"La política penitenciaria depende del Congreso de Diputados, que ya aprobó por unanimidad una moción que es la que guía la política penitenciaria del Gobierno". El entrecomillado suena en sí mismo a perogrullada. Salvo que se conozca quién, cuándo, en qué circunstancias lo pronunció y qué pedía aquella moción unánime. Pero fue Santiago Abascal quien así habló el 27 de diciembre de 1999, recién reventada por ETA la tregua que había declarado un año antes. El lugar: el pleno del Ayuntamiento de Llodio (Álava), donde el fundador y jefe de Vox ocupaba un puesto como concejal del PP. Y la almendra de su afirmación: el acuerdo parlamentario al que se refería era el aprobado seis meses antes con el voto favorable de todos los grupos por segunda vez en menos de un año y cuyo primer punto instaba al Ejecutivo de José María Aznar a hacer lo siguiente: "Culminar el cumplimiento efectivo en el tiempo más inmediato posible de una nueva orientación consensuada, dinámica y flexible de la política penitenciaria, acorde con el fin de la violencia".
Lo que dijo Santiago Abascal en el Ayuntamiento de Llodio el 27 de diciembre de 1999.
Recogidas en el acta oficial de aquella sesión del consistorio llodiano [puedes leerlas aquí, yendo a la página 62 del PDF], las palabras del joven político que un año más tarde se convertiría en presidente de Nuevas Generaciones del País Vasco poco representarían de no ser por lo sucedido 22 años después. Porque lo que esa intervención pone hoy sobre el tablero es que, aún en activo la banda, Abascal aceptó con naturalidad la moción unánime del Congreso en favor de una política penitenciaria "flexible" respecto a los presos terroristas. Ahora, cumplidos 10 años de la desaparición de la organización criminal, el jefe de Vox y su partido al completo acusan al Gobierno de pactar con el líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi, "los Presupuestos de ETA".
¿Podía un concejal de 23 años haber dicho o hecho sobre la moción unánime del Congreso algo distinto de lo que refleja el acta de aquella sesión municipal de diciembre de 1999? La pregunta pertenece al campo de los interrogantes que quedan abiertos para siempre. Pero lo cierto es que no hay forma de encontrar en las hemerotecas un solo reproche dirigido por Abascal al Ejecutivo de José María Aznar por haberse declarado dispuesto "al perdón y la generosidad" si ETA renunciaba definitivamente a las armas. El hecho de que en 2000 se convirtiera en presidente de la organización juvenil del PP en Euskadi –el dato aparece reseñado en una información de ElDiario Vasco, del grupo Vocento– apunta a que ninguna de sus declaraciones o actuaciones previas le habían enemistado con la dirección del partido, a cuyo frente permaneció Aznar hasta 2004.
Así que de Abascal lo que predomina en aquella época es el silencio en relación a la política seguida por el PP en busca del fin de ETA, cuyo saldo de sangre se cifra en 853 asesinatos, 3.500 atentados y más de 7.000 víctimas. Pero actas muy distintas a las de una corporación como la de Llodio, que en 1999 no llegaba a los 20.000 habitantes, muestran que otra figura destacada de Vox avaló de forma expresa y reiterada la política de acercamiento de presos y de contactos con ETA impulsada por Aznar. Esa figura es Ignacio Gil Lázaro, hoy vicepresidente cuarto del Congreso en representación de Vox y en la recta final de los noventa portavoz del PP en la comisión de Interior de la Cámara. Y las actas que retratan cuál era su posición hace dos décadas son las que conforman el Diario de Sesiones del Congreso.
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Hace dos semanas, Gil Lázaro acusó al ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, de "pasividad cómplice" con "los herederos políticos de ETA" que homenajean a quienes fueron condenados por terrorismo. Gil Lázaro se lanzó a degüello contra Marlaska: “Repugna e indigna contemplar como los herederos políticos de ETA exigen la libertad de una bestia inmunda como Parot o cómo el etarra Otegi dice que es absolutamente normal estos homenajes".
En 1998, y como ya contó infoLibre, Gil Lázaro fue uno de los negociadores de la primera moción con la que el Congreso pidió de forma unánime al Gobierno el acercamiento de los presos etarras. Al año siguiente, y durante el debate de la segunda moción en esa misma línea, el actual vicepresidente del Congreso mantuvo intacta su posición. Y ensalzó las conversaciones abiertas por el Gobierno con el grupo terrorista: "La paz no tiene otro camino que el primar entre todos los puntos de coincidencia e intentar hacer posible ese sendero de la paz", dijo en junio de 1999. Tres meses más tarde, subió el diapasón: "Por la paz el presidente Aznar ha impulsado un conjunto muy importante de iniciativas de las que ha informado a los españoles con transparencia; iniciativas de tan hondo calado como la autorización de contactos exploratorios con ETA de su discurso".
El discurso no se paró ahí. Las iniciativas de "hondo calado" adoptadas entonces por el Ejecutivo del PP incluían "la apertura de vías de retorno para quienes no tengan causas pendientes, el traslado a la Península de los presos que estaban fuera de la misma, la reciente decisión de acercamiento a centros penitenciarios del País Vasco o de su entorno de un número muy importante de presos etarras y la clara expresión de voluntad de reiniciar los contactos que la banda unilateralmente decidió suspender este verano". Gil Lázaro dijo todo lo anterior el 14 de septiembre de 1999 [puedes leer aquí su intervención al completo]. El 28 de noviembre, ETA anunció el fin de la tregua. El 21 de enero de 2000, a poca distancia del río Manzanares ETA asesinó en Madrid con un coche bomba al teniente coronel del Ejército de Tierra Pedro Antonio Blanco García. El 20 de octubre de 2011 anunció su desaparición.
"La política penitenciaria depende del Congreso de Diputados, que ya aprobó por unanimidad una moción que es la que guía la política penitenciaria del Gobierno". El entrecomillado suena en sí mismo a perogrullada. Salvo que se conozca quién, cuándo, en qué circunstancias lo pronunció y qué pedía aquella moción unánime. Pero fue Santiago Abascal quien así habló el 27 de diciembre de 1999, recién reventada por ETA la tregua que había declarado un año antes. El lugar: el pleno del Ayuntamiento de Llodio (Álava), donde el fundador y jefe de Vox ocupaba un puesto como concejal del PP. Y la almendra de su afirmación: el acuerdo parlamentario al que se refería era el aprobado seis meses antes con el voto favorable de todos los grupos por segunda vez en menos de un año y cuyo primer punto instaba al Ejecutivo de José María Aznar a hacer lo siguiente: "Culminar el cumplimiento efectivo en el tiempo más inmediato posible de una nueva orientación consensuada, dinámica y flexible de la política penitenciaria, acorde con el fin de la violencia".