El retraso diagnóstico y las listas de espera tras el covid provocan un aumento en el exceso de muertes
El pasado mes de agosto saltaba la alerta a los titulares. "El exceso de mortalidad en España casi triplica la media europea", publicaron algunos medios. Nuestro país, según revelaban los datos de Eurostat, registraba una media de fallecimientos en el mes de junio un 16,7% superior a la registrada durante los años 2016 y 2019. En Europa, en cambio, el porcentaje bajaba al 6%. Las cifras mostraban que la vuelta a la normalidad tras la pandemia todavía no había llegado, algo que se confirmó cuando el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo), elaborado por el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, indicó que el exceso de mortalidad durante todo 2022 había superado la de todo 2021. Y, con mucho, la de los años prepandémicos. Hubo, según consta en su web, 34.773 excesos de fallecimientos, un 18,6% más que un año antes, cuando se registraron 29.310. ¿A qué se deben estos números?
Para responder a la pregunta, es necesario echar la mirada hacia atrás. Y, más concretamente, hacia los años donde el covid no existía. En 2016, por ejemplo, las muertes de más registradas en el MoMo fueron 8.270; en 2017, 13.476; y en 2018, 11.349. En la serie observada, además, destacan los años 2019 y 2015, el primero porque ni siquiera hubo exceso de mortalidad (se registraron 2.862 muertes menos de las esperadas) y el segundo porque terminó con una cifra muy elevada, 38.523, que podría atribuirse, explica el epidemiólogo y exdirector de Acción Sanitaria en situaciones de crisis de la OMS Daniel López Acuña, a los datos de gripe estacional que se observaron entonces.
Pero, ¿cómo funciona el sistema? Lo que mide es la cantidad de muertes que se han producido en un año comparadas con las que se esperaba que iba a haber. Por ejemplo: se esperaba que en 2018 fallecieran 421.228 personas, pero se notificaron 432.578. ¿Y cómo se obtienen los datos? El propio sistema lo explica así: El MoMo "utiliza la información de mortalidad por todas las causas que se obtiene diariamente de 3.929 registros civiles informatizados del Ministerio de Justicia, correspondientes al 93% de la población española y que incluye todas las provincias".
"Este indicador lo que nos mide es si el número de muertes está por encima de los promedios observados habitualmente en los años anteriores. Es un sistema de vigilancia rápida de mortalidad", explica Acuña, que indica que los datos correspondientes a 2021 y 2022 se han elaborado utilizando las medias de muerte de los años prepandemia. "Los datos de 2020 [cuando el exceso fue de 73.222] no se han tenido mucho en cuenta porque lo que ocurrió fue excepcional. Si nos dejáramos influir por un año con pico de mortalidad, no estaríamos observando la realidad", indica.
El sistema, por otro lado, nunca establece la causa de muerte. Así lo explican las fuentes del Instituto Carlos III a infoLibre: "MoMo no calcula ni determina muertes reales y no es un registro de defunciones. Es un sistema inespecífico que no permite identificar la causa concreta que está produciendo un exceso de mortalidad, más allá de la atribuible a las variaciones de temperatura", la única causa de fallecimiento que el sistema sí contempla, puesto que se puso en marcha, recuerda Acuña, "después de que en se produjeran muchas muertes por olas de calor en Francia".
Precisamente esto, el aumento de las muertes estimadas debidas al calor y al frío (que en 2022 fue de 5.876, la cifra más alta en toda la serie observada, desde el año 2015), podría explicar el dato de exceso de mortalidad que ocupó tantos titulares en el mes de agosto del año pasado. Sin embargo, lo que no podría hacer es aclarar el hecho de que en 2021 y 2022 haya unos datos de muertes excesivas muy superiores a los de los años anteriores a la crisis sanitaria. "Las muertes atribuibles a las olas de calor de los últimos años no pueden explicar toda la sobremortalidad, solo una parte", asegura López Acuña. ¿Y la otra parte, entonces, cómo puede explicarse? Según el Instituto de Salud Carlos III, podría ser "un conjunto de muchos factores". "Entre ellos pueden estar, por supuesto, el propio covid, la mortalidad indirecta relacionada con la pandemia, el aislamiento social, la posible mayor dificultad de acceso a la atención médica, los cambios en la estructura social, la actividad del sistema sanitario, las modificaciones en los comportamientos sociales e individuales..."
El efecto "directo e indirecto" del covid que sigue presente
A cierre de 2022, y ya con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en la mano, la Sociedad Española de Epidemiología analizó los datos de mortalidad de todo el año. Y las causas. La respuesta que obtuvieron quizá no era la esperable en un momento en el que la tasa de vacunación con la dosis completa superaba el 85% de la población: el covid-19 "ha sido la causa específica de muerte más frecuente durante el último año y medio", algo que sucedió a pesar de que se registró "una disminución en número de personas por esta causa en 2021 con respecto a 2020, y en los primeros seis meses de 2022 con respecto al mismo periodo de 2021".
Concretamente, en 2021 fallecieron 39.444 personas por covid —que no es lo mismo que con covid—, un 34,6% menos que en 2020. En el primer semestre de 2022 lo hicieron, en cambio, 20.915, un 28,6% menos que en el mismo periodo del año anterior.
Pero ahora bien, después del covid, ¿cuáles fueron las causas de muerte más frecuentes? Según el análisis de la Sociedad Española de Epidemiología, los tumores, las enfermedades del sistema circulatorio y las del sistema respiratorio ocuparon los grandes grupos de causas de muerte tanto en 2021 como en el primer semestre de 2022. Los datos del INE especifican que los tumores que acabaron en fallecimiento, de hecho, aumentaron un 0,8% en 2021 y un 1,7% en 2022, un año en el que también aumentaron las muertes por enfermedades respiratorias (un 24,3% más que en el mismo periodo de 2021), por enfermedades del sistema nervioso (un 7,9% más) y por enfermedades del sistema circulatorio (un 1,6% más que en los seis primeros meses de 2021, cuando esta causa de fallecimiento disminuyó con respecto a 2020).
Aunque a priori no lo parezca, según explica Acuña y coincide Óscar Zurriaga, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología, algunos de estos fallecimientos también se podrían atribuir al covid. "En algunos casos por falta de diagnóstico precoz que nos ha llevado a que nos encontremos las enfermedades en estadios más graves y de más difícil resolución, y en otros por retrasos en tratamientos de otras patologías que se han visto inevitablemente agravadas. Indirecta y directamente, el covid sigue explicando bastante la mortalidad de los últimos dos años", explica Zurriaga.
Se avisó de que esto podría ocurrir en plena crisis sanitaria. La concentración de los esfuerzos en el tratamiento de los casos más graves de contagio por coronavirus impidieron que los enfermos crónicos fuesen atendidos y que las enfermedades nuevas fueran diagnosticadas. Por ejemplo, según los datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en 2020 se detectaron entre un 15 y un 20% menos de cánceres. Otro ejemplo: según la Sociedad Española de Cardiología (SEC), el tratamiento del infarto se redujo un 40% durante la primera semana del estado de alarma, lo que provocó que la mortalidad del mismo se duplicara durante la primera ola de coronavirus.
Pero hay más datos. Según el último Informe anual del Sistema Nacional de Salud correspondiente a los años 2020 y 2021 publicado por el Ministerio de Sanidad, "las listas de espera, tanto para intervenciones quirúrgicas como para consultas y pruebas diagnósticas, se han visto claramente afectadas desde que se decretó el primer estado de alarma". En concreto, en atención primaria, el año previo a la pandemia, el 42% de las personas que pidieron cita con su médico de familia la obtuvo para el mismo día o para el siguiente, mientras que el resto la obtuvo en una media de 5,9 días. En 2021, la cita en el día o para el día siguiente solo la obtuvo el 26% y el resto debió esperar de media 10,8 días.
Según el barómetro sanitario del CIS, que cuenta con datos más recientes, en noviembre de 2022 ocho de cada diez pacientes tuvieron que esperar más de un día para ser atendidos por su médico de familia, frente al 55,1% de antes del covid, según sus datos. En el caso de los médicos especialistas, el número de pacientes que tuvieron que esperar más de tres meses pasó del 25,8% previo a la pandemia, al 37,9% casi al cierre del año 2022.
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Por su parte, en cuanto a las listas de espera quirúrgica, el número de pacientes en espera estructural aumentó en los dos últimos años, según los últimos datos disponibles, correspondientes a junio de 2022. Ese mes la cifra era de 742.518; en junio de un año antes, en cambio, era de 661.162. Sin embargo, el porcentaje de pacientes con más de seis meses de espera disminuyó (pasó de un 18,9% en junio de 2021 a un 17,6% en el mismo mes de 2022), al igual que el tiempo medio de espera (de 121 a 113 días).
"En el año 2022, la saturación asistencial, los retrasos en la atención y en las listas de espera, al igual que en pruebas diagnósticas, ha generado que personas con enfermedades crónicas que normalmente podrían ser resueltas vieran sus patologías intensificadas al no ser atendidas oportunamente", explica Acuña, que coincide con Zurriaga y con el diagnóstico de la Sociedad Española de Epidemiología en que el covid, de manera directa, también influyó en la mortalidad de 2022. "La variante ómicron generó episodios severos y reinfecciones y, además, a finales de año tuvimos una tripledemia, con casos de covid, gripe y enfermedades respiratorias en niños", añade.
¿Y qué pasará en 2023? Los últimos datos disponibles en el MoMo, que actualizó su estadística el pasado 15 de marzo, cifran en 795 las muertes de más en lo que llevamos de año. "Los primeros meses parecen haber reducido los niveles de sobremortalidad, pero habrá que estar atentos, sobre todo al verano, cuando se espera que las muertes atribuibles a la temperatura aumenten y el covid siga teniendo una fuerte implicación, directa e indirecta", sentencia el epidemiólogo.