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Así (sin apenas contarlo) empieza España a tratar la pandemia como una gripe

Carolina Darias durante una visita al Hospital Clínico de Santiago.

Ya sabíamos que iba a pasar. Lo dejaron claro tanto la ministra de Sanidad, Carolina Darias, como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en varias comparecencias entre diciembre y enero: hay que "convivir" con el covid-19, asumir que no se va a erradicar a corto plazo y volver a una vida lo más normal posible, entre desabastecimientos, guerras, facturas disparadas y calima. No sabíamos cómo y cuándo. Pero por fin, el primer gran paso para tratar al virus como un patógeno más, a pesar de su altísima transmisibilidad, se da este lunes con el fin de los aislamientos para casos leves y asintomáticos, la mayoría gracias a las vacunas. El cambio de fase se ha ejecutado con un perfil discreto, sin tan siquiera una comparecencia y sin explicaciones sobre cómo se tiene que comportar la ciudadanía para seguir parándole los pies, en la medida de lo posible, a una pandemia que sigue matando.

A diferencia de otros países, la transición se está dando en España en base a elementos, decisiones, documentos y estrategias relacionadas entre sí, pero que carecen de una "hoja de ruta" clara que las engarce, como explica para infoLibre el epidemiólogo Pedro Gullón. Para el especialista, el primer paso se dio hace meses, con el fin de las cuarentenas para los contactos estrechos, vacunados o no. A su juicio, evidenció que la estrategia de supresión de las cadenas de transmisión ya no funcionaba ante ómicron y que había que cambiar de óptica.

Posteriormente, se sacó a consulta pública el decreto de la creación de la nueva Red de Vigilancia Epidemiológica, que establece las bases para mejorar la comunicación entre los distintos actores, regionales y estatales, e incluía elementos a los que hacer un marcaje estrecho, como los determinantes sociales de la salud, la evidencia de que la desigualdad mata. En paralelo, Sanidad y comunidades publicaron la Declaración de Zaragoza, en la que se recogen tanto elementos de ese decreto como otros más centrados en el covid, como la intención de pasar a una "vigilancia centinela" que no cuente todos los casos sino que funcione en base a muestras representativas, aunque por otro lado estas intenciones ya estaban publicadas en los informes semanales de gripe desde hace meses.

Y, como último y más reciente paso, este miércoles se publicó la nueva estrategia de "vigilancia y control frente a covid-19 tras la fase aguda de la pandemia", que finalmente aterriza las intenciones de la Declaración de Zaragoza. Como principal cambio, a partir de este lunes los casos de covid-19 leve, o los que hayan dado positivo en un test pero no tengan ni un solo síntoma, no tendrán que aislarse, y las pruebas de diagnóstico en centros de salud y hospitales tendrán, como prioridad, a las personas más vulnerables y con más probabilidad de sufrir un cuadro grave.

Como enésima confusión, no se tenía claro si las nuevas normas empezaban a cumplirse este lunes, ya que exige un riesgo bajo de los indicadores asistenciales durante 15 días en las comunidades que cuenten con el 80% de la población española; un cálculo complejo cuyo resultado es positivo, confirma Sanidad a infoLibre. Empieza el lunes porque ya cumplimos los criterios. Aunque no lo tenían claro ni los propios expertos que han participado en la ponencia de alertas, que han redactado el documento, según ha podido comprobar este periódico.

No ha salido ningún representante público, a nivel estatal, a la palestra para explicar que el lunes se cambia de fase y cuáles son los pasos a seguir a partir de ahora por los ciudadanos cuando se encuentren con la enfermedad. Los detalles hay que buscarlos en el documento técnico, a pesar de que uno de los pilares vitales de la Salud Pública sea la comunicación. Por ejemplo: a los casos leves, que no requieran la realización de una prueba diagnóstica, se les recomienda el teletrabajo "siempre que sea posible y en caso de que no sea susceptible de una incapacidad temporal por su sintomatología". Tendrán que hacerse una PCR, además, si se tiene constancia "de que haya estado en los últimos 14 días en una región en la que esté circulando una variante de interés o de preocupación que no haya mostrado circulación comunitaria en nuestro territorio", así como "colectivos de población migrante de reciente llegada a España".

Gullón añade que no está muy claro el papel de los test de farmacia. Por un lado, la enfermedad sigue siendo de declaración obligatoria, como aparece en la novena página de la estrategia; sin embargo, no hay obligación de notificar al centro de salud la certeza de alojar el virus, que solo se puede obtener en base a una prueba obtenida en un negocio. "Estas pruebas han encajado muy poco en el sistema global de vigilancia", asegura, y una pregunta se queda sin responder: si la Atención Primaria ya no ofrece un diagnóstico, ¿se privatiza el acceso al conocimiento de tener una dolencia u otra?

"Me falta la imagen completa del camino", resume el epidemiólogo. "Está claro que no es una estrategia súper estable, sino que van a dar pequeños pasos para ver cómo se puede hacer. Pero no tiene claro nadie cómo va a ser ese camino. No lo tiene claro ni la ponencia de vigilancia, ni nadie". Para Gullón, hay una contradicción entre la cautela actual para decretar un fin, aunque sea provisional, de la pandemia, con un nivel tan alto de inmunidad en la población del país; y la seguridad que se exhibió en otros momentos mucho más complicados, cuando el Gobierno se negó a un nuevo confinamiento o a exigir más contundencia a las comunidades cuando explotó la tercera ola, con los registros de fallecidos más altos desde marzo y abril de 2020.

En cualquier caso, esas incertidumbres existen. Esta estrategia de vigilancia, en la que ya no se cuenta cada caso, dejará de estar vigente si los indicadores asistenciales, el número de pacientes covid en la planta y las UCI de los hospitales españoles, pasan del riesgo bajo al riesgo medio. Esto puede pasar por una variante que escape parcial o totalmente a las vacunas, o que cause una enfermedad más grave, un escenario que no está en absoluto descartado. Y también se vigila, sin pánico pero con atención, a la evolución del coronavirus en los países europeos vecinos, donde la nueva subvariante de ómicron podría estar cambiando, por enésima vez, el terreno de juego.

"La tendencia de notificación de casos que estaba disminuyendo en las últimas semanas ahora está aumentando nuevamente, aunque las políticas de pruebas ahora son tan diferentes que es muy difícil hacer una evaluación real", aseguró el pasado jueves la directora del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, siglas en inglés), Andrea Ammon. Alemania está alcanzando récords de casos tras eliminar prácticamente todas las restricciones entre críticas de la oposición, y Austria ha vuelto a la mascarilla obligatoria en interiores. La situación inmunológica de cada población es muy diferente, pero aún no se sabe si ómicron será capaz de protagonizar dos olas consecutivas o solo se trata de un ligero repunte. En España, como ya no se contarán todos los casos, será difícil estimar el impacto real de la pandemia en las próximas semanas.

Por otro lado, la gripe ha vuelto a ganar protagonismo. Según el informe semanal del Instituto de Salud Carlos III, "todos los indicadores de vigilancia indican un aumento en la circulación de virus gripales", de cepas a las que se dirige la vacuna de este año y de cepas con más capacidad de escapar a esa defensa. De hecho, y por primera vez desde que se declaró la pandemia de coronavirus, la red de vigilancia epidemiológica encontró, durante una semana, más casos de gripe que de covid-19.

En España, la mortalidad por todas las causas, según el registro europeo MoMo, está ya por debajo de lo esperable para esta época. Sin embargo, la persistencia de ambas enfermedades respiratorias podría cambiar la tendencia y evidenciar la realidad de esta "nueva, nueva normalidad": los virus causan más fallecidos que antes, pero lo aceptamos porque, como reconoce la estrategia, " la inmunidad generada por las vacunas no impide de forma completa la replicación del virus", por lo que no podemos hacer más.

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