Los aranceles de Trump tendrán un impacto "masivo" en las exportaciones europeas de 380.000 millones

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firma una orden ejecutiva durante un anuncio arancelario en el jardín de rosas de la Casa Blanca en Washington

Un 70% de los bienes exportados por la Unión Europea a los Estados Unidos sufrirán algún tipo de arancel excepcional impuesto por Donald Trump. La guerra comercial entre las dos orillas del Atlántico es ya una realidad, y en el horizonte no se atisban señales de acuerdo, sino nubarrones que tiñen de negro el comercio transatlántico, uno de los pilares del crecimiento económico durante la segunda mitad del pasado siglo.

Productos europeos exportados anualmente al mercado estadounidense por un valor de 380.000 millones de euros tendrán que pagar tarifas del 20%, que son las medidas anunciadas por Trump la noche del pasado miércoles en la Rosaleda de la Casa Blanca. Pero otros bienes, como coches y componentes automovilísticos o de acero y aluminio, tendrán un arancel incluso más alto, del 25%. Con estas tarifas, Washington podría llegar a recaudar 80.000 millones extra.

El arancel del 25% ya está en vigor y las aduanas de los Estados Unidos empiezan a engordar a costa de los productos europeos, gracias a la guerra comercial impulsada por un mandatario cuyo modelo económico es el de finales del siglo XIX y principios del XX, o lo son las medidas impuestas antes del crack del 29 y que, precisamente, exacerbaron las consecuencias de esa crisis, como bien explica Liaquat Ahamed en su vasto ensayo Los señores de las finanzas, merecedor de un Premio Pulitzer.

Ni las recetas fracasadas ni “el impacto directo de algo enorme que sufrirá todo el planeta”, en palabras de un alto funcionario europeo, frenan a Trump. Hasta ahora, Bruselas había guardado con celo sus cuentas, a la espera de conocer como se materializaban las amenazas del presidente estadounidense porque la tasa del arancel que impondría a la UE en su Liberation Day estaba por concretar. Finalmente quedó fijada en el 20%, el doble que el 10% básico del que disfrutará, por ejemplo, Reino Unido e inferior al 34% de China o el 24% para Japón.

El impacto de la guerra arancelaria en la UE

Con esas cifras, en la Comisión Europea ya tienen una primera estimación y el impacto es masivo. Productos por valor de 380.000 millones de euros estarán sujetos a los nuevos aranceles trumpianos. De ese volumen total, en torno a 290.000 millones en bienes sufrirán la tarifa recíproca del 20%, gracias a la cual las aduanas estadounidenses recaudarán unos 58.000 millones de euros. Los productos de acero y aluminio sujetos a las tarifas de la section 232, con una tasa del 25%, están valorados en 26.000 millones de euros. La recaudación en este sector, que ya ha empezado, ascendería a 6.500 millones. Por último, los coches y componentes automovilísticos no fabricados en Estados Unidos también afectados por esa sección arancelaria del 25% alcanzarían los 67.000 millones, lo que dejaría otros 16.500 millones en las aduanas estadounidenses.

“Si juntamos todas estas cifras, nos da en torno al 70% de nuestras exportaciones a los Estados Unidos” afectadas, explica una segunda fuente comunitaria. En total, un ingreso extra gracias a Trump de 80.000 millones, “lo que comparado con el monto total que recaudan hasta ahora, de 7.000 millones, es evidente que hay un salto masivo”, relata este funcionario europeo.

Estos cálculos son los que estarían en la mente de Trump cuando ha decidido lanzar semejante envite a la Unión Europea, pero la jugada puede resultar en fracaso. En las entrañas de la Comisión reconocen que “todavía tienen que mirar estos números con mucho cuidado”, puntualiza la primera fuente comunitaria, que califica la situación actual como “muy dinámica” al basarse en el comercio actual, donde entre ambos lados del Atlántico existen unos aranceles casi inexistentes. De media, los 27 impondrían al conjunto de las importaciones estadounidenses un tipo del 1,2% mientras que al otro lado del Atlántico se pagaría un 1,4%, cifras casi idénticas. Lejos de las tablas mostradas en la Casa Blanca. 

La otra cara de la moneda advierte este alto funcionario comunitario es que por “lógica económica de las tarifas el comercio va a disminuir, así que no podemos asumir de alguna manera que vamos a tener el mismo volumen de intercambios con los Estados Unidos para crear ese tipo de ingresos arancelarios”. Un análisis puramente teórico mostraría que “no va a suceder la asunción de que todo el mundo seguirá comerciando con los Estados Unidos en la misma cantidad”.

Se avecina un Armagedón comercial

Este viernes el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, mantendrá una videoconferencia con su homólogo estadounidense para intentar frenar lo inevitable y que ya está en funcionamiento. Negociar sigue siendo el primer eje de actuación de Bruselas, pero en la Comisión citan los otros dos: represalias y diversificación.

El segundo funcionario de la Comisión alerta de que antes de lanzar todos estos aranceles, la Administración Trump había identificado cinco áreas estratégicas de enfrentamiento. Acero y aluminio y automóviles ya han sido golpeados pero quedan “la madera, los medicamentos y los semiconductores”. Las investigaciones contra el sector maderero han empezado y “lo más probable, así lo han indicado los Estados Unidos, es que abran investigaciones a los otros dos sectores que califican estratégicos para sus manufacturas”, el farmacéutico y el de componentes electrónicos. Serían tres nuevos sectores que apuntan a sufrir la guerra comercial de Trump. 

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Por el momento, en menos de dos semanas, entraría en vigor el 15 de abril, la UE aprobará la primera batería de represalias a una lista de productos estadounidenses. El lunes es probable que en Luxemburgo los ministros de Comercio de los 27 Estados Miembros realicen los últimos cambios y validaciones. Y la respuesta europea tendrá una segunda fase, todavía bajo discusión. Las fuentes comunitarias prefieren “no especular” porque todas las opciones están sobre la mesa, incluido detonar la bomba nuclear activando el mecanismo anticoerción, que permitiría gravámenes a los servicios digitales estadounidenses, con el objetivo de que el 15 de mayo, como muy tarde, esté funcionando.

Escribe Peter Kazimir, antiguo ministro de Finanzas de Eslovaquia durante la crisis griega y hoy gobernador del banco central de ese país, que estamos ante “probablemente un momento histórico: un pequeño Armagedón europeo y estadounidense”. Kazimir es consciente de que “si la UE responde con sus propios aranceles, los productos estadounidenses que ingresen al mercado comunitario estarán sujetos a aranceles y, en consecuencia, sus precios subirán”, lo que puede acarrear más inflación, pero el eslovaco asegura que “necesitamos ver la respuesta de la Unión Europea”, aunque no sean “buenas noticias para la economía”.

El continente empieza a ponerse la venda en la herida infligida por su gran aliado tradicional e histórico, una de las dos superpotencias que lo sostuvo en los tiempos oscuros del nazismo y que ahora se revela contra la vieja Europa acusándola de estafadora.

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