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¿España invierte lo suficiente en defensa?: “Será díficil llegar al objetivo del 2% de gasto en 2029”

Militares del Ejército de Israel cerca de la frontera con Líbano.

El 24 de febrero de 2022, con el inicio de la invasión rusa a Ucrania, se produce un antes y un después en la forma de entender la defensa en Europa y, por consiguiente, en España. El conflicto en el este de Europa ha dejado en evidencia la escasa preparación del bloque occidental para afrontar un nuevo conflicto a gran escala y el temor a que la inestabilidad de otras zonas traspase las fronteras de la Unión ha obligado a los Veintisiete a replantearse su política en seguridad y defensa.

A este conflicto hay que sumarle la reciente escalada bélica entre Hamás e Israel, y la posible implicación de Irán u otra potencia de la zona. Nos encontramos ante un marco global inestable, en el que ha desaparecido el equilibrio posterior a la caída del muro de Berlín y la incuestionable supremacía occidental. Tampoco pueden dejarse de lado otros factores como el cambio climático, las migraciones masivas o el aumento de ciberataques y de difusión de fakes news con intencionalidad política. 

No es de extrañar que esta situación haya provocado una tendencia unánime entre los países de la Unión Europea para aumentar de forma significativa su gasto en defesa. España, como el resto de potencias, busca alcanzar el 2% de gasto respecto al PIB, como ya se comprometió el Gobierno tras la última cumbre de la OTAN en Madrid.

Desde Fundación Alternativas han analizado este aumento en el presupuesto de defensa y de las inversiones, tanto en nuestro país, como en la UE y su relación con el nuevo entorno global, en un informe que se ha hecho público este mismo martes. 

Llegar al 2% de gasto en Defensa respecto al PIB en 2029 será complicado

“¿Cumpliremos con el objetivo de llegar al 2% de gasto militar respecto al PIB en la fecha prevista? Nuestra perspectiva es que va a ser muy complicado”, comenta Antonio Fonfría, coautor del informe y profesor en la Universidad Complutense. Las previsiones de los próximos tres años emitidas por el Gobierno, según explica, no hacen pensar que vaya a ser algo asegurado ya que, de mantenerse, sería necesario que en 2027 se produjera un gran salto presupuestario “difícil de imaginar”. 

Para conseguir llegar a ese objetivo o, al menos, acercarse a él, el experto propone llegar a un pacto de Estado por la Defensa o lo que él denomina “ley de criterios”. El objetivo de esta medida sería conseguir que los presupuestos en la materia sean estables y previsibles a largo plazo, para facilitar el desarrollo industrial: “De lograrse, que es poco probable, sería más fácil avanzar y nos hace falta porque todas las estrategias industriales hasta ahora han llegado tarde. La de este año tendría que haber estado en 2021 para ir acorde con la Unión Europea”. 

“El problema es que no hemos hecho los deberes y ahora queremos ir a contrarreloj. Si España y el resto de países hubieran sido más serios, ahora no estaríamos en un sprint tan complejo, porque hemos pasado de un panorama en el que la defensa no era una prioridad a que sea el elemento principal”,  y añade: “Ya no hablamos de conflictos de baja intensidad, no vuelan pájaros, vuelvan misiles y esto implica recursos”.

En el propio informe se constata que no ha sido hasta 2022, con el estallido de la guerra, cuando los Veintisiete han sido capaces de reaccionar, aumentando de manera unánime sus inversiones en seguridad, “perdiendo un tiempo muy importante desde la firma de los acuerdos de Cardiff en 2014”. El experto aplaude el cambio de rumbo que se ha tomado, al igual que el viraje en la opinión pública que, “especialmente en España”, era muy contraria a esas políticas: “En España se ha hurtado intencionalmente a la sociedad de este debate. No hemos querido reconocer que había riesgos y amenazas que necesitaban una respuesta”. 

Si vamos a los datos, la defensa ha tenido un papel especialmente bajo en los presupuestos de nuestro país desde los años 90. En muchos casos se ha acabado recurriendo a medios de financiación alternativos que, en ocasiones, han provocado una reducción de la “transparencia, la coherencia y la eficacia”, con oscilaciones de hasta el 30%. Desde 1985 hasta la invasión de Ucrania, el presupuesto en defensa ha sido históricamente negativo en relación al PIB. Aún así, desde la Fundación recuerdan que, aunque España ha estado y sigue estando a la cola en nivel de gasto en esta materia, sus aportaciones operativas, más difíciles de cuantificar, son muy relevantes. 

Se ha perdido “el miedo” a invertir en defensa

Junto con la inflación, la guerra en Ucrania es la principal preocupación de los españoles, que muestran una gran confianza en las instituciones europeas y creen que es beneficiosa para España la pertenencia a la OTAN. Como comentaba Fonfría, ha habido un cambio en la opinión pública a la hora de entender el gasto en Defensa, dejando de ser un tema “tabú” o que generaba ideas negativas. 

Hasta ahora los estados habían tenido problemas para justificar su gasto en defensa frente a la inversión en otras cuestiones de ámbito social. Las recientes amenazas han hecho que esta idea se difumine. “Ucrania nos despertó de un cómodo estado de letargo y ha ayudado a cambiar la actitud de la opinión pública y, por consiguiente, de los gobiernos, sobre la necesidad de invertir en defensa”, explica durante la presentación del informe el teniente general Francisco de Paula Bisbal, director del CESEDEN, que recuerda la implicación directa de España en el conflicto palestino-israelí, por su presencia en el Líbano, lo cual, añade, “nos deja en una posición poco halagüeña”. 

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“Los compromisos de inversión en defensa que ha adquirido nuestro país van a permitir dotar a las Fuerzas Armadas de las capacidades que necesitan para el futuro, pero es importante que la inversión en defensa vaya acompañada de capacidades militares para estos cuerpos”, añade. 

A esta reflexión, Diego López Garrido vicepresidente presidente de Fundación Alternativas, añade otros conceptos que justifican un aumento del presupuesto dirigido a las Fuerzas Armadas: “Hay que insistir en que por cada euro invertido en defensa se generan más de 2,5, y que hay hasta 22.000 personas trabajando gracias a este sector en nuestro país, llegando a ocupar un 1% del PIB nacional. Necesitamos contar con un peso mayor de hard power para tener influencia en la OTAN y otros foros internacionales, y tener una mayor independencia militar”.

Entre las conclusiones a las que han llegado los autores, destacan la importancia de plantear políticas a largo plazo y de mantener esta tendencia de inversión actual en el tiempo. “El estado debe ser un dinamizador e impulsar las inversiones estratégicas”, comenta López Garrido, que concluye lamentando la gran polarización que hay en torno a la Defensa: “No debería de ser un lugar para hacer oposición, como solía decir cuando era portavoz de Defensa. Esta materia debería ser lugar para acuerdos y pactos de estado, pero el consenso es una materia pendiente para España”.

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