La izquierda aplaude la respuesta a los ultras franceses, pero se distancia de la idea del Frente Popular

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La noche del pasado día 9 fue un auténtico cataclismo en Francia. La ultraderecha se imponía de manera abrumadora en las elecciones europeas. Emmanuel Macron se dirigió desde el Palacio del Elíseo a toda la nación: llamaba a unas elecciones anticipadas legislativas para aclarar la situación del país. En su mapa mental aparecía una derecha tradicional hundida contra los de Marine Le Pen y una izquierda totalmente fracturada.

Pero Francia ha vuelto a escribir un nuevo capítulo de Baron noir. El abismo de ver a la ultraderecha dominando la Asamblea Nacional ha removido a toda la izquierda. Un momento único ante la historia, repiten en todos los ámbitos progresistas. Esto ha llevado a encajar un puzzle que parecía imposible a través del Nuevo Frente Popular, con la inspiración de la unión de socialistas y comunistas ante el auge del fascismo que ganó las legislativas francesas en mayo de 1936 bajo la batuta de Léon Blum.

Ese espíritu frente al avance de la ultraderecha ha llevado a la izquierda francesa a apartar sus históricas disputas y concurrir bajo el mismo paraguas en estos comicios. De la mano van La Francia Insumisa, Los Ecologistas, el Partidos Socialista y el Partido Comunista junto a decenas de formaciones aliadas y movimientos asociativos y sindicales. La lucha es a dos vueltas: el 30 de junio y el 7 de julio. Cerca de 50 millones de franceses tienen en sus manos la elección de los 577 asientos en el Legislativo. Las encuestas sitúan ya al Nuevo Frente Popular como la segunda opción en estas elecciones y como gran rival que tiene la extrema derecha, con el partido de Macron en tercera posición. Según Ifop, los de Le Pen tendrían un 35% de apoyos, mientras que el espacio progresista estaría en torno al 26%.

En qué se han puesto de acuerdo

Uno de los grandes desafíos del Nuevo Frente Popular era montar un programa electoral que aunara tantas sensibilidades y tradiciones políticas con temas en los que han chocado durante estos años. La oferta con la que van tiene principalmente tintes sociales y de “ruptura” con la hoja de ruta de los anteriores gobiernos conservadores. Se han acordado paquetes de medidas a implementar en tres fases: en los primeros quince días, en los primeros cien días y a lo largo de los meses posteriores.

Una de las medidas estrella es derogar la polémica reforma de las pensiones que aprobó Macron y que supuso el retraso progresivo hasta los 64 años y el aumento a 43 años la cotización para obtener el 100% de la jubilación. La hoja de ruta que han acordado marca ese periodo de retiro a los 60 años. El Nuevo Frente Popular lleva como bandera asimismo la subida del salario mínimo a los 1.600 euros al mes y el incremento en un diez por ciento de la plantilla de funcionarios públicos.

El espacio de la izquierda plantea a los franceses avanzar hacia la total gratuidad de la educación (lo que incluiría el transporte, el material y el comedor). Con una mirada puesta en la fiscalidad con el restablecimiento del impuesto de patrimonio, la reforma del de sucesiones y la creación de un tipo impositivo “por kilómetro a productos importados”. Ponen sobre la mesa también el gran debate laboral con la reducción a 35 horas semanales de la jornada de trabajo.

Todos los partidos progresistas también han firmado un programa que supone el control total del servicio de abastecimiento del agua (con consumo gratuito durante los primeros metros cúbicos y con un precio progresivo). Donde hay políticas más restrictivas es en el sector agrícola, epicentro de las protestas en Francia. Se pide rechazar los acuerdos de la UE con Canadá y Mercosur (este último ha sido, en cambio, una gran apuesta de la política exterior española en los últimos años). Asimismo, quieren reformar la política agraria común que se negocia en Bruselas.

El espejo español

Pero finalmente el qué, siempre elemento de batalla de la izquierda, se ha superado ante la situación de riesgo por la fuerza de la extrema derecha. Y lanza un espejo a España, donde las izquierdas han vuelto a la fragmentación y están en un periodo de reflexión tras las elecciones europeas, donde se impuso en número de escaños el triunvirato formado por el Partido Popular, Vox y Se acabó la fiesta.

Un debate en el que las formaciones progresistas españolas reconocen que hay muchas inspiraciones, pero también diferencias importantes. La primera es el propio sistema electoral. Los franceses van ahora a unos comicios legislativos, que no presidenciales. Se hacen a dos vueltas, pasando a la votación final aquellos candidatos que en cada una de las 577 circunscripciones logren superar el 12,5% de apoyos. Es un modelo, por lo tanto, diferente a la proporcionalidad en las provincias españolas para la representación en el Congreso.

En el PSOE no se plantean ahora una fórmula similar a la que se está dando en Francia. Fuentes de Ferraz subrayan que le desean lo mejor al espacio progresista en el país vecino, pero indican que “la situación es diferente”. Su argumento pasa por este escenario: “Somos una de las referencias de la socialdemocracia europea, estamos por encima del 30% de voto”. Los datos del socialismo español son muy distintos a los de sus colegas franceses, ya que todo el Nuevo Frente Popular estaría por debajo, según los sondeos, a lo que consigue Pedro Sánchez en unas elecciones.

En la calle Ferraz están muy pendientes de lo que pase en Francia y hay preocupación: “Esperemos que los socialistas franceses logren frenar a la ultraderecha como hicimos nosotros el 23 de julio. La internacional de ultraderecha pone en peligro los derechos de todos”. Lo que sí desean en la dirección y cargos socialistas de todo el país es que haya unión en el espacio a su izquierda porque lo necesitan para poder resistir en las instituciones. En Moncloa y en la sede de partido se sigue con preocupación lo que sucedió con Sumar y Podemos en las elecciones europeas. “Si no están fuertes, no podemos ir a unas generales a ganar”, resume un alto cargo.

La etapa tras Sumar: IU lidera la etapa del "frente amplio"

Sumar fue ese paraguas con el que el espacio de las izquierdas se presentó el pasado 23 de julio tras una agónica negociación. Pero la fórmula no ha funcionado como se esperaba, Podemos ha salido del grupo parlamentario y el 9J terminó por agotar ese instrumento. Ahora mismo se ha abierto un profundo proceso de reflexión con la consiguiente salida de su puesto orgánico de Yolanda Díaz.

El espacio se va a reorganizar en los próximos meses, pero se quiere dar tiempo para pensar en cómo debe ser el futuro. Ahora mismo todos los actores ponen en primera línea el qué, el programa y las medidas a la parte de forma en la que concurrir en las próximas elecciones. De hecho, la tendencia que hay es la de fortalecer a los partidos dentro de ese espacio frente a un modelo más personalista en torno a la figura de Díaz, quien no descarta volver a ser candidata en unas elecciones generales. También voces dentro del espacio empiezan a señalar a la ministra de Sanidad, Mónica García, como una opción al alza.

En ese debate de futuro gana muchas posiciones Izquierda Unida, quien apuesta por mayor presencia de los partidos y por buscar un profundo arraigo territorial, al estilo de IU en Andalucía. Las riendas de la organización las acaba de coger el veterano dirigente Antonio Maíllo, que es una de las grandes referencias morales progresistas en la actualidad. Su tesis va por ahí en el tema interno, pero es el que enarbola con más fuerza en el plano electoral una unión con inspiraciones francesas (aunque sin el PSOE).

En Izquierda Unida el discurso de cara a coaliciones toma forma en lo que llama el “frente amplio”, como subrayan fuentes de esta formación. Maíllo, como ya hizo Alberto Garzón, es un firme defensor de superar diferencias e ir juntos en los procesos en las urnas. Su plan pasa también por hablar con Podemos y por crear en esta nueva etapa un espacio mucho más horizontal y de igualdad entre los actores. Para él, la fórmula de Sumar ha pasado ya a la historia. Quieren caminar en esa dirección a través de una mesa de partidos que se reunirá en los próximos días para tratar los temas de “tú a tú”.

Podemos mira al qué: "Quedan tres años"

En Podemos ahora mismo no quieren hablar de este tipo de fórmulas, los morados focalizan en el qué y no en el con quién. Para la formación que dirige Ione Belarra la izquierda debe centrarse en sacar medidas en el Congreso de los Diputados y no ponerse ahora a debatir sobre coaliciones. “Quedan tres años para las elecciones generales. Lo que creemos que es imperioso es que el Gobierno comience a gobernar, porque se ha caracterizado por la inacción absoluta. Solo hemos hablado de la amnistía y hay problemas enormes como el acceso a la vivienda y el precio de la vivienda”, lanzaba sobre esta cuestión el secretario de Organización, Pablo Fernández.

El ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, reflexiona sobre esta cuestión en una entrevista con infoLibre, considerando que el surgimiento del Frente Popular “es una reacción a la altura de la amenaza que vive Francia, es una fórmula necesaria”. “Es verdad que se ha dado con condiciones reactivas frente a ese peligro. A mí me gustaría que eso que llamaba el pueblo de la coalición y esa tarea de gobierno se planteara de manera proactiva señalando ese horizonte alternativo. Es evidente que vivimos en un momento de crisis a nivel mundial, pero hay que proponer una oferta electoral y un programa político que digan que se va a construir lo mismo que supuso el Estado del Bienestar en el siglo XX”, comenta.

Pero añade: “No puedo evitar pensar que en realidad la izquierda española viene de un ciclo ya muy largo y en el que ha servido como inspiración y como ejemplo muchas veces al mundo entero, desde el 15M hasta la formación de Podemos y del Gobierno de coalición. Es prácticamente el único Ejecutivo progresista que resiste en Europa. La izquierda española ha sido una fuerza motriz del movimiento. Además, para la historia de España es bastante inédito un ciclo tan largo. Y es lógico que haya momentos de desgaste, contradicciones y errores. Lo que hay que hacer es asumirlos, abordarlos y corregirlos. También pasa algo parecido a lo que hablaba con la hipérbole sobre Cataluña en la izquierda con las organizaciones, los liderazgos y los conflictos. Hay que hablar del qué, del objetivo, de la alternativa. La refundación y la reorganización pasa por ese mantra de programa, programa, programa. El ciclo tan largo progresista y exitoso en España tiene que reformularse y coger un nuevo impulso. Hay que hablarle a la gente más joven”. 

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“Priorizar el qué es lo más importante. Eso significa hacer todo el trabajo ideológico, político y programático para definir un horizonte alternativo de sociedad sobre la base de lo conseguido y para prolongar el esfuerzo. Además, que haya también una renovación generacional de cuadros políticos y de organizaciones. Eso se tiene que determinar todo sobre las formas. Da igual si es un frente, la herramienta viene después para defender ese objetivo. La tarea urgente que tenemos delante después de este ciclo electoral que no ha sido bueno es canalizar hacia un horizonte y un programa de qué vamos a ofrecer. Teniendo eso, el cómo es mucho más fácil”, disecciona el que fuera uno de los fundadores de Podemos.

"Juntar por juntar no sale necesariamente bien"

Más Madrid también está en el camino de reformular Sumar pidiendo más presencia de los partidos. En una entrevista publicada también este fin de semana en infoLibre, la portavoz en el Ayuntamiento, Rita Maestre, respondía así sobre la creación del Frente Popular en la nación gala: “Son muy importantes las particularidades. No puedo hablar lo que tiene que hacer la izquierda francesa, ni portuguesa, ni italiana. Diría también que la experiencia española nos enseña algunos ejemplos recientes: juntar a mucha gente solo por juntarla no sale necesariamente bien y las cosas salen bien cuando lo que guían los acuerdos y las coaliciones son los proyectos políticos”.

“Para mí lo más importante que tenemos que hacer ahora es que la política vuelva a ser la brújula de la coalición electoral y de la ofensiva que tenemos que seguir haciendo. Creo que a la extrema derecha, aquí y allá, y al avance de las derechas difícilmente se gana pensando en sumar dos aquí o allá. Se gana cuando uno no está a la defensiva, cuando no está recogiendo ovejitas, sino que piensa a lo grande, defiende a lo grande y moviliza a lo grande. Porque también creo que solo las grandes ideas, los grandes valores y los grandes momentos son los que consiguen movilizar. Y por eso, reitero, me parece muy bien lo que hacen en Francia. Entiendo que tienen particularidades específicas y le deseo todo lo mejor porque una victoria de la derecha allí sería una noticia realmente penosa para el conjunto de europeos, pero también defiendo que aquí tenemos nuestras particularidades y tenemos que buscar lo que sea mejor aquí”, concluía.

La noche del pasado día 9 fue un auténtico cataclismo en Francia. La ultraderecha se imponía de manera abrumadora en las elecciones europeas. Emmanuel Macron se dirigió desde el Palacio del Elíseo a toda la nación: llamaba a unas elecciones anticipadas legislativas para aclarar la situación del país. En su mapa mental aparecía una derecha tradicional hundida contra los de Marine Le Pen y una izquierda totalmente fracturada.

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