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El nuevo pacto con Sánchez ahonda el alejamiento de Arrimadas de Casado y fuerza la salida del 'duro' De Quinto

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Fernando Varela

Las votaciones en el Congreso para prorrogar la vigencia del estado de alarma con el fin garantizar el mando único del Gobierno en la lucha contra la pandemia y restringir los derechos a la libertad de movimientos y de reunión se han convertido en una prueba de la capacidad del Ejecutivo de coalición a la hora de tejer alianzas la Cámara Baja más atomizada y heterogénea de la historia democrática reciente de España. Y es en ese campo de pruebas de la legislatura donde cobra más relevancia la decisión de la nueva líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, de poner en juego los diez escaños de su formación —los únicos que la estrategia de su antecesor, Albert Rivera, fue capaz de conservar seis meses después de haber conseguido 57— para llegar a acuerdos con el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

La formación naranja alcanzó este martes su segundo pacto en dos semanas con el Gobierno en dos votaciones extraordinariamente relevantes para la coalición PSOE-Unidas Podemos: la prórroga del estado de alarma. La primera vez Cs fue decisivo. Y, a la espera de saber qué votará Esquerra, este miércoles puede volver a serlo.

Esta vez Ciudadanos no se ha limitado a desconectar el acuerdo de una estrategia más a largo plazo, como había hecho Arrimadas hace quince días. Su portavoz adjunto, Edmundo Bal, quien ha asumido interinamente la representación de la formación mientras su presidenta esté de baja —está a punto de dar a luz— justificó el pacto suscrito este martes en un contexto más general.

Según Bal, Ciudadanos ha conseguido poner fin a la alianza política que dio lugar a la investidura. “Hemos acabado con esa política de frentismo, de ideología y de bloques que el señor Sánchez intentó al inicio de la legislatura, probablemente por necesidad”, aseguró. “Hemos roto precisamente esa dinámica”, remarcó en rueda de prensa telemática, haciendo que el Gobierno vuelva a una “postura de centralidad y de moderación. Esto es Ciudadanos: el centro político. Lo estamos demostrando”, se felicitó. Un partido que “da soluciones concretas, pragmáticas, moderadas, a los problemas concretos que tienen los ciudadanos españoles en cada momento”, “lo que pone de manifiesto que somos más útiles que nunca”.

Ciudadanos intentó este martes presentar su acuerdo con el Gobierno como la demostración de que la formación naranja se ha convertido en el dique de contención de las demandas nacionalistas, en parte para contener las críticas del PP y del sector naranja más derechista, y en la garantía de que Sánchez sólo vaya a impulsar medidas que favorezcan al conjunto de los ciudadanos. De hecho, Cs llegó incluso a sugerir que el acuerdo sólo será válido si el Ejecutivo no llega a acuerdos con Esquerra.

Para alimentar esa idea, primero los servicios de prensa naranjas aseguraron que, “gracias” a su papel, “no se va a producir ninguna mesa de negociación con ERC ni los separatistas para dinamitar la igualdad entre españoles. Por eso nos mostramos satisfechos de haber logrado aislar las demandas de los nacionalistas para poner a los españoles en el centro”. Y aunque el Gobierno dejó claro poco después que mantiene su compromiso de convocar la mesa de diálogo sobre Cataluña pero una vez que pase la emergencia sanitaria, el propio Bal insistió en que el respaldo de los naranjas a la prórroga “será incompatible” con “cualquier concesión a los nacionalistas. Es una vía o la otra. Es inadmisible que en esta situación se pueda poner encima de la mesa la mesa de negociación”, subrayó.

Así que si finalmente Esquerra llega a un acuerdo con el Gobierno para poner fecha a la mesa de diálogo —a la hora de redactar esta información proseguían los contactos—, Ciudadanos tendrá que decidir si vota a favor de la prórroga, como se ha comprometido a hacer, o rompe su acuerdo con el Gobierno.

Si finalmente da soporte a la hoja de ruta de Gobierno para acabar de vencer al virus, los de Arrimadas habrán ahondado en su distanciamiento de la estrategia del líder del PP, Pablo Casado, que este miércoles seguirá la estela de la ultraderecha de Vox seguirápara oponerse a que sigan en vigor las medidas de confinamiento y que el Ministerio de Sanidad conserve el mando único contra la pandemia.

La divergencia estratégica entre PP y Cs, que comparten responsabilidades de gobierno en tres comunidades y en ayuntamientos tan importantes como el de Madrid, se hizo más visible aún porque poco antes de que el pacto se hiciese público Casado había denunciado una supuesta “subasta de votos” para conseguir la prórroga el estado de alarma en la que había ya “pujas separatistas” como “retomar la mesa por la independencia y sacar de la cárcel a terroristas de ETA”. Una subasta en la que, siguiendo la lógica del líder del PP, ha entrado también Ciudadanos.

El fichaje estrella de Rivera se va

Y no es sólo desde el PP llegan las críticas a los naranjas. El giro hacia el centro de Cs sigue siendo difícil de digerir para el ala más derechista de la formación naranja, radicalmente contraria a cualquier acuerdo con Pedro Sánchez y fieles defensores de la estrategia de Rivera que condujo a Ciudadanos a la debacle de las últimas elecciones. El millonario exvicepresidente de Coca Cola Marcos de Quinto, a quien Rivera fichó hace poco más de un año para diseñar la oferta económica de su partido —lo que a su vez desplazó a los liberales más moderados, como Toni Roldán—, anunció el martes su decisión de abandonar el partido “por diferencias con algunas decisiones”, en clara referencia a los pactos con el Gobierno para prorrogar el estado de alarma.

Cs, a través de un comunicado, anunció que De Quinto votará por última vez en el Pleno este miércoles y lo hará respetando la disciplina del partido. Después, renunciará a su acta de diputado.

Lo cierto es que su renuncia saca a la luz el malestar del sector más conservador de Ciudadanos, del que también formaba parte el exportavoz parlamentario Jans Carlos Girauta, que poco antes de que De Quinto hiciese pública su decisión llamaba a las deserciones a través de Twitter:

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Lo llamativo del segundo acuerdo de Ciudadanos con el Gobierno, más allá de la amenaza velada de romperlo si el Ejecutivo pacta con ERC, es que las medidas acordadas o ya formaban parte de la agenda de la Moncloa o le resultaban extremadamente fáciles de asumir.

Esta vez Cs ha presentado como un gran éxito, por ejemplo, que el Gobierno vaya a analizar las medidas y, en su caso, las reformas legislativas necesarias que permitan la gestión de la pandemia cuando ya no esté en vigor el estado de alarma, algo que la vicepresidenta Carmen Calvo ya había anunciado anunciadola semana pasada.. O la ampliación de tres a cuatro meses los aplazamientos tributarios, la agilización del pago de prestaciones por ERTE o desempleo durante el mes de junio, la posibilidad de ampliar la prestación extraordinaria por cese de actividad de los trabajadores autónomos y la habilitación del mes de julio para la actividad parlamentaria.

Hace quince días ocurrió algo parecido. Cs votó entonces a favor de la prórroga a cambio, simplemente, de celebrar contactos semanales con el Gobierno sobre la crisis sanitaria y de mantener un diálogo para la adaptación de los ERTE y las ayudas a pymes y autónomos para que puedan mantenerse más allá del estado de alarma, algo que el Ejecutivo ya negociaba entonces con la patronal y los sindicatos.

Las votaciones en el Congreso para prorrogar la vigencia del estado de alarma con el fin garantizar el mando único del Gobierno en la lucha contra la pandemia y restringir los derechos a la libertad de movimientos y de reunión se han convertido en una prueba de la capacidad del Ejecutivo de coalición a la hora de tejer alianzas la Cámara Baja más atomizada y heterogénea de la historia democrática reciente de España. Y es en ese campo de pruebas de la legislatura donde cobra más relevancia la decisión de la nueva líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, de poner en juego los diez escaños de su formación —los únicos que la estrategia de su antecesor, Albert Rivera, fue capaz de conservar seis meses después de haber conseguido 57— para llegar a acuerdos con el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

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