"La mayoría de pacientes que damos de alta desde las plantas de los hospitales se acaba curando por completo. Lo hacen alrededor del 90% de personas. Sin embargo, hay entre un 5 y un 10% de pacientes que tienen mayores dificultades para recuperarse y, por tanto, más posibilidad de tener secuelas". El que habla es Benito Almirante, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). Juan Carlos Miangolarra, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (Sermef), coincide con él. "Se especula que entre un 5 y un 10% de las personas que estuvieron ingresadas tendrá algún tipo de consecuencias secundarias a la propia enfermedad", señala. Es complicado hablar de evidencia científica, más en una enfermedad que llegó a nuestras vidas hace apenas unos meses, pero la experiencia habla de que no todo acaba cuando el organismo elimina el SARS-CoV-2. Al menos, no en todas las personas que contrajeron el virus.
Tal y como explican Almirante y Miangolarra, puede haber complicaciones después de haber superado el covid-19. Y el abanico es amplio: fibrosis pulmonares, dificultades para moverse, trombosis, pérdida del gusto y del olfato, etc. Algunas de esas secuelas pueden desaparecer en semanas. Otras, en cambio, podrían durar más tiempo e, incluso, perdurar de por vida. "Todavía no podemos especular con la duración", señala Miangolarra.
España lleva tres meses de intensa lucha contra el coronavirus. Pasado el pico de la pandemia y el punto álgido de los contagios, ahora el foco se sitúa en comprobar, precisamente, eso: ¿El covid-19 tiene consecuencias en el organismo? ¿Y cuánto duran? Científicamente hablando todavía no hay respuesta a esas preguntas, aunque la experiencia del seguimiento de algunos de los pacientes refleja que la de la primera podría ser un 'sí'.
Lo único que parece estar más claro es qué tipo de personas tienen más riesgo de formar parte de ese porcentaje. Los expertos consultados por infoLibre apuntan a que son aquellas personas que sufrieron la enfermedad con mayor virulencia las que ahora son más proclives a tener algún tipo de complicación. "Los pacientes que han sufrido la enfermedad de un modo más grave o han tenido que ingresar en unidades de cuidados intensivos (UCI) son las que tienen más dificultades para recuperarse y mayor posibilidad de tener secuelas", explica Almirante.
De hecho, algunas de las complicaciones que pueden desarrollar quienes superaron el covid-19 tienen que ver, precisamente, con el hecho de haber estado ingresados. Se trata de los problemas de tipo muscular y neurológico. "La imposibilidad de moverse durante el tiempo que se está ingresado provoca artrofia muscular. Estos pacientes, cuando reciben al alta, presentan dificultades para deambular y para recuperar una vida activa normal, por lo que necesitan rehabilitación funcional", continúa Almirante. "Está claro que algunos de los pacientes que han estado ingresados tienen trastornos y lentitud en la marcha, alteraciones de la capacidad para cambiar de postura o trastornos neuromusculares", añade Miangolarra.
Se trata de un síndrome concreto descrito en el año 2012 por la Sociedad Americana de Cuidados Intensivos: el síndrome post-UCI. La Sociedad Española de Medicina Intensiva Critica y Unidades Coronarias (Semicyuc) y la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (Sermef) explican que, según ese trastorno, entre el 30 y el 50% de los pacientes que pasan por las unidades de cuidados intensivos presentan secuelas físicas cuando reciben al alta. Principalmente se trata de secuelas respiratorias y neuromusculares que pueden llegar a traducirse en la alteración de la memoria y de la atención, en depresión, en ansiedad, en estrés e incluso en síndrome de estrés postraumático.
Los pulmones, los más castigados por el covid-19
Sin embargo, la gran preocupación es otra. Según un artículo publicado en la revista científica Science, los pulmones son la "zona cero" del covid-19 y, por eso, estos órganos podrían ser los grandes damnificados. "Algunos pacientes que empiezan a venir a revisiones nos dicen que tienen sensación de opresión en el tórax, que no pueden llenar bien los pulmones y que no pueden respirar con normalidad", advierte Germán Peces-Barba, vicepresidente neumólogo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Es, sin duda, la consecuencia más grave que puede dejar el covid-19. De hecho, es un problema que ya observaron los médicos, continúa, en el momento de algunas altas. "La radiografía que observamos en algunos pacientes no reflejaba una curación de la neumonía" que provocó el covid-19, "sino la persistencia de lesiones como consecuencia de las cicatrizaciones del pulmón", explica. Es lo que se conoce como fibrosis. "Esas cicatrices hacen que el pulmón no pueda dilatarse bien para hacer el intercambio de aire necesario", añade Almirante.
Lo que no se sabe todavía, admite Peces-Barba, es si los pacientes que presentaron este problema en el momento del alta lo sufrirán durante mucho tiempo. "Es lo que está ahora pendiente de revisión", señala. Y es que las lesiones de pulmón podrían estar asociadas al propio tratamiento contra la enfermedad y no a la enfermedad en sí misma. "Lo que les ha pasado a estos pulmones no es solo culpa del virus. Han estado sometidos a un tratamiento muy intenso que ya sabemos que puede ser dañino", lamenta. "El oxígeno puro durante un tiempo prolongado puede ser tóxico y las presurizaciones de los respiradores que ayudan a expandir los pulmones también pueden dañarlos. Además, los pulmones intubados se sobreinfectan con algunos tipos de bacterias", explica.
Por otro lado, también es importante ver si la dificultad respiratoria está asociada a un daño en estos órganos o a la pérdida de masa muscular de la que advierte Almirante que cree, por su parte, que estos problemas podrían prolongarse y convertirse en crónicos. "Es difícil que el paciente diferencie si le cuesta respirar por la pérdida de fuerza que ha tenido el organismo. Por eso es necesario dejar que pase el tiempo para revisar los pulmones", sentencia el vicepresidente de SEPAR.
Trombosis, los daños cardiovasculares
El pasado 22 de mayo, el concejal y portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega-Smith, recibía el alta del hospital. Hacía ya semanas que había superado el covid-19, pero el miembro del partido de extrema derecha tuvo que volver a ser ingresado de urgencia cuando se le detectaron varios trombos en las piernas y en los pulmones. Le ocurrió a consecuencia del coronavirus. "En la fase más aguda de la enfermedad, la inflamación que afectaba a los pulmones también provocaba alteraciones de la coagulación y había pacientes que ya ingresaban con riesgo de sufrir una trombosis venosa o pulmonar", explica Ángel Cequier, presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). En esos casos, añade, ya se trataba a los pacientes para que no aparecieran trombos. El problema es que, tal y como añade Almirante, estas coagulaciones "se pueden presentar en cualquier momento de la enfermedad". "Puede darse en las fases iniciales y en las fases tardías", explica. No es muy frecuente, dice, pero puede llegar a provocar la muerte.
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Cequier, no obstante, se muestra prudente y prefiere dar un mensaje más tranquilizador. Según señala, la aparición de esta complicación tiene que ver con la gravedad que se ha tenido durante el desarrollo de la enfermedad. "Seguramente, el covid que pasó Ortega Smith no fue banal. Una persona que no ha estado hospitalizada o que ha permanecido ingresada dos días tiene una probabilidad baja de sufrir este tipo de secuelas. Si no, ahora mismo los hospitales estarían llenos, y no lo están. Los trombos no aparecen por norma, mucho menos en las personas que han pasado la enfermedad en casa", subraya.
Más allá de eso, Cequier no cree que el covid-19 pueda tener otras complicaciones a nivel cardiovascular. Pero, al igual que Peces-Barba, cree que habrá que estudiarlo. "Lo que vimos durante las peores semanas de pandemia es que muchos de los pacientes que ingresaban en el hospital tenían marcadores de daño miocárdico —es decir, del tejido muscular del corazón—. Cuanto más altos estaban esos marcadores, peor pronóstico tenía la persona. Sin embargo, todavía desconocemos cuál va a ser el impacto a medio o largo plazo de los pacientes que tuvieron estos daños y luego evolucionaron favorablemente. A corto plazo, prácticamente ningún paciente ha tenido problemas. Ahora, no sabemos muy bien cómo evolucionarán", señala. Por eso, Miangolarra explica que los hospitales ya están creando "unidades multidisciplinares" para hacer un seguimiento de los pacientes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, ya alertó de que algunos hospitales habían registrado pacientes que a raíz precisamente de esos coágulos habían sufrido ataques cardiacos u otro tipo de accidentes cardiovasculares. Pero la institución no habló de consecuencia directa porque, según dijo, hacen falta estudios. Igual que la ciencia ha tenido que luchar a contrarreloj para entender el virus y saber más o menos cómo tratar a quienes lo habían contraído, ahora la tarea es ver si los pacientes recuperados, pasado un tiempo, presentan secuelas. "Hay que tener en cuenta que esta es una enfermedad de la que no sabíamos absolutamente nada hace tres meses y de la que todavía sabemos poco. Por eso hay que ser muy cautos con la información, hay mucha hipersensibilidad", destaca Cequier.