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PRIMER LIBRO SOBRE LOS BALTAR

Cristina Huete y Primitivo Carbajo: "El caciquismo no desaparecerá en Ourense porque lo hagan los Baltar"

Baltar padre colocando una corona de flores de la Diputación de Ourense, y la portada del libro de Cristina Huete y Primitivo Carbajo.

Hace ahora casi 35 años, el 20 de enero de 1990, José Luis Baltar Pumar levantó por primera vez el bastón de mando de la Diputación de Ourense en sustitución de Victorino Núñez, que abandonaba el cargo para presidir el Parlamento de Galicia. 33 años y medio después, el 17 de julio de 2023, entregó el testigo a su hijo, José Manuel Baltar Blanco. El ascenso y caída de los Baltar, con el padre haciéndose con el poder mucho antes de hacerse con el bastón, y con el hijo ya fuera de la Diputación pero aún en el Senado pendiente de juicio por conducir un coche oficial a 215 kilómetros por hora, es lo que reseña el libro Os Baltar. A senda do caciquismo na democracia plena de Ediciones Morgante (Los Baltar. La senda del caciquismo en plena democracia). Escrito por Cristina Huete y Primitivo Carbajo, que fueron periodistas de El País en Galicia y ya jubilados, el libro aprovecha la memoria periodística de estos dos profesionales sin los que no se conocerían gran parte de los escándalos que rodearon a Baltar y O Fillo [El Hijo], tal y como se refieren a ellos

Durante vuestros años como periodistas en activo recibisteis presiones por escribir todo tipo de informaciones, también sobre los Baltar. ¿Hay que estar jubilado para escribir un libro panorámico como este en Galicia?

Cristina Huete. Todavía no estoy jubilada, pero sí, retirada, y todavía estoy esperando un poco a ver qué pasa. La presión todavía se siente, pero quizás menos porque ya no controlan el dinero público que utilizaban para ejercer presión sobre la prensa. Contra la prensa que publicaba cosas, claro. Cabe destacar también que ha habido mucha más presión mediática desde que llegó el hijo que con el padre. El hijo ya llegó advirtiendo de que no iba a ser como su padre, campechano.

El libro comienza antes de los Baltar, con el ascenso de Eulogio Gómez Franqueira y sus Centristas de Ourense, donde comenzaría Baltar padre, gracias a Coren y los recursos financieros de las cajas provinciales. ¿El dinero siempre explica el poder?

Primitivo Carbajo. ¿Cómo era aquello de es la economía, estúpido? [Risas]. Creo que sí, siempre, y el poder siempre está buscando dinero. Quizás si tienes dinero no buscas tanto el poder, pero con el poder tiendes a buscar dinero. 

Se cuenta en el libro que Baltar padre actuó como portero o filtro de visitas en casa de Franqueira cuando este estuvo enfermo en sus últimos años. Arconada lo llamaban. La figura del portero parece haber estado siempre ligada a los Baltar, con las varias decenas de porteros que contrataron posteriormente para el centro cultural de la Diputación. ¿Qué hay de malo en abrir puertas a la gente?

C.H. Si es con dinero público es horrible. Abrir puertas está bien, pero no hacerlo con dinero público a cambio de mantenerte en el poder. 

P. C. No creo que esté mal abrir puertas, puede ser un gesto de generosidad. Mientras escribía el libro, no pensé que fuera tan grave. Dentro de lo que cabe, abrían puertas y repartían sueldos. Pero en el contexto del propio PP, ni siquiera lo hicieron sólo con los suyos, de forma tan selectiva. Esa pauta me parece diferencial, y no la justificaré en absoluto, porque por supuesto prevalece la igualdad de oportunidades...

C. H. Pero esa apertura de puertas que hicieron fue absolutamente ilegal. Y fue lo que los mantuvo en el poder. 

Entiendo que lo que quiere decir Primitivo Carbajo es que, viendo el nivel de corrupción que había, con gente llevándose millones, repartían empleos aunque fueran artificiales...

P. C. Claro que sí.

C. H. Pero aquí la provincia se había quedado sin nada, no había ninguna inversión en esas décadas de gobierno. Con los presupuestos de la Diputación, que eran mucho dinero, no se hizo más inversión que los empleos de sus amigos y de la gente que les votó. 

El poder de aquellos centristas de Ourense, reconvertidos en centristas de Galicia, dio a Manuel Fraga la presidencia de la Xunta en 1989, algunos dicen que con votos de dudoso escrutinio. Generalmente se reconoce el poder de los Baltar en Ourense, pero ¿se infravalora lo que significó su poder a nivel gallego para configurar el fraguismo y la Galicia actual?

P. C. El baltarismo se vio desde el primer momento con eso de los enchufes como algo pintoresco. Fue relegado a lo pintoresco y, como tal, aceptable, cuando lo que subyacía era una transgresión democrática fundamental. Y trascendía en otra realidad política constante, de ahí los pulsos que gana Baltar a Fraga: o respetas mi autonomía en este pintoresquismo de la boina o pierdes la Xunta. Y en eso no se enfatiza lo suficiente ni se pone en evidencia. Porque efectivamente cuestiona de manera drástica el sistema democrático.

C. H. No sólo Fraga sino también Feijóo. Fue constante. Y seguirían haciendo lo mismo con Rueda si pudieran. Vivían de eso, de esos trabajos que daban, que eran los votos que los mantenían en el poder, con los que chantajeaban a su propio partido. Que no era de ellos, que se unieron a él porque no les quedaba otra opción, porque los centristas habían perdido contra el PP de Tomás Pérez Vidal. Lo llamaron ourensanía, que era el nombre comercial de esta práctica. 

¿Los más de 33 años de los Baltar en la Diputación fueron mérito suyo? ¿Qué hicieron mal la oposición, los partidos de izquierda, para que los Baltar se perpetuaran?

P.C. Antes hablaba usted del supuesto pucherazo electoral, entre comillas [a finales de 1989, con el que llegó Fraga a la Xunta]. Todos los indicios apuntan a que efectivamente hubo pucherazo. No se puede ir más lejos porque no hay nada que lo confirme, que diga que aquellas irregularidades, de subsanarse, cambiarían el sentido de la historia. Pero desde aquel momento no han podido enmendarse porque hay una oposición en liza entre ellos que permite que esto siga adelante. En el caso del PSOE, con la idea de no darle un escaño más al Bloque, además de las presiones que hayan podido tener desde Madrid [para permitir la salida de Fraga a Galicia], que son obvias. Ese es el comienzo. Y en el resto de legislaturas lo mismo. No hay una cohesión firme, una firmeza democrática, antes que cualquier otro interés, por parte de los dos grandes partidos de la oposición, para poner fin a esta anomalía. Y por eso sigue existiendo y es tolerado. En ese sentido, es una responsabilidad colectiva, no es sólo de los ourensanos o de los votantes del PP.

C.H. Siendo así, lo suscribo, también hay que reconocer que PSOE y Bloque acudieron en muchas ocasiones a los tribunales, y consiguieron una condena para Baltar, bueno es cierto que sólo por prevaricación y no por malversación. Pero también me pregunto sobre otras instituciones. Judicialmente, el baltarismo estuvo exento de reproche judicial en su mayor parte. Es la sociedad, el sistema, la democracia plena la que toleró el baltarismo.

En el libro cita nombres que ya estuvieron en la política ourensana hace cuatro décadas y que aún siguen en cargos públicos, lo que ayuda a contextualizar la situación actual. ¿Se echa de menos más memoria en el periodismo actual?

P. C. Más contextualización y, efectivamente, más memoria. Es muy curioso cómo este grupo, la boina, proviene del franquismo y en el caso concreto de Baltar de Falange. Al principio no se podía hacer de ello una causa excluyente, de ser falangista, porque eran muchísimos. En UCD por supuesto, incluso el propio líder. Eso introduce unas pautas de formación y una concepción de la política en las que el enchufismo es coherente, que tiene mucho que ver con esos orígenes, con esa manera de concebir la política. Se adaptan a la democracia con un maquillaje, pero en ningún momento hacen una renuncia, son coherentes con ese tipo de formación, con una democracia orgánica.

La fuga y captura de O Fillo es una victoria de la boina, salvo que las boinas se reagrupen y den la sorpresa, pero el Fillo tampoco es una boina, es un urbanita

Baltar padre formaba parte de la derecha gallega de la boina frente a la del birrete. ¿En el actual PP está ganando, o ya ha ganado, el birrete?

C. H. Creo que es evidente que la fuga y captura de O Fillo es una victoria del birrete. La gente que ahora está en la Diputación es una victoria del birrete. A menos que las boinas se reagrupen y den la sorpresa.

P. C. Pero son formas puramente. Entre Baltar y Rajoy no sabría con quién quedarme. Él era presidente del Gobierno y aquí lo tenemos apoyando a Milei y haciendo esas cosas que le resultan apologéticas, como decir que no entiende que al almirante golpista Moreno le quitasen el nombre de una calle de Pontevedra para dárselo a Rosalía de Castro. Ahí se ve cómo late el franquismo. Incluso encuentro a Baltar más amable y mejor persona. 

C. H. Pero no así O Fillo. Porque O Fillo conecta más, aunque vaya disfrazado, con aquel PP urbanita. En realidad es un urbanita, no es un boina O Fillo.

Hay decenas de ayuntamientos en la provincia que quedan del baltarismo. Como decían muchos en los pueblos: '¿Y por quién vamos a votar? ¡Por los que ganen!'

Apartados los Baltar de la Diputación, ¿qué queda del baltarismo en Ourense?

C. H. La provincia. Decenas de municipios de la provincia. Veamos qué pasa ahora. Como decían muchos en los pueblos: "¿Y por quién vamos a votar? ¡Por los que ganen!".

P. C. Creo que es una estructura realmente sólida, que se ha ido consolidando a lo largo de los años con resultados satisfactorios para quienes intervienen en ella. Por eso fueron votados. ¿Eso dejará de suceder? No creo que sea tan simple. Como estructura, como forma de hacer política, no tengo tan claro que vaya a desaparecer porque desaparezcan dos cabezas. 

C. H. Cualquier partido intentaría aprovechar esa estructura, rentabilizarla ya que la tiene. Supongo que jugarán eso. Con los birretes al frente no van a desperdiciar esa estructura. 

Si titulo esta entrevista así, La estructura caciquil no desaparecerá porque desaparezcan los Baltar, cualquier partido intentaría rentabilizarla, ¿estáis ambos de acuerdo?

C. H. Me parece perfecto. Es una estructura de muchas décadas, que comenzó con Victorino Núñez. Había una pintada en Ourense que decía Victorino, ladino, colócame a mi sobrino

P. C. Una estructura incluso de antes, del propio Franqueira. La motivación del libro está en esa idea de la frase, prever, decir que eso está ahí, que estamos en democracia, pero nunca hubo un intento de socavar esa realidad. 

El libro finaliza señalando que se solicitó colaboración directa a los protagonistas para aportar las valoraciones que consideraran, pero ni siquiera respondieron. ¿Tiene algún tipo de valoración no oficial sobre el libro o sobre su obra que pueda llegarle a través de personas cercanas a los Baltar?

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C. H. Yo no, claro. Aún es muy pronto y la gente todavía no conoce el libro.

P. C. Bueno, ellos lo sabían y tampoco movieron nada.

C. H. Creo que podrían jugar esa baza si se mantuvieran en el poder, pero ahora sus enemigos íntimos están al frente de las instituciones. Igual los birretes se frotan las manos, pero todos están implicados.

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