El PSOE es un hervidero de emociones en estos momentos. La indignación y decepción es patente por el caso Ábalos, pero a la vez se cimenta la idea de resistencia ante la ofensiva de la oposición. En La Moncloa, en Ferraz y en las federaciones están preparados para meses duros con la idea de que tienen que enfrentarse a esa proclama de José María Aznar de “el que pueda hacer que haga”, que han tomado por bandera la derecha política, mediática y parte de la judicial.
En los análisis internos que hacen en el Ejecutivo y en el partido no hay paños calientes. Sostienen que la oposición busca la caída de Pedro Sánchez y del Ejecutivo sin miramientos y subiendo todavía más las revoluciones de un irrespirable clima político. A fuego se han quedado grabadas las palabras del portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado: “Nuestra obligación es acabar con este Gobierno y lo vamos a hacer con todos los medios a nuestro alcance”.
En público se guardan las formas y se recalca el respeto a las decisiones judiciales, pero en privado miembros del Gobierno y de la cúpula socialista critican la deriva de algunos jueces, como ha pasado en relación al rechazo de la querella interpuesta por la Abogacía del Estado por supuesta prevaricación del magistrado Juan Carlos Peinado o el auto del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que encausa al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por supuesta revelación de secretos respecto a la pareja de Isabel Díaz Ayuso, Alberto González Amador, defraudador confeso.
"Autos con puntos suspensivos"
Aunque en el Gobierno y en Ferraz predicen que la investigación del fiscal general del Estado quedará en nada, al igual que la pieza relativa a la mujer del presidente del Gobierno, sí reflexionan los socialistas que estas causas se van a dilatar en el tiempo y seguirán siendo munición política para el PP, Vox y la derecha mediática. Algunos dirigentes socialistas incluso no descartan que se vaya a llamar como investigado al presidente del Gobierno. Como señala uno de ellos: “Es que estamos viendo autos incluso con puntos suspensivos”.
A pesar de estos embates, en el complejo presidencial creen que es posible aguantar la legislatura. “Quedan mil días”, suele reiterar el presidente del Gobierno. Y la gran prueba de ello será la tramitación de los Presupuestos. Una votación que hace un mes se daba por perdida incluso antes de aprobar el proyecto en el Consejo de Ministros, pero que ahora puede salir por el trabajo de negociación discreta que se está dando con los grupos parlamentarios. Los socialistas piensan que puede haber luz verde una vez se despeje el calendario congresual de ERC y de Junts en las próximas semanas.
El PP, a pesar de los titulares apocalípticos, también prevé que haya Presupuestos (lo confesó el propio vicesecretario Elías Bendodo en una reunión a puerta cerrada en el Senado con cargos regionales de su partido). Pero los socialistas indican especialmente que los populares van a utilizar los casos investigados y subir el pistón todavía más para crear un “clima generalizado” de corrupción. Altas fuentes socialistas analizan que los populares buscan “el hastío” de los ciudadanos porque han llegado a la “conclusión de que desmoviliza más a la izquierda”. Por eso vaticinan respecto a las sesiones en las Cortes de los próximos meses: “Esperamos un circo”.
"No es 'y tú más'. Es la noche y el día"
En el Gobierno indican que van a contestar “con contundencia” ante las acusaciones de los populares. Como señalan fuentes de La Moncloa: “Esto no es un ‘y tú más’. Es que es la noche y el día cómo actuamos ante cualquier sospecha de corrupción. A los cinco días le pedimos el acta a Ábalos. Hubo gente que incluso criticó al presidente por ser tan duro con él”.
Saben también en Ferraz y en La Moncloa que se enfrentan a un caso en el que el PP quiere hacer calar la imagen “de bolsas de basura entrando en Ferraz” y de “lingotes de oro” en maletas en el aeropuerto. Por eso, se afanan en distanciarse y poner frente al espejo a los populares: “El Partido Popular tiene 39 causas abiertas en la justicia”. “Nadie está libre de encontrarse con un caso de corrupción en sus filas. La única garantía para los ciudadanos es saber que se afrontará con decisión. En el PP, se afronta diciendo que no se habían fijado en el Jaguar que había en el garaje”, emiten desde la sala de máquinas de los socialistas.
Ver másEl bloque de la investidura avanza en los Presupuestos y no se resiente ante la ofensiva de la derecha
Los socialistas son conscientes de que los casos de corrupción son muy sensibles para el electorado progresista. La abstención suele perjudicar a la izquierda, como se evidencia en el informe para la Fundación Alternativas, de Manuel Trujillo y Braulio Gómez, que remarca que en la zonas más obreras y de menor renta hay mayor abstencionismo que en las áreas ricas que apoyan en masa a la derecha. Es decir, ese “hastío” por la política se contagia más entre los que tienen menos ingresos. Además, en las elecciones generales, aunque no es una regla que se cumpla siempre, la derecha suele ganar cuando la abstención es mayor y supera el 30%.
A los socialistas les intranquiliza que se genere un clima oscuro como sucedió durante las elecciones municipales y autonómicas del 28M, donde el partido sufrió un gran varapalo y se tiñó de azul prácticamente casi todo el mapa regional en el país. Además, según el último barómetro del CIS, la fidelidad de los votantes de la derecha está en porcentajes superiores a los progresistas (especialmente el problema de movilización está entre aquellos que metieron la papeleta de Sumar, y el el PP tiene una retención de voto de tres puntos por encima del PSOE).
Durante estos días, el PSOE quiere dejar de manera clara que no sabía nada de lo que hacía su secretario de Organización, especialmente por parte del presidente del Gobierno. Sánchez siempre ha remarcado que apartó a Ábalos en la crisis del verano de 2021 porque el Ejecutivo estaba “quemado” tras la gestión de la pandemia. En aquel cambio cayeron otras piezas importantes como la entonces vicepresidenta primera, Carmen Calvo, y el jefe de gabinete, Iván Redondo. Una de las dudas que hay es hasta dónde sabía Sánchez qué pasaba. Diferentes fuentes socialistas apuntan a que al presidente sí le habían llegado comentarios sobre la vida personal de Ábalos, pero nada sobre la operación bajo sospecha con el material sanitario. Un dirigente lanza esta reflexión: “¿Peró cómo iba a meterlo luego en las listas del 23-J si hubiera tenido una mínima sospecha?”
El PSOE es un hervidero de emociones en estos momentos. La indignación y decepción es patente por el caso Ábalos, pero a la vez se cimenta la idea de resistencia ante la ofensiva de la oposición. En La Moncloa, en Ferraz y en las federaciones están preparados para meses duros con la idea de que tienen que enfrentarse a esa proclama de José María Aznar de “el que pueda hacer que haga”, que han tomado por bandera la derecha política, mediática y parte de la judicial.