Fijar el alquiler del piso por su eficiencia energética y 30 medidas más de la Asamblea del Clima de Barcelona

Vecinos y vecinas de la Asamblea Ciudadana por el Clima de Barcelona elaborando propuestas para combatir la emergencia climática.

Regular el precio de los alquileres según la eficiencia energética de los pisos, implementar buses lanzadera a las afueras de la ciudad para reducir el tránsito de vehículos privados o modificar la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) para establecer un mecanismo más equitativo que el actual, basado en el kilometraje. Estas son solo algunas de las 34 propuestas surgidas tras la celebración de la Asamblea Ciudadana por el Clima de Barcelona, en la que 100 vecinos de la capital catalana han sido seleccionados al azar, pero con el fin de establecer una muestra representativa de la sociedad, siguiendo criterios de edad, género, origen y barrio.

Durante tres meses se han celebrado reuniones cada 15 días en sesiones de trabajo de 30 personas en las que han participado también expertos de distintos ámbitos, como docentes de las universidades. Todo para soñar una suerte de utopía que combata una crisis climática cada vez más galopante. La situación urge; solo en Barcelona mueren cada año 1.200 personas de forma prematura, según un informe de la Agencia de Salud Pública de Barcelona. Todo por culpa de la contaminación.

Una de las medidas más llamativas es la que propone un tope a los alquileres según la calificación energética de cada vivienda. La iniciativa, que ha contado con un 72% de los apoyos, apuesta por bajadas de alquiler en aquellos pisos con menor eficiencia energética. Igualmente, se pide un precio máximo, “independientemente del certificado”, dice el texto aprobado. De esta forma, los asambleístas confían que los propietarios de las viviendas, al querer ganar el máximo beneficio posible, apostarán por rehabilitar los inmuebles que, tras las obras, demandarán menos energía para mantener el hogar a una temperatura adecuada, por ejemplo.

“Para mí es muy importante reducir el consumo energético, el tránsito, sobre todo de los coches más contaminantes, y fomentar el reciclaje”, cuenta a infoLibre Eva Prado, una de las implicadas en la causa. “Una de las propuestas de nuestro grupo hace mucho hincapié a que se puedan dar ayudas para que la gente consuma productos ecológicos y de proximidad, para evitar la contaminación que supone traer tantos productos del extranjero”, explica esta vecina, de profesión abogada.

Hay propuestas que escapan a las competencias que tiene el Ayuntamiento de Barcelona. Los topes al alquiler o el cambio de la ZBE son dos ejemplos de ello. Sin embargo, hay gestos cotidianos que pueden suponer un auténtico cambio. “Hay una medida muy útil y fácil de aplicar que pide a los mercados municipales que sean puntos de reciclaje y que en el mismo espacio se dejen de usar envases de plástico, usando el táper de casa o dejándote ellos uno”, dice Claudia Grossi, vecina de Sants. La propuesta aglutinó un inmenso respaldo del 90%.

Los vecinos y vecinas también han pedido al Ayuntamiento de Barcelona que reduzca su consumo. De hecho, la directora de la Oficina de Cambio Climático y Sostenibilidad de Barcelona, Irma Ventayol Ceferino, reconoce a este medio que el consistorio puede hacer más en este ámbito: “Quizás algún equipamiento se queda con las luces encendidas toda la noche y se tiene que trabajar en eso”, admite.

Fomentar las comunidades energéticas, garantizar el consumo mínimo vital, impulsar el uso de vehículos compartidos, disponer de buses lanzadera a las afueras de la ciudad para reducir el uso del coche privado, crear más ejes verdes de bicicletas y viandantes, abaratar el coste del transporte público, aumentar el teletrabajo, incidir más en el reciclaje, disponer de talleres de autoreparación de objetos y luchar contra el desperdicio alimentario son otras de las propuestas defendidas en la Asamblea Ciudadana por el Clima de Barcelona.

“Para que la gente se conciencie tenemos que dar mucha información en las escuelas, auditorios, centros cívicos… en todos lados. Estamos dentro de la UE y nos pondrán sanciones [si se incumple la ley], que a nadie le gusta tener que pagar, pero si tenemos toda la información saldremos adelante, poniendo todos nuestro pequeño granito de arena. Solo así lo conseguiremos”, opina Miquel Ruiz, un hombre jubilado concienciado con el cambio climático y que ha participado en este proyecto.

Buzoneo masivo a 20.000 vecinos

Todo empezó con un buzoneo masivo a 20.000 vecinos y vecinas de la ciudad, a los que el Ayuntamiento de Barcelona mandó cartas para informar sobre la Asamblea Ciudadana por el Clima. La pregunta que se les hacía era muy simple: “¿Qué podemos hacer para hacer frente a la emergencia climática?” 1.500 respondieron a la llamada y el consistorio escogió un centenar de ellos, a los que se les ha pagado por su dedicación, a razón de lo que se gratifica a cualquier ciudadano que participa en una mesa electoral durante unas elecciones.

Para reunir la treintena de propuestas se realizaron 10 sesiones de trabajo, en las que se informó y se capacitó a los participantes, luego se deliberaron las medidas, se concretaron y finalmente se votaron. Para ser validadas, tenían que superar el 51% del consenso —un límite fijado por los mismos participantes—.

La propuesta de transformación de la ZBE casi se queda en el tintero porque reunió el 52% de los votos. La iniciativa pide que que se haga un cambio del reglamento de la ITV para que se hagan mediciones de monóxido de carbono y de partículas contaminantes en los vehículos. Así se podrá establecer un límite anual de kilómetros por esta zona de bajas emisiones y segregada por cada coche, moto o camión. “La propuesta busca ser equitativa para todo el mundo y no discriminar según el estatus económico”, reza el texto que se sometió a votación. Todos los expertos coinciden en que quien tiene más poder adquisitivo lo tiene más fácil para renovar el coche y poder seguir circulando, mientras que los que tienen menos se quedan atrás.

Los grupos municipales se comprometen

Hace falta un compromiso político del Ayuntamiento para que cualquiera de las propuestas se materialice. De momento no lo hay, ya que hasta la configuración del nuevo plenario municipal, tras las elecciones de mayo, no se sabrán cuáles son las prioridades que tendrá el ejecutivo de la capital catalana. Además, en algunas medidas, como la de la ZBE o los topes del alquiler, hay varias administraciones implicadas, como el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), la Generalitat e incluso el gobierno español, además del Ayuntamiento de Barcelona.

Desde la Oficina de Cambio Climático y Sostenibilidad de Barcelona se remarca que los partidos presentes en el plenario han asumido el compromiso de estudiar cada una de las medidas para tratar de realizar cambios en pro del medio ambiente. “Desde ahora hasta mayo los asambleístas se reunirán con los grupos municipales para que las analicen [las iniciativas] y miren si las ponen en sus propuestas electorales”, cuenta Ventayol Ceferino. Sea como sea, los partidos se tendrán que mojar y decir qué piensan de todo ello, asegura. Además, se ha establecido una comisión de seguimiento para que el proyecto no muera.

Francia, Reino Unido, Irlanda, Escocia y Suecia ya han desarrollado este tipo de encuentros ciudadanos. España también ha celebrado una asamblea de estas características, que concluyó en mayo, tras siete meses de trabajo con un total de 172 recomendaciones y 58 objetivos fijados. Asimismo, Cataluña está haciendo lo propio y quiere realizar durante el primer semestre de año los encuentros que tienen que servir para elaborar una hoja de ruta sobre cómo afrontar la crisis climática desde distintos ámbitos, ya sea el consumo, el reciclaje, la movilidad o el trabajo.

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Con esta iniciativa se ha logrado formar y concienciar a un grupo de individuos, de edades y situaciones personales muy distintas, que seguramente hayan contado su experiencia a amigos y familiares. Y para el Ayuntamiento eso es vital, cuentan. “Todas estas personas se han convertido en prescriptoras de opinión, se han empoderado y pienso que es un efecto colateral, aunque querido, muy bonito”, dice Ventayol Ceferino. “Hemos hecho evaluaciones con ellos y la nota que ponen a la participación y a la organización ha estado por encima del ocho sobre diez”, añade.

Incumpliendo la ley de forma reiterada

Los números son tozudos: año tras año se superan los límites de contaminación admisibles por la legislación. Por eso el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha dado un golpetazo encima de la mesa y ha multado a España por permitir que en zonas como Madrid y el área metropolitana de Barcelona se respire un aire tan contaminado. De momento se ha impuesto una sanción por el periodo que va de 2010 a 2018, pero todo hace pensar que vendrán más

El 2022 ha sido un año marcado en rojo, porque nuevamente se ha vuelto a incumplir la ley comunitaria y se han superado los límites de 40 microgramos por metro cúbico (µg/m³) de partículas NO2. Todo tras dos años cumpliendo, en gran medida, por las restricciones de movilidad impuestas por la pandemia de el covid-19. En la estación de medición del Eixample de Barcelona, la zona en la que viven más ciudadanos en la capital catalana (266.857) y por la que cada día pasan 350.000 vehículos, se ha llegado a los 42,2 µg/m³. En las estaciones de tránsito, la ciudad se ha quedado al límite, en 38,49 µg/m³, tal y como detalla el grupo Contaminació Barcelona.

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