todos sabemos que ocurre".

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Ante la situación originada, "habrá algunos que aprovechen para desacreditar" la voz de las mujeres, pero la repercusión es evidente. "Ha sido muy interesante el movimiento en redes sociales, lo que supone una pincelada sobre cuál puede llegar a ser la envergadura del problema", añade la presidenta de la Fundación Mujeres.

Guevara, por su parte, dice esperar que "las personas afectadas se atrevan a denunciar estos casos", aunque, matiza, "el miedo se perderá de verdad cuando toda la sociedad rechace estos comportamientos".

"Quiero creer –confiesa Freixas– que ahora las mujeres estamos más empoderadas, somos conscientes de nuestros derechos, de que lo personal es político". Será, probablemente, el primer paso de una carrera de fondo. "No va a ser fácil porque hay mucha resistencia, muchos hombres tienen mucho poder y se niegan a un reparto equitativo y justo del mismo".

Harvey Weinstein fue el punto de partida, la evidencia que puso nombre y apellido a un secreto a voces. La oleada de denuncias contra el productor estadounidense como autor de decenas de agresiones sexuales ha puesto sobre la mesa toda una estructura articulada en torno al poder de los hombres sobre las mujeres, no sólo en la industria del cine, sino en empresas, instituciones y en las propias calles. A las voces de actrices como Rose McGowan o Angelina Jolie les han seguido los gritos de eurodiputadas, periodistas o artistas que han dado un paso adelante para lanzar un mensaje claro: yo también. Ellas también han sufrido acoso sexual o abusos por parte hombres en una posición superior, por el simple hecho de ser mujeres.

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