La bruma política en el pasillo del Congreso es espesa. El curso ha arrancado con muchos interrogantes. Pero hay uno que nadie adivina por dónde camina: Junts. “No sabemos interpretarlos” es una frase que circula entre la mayoría de los parlamentarios que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez. Y en sus manos está buena parte del futuro de la legislatura.
La incertidumbre y el enfado se apoderan de muchos dirigentes del bloque de investidura. Especialmente se visualiza entre los miembros de Sumar, después de que los de Carles Puigdemont tumbaran a última hora del martes la admisión a trámite de una proposición de ley impulsada por los de Yolanda Díaz para poner límites a los alquileres temporales de vivienda. Todo estaba negociado, pero el grupo capitaneado por Mìriam Nogueras se descolgó apenas tres minutos antes de la votación.
Miembros de Sumar no se cortan en privado y califican a los diputados posconvergentes de “mentirosos”. Y todos olfatean qué puede pasar a partir de ahora. Junts no da pistas y sigue manteniendo su advertencia de que su voto se negocia punto por punto y siempre que se cumplan los acuerdos alcanzados en Bruselas. Pero algunos de los socios advierten de que esto se puede volver a repetir con frecuencia, como ya pasó, por ejemplo, cuando tumbaron la ley de amnistía de manera provisional o en el primer rechazo a la senda de déficit del Gobierno.
La "mayoría de derechas alternativa"
Diputados de Sumar, Podemos y ERC, principalmente, analizan que esta pinza de PP, Vox y Junts va a acechar constantemente. “Hay una mayoría de derechas alternativa”, sostiene un parlamentario a la izquierda de los socialistas respecto a los avatares en la Cámara Baja, donde se va a vivir un periodo muy complicado, especialmente por la próxima tramitación del proyecto de Presupuestos Generales para el año que viene. “No hay fórmula mágica, hay que volver a empezar”, señala un negociador habitual con los parlamentarios del partido de Carles Puigdemont.
Los comentarios más duros contra Junts están llegando desde Esquerra, su antiguo socio en el Govern y con el que ahora vive una dura pugna dentro del espacio del soberanismo. Durante su intervención en el Pleno del Congreso, Gabriel Rufián advirtió este miércoles a Pedro Sánchez de que estaba naciendo un bloque de derechas en la Cámara. El portavoz republicano dejó esta reflexión: "Llevan meses diciendo, no, Junts no se va a atrever. No, hombre, Junts no puede ir con quienes pegaron a los catalanes el 1 de octubre. No, hombre, Junts no puede ir con quienes niegan la nación catalana. No, no pueden. Desconocen absolutamente la capacidad, la enorme capacidad mediática de blanqueamiento de esta gente". Entre los parlamentarios de ERC es donde se extiende la mayor sensación de que el año que viene se puede producir una moción de censura en la que junten sus fuerzas las derechas y Junts para tumbar la mayoría de investidura. Asimismo, diputados de este bloque creen que los de Puigdemont pueden tener tentaciones de mirar hacia las derechas por su “control de los jueces”.
El ala socialista: "Junts no puede estar así tres años"
En el ala socialista del Gobierno están molestos con lo que sucedió en la votación del martes, incluso en privado han afeado a Sumar que trasladaran que estaba atada la cuenta. Esto hizo que fuera a pulsar el botón de manera presencial el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que no suele acudir los martes por la tarde al Congreso. Y en La Moncloa no ha gustado nada la imagen de un panel en rojo, pero siguen defendiendo que han ganado la mayoría de veces en la Cámara Baja.
En el núcleo duro del Gobierno se reconoce que Junts tiene un “discurso incendiario”, pero creen que al final se podrá reconducir la situación y “se impondrá el diálogo”. “No pueden estar así tres años”, sostienen fuentes del Ejecutivo, que, no obstante, insisten en que no ven un escenario de moción como deslizan desde Esquerra Republicana. ¿Por? “Sería un suicidio para Junts”, reflexiona un miembro del Gobierno.
Por eso, en la parte socialista confían en que Junts pase esta travesía en el desierto: “Ellos creían que iban a tener un muy buen resultado en Cataluña. Tienen que digerir que Salvador Illa sea hoy el president de la Generalitat”. Los negociadores del PSOE siguen manteniendo contactos con los posconvergenentes y recuerdan que “siempre” ha sido complicado el acuerdo y el consenso con los de Carles Puigdemont. Entre dirigentes socialistas se interpretan estas votaciones como “voladuras controladas” desde el independentismo y se enmarcan en propuestas que no son de fondo o que vienen de espacios que no son el PSOE.
Para La Moncloa, la actitud de Junts está ahora muy condicionada por el congreso que celebrará en octubre para afrontar una nueva etapa. Por eso entienden que el tono de Mìriam Nogueras y sus diputados seguirán siendo alto durante estos meses. También se rechaza la imagen que quiere vender el soberanismo de que el Gobierno central no negocia: “Siempre dicen que no les hemos llamado, pero no es verdad”. La semana pasada el propio ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, se reunió en la sala de Gobierno del Congreso con la portavoz de Junts para reconducir la situación.
El Gobierno presentará los presupuestos aunque no den las cuentas
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La intención del Gobierno, remarcan las fuentes, es presentar sí o sí el proyecto de Presupuestos Generales. Todavía no desvelan en Moncloa la fecha para su aprobación y remisión a las Cortes, pero indican que “lo antes posible”. En el escenario actual no dan los números, aunque no tiran la toalla en Hacienda y creen que todavía hay margen para convencer a Junts. “Esperemos que recapaciten”, emiten desde el Ejecutivo, donde recuerdan que también se pueden ver afectados centenares de ayuntamientos dominados por los posconvergentes si finalmente no apoyan el primer paso del techo de gasto, que da más flexibilidad a las administraciones regionales. Las fuentes admiten que las cuentas pueden servir como vía para reenganchar a los de Puigdemont, además de la negociación de las transferencias en materia de migración, aunque ahí no se puede hablar de fronteras porque es competencia estrictamente estatal.
En el Gobierno, asimismo, analizan que Junts tiene que alimentar un discurso de que “siguen vivos y de que están ahí”, a pesar de no tener la Generalitat, mientras “reflexionan y se refundan”. Un miembro del Ejecutivo aborda así la cuestión: “¿A qué jugarán? ¿A votar con la derecha? Ellos saben que les penaliza porque es incoherente. No puedes alimentar el odio a la derecha y ahora votar con ellos. Confío en que hagan la digestión de lo de Illa”. La receta para que perviva la legislatura: “La misma paciencia, el mismo diálogo”.
Otra de las columnas básicas para sacar medidas es el PNV, pero el Gobierno cree que la situación está normalizada a pesar del apoyo de los nacionalistas a la moción sobre Venezuela que impulsó el PP la semana pasada. Ha habido contactos al máximo nivel de Bolaños con la cúpula peneuvista. Se da por garantizado un acuerdo de cara a los Presupuestos. No obstante, en el grupo vasco no se han mostrado muy contentos con la hoja de ruta del plan de regeneración por su inconcreción. En La Moncloa creen que los podrán atraer gracias a la propuesta de reforma de la ley de secretos oficiales. ¿Pueden formar parte de la pinza de la derecha? Un destacado socialista apunta: "¿Has visto la cara de Aitor Esteban en el Pleno del miércoles cuando soltaba Santiago Abascal su discurso sobre inmigración? Pues no creo".
La bruma política en el pasillo del Congreso es espesa. El curso ha arrancado con muchos interrogantes. Pero hay uno que nadie adivina por dónde camina: Junts. “No sabemos interpretarlos” es una frase que circula entre la mayoría de los parlamentarios que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez. Y en sus manos está buena parte del futuro de la legislatura.