Cuando el dato mata al relato: la información sí puede con los prejuicios sobre la inmigración
La información reduce las percepciones erróneas sobre la inmigración y aumenta el apoyo a las políticas de integración. En concreto, los datos reales sobre el verdadero alcance de la presión que la población extranjera ejerce sobre los servicios públicos tiene efectos significativos en la reducción de la percepción de que los inmigrantes representan una carga fiscal y aumenta el apoyo a las políticas redistributivas.
Esta es una de las conclusiones del estudio Percepciones erróneas, actitudes y preferencias sobre la integración de inmigrantes: Evidencia de un experimento de encuesta que acaba de publicar la Fundación Iseak, un instituto de evaluación de políticas públicas con sede en Bilbao que se dedica a contribuir a la mejora de la toma de decisiones a través de la investigación y la transferencia de conocimiento.
“Los resultados muestran que las personas que se sienten más preocupadas por la inmigración son las que menos apoyan su entrada y su integración, lo cual era esperable” explica Odra Quesada, coautora del estudio junto a David Martinez de Lafuente y Sara de la Rica. “Sin embargo, lo interesante es conocer cómo las personas responden a información que desmonta algunos mitos de la inmigración”.
Es aquí donde esta investigación ha encontrado que "recibir información con datos oficiales sobre la utilización de los servicios sociales aumenta significativamente tanto el apoyo a la entrada de la inmigración en España como a otras políticas de integración”. “De hecho”, subraya Quesada en conversaciòn con infoLibre, “encontramos que las personas con mayores preocupaciones en torno a la inmigración muestran una mejor respuesta. Esto nos sugiere que ofrecer información objetiva sobre la inmigración puede resultar útil para disminuir las amenazas percibidas por las personas más aprehensivas” en relación con este fenómeno.
Para demostrarlo, diseñaron un experimento con dos tratamientos informativos diferentes contra las percepciones erróneas para probar si una mayor disponibilidad de información puede corregirlas e influir en el apoyo a las políticas de inmigración. A una parte de los encuestados no les dieron ninguna información; a un segundo grupo le suministraron datos que prueban que la inmigración no tiene efectos negativos sobre el mercado laboral y a un tercero le hicieron ver que tampoco tienen un impacto sobre los servicios públicos.
Un tema divisivo
En las últimas dos décadas, la población inmigrante en España ha aumentado un 256%, pasando del 5,7% en 2002 al 17,2% en 2023. Los diversos orígenes de los inmigrantes, que abarcan nacionalidad, etnia, cultura, religión, estatus socioeconómico, habilidades lingüísticas y niveles educativos, plantean desafíos significativos para una integración social y laboral efectiva.
La capacidad de las democracias occidentales para integrar este flujo de recién llegados y adaptarse a una creciente diversidad étnica y religiosa se ha convertido en una preocupación urgente y ha remodelado el panorama político. La inmigración ha emergido como uno de los temas más divisivos social y políticamente, en particular en vísperas de las elecciones europeas del 9J, con debates públicos y actitudes individuales que a menudo se forman a partir de percepciones erróneas en lugar de hechos reales. Este tono del debate público juega un papel crucial en el auge de los partidos nativistas en Europa, los cuales han reforzado corrientes de opinión claramente antiinmigrantes.
A partir de una encuesta en línea en España sobre una muestra representativa de aproximadamente 3.200 encuestados no inmigrantes, los investigadores midieron las percepciones y actitudes hacia la inmigración y analizaron cómo están vinculadas a las preferencias por su integración social y laboral.
Cuando las personas piensan en un fenómeno como la inmigración, se forman una representación mental de lo que la inmigración significa para ellas. Pero estas representaciones a menudo no coinciden con la realidad, siendo un factor crítico en la formación de preferencias políticas y comportamientos. Estos sesgos, también llamados “percepciones erróneas”, pueden reforzar estereotipos, generar prejuicios o incluso fomentar la discriminación y exclusión social de los inmigrantes, debilitando la cohesión social.
En primer lugar, la población no inmigrante tiende a sobreestimar la proporción de inmigrantes. Creen, por ejemplo, que el 27.8% de la población total en España son inmigrantes cuando la proporción real es del 16% (una diferencia de 11.8 puntos porcentuales).
En lo que se refiere a las propiedades cualitativas de la inmigración, como el nivel educativo y de desempleo y cuántos son beneficiarios de ayudas sociales, los resultados son mixtos. Por un lado, los encuestados perciben correctamente la proporción de inmigrantes con educación secundaria o inferior (41.8% vs. 42%). Sin embargo, sobreestiman drásticamente el nivel de inmigrantes desempleados, así como la proporción de los que reciben beneficios sociales (del 11% de la proporción real al 47.9% de individuos percibidos).
“La sobreestimación del número de personas inmigrantes y la infraestimación que comete la población nativa con respecto a sus características socioeconómicas no es un hecho aislado en España”, advierte Quesada. “Estas percepciones erróneas, que suceden cuando existen discrepancias entre el dato percibido y el dato real, también se evidencian en estudios realizados en otros países como Estados Unidos, Finlandia, Alemania, Francia y Reino Unido”.
La desinformación
Los autores del estudio han comprobado que “uno de los principales motivos que impulsan estos errores en las percepciones es la desinformación ya que, al proporcionar información objetiva sobre la inmigración, encontramos que se reducen sustancialmente las percepciones erróneas cometidas por la población nativa”.
Este es el motivo, subraya, por el que consideran que "actuaciones destinadas a ofrecer una mejor información y a identificar aquella que es engañosa, pueden ser clave para alcanzar una sociedad más tolerante e integradora”.
Quesada pone un ejemplo de política pública que se ha comprobado eficaz para combatir la desinformación en otras democracias de nuestro entorno: el llamado pre-bunking, una estrategia que trata de anticiparse a las noticias falsas ofreciendo pistas y consejos para favorecer las habilidades de los ciudadanos en su detección y “hacer caso omiso a narrativas engañosas”. Sin esperar a que la desinformación circule y tener que desmentirla. Fomentar este tipo de acciones desde el ámbito público “hace más objetiva la toma de decisiones y las preferencias de la ciudadanía en la arena política”.
Aunque los prejuicios son una barrera sustancial para que las sociedades alcancen la integración de su inmigración, admite la investigadora, “no son una barrera insalvable”. La investigación económica más reciente, explica, confirma que los resultados de ofrecer una información objetiva sobre la inmigración pueden variar dependiendo del tipo de datos que se les ofrece a los individuos, de sus creencias previas, de su ideología política e incluso el contexto de polarización en el que se encuentre el país en el que vivan.
En Francia, durante las elecciones presidenciales de 2017, un grupo de investigadores realizó un experimento que reveló que ofrecer información veraz sobre la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen, mejoró el conocimiento de los votantes franceses, pero al mismo tiempo no afectó a su apoyo hacia la candidata”, explica Quesada. Es una investigación que "pone de manifiesto cómo los discursos políticos, aun estando alejados de la realidad, persuaden a los votantes lo suficiente para que una información objetiva no tenga ningún impacto en el apoyo político”.
No obstante, el estudio publicado por la Fundación Iseak encuentra un impacto positivo de la información en el apoyo a los niveles actuales de inmigración y a su integración. Lo que puede deberse, explica Quesada, a que sus resultados sean un reflejo de nuestro contexto económico, social y cultural como país, sin poder ser extrapolables a unas condiciones diferentes a las actuales”.
Heterogeneidad
Las percepciones erróneas, con todo, no son homogéneas. El estudio detecta que los encuestados de derechas y aquellos individuos sin estudios universitarios sobrestiman a los inmigrantes en casi todas las categorías. Y que los que viven en hogares de altos ingresos son el grupo con los niveles más bajos de percepciones erróneas.
La proporción de encuestados que creen que la inmigración perjudica a la calidad del empleo, en términos de salarios y calidad, es mucho mayor (40% y 45%, respectivamente) que la de aquellos que creen que afecta negativamente a la cantidad de empleos (27%).
Son las personas con educación elemental, los votantes de derechas, los desempleados y aquellos que forman parte de hogares de bajos ingresos, así como los situados en la franja de edad de 45 a 54 años, los que tienen una mayor percepción de los inmigrantes como competidores en el mercado laboral.
En sentido contrario, y con gran diferencia, son los graduados universitarios y los votantes de izquierda los que tienen el nivel más bajo de este índice. También los individuos que tienen un familiar inmigrante sienten menos temor a la competencia en el mercado laboral que aquellos que no lo tienen.
Este último dato sugiere, a juicio de los autores del estudio, que "el contacto entre grupos bajo condiciones apropiadas puede reducir efectivamente los prejuicios entre los miembros de grupos mayoritarios y minoritarios”.
La investigación se encontró también con que la proporción de encuestados que perciben que la inmigración contribuye al aumento de los precios de la vivienda es de apenas un 32%, un dato que, aseguran, “desafía las predicciones de la teoría económica, que sugiere que, ante recursos limitados como la vivienda, las personas pueden percibir la inmigración como una amenaza”.
Servicios públicos
Sin embargo, en España “hay una mayor preocupación sobre los efectos de la inmigración en el uso de servicios públicos, como la provisión de atención médica, donde la proporción de encuestados que creen que la inmigración tiene un efecto negativo es significativamente mayor (46%)”. Asimismo, la proporción de españoles que consideran que la inmigración aumenta el tamaño de la economía informal y eleva el gasto público general alcanzó el 55% y el 61%, respectivamente.
Al mismo tiempo, los encuestados con los niveles más bajos de educación —aquellos sin educación y aquellos con educación elemental— y los votantes de partidos de derechas “exhiben una percepción sustancialmente más alta de los inmigrantes como una carga fiscal”.
La inmigración se ha convertido en un tema habitual en las campañas políticas debido a sus efectos percibidos sobre la identidad cultural, la cohesión social y la seguridad. Algunos autores sugieren que el aumento de votos para los partidos populistas no puede atribuirse únicamente a factores económicos, sino que es en gran medida un “rechazo cultural”. Las poblaciones no inmigrantes pueden preferir la homogeneidad cultural y, por lo tanto, rechazar la diversidad, aumentando la hostilidad hacia grupos con antecedentes culturales y étnicos muy diferentes, lo que es un obstáculo para la integración social. De manera similar, las percepciones de amenazas a la seguridad individual pueden motivar a las personas a oponerse a la inmigración.
Sin embargo, y a diferencia de la mayoría de los otros estudios sobre el tema, este de la Fundación Iseak asegura que la población nativa en España no está muy preocupada por los efectos culturales adversos de la inmigración. Mientras hay un amplio desacuerdo con la creencia de que es perjudicial que todos tengan las mismas oportunidades, hay una mayor proporción de encuestados que dicen que todos deben hablar un mismo idioma —5% frente a 76%, respectivamente—..
La religión es otra preocupación que no recibe mucho apoyo. Apenas un 13% de los encuestados están de acuerdo o muy de acuerdo con la necesidad de compartir la misma religión. Sin embargo, más de la mitad de los encuestados (54%) sí creen que la inmigración aumenta la criminalidad. Un hecho que no se corresponde con la realidad: “Aunque los inmigrantes están sobrerrepresentados en las prisiones europeas, investigaciones recientes han documentado efectos nulos o muy pequeños de la inmigración en las tasas de criminalidad”. Este es un dato clave, porque la asociación entre inmigración y crimen, que constantemente airea Vox en España —ahora también con el respaldo del PP— determina la formación de actitudes antiinmigrantes.
Las personas con educación primaria y los votantes de derechas tienden a percibir la inmigración como una amenaza cultural y de seguridad. Los encuestados más educados y aquellos de entre 25 y 34 años se declaran generalmente menos amenazados cultural y securitariamente por la inmigración, aunque no hay diferencias estadísticamente significativas entre los grupos de edad.
Paradoja
Una paradoja es que, en contra de lo que cabría esperar, explica el estudio, “aquellos individuos que tienen un familiar inmigrante se sienten más amenazados cultural y securitariamente en comparación con aquellos que no lo tienen, aunque no perciben la inmigración ni como competencia en el mercado laboral ni como una carga mayor en el consumo de bienestar”. Esta es una conclusión que también se deduce de una encuesta a gran escala que cubre cuatro países europeos —Suecia, Italia, Alemania y Francia—, el Reino Unido y los Estados Unidos, donde los encuestados que tienen un amigo o conocido inmigrante sobrestiman la distancia cultural de los inmigrantes.
En relación con la inmigración, más de la mitad de los encuestados (54%) indicaron que las diferencias en el empleo entre nativos e inmigrantes se deben a la “falta de esfuerzo” por parte de los extranjeros. Sin embargo, esta no es la razón más importante: los encuestados también consideran factores determinantes la falta de red social (63%) o las diferencias en las normas sociales (65%).
Cuando los investigadores preguntaron a los encuestados por sus preferencias sobre los criterios de entrada a España de los inmigrantes, las características menos deseadas fueron aquellas relacionadas con factores culturales y religiosos, como ser blanco y católico —solo el 9% y el 11% de los encuestados perciben estos factores como importantes o muy importantes—.
Sin embargo, los factores económicos son altamente valorados para los nuevos inmigrantes. Alrededor de la mitad de los encuestados consideran importante o muy importante que los inmigrantes estén altamente educados (48%), tengan una fuente de ingresos antes de inmigrar (58%), hablen español (67%) y tengan un contrato de trabajo firmado antes de inmigrar (74%).
Las personas más educadas reivindican menos restricciones a la llegada de inmigrantes. Por el contrario, cuanto mayor edad tienen los encuestados, menos abiertos están a su llegada.
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Lo sustantivo de esta investigación es la constatación de que proporcionar información cierta sobre los efectos de la integración de inmigrantes en el mercado laboral y sobre el uso de los servicios públicos aumenta significativamente el apoyo a una mayor inmigración y también a las políticas redistributivas.
Sin embargo, los autores hallaron efectos “heterogéneos” de la información “dependiendo de las creencias previas de los encuestados sobre la inmigración y el uso de redes sociales”. Hay “una relación positiva entre obtener noticias políticas a través de redes sociales y el sentido de amenaza laboral y fiscal. Proporcionar a las personas información precisa sobre la inmigración reduce significativamente esas percepciones”.
Estas conclusiones ponen de relieve la "trascendencia de abordar la desinformación para promover la integración de los inmigrantes. Las políticas deben centrarse en aliviar las preocupaciones identitarias y económicas entre la población nativa para aumentar la cohesión social y el bienestar económico”.