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¿Verdad o mentira?

Isabel García Tejerina: España llegó "con los deberes cumplidos" a la cumbre del clima de Bonn

La ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, en la cumbre del clima de Bonn (Alemania).

La ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, aseguró el pasado miércoles que España llegó "con los deberes cumplidos" a la pasada cumbre del clima de Bonn (Alemania). En respuesta parlamentaria a una pregunta del diputado de Equo Juantxo López de Uralde sobre por qué Rajoy no había ido a la cita, a la cual no contestó, aseguró que el país ha estado "muy presente" en la cumbre y ha reafirmado el compromiso del Ejecutivo en la lucha contra el cambio climático. Aseguró que España ha cumplido de sobra con los objetivos para 2020, "un 10% por delante de nuestras obligaciones y muy por delante de países como Francia y Alemania".

Es cierto, en parte, que España ha cumplido con sus objetivos de cara a 2020. Al menos con la mitad de ellos. Las emisiones de gases de efecto invernadero se dividen en los que emite la industria y los llamados sectores difusos, donde se incluye la agricultura, el transporte o la calefacción. Con respecto a los primeros, bajo el sistema de comercio de derechos de emisión, no hay objetivos vinculantes a cumplir por cada Estado. Con respecto a los segundos, sí que hay objetivos nacionales: en el caso de España, son del 10% de reducción con respecto a los niveles de 2005. También hay objetivos de implantación de energías renovables en el mix energético, a los que aún no hemos llegado. Sin embargo, analistas y la Comisión Europea consideran que España llegará sin problema a la cuota exigida, cercana al 20%.

El Ministerio de Medio Ambiente asegura que España va por delante de Alemania o Francia en la ambición pre-2020 que compara los niveles actuales con los de 2005. Sin embargo, si abrimos el foco y comparamos con 1990, año de referencia del Protocolo de Kyoto (el gran acuerdo anterior a París y que expira en 2020), el liderato en la carrera no parece tan claro. España es el país que más ha aumentado la expulsión de gases calientes a la atmósfera de la Unión Europea entre 1990 y 2015, como reflejó un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente. España emitió, en 2015, 47.833 kilotoneladas de CO2 equivalente por encima de los niveles de 1990, un 16% más. Francia emitió 89.945 kilotoneladas menos y Alemania es la líder en la reducción, con 348.984 kilotoneladas. En este sentido, no parece que España haya cumplido los deberes, sino que intenta recuperar las asignaturas suspensas.

Además, expertos y voces autorizadas en materia climática aseguran que el cumplimiento de las metas de 2020 no se debe a un gran esfuerzo, sino a que la crisis redujo la actividad contaminante. En megatoneladas, las emisiones españolas empezaron a descender a partir de 2007 hasta alcanzar las 322,9 de 2013. En 2014 y en 2015 subieron para volver a bajar en 2016, como recordó la ministra en la respuesta parlamentaria sin mencionar las subidas de los dos años anteriores. Carlos Calvo, de Transport & Environment, matiza: "Realmente la relación entre crisis y descenso no la sabe nadie, porque no sabemos qué habría pasado de no tener crisis". Juantxo López de Uralde apunta no solo a la crisis, también a la apuesta por las energías renovables que inició el Gobierno de Zapatero y que fue sesgada de raíz por el Ejecutivo de Rajoy con el famoso hachazo. "Fue un impulso que el Partido Popular desmanteló. No se pueden adjudicar los méritos de la reducción de emisiones. Aun así, tenemos 20.000 megawatios de eólica instalada y 4.000 de fotovoltaica. Pero es a pesar del PP, no gracias al PP", asegura.

Calvo afirma que el Gobierno español, además, "no está entre los países más ambiciosos" con respecto a las negociaciones de los objetivos de 2030, el gran reto en la acción climática europea. El experto ya explicó a infoLibre que España, junto a Italia, defiende que  los países puedan aplicar lo reducido en emisiones "de más" con respecto a su objetivo de 2020 para reducir sus metas de 2030. Una reducción extra cuyo mérito, consideran expertos, no se le puede otorgar en gran manera a las medidas gubernamentales.

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Con respecto al resto de deberes climáticos que aseguró Tejerina que están cumplidos por encima de Francia y Alemania (países cuyos líderes fueron a Bonn), España no cuenta aún con una ley de cambio climático. No hay, tampoco, una norma que marque una línea a cumplir en la transición energética, el proceso que deben seguir todos los países industrializados para descarbonizar la economía, implantar las renovables y seguir criterios sostenibles para seguir creciendo. Las iniciativas en este sentido, como la de Iberdrola, de cerrar sus térmicas de carbón, han sido frenadas por el Ejecutivo, que planteó un decreto para condicionar esas ejecuciones. Un decreto que fue recibido con estupor en Bonn y que Bruselas ya analiza. La delegación encabezada por Tejerina que estuvo en la cumbre no firmó un compromiso para renunciar al carbón como fuente de energía eléctrica de cara a 2030 que firmó un buen número de países de nuestro entorno, incluido Francia.

Una transición energética difícil, por otro lado, cuando la subasta de energía renovable de 2017 fue la primera tras años con el sector paralizado. Un sector cuya pata fotovoltaica se opone al Gobierno y su impuesto al sol. El presupuesto de lucha contra el cambio climático en 2017 bajó un 16% en relación al año pasado, aunque Medio Ambiente aseguró que se trataba de un reparto de partidas de la Oficina de Cambio Climático en otros departamentos. El vehículo eléctrico en España, necesario para una descarbonización del transporte para la cual, denuncia López de Uralde, "no se ha hecho nada", está infradesarrollado: a pesar de que su venta se ha acelerado en el país, su cuota de mercado es de las más bajas de la Unión Europea.

Tal y como se vio en la cumbre del clima de Bonn, el liderazgo climático en la UE lo ostentan Francia y Alemania, países sobre los que España está por encima en ambición pre-2020, según Tejerina. España se expone a subidas de nivel del mar que amenazarán sus costas y su sector turístico, aumento de las temperaturas por encima de otros países europeos y un proceso de desertificación que ya ha comenzado. Es el país europeo que más sufrirá los efectos del fenómeno. Sin embargo, el Ejecutivo no es ni el más exigente, ni el más ambicioso, ni el más visible de la lucha contra el gran problema medioambiental de nuestra época.

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