Los candidatos del PP, Juan Manuel Moreno, y Ciudadanos, Juan Marín, evidenciaron este lunes en el primer debate electoral la lucha encarnizada que se libra en el campo de la derecha, donde ambos partidos se juegan el liderazgo conservador. Se enzarzaron más entre ellos que con la presidenta de la Junta de Andalucía, la candidata socialista, Susana Díaz. Pero con una paradoja. A pesar de su continuo choque, quedaron convocados a un acuerdo, aunque las encuestas indican que entre ambos no alcanzarían los 55 diputados, el límite de la mayoría absoluta, cifra que sí auguran los sondeos al PSOE y Adelante Andalucía. Aunque Susana Díaz y la candidata de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez, no se emplazaron a ningún acuerdo, evitaron mostrarse beligerantes la una con la otra. Quedó esbozado un terreno de juego donde se delimitan espacios claramente delimitados a izquierda y derecha. Moreno y Marín dejaron sin responder la pregunta de Díaz sobre si, en caso de no tener mayoría de gobierno, "bloquearían" su investidura. Díaz no le hizo esta pregunta a Rodríguez, que previsiblemente tendrá la llave tras las elecciones del 2 de diciembre.
Si suman el 2 de diciembre, PP y Cs gobernarán juntos o colaborarán en alguna forma de gobierno, según habían dicho ya los líderes conservadores. En el debate de este lunes con una mano se golpeaban, mientras estrechaban la otra. El candidato de Ciudadanos, Juan Marín, el mismo que le dijo a Moreno que el PP de la "Gürtel y Bárcenas" no tiene "legitimidad para hablar de corrupción", le ofreció formar una mayoría de cambio si suman 55 diputados. "Le aseguro que usted no será presidenta con los votos de Ciudadanos", le dijo a Díaz. Es cierto que no siempre estos compromisos se cumplen, pero a estas alturas Marín ha dicho tanto y tan claramente que no hará presidenta a Díaz que se quedaría sin capital político si cambiara de opinión. A Moreno, en cambio, le dijo: "Si usted y yo sumamos los escaños suficientes nos vamos a poner de acuerdo. Si no provocamos ese cambio, nunca nos lo perdonarán". Marín hizo incluso una alusión a que Moreno podría ser su vicepresidente, a lo que este respondió que "nunca" sería vicepresidente de Marín.
Mientras la oposición le recordaba los 40 años que podría cumplir el PSOE en el Gobierno en 2022, la presidenta reivindicó su gestión desde 2013 –"Andalucía está mejor que hace cinco años"– y pidió una "amplia mayoría" para que "nadie bloquee el avance de esta tierra", en referencia al incierto panorama electoral que describen las encuestas, con victoria del PSOE y los tres partidos de la oposición disputándose la segunda posición. También reprochó al candidato de Ciudadanos, Juan Marín, que tras una legislatura de apoyo ahora olvide "todo lo bueno que hemos hecho juntos". Los tres candidatos de la oposición se presentaron como la alternativa a Díaz. Teresa Rodríguez, candidata de Adelante Andalucía, la coalición que aglutina a Podemos, IU y fuerzas andalucistas, ofreció un cambio "profundizando en políticas progresistas" y en los "valores" del "pueblo andaluz", entre los que citó "la protección del más débil, el trabajo y la honestidad".
El folio de Marín
El plato fuerte de la noche fue la pugna entre Moreno y Marín. "Nada", escribió en un folio en blanco el habitualmente circunspecto Marín, en un gesto muy medido con el que pretendía decir elocuentemente lo que el PP había aportado a Andalucía en la oposición desde 1982. Era su forma de responder a las –previsibles– acusaciones de Moreno, que señala a Ciudadanos como cómplice del PSOE por haber sido su socio de legislatura durante tres años (2015-2018). Marín había criticado a Susana Díaz. Moreno saltó: "Usted dice 'su gobierno' a Susana Díaz. Pero su gobierno es también su gobierno, señor Marín". Ahí fue cuando Marín hizo el gesto del folio. "Esta obsesionado con Ciudadanos. Yo no le digo a los andaluces que le vamos a bajar los impuestos como usted, les digo que ya se los hemos bajado. Y lo hemos hecho desde la oposición, no a cambio de prebendas y sillones, como era costumbre".
También se enfrentaron Moreno y Marín por la corrupción. Moreno, que afirmó que "sólo hay un partido que garantiza el fin de la corrupción", en referencia al PP, acusó a su adversario de "traicionar" a sus votantes después de haberlos "ilusionado", así como de tapar casos de corrupción. "¿Dónde estaba usted en la Faffe, en los ERE? ¿Qué ha hecho usted?". "Yo le digo dónde estaba –respondió Marín–. Estaba en mi casa. Usted estaría en el Parlamento. Su partido no es el que tiene más legitimidad para hablar de corrupción". En el bloque específicamente dedicado a la corrupción la dinámica fue de tensión entre ambos: Moreno acusaba a Marín de haber callado, mientras Marín le recordaba la Gürtel. Díaz intervenía para subrayar que los casos de corrupción en Andalucía son anteriores a su llegada al Gobierno en 2013. "En cinco años, ni una mancha", decía Díaz. No defendió –como otras veces– a Manuel Chaves y José Antonio Griñán, los expresidentes andaluces sentados en el banquillo por el caso ERE. Rodríguez vinculó al PSOE con el "clientelismo" y con una cultura de apropiación de las administraciones públicas.
Partitura cambiada
Díaz estuvo más dura con Moreno que con Marín, aunque a este le reprochó la crítica a la gestión del PSOE cuando hasta después de verano eran socios: "Pensaba que se le había olvidado todo lo bueno que hemos hecho juntos". "No soy peor que la de hace tres años y medio. Cuando usted ha colaborado tres años y medio conmigo no pensaría que en mi gobierno había corrupción. Le obligan ahora a sobreactuar por los intereses de su jefe de filas", añadió.
Fue precisamente Marín, el fiable socio de Díaz durante la última legislatura, el que intentó darle a Díaz en el punto más débil de su trayectoria política: su frustrado intento de ocupar la secretaría general del PSOE. "Usted no quiere estar en este debate. Usted quiere estar en Madrid.Sus compañeros le dieron la espalda. Fueron ellos. El PSOE le dio la espalda a Susana Díaz. A Andalucía usted la ha tenido y la tiene como segundo plato". Díaz respondió: "Se le ve impostado cuando me habla de mayo de 2017. Me recuerda aquella canción que decía 'cómo hemos cambiado, qué lejos ha quedado aquella amistad'. Usted ratificaba entonces mi compromiso. Hoy le mandan leer otra partitura, lo lamento porque sabe la estima que le tengo".
La "soledad" de Díaz
Teresa Rodríguez, que ha protagonizado sonados enfrentamientos con Díaz, bordeando ambas la desconsideración personal, se mostró crítica pero midiendo mucho el tono. Criticó a Díaz el discurso "triunfalista" y que acabe aceptando la agenda política que le propone la derecha en materia fiscal. Y propuso medidas contra la precariedad laboral, contra el alza en el alquiler y la acumulación de vivienda en manos de inversores internacionales, todo ello inserto en un cambio de modelo productivo y anclado en la reivindicación del andalucismo. "¡Viva Andalucía libre!", se vino arriba al final.
Díaz la acusó de haberla "dejado sola" toda la legislatura, siendo "muleta de la derecha". Rodríguez culpó a la presidenta de ese distanciamiento. "Usted ha preferido a la derecha. Dio un golpe de Estado dentro de su partido para hacer presidente a Mariano Rajoy". Fue el momento más tenso entre ambas. No es que construyeran juntas ningún escenario de entendimiento seguro como en la derecha, pero no derribaron ningún puente. Díaz dejó sin responder la acusación de "golpe de Estado" en el seno del PSOE y no hizo ninguna alusión a cuestiones internas de Podemos o de Adelante Andalucía, que ha utilizado frecuentemente en otras ocasiones. Sí hubo una ocasión en que trató de presentarse en una posición central "entre dos bloques", uno a su izquierda y otro a su derecha, aunque no insistió en esta idea.
El hilo verde y blanco o Cataluña
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Rodríguez reivindicó el hilo "verde y blanco" de las manifestaciones del 4 de diciembre de 1977 y el referéndum de autonomía del 28 de febrero de 1980. Su discurso intentó ser el más emotivo. Habló de la Andalucía que hay "en nuestros corazones", dijo que la política es "un acto de amor". Y protestó cuando Marín dijo que los presupuestos generales del Estado se están negociando "en una cárcel". "Cataluña, Cataluña, Cataluña. ¿Y Andalucía pa cuándo?".
Ahí, en el debate territorial, no discreparon Moreno y Marín: ambos atacaron a Díaz porque Sánchez gobierna con el apoyo de independentistas catalanes. El candidato del PP intentó que Díaz respondiera de plano a la pregunta de si España es "plurinacional", como solía afirmar Pedro Sánchez. Era un intento de enfrentarlos a ambos. Díaz, habitualmente directa, respondió con rodeos. "Todo el mundo sabe lo que yo pienso", afirmó, antes de acabar aclarando que no cree que las naciones deban ser Estados. La presidenta no tiene la menor intención de que afloren discrepancias políticas entre ella y Pedro Sánchez en plena campaña.
Susana Díaz acusó a los líderes de PP y Cs de "crispar" con el tema catalán y aprovechó para darle a Moreno en un lugar delicado al decirle que Mariano Rajoy aplicó tarde el artículo 155. Teresa Rodríguez insistió en que "las banderas no se comen" y cuestionó el "patriotismo" de quien "tiene dinero en paraísos fiscales y entregan la riqueza a multinacionales extranjeras". Su discurso es que Cataluña es una cortina de humo para no hablar de los problemas de los andaluces. Está por ver qué peso tiene la crisis catalana en las urnas autonómicas andaluzas.
Los candidatos del PP, Juan Manuel Moreno, y Ciudadanos, Juan Marín, evidenciaron este lunes en el primer debate electoral la lucha encarnizada que se libra en el campo de la derecha, donde ambos partidos se juegan el liderazgo conservador. Se enzarzaron más entre ellos que con la presidenta de la Junta de Andalucía, la candidata socialista, Susana Díaz. Pero con una paradoja. A pesar de su continuo choque, quedaron convocados a un acuerdo, aunque las encuestas indican que entre ambos no alcanzarían los 55 diputados, el límite de la mayoría absoluta, cifra que sí auguran los sondeos al PSOE y Adelante Andalucía. Aunque Susana Díaz y la candidata de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez, no se emplazaron a ningún acuerdo, evitaron mostrarse beligerantes la una con la otra. Quedó esbozado un terreno de juego donde se delimitan espacios claramente delimitados a izquierda y derecha. Moreno y Marín dejaron sin responder la pregunta de Díaz sobre si, en caso de no tener mayoría de gobierno, "bloquearían" su investidura. Díaz no le hizo esta pregunta a Rodríguez, que previsiblemente tendrá la llave tras las elecciones del 2 de diciembre.