Es una incógnita en qué se traducirá finalmente el protocolo acordado por el PP y Vox en Castilla y León y, por lo menos en apariencia, suspendido hasta nueva orden. No se sabe en qué se traducirá en los hospitales ni en qué se traducirá electoralmente. Lo que sí conocemos ya es un efecto que ese protocolo nonato sí ha desplegado: la densa malla de organizaciones del activismo católico radical ha recogido la bandera del "latido fetal" para llevarla como estandarte de la causa antiabortista. Aprovechando el debate abierto por PP y Vox, el lobby antiaborista está extendiendo su cruzada hasta los hospitales, captando ya el apoyo de más de 1.200 médicos a la medida de hacer oír el latido fetal a las mujeres en trance de abortar.
Al menos desde el lunes, en plena resaca de una crisis que el movimiento antiabortista considera insatisfactoriamente resuelta, circula entre las organizaciones "provida" el llamado Manifiesto de médicos por el latido fetal. Firmado por el doctor José Ignacio Sánchez, ginecólogo del Hospital La Paz de Madrid, el texto celebra que la sociedad haya descubierto, al hilo del debate sobre el protocolo, que al abortar no se pierde "un coágulo" ni un "amasijo de células", sino un ser humano con un "latido". El manifiesto señala que esta muestra "se esté tratando por todos los medios de ocultar" que "el embrión-feto tiene latido y es constatable mediante ecografía" a partir de la tercera o cuarta semana.
El autor utiliza en el texto argumentos usuales de Vox y el ala más conservadora del PP para defender que la embarazada escuche el latido del bebé. Por ejemplo, que no se puede abortar "a la ligera" y que privar a la mujer de esa información es mantenerla "tutelada". El texto sostiene que el objetivo de la sociedad debe ser "disminuir el número de dramas", es decir, de abortos, con medidas informativas similares a las adoptadas "contra las muertes por accidentes de tráfico, o por consumo de tabaco". "Parece adecuado que, junto con medidas de apoyo social, laboral o, económico, se planteen mejoras en la información", añade, en defensa del protocolo de Castilla y León, que no nombra expresamente.
El manifiesto ha sido promovido y puesto en circulación por Más Vida, una fundación de "jóvenes con la vida" que tiene como vicepresidente a Duarte Falcó hijo del marqués de Griñón. Según Más Vida, el jueves por la mañana ya habían firmado el manifiesto más de 1.200 médicos, cada uno con su número de colegiado. Además, había recibido el respaldo de NEOS, una organización agrupadora de decenas de grupos de derecha católica radical, y de Hazte Oír, puntal de las posiciones más radicales del movimiento antiabortista, entre otras asociaciones.
En busca de los médicos
El latido fetal funciona como una especie de frontera sagrada para el movimiento antiabortista en todo el mundo. Aunque en muchos casos los contrarios al derecho al aborto defienden la plenitud de vida humana desde la concepción, el latido suele ser presentado como la prueba ya irrefutable de la existencia de una persona. De ahí la proliferación de las llamadas "leyes de latido fetal" impulsadas por los republicanos en Estados Unidos, como el caso de Texas, que impiden abortar cuando puede oírse latido.
Que se haya suscitado un debate en torno al derecho a la vida desde el latido fetal es ya un éxito del movimiento antiabortista, dejando al margen el fiasco del protocolo en sí. Así lo ve Álvaro Ortega, presidente de Más Vida, que considera "muy positivo" que el protocolo de Castilla y León haya abierto el debate "sobre la vida", al margen de que sea "una verdadera pena" el cambio de posición del PP.
Ortega no dirige el manifiesto a los médicos por azar. Es importante, afirma, implicar a los médicos porque "se está yendo" a por ellos con medidas como "obstaculizar la objeción de conciencia" y "poner registros públicos de aquellos ginecólogos que no quieran hacer un aborto". "Se quiere forzar a los médicos a que no puedan ofrecer ese latido fetal, que es un protocolo rutinario en ginecología. Es el momento de dar voz a este colectivo, que en su gran mayoría está a favor de la vida humana. Vamos a buscar todas las adhesiones de lo médicos que, en su fuero interno, no están de acuerdo con esto'", afirma Ortega.
Entre antiabortistas y juancarlistas
Entre los colaboradores de la fundación que preside Ortega figuran María San Gil, exlíder del PP vasco, un referente del movimiento provida, y el magistrado del Tribunal Supremo y miembro del Opus Dei José Luis Requero. Más Vida es una organización integrada en varios grupos aglutinantes del movimiento católico radical, como el Foro Español de la Familia, la Plataforma Sí a la Vida y One of Us, la federación europea de entidades "provida" que preside Jaime Mayor Oreja y hace tareas de lobby en Bruselas.
Precisamente Mayor Oreja actúa como portavoz de NEOS, que está está difundiendo y animando a la firma del manifiesto. Al hacerlo, lo hacen múltiples grupos. Las organizaciones promotoras de NEOS son Valores y Sociedad, Qveremos y One of Us, que por sí aglutina a 48 entidades en 20 países europeos. España es el país que más aporta, un total de 17, entre ellas faros del activismo católico como la Fundación Familia y Dignidad Humana –donde coinciden cargos del PP y Vox en rechazo del aborto incluso si hay violación–, Hazte Oír, Profesionales por la Ética, Foro de la Familia y Red Madre. Además, figuran como "aliados" de NEOS la Asociación Católica de Propagandistas, la organización monárquica y juancarlista Concordia Real Española y las universidades católicas de Valencia y Ávila.
Hazte Oír y la guerra en torno a Vox
Otro apoyo al manifiesto de Más Vida viene de Hazte Oír, no ya como miembro de One of Us y por tanto de NEOS, sino directamente desde sus espacios de difusión. La organización que preside Ignacio Arsuaga desempeña un papel relevante en el mundo de la derecha católica radical. Sus vinculaciones con Vox se remontan a los orígenes del partido en 2013. Hay múltiples figuras del partido de Santiago Abascal en su órbita, como Rocío Monasterio, Francisco Contreras y Gádor Joya. No obstante, no siempre las relaciones son óptimas. Hazte Oír y su rama internacional, Citizen Go, cargan contra Vox cuando no logran que saque adelante medidas contra el aborto, el feminismo y la "ideología de género" allí donde tiene influencia parlamentaria, caso de Madrid.
Hazte Oír sigue con atención la tarea del Gobierno de Castilla y León, el primero autonómico del que forma parte Vox. El anuncio del protocolo fue recibido con regocijo por Arsuaga y los suyos. No en vano, llevaban desde el inicio de la legislatura insistiendo en la necesidad de que la Junta hiciera políticas "provida". La iniciativa era una prueba de la influencia de la organización naranja en las políticas de una comunidad autónoma. Ahora que el protocolo ha quedado en suspenso, el grupo antiabortista carga contra el PP, al que llama "partido progre", mientras convierte la iniciativa en su principal bandera. De hecho, sus activistas acudieron a la manifestación del sábado en Cibeles con una pancarta en la que podía leerse: "¡Queremos escuchar el latido de España!".
El del protocolo es un caso que parece hecho a la medida del grupo que lidera Arsuaga, formado como activista en Estados Unidos, donde una miríada de grupos fanatizados han logrado moldear al Partido Republicano imprimiéndole un sello integrista a base de campañas de presión cada vez más intensas. Hoy quien se sale de la línea del antiabortismo más duro en el partido de Abraham Lincoln es tachado de inmediato de blando o incluso de traidor. Así maniobra también Hazte Oír en España.
La influencia de Hazte Oír despierta recelos en otras figuras con mano en Vox. El locutor Federico Jiménez Losantos, de Esradio, que se cuenta entre los principales apoyos de Vox incluso desde antes de que irrumpiera en las instituciones en 2018, despotrica estos días de Hazte Oír por lo que considera una excesiva influencia de su fanatismo religioso en el partido de Abascal. Y presenta a Vox como un partido sometido a Hazte Oír, al que presenta como parte de la sociedad secreta mexicana El Yunque. No es la primera vez que Losantos choca con Hazte Oír, pero esta ha sido sonada. Y el telón de fondo ha sido la polémica del aborto, un asunto capaz como pocos de erizar sensibilidades en la derecha.
Román Cuesta, autor del capítulo sobre radicalismo religioso del informe De los neocón a los neonazis. La derecha radical en el Estado español, publicado en 2021 por la Fundación Rosa Luxemburgo, no duda en calificar el protocolo como una "imposición del sector de El Yunque que anida en Vox", lo que ha movido a Losantos, "conocedor de los entresijos", a una reacción furibunda al entender que la maniobra puede perjudicar al PP a las puertas de unas autonómicas donde se juega el sitio en Madrid Isabel Díaz Ayuso, su preferida. "Si tenemos en cuenta que el Gobierno de Castilla y León es el ensayo de un posible gobierno a nivel nacional, lo que nos muestra [la controversia en torno al protocolo] es que los grupos provida están dispuestos a imponer su agenda en el tema del aborto como condición para formar dicho gobierno", añade Cuesta.
Más de 120 asociaciones contra el "derecho al aborto"
Hay un extendido sentir entre los colectivos de este ámbito: sí, lo del protocolo al final no ha salido, pero ha quedado sembrada la semilla.
El mismo día en que la Fundación Más Vida ponía a circular su manifiesto, la Asamblea por la Vida hizo pública una nota en la que explicitaba su "agradecimiento por la iniciativa emprendida por aquel Gobierno [de Castilla y León] a través de su vicepresidente", en referencia a Juan García-Gallardo, de Vox. La Asamblea por la Vida, de la que suele actuar como portavoz Mayor Oreja y que se encargó de la presión al PP para que recurriera ante el Constitucional la Ley de Eutanasia, suma 127 grupos entre ellos algunos ya citadas en este texto –One of Us, Hazte Oír, Foro Español de la Familia, Más Vida, Qveremos– y otros como Provida, Abogados Cristianos, Cívica, Cristianos en Democracia, E-Cristians, Enraizados... "El aborto nunca puede ser un derecho", sentencian las más de 120 asociaciones, que celebran que, "más allá de otros problemas derivados de la iniciativa, esta ha llevado a la máxima actualidad el debate de la vida".
¿Y los duros del PP?
El cierre de la polémica de Castilla y León sin implantacion –al menos, de momento– del protocolo antiaborta deja en una situación incómoda a los integrantes del ala más "provida" del PP, que han visto cómo Alberto Núñez Feijóo marcaba distancias con las posiciones de Vox. El presidente del partido tiene sus motivos: sabe que es un tema que divide a su formación. El frustrado intento del PP de aprobar su propia ley del aborto acabó vigorizando al movimiento feminista, provocando en 2014 la dimisión de Alberto Ruiz-Gallardón y precipitando la ruptura del sector más antiabortista del partido, una parte del cual, con la diputada Lourdes Méndez Monasterio al frente, acabó en Vox.
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Desde su llegada a la presidencia del partido en abril, Feijóo ha evitado cuanto ha podido hablar del aborto. Este perfil bajo ha incluido no desautorizar a un sector del partido con posiciones indistinguibles de las de Vox, como el apoyo a las "leyes de latido fetal" en Estados Unidos. Hasta siete parlamentarios y altos cargos del partido han llegado a formar parte del patronato de la Fundación Familia y Dignidad Humana, una asociación de matriz católica que rechaza el aborto incluso en caso de violación. Ahora este sector ve cómo Feijóo y Alfonso Fernández-Mañueco, presidente de Castilla León, acaban apartándose de Vox en el momento de mayor tensión política sobre el aborto de toda la legislatura nacional.
El referente más destacado de este sector del PP es el senador Javier Puente, presidente de Familia y Dignidad Humana, que considera el aborto un "genocidio". Tras el volantazo del PP en medio de la polémica, Puente ha evitado criticar a la dirección de su partido, al mismo tiempo que no oculta su defensa del protocolo finalmente suspendido. Mientras tanto, la diputada de Vox Lourdes Méndez Monasterio, su compañera en el patronato de Familia y Dignidad Humana, carga sin miramientos contra la dirección del PP.
Vuelve a quedar claro: el aborto sigue siendo un tema que eriza y tensa a la derecha española.
Es una incógnita en qué se traducirá finalmente el protocolo acordado por el PP y Vox en Castilla y León y, por lo menos en apariencia, suspendido hasta nueva orden. No se sabe en qué se traducirá en los hospitales ni en qué se traducirá electoralmente. Lo que sí conocemos ya es un efecto que ese protocolo nonato sí ha desplegado: la densa malla de organizaciones del activismo católico radical ha recogido la bandera del "latido fetal" para llevarla como estandarte de la causa antiabortista. Aprovechando el debate abierto por PP y Vox, el lobby antiaborista está extendiendo su cruzada hasta los hospitales, captando ya el apoyo de más de 1.200 médicos a la medida de hacer oír el latido fetal a las mujeres en trance de abortar.