La elección del número dos de Quiroga pone al PP vasco en un callejón sin salida

Fue el dedo de Antonio Basagoiti el que señaló a Arantza Quiroga como su sucesora cuando el año pasado decidió dejar el PP vasco para volver a la empresa privada. El 8 de marzo la formación celebrará su congreso en San Sebastián para ratificar esta decisión con el voto de los militantes. Su intención de prescindir de su secretario general, Iñaki Oyarzábal, ha dividido en dos al partido. Mariano Rajoy, presidente del PP, no contaba con este problema en el que las posturas sostenidas por quienes apoyan a la presidenta en su decisión y quienes apoyan la continuidad del actual número eran irreconciliables al cierre de esta edición.

Con las heridas que ha dejado en la dirección nacional del partido la sucesión en el PP andaluz todavía abiertas, Génova no descarta intervenir para poner paz en el primer congreso del PP vasco que se esperaba como un mero trámite. El sector crítico, sobre todos gracias a la marcha de Santiago Abascal a Vox, está prácticamente desactivado. 

Cuentan en su entorno, que Quiroga quiere manos libres para crear un nuevo equipo en la etapa que comenzará a partir del 8 de marzo. Sin peajes. Sin imposiciones de la etapa de Basagoiti. Y sin su actual secretario general. Así se lo ha hecho saber a los presidentes provinciales Alfonso Alonso (Álava), Borja Sémper (Guipúzcoa) y Antón Damborenea (Vizcaya). Los dos primeros no comparten sus tesis.

Portavoz en el Congreso de los Diputados y hombre del círculo de confianza de la vicepresidenta del Gobierno, Alfonso Alonso es el principal apoyo del todavía secretario general del PP vasco. De hecho, su influencia –es también alavés– pesó mucho a la hora de que Basagoiti le ubicara en su día como número dos. Tradicionalmente, el poder político de los conservadores en Euskadi se ha concentrado en Álava, en la Diputación y en el Ayuntamiento, es por ello por lo que la provincia siempre reclama su cuota en la cúpula de la formación regional.

Los defensores de Oyarzábal creen que el perfil de este alavés es el más adecuado para actuar de mano derecha de la presidenta. Diputado en el Parlamento vasco y con cargo en la dirección nacional del partido, sus fieles consideran que es el candidato perfecto para ayudar a Quiroga a guiar el partido en un nuevo escenario en el que la seña de identidad ya no va a ser la lucha contra la banda terrorista ETA. "Es un excelente comunicador y ofrece una imagen moderna para un partido que tiene que seguir modernizándose", añade uno de sus defensores.

Blanco favorito de la extrema derecha política y mediática, para los suyos, Oyarzábal encarna perfectamente los valores de la nueva etapa que se abrió en el PP vasco en los meses previos al XVI Congreso Nacional de los conservadores. De esto hace ya seis años.

En el punto de mira del ala dura

Desde marzo de 2008, cuando María San Gil abandonó el PP vasco por discrepancias con Mariano Rajoy sobre la ponencia de estatutos que sería debatida en el congreso nacional, ha llovido mucho en la formación en Euskadi. A día hoy, el partido que dejó San Gil ha tenido dos presidentes: Basagoiti y Quiroga. Ambos integran lo que en su día se bautizó como "el nuevo PP" o "el PP de la política pop", un grupo, muchos de ellos amigos, que se conocieron en la época en la que militaban en las Nuevas Generaciones (NN GG) del PP. También son la generación de Miguel Ángel Blanco, el concejal asesinado por ETA en 1997. Formaban parte del mismo grupo.

Dentro de este nuevo PP, también integrado por Alonso y Sémper, Oyarzábal tuvo siempre un papel clave como responsable de las campañas electorales celebradas en Euskadi. La de 2009 fue la más dulce. El primer año que Basagoiti se enfrentó a las urnas logró 13 escaños, los suficientes para servir al PSE de llave para expulsar a los nacionalistas de Ajuria Enea. Toda una inyección de ánimo para un equipo fuertemente cuestionado por el ala dura del PP y por antiguos dirigentes vascos como Jaime Mayor Oreja. Éste último, nunca llegó a participar en ningún acto campaña de Basagoiti.

Los siguientes comicios, celebrados en 2012, el PP vasco perdió tres diputados. Pese al jarro de agua fría, Basagoiti decidió continuar al frente del partido para no generar una crisis justo después de las elecciones. Pero llevaba tiempo queriéndolo dejar. El pasado mayo, tras garantizarse una sucesión ordenada en la persona de Arantza Quiroga, dio el salto y se marchó a México con su mujer y sus dos hijas. Le esperaba un trabajo en el banco Santander.

"Decepción y engaño"

Mucho de lo que está pasando estos días en el PP de Euskadi viene de aquellas fechas, de hace casi un año. Cuentan quienes no comparten que Quiroga arrebate la secretaría general a Oyarzábal que la presidenta está donde está porque todos le dieron su apoyo. "Podríamos haber apostado por otro y aceptamos la propuesta de Basagoiti porque confiamos en ella y creíamos que era la mejor", subraya una de las fuentes consultadas. Las palabras "decepción" y "engaño" son las más empleadas por quienes se posicionan a favor de Oyarzábal.

Los dirigentes consultados subrayan que desde que Quiroga llegó a la presidencia del PP vasco propuesta por Basagoiti el partido ha funcionado como una piña a la hora de pedir a la dirección nacional un Congreso para que ésta fuese ratificada por todos los militantes.

Lo que se daba por hecho es que el tándem iba a ser el mismo: ella y Oyarzábal. Hasta hace unos días, Quiroga no comunicó que el esquema iba a cambiar. En este momento ya era demasiado tarde para que los fieles al secretario general diesen la batalla. "Si se nos llega a decir que el equipo va a ser otro, a lo mejor las cosas habrían sido diferentes", señala un militante.

A la hora de señalar los motivos, en el partido se ha dicho de todo: equilibrar cuotas territoriales, falta de confianza, miedo a tener a un número dos más progresista –Quiroga es miembro del Opus Dei–, búsqueda de nuevas caras... Pero lo que Quiroga ha comentado a sus compañeros es que pretende innovar, buscar otra persona que se identifique con esta nueva etapa que exige cambios para "ubicar al PP vasco en una posición muy clara de poder alternativo al nacionalismo". Esto no significa, cuentan en su entorno, que Oyarzábal fuese a quedar fuera del equipo. A día de hoy, Quiroga no ha desvelado en quién piensa para ocupar este puesto.

Este jueves, en una entrevista a la Cope, el vicesecretario de Estudios y Programas del PP, Esteban González Pons, fue preguntado por este nuevo frente. 

A su juicio, las dudas en torno a si Iñaki Oyarzábal repetirá como número dos se deben simplemente a que hay que decidir si, con una presidenta de Guipúzcoa, el secretario general debe ser de Vizcaya, "donde hay más población", o de Álava, "donde hay más partido". En el PP vasco no comparten este análisis. Ni los partidarios de Quiroga, ni los partidarios de Oyarzábal.

¿Tendrá que actuar Génova o Rajoy para conseguir que el congreso que acudirá a clausurar se desarrolle con normalidad? No se descarta. De hecho, hay fuentes que apuntan a que el tema ya ha sido objeto de algunas conversaciones entre Cospedal, Sáenz de Santamaría y Alonso.

Desde los sectores afines al actual secretario general niegan que se esté ya barajando un plan para castigar a Quiroga con los votos en el congreso en el supuesto de que la situación no dé un giro. "Los militantes saben perfectamente qué hacer y lo que quieren", subrayan.

En el primer congreso de Basagoiti, en julio de 2008, los fieles a San Gil acudieron a votar su candidatura para mostrar su malestar que con la nueva etapa. Con una abstención del 13,5%, logró 284 votos favorables con 61 sufragios en blanco y 2 nulos.

Fue el dedo de Antonio Basagoiti el que señaló a Arantza Quiroga como su sucesora cuando el año pasado decidió dejar el PP vasco para volver a la empresa privada. El 8 de marzo la formación celebrará su congreso en San Sebastián para ratificar esta decisión con el voto de los militantes. Su intención de prescindir de su secretario general, Iñaki Oyarzábal, ha dividido en dos al partido. Mariano Rajoy, presidente del PP, no contaba con este problema en el que las posturas sostenidas por quienes apoyan a la presidenta en su decisión y quienes apoyan la continuidad del actual número eran irreconciliables al cierre de esta edición.

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