Barcelona no sabe qué hacer todavía con Las Ramblas para rescatarlas del turismo masivo y la gentrificación

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Las Ramblas de Barcelona encaran su futuro con el reto de luchar contra la gentrificación y el impacto turístico y recuperar el terreno perdido para los vecinos y vecinas. La avenida más conocida de la ciudad ha sido en muchas ocasiones también un reflejo del momento vital de la capital catalana. Por eso bajo sus adoquines no sólo hay la playa, como rezaba el lema de mayo de 1968. Hay los sedimentos de un espacio usado por siglos por la ciudadanía residente en Barcelona.

La sociedad ha tomado allí el espacio público en algunas de las movilizaciones más importantes del último siglo. Desde cuando en 1936 las milicias obreras de la CNT, POUM y PSUC ocuparon gran parte de los principales edificios de la calle, pasando por la primera manifestación LGTBIQ de España, las protestas del 15M o del procés independentista.

No obstante, desde hace años, la arteria más pisada de la ciudad condal no pertenece a los barceloneses y barcelonesas. La calle no es capaz de digerir los 15,6 millones de turistas al año que pasan por la ciudad, una cifra que multiplica por diez su población local. Ahora, el ayuntamiento de Barcelona tiene en marcha las obras para remodelar Las Ramblas, que prevén finalizar en 2027. Por eso si hay algún momento para cambiar el rumbo de ese espacio público y devolver parte de la calle a sus vecinos y vecinas, ese momento es ahora.

El Ayuntamiento de Barcelona lleva dos años de obras, pero unos cuantos más pensando cómo abordar el reordenamiento urbanístico. El anterior consistorio de Ada Colau otorgó a un equipo pluridisciplinar de arquitectas, antropólogos y personas expertas en turismo, entre otros, el encargo de idear la transformación global. Tras ganar el concurso internacional, el equipo de 18 personas de kmZERO desarrolló 53 propuestas en las que la participación ciudadana tenía un eje importante. Las obras se ralentizaron al final del anterior mandato pero el actual Ayuntamiento de Barcelona ha pisado el acelerador y quiere terminar las obras antes de la siguiente convocatoria electoral. A lo largo de los tres años que durarán las obras, el actual consistorio deberá decidir en qué medida se llevan a cabo acciones que acompañen a la construcción de Las Ramblas para frenar el impacto turístico en la calle y si sigue la senda del trabajo iniciado por el equipo kmZERO.

Definir la transformación

Hasta la fecha las propuestas que se conocen para llevar a cabo la transformación global son las que hizo kmZERO. Medidas que pasaban por la lucha contra la gentrificación y acciones para un turismo sostenible

El equipo propuso la movilización de pisos vacíos y la declaración de la zona como ámbito de rehabilitación y conservación. Medidas destinadas a preservar los derechos de inquilinos de larga duración y reducir el riesgo de la descohesión social y una ordenación urbanística singular que preserve el uso de vivienda habitual por encima de otros. También delimitar espacios públicos temporales para usos vecinales y un nuevo plan de usos para La Rambla.

De momento el ayuntamiento ha suspendido el otorgamiento de nuevas licencias comerciales en la calle hasta que el plan de usos esté hecho. Uno de los objetivos es frenar la proliferación de tiendas growshops, de accesorios de móviles y salones de pedicura y manicura para proteger el comercio de proximidad

El comisario del Pacto para Ciutat Vella, Iván Pera, afirma que en los próximos días el ayuntamiento presentará el nuevo plan de usos de Les Rambles y de Ciutat Vella junto a una comisión de seguimiento del plan. Iván afirma que lo que aportó kmZERO ha entrado en el debate, pero que es un debate “en el que ahora se está poniendo todo sobre la mesa” con “hoteleros, restauradores, comerciantes o vecinos de asociaciones culturales”. Un plan de usos que será decisivo para “definir qué queremos que pase en Las Ramblas y qué políticas hacemos para incentivar que pase”, remarca Iván Pera.

El consistorio anterior también aprobó un decreto para limitar los grupos turísticos a 20 personas que Collboni mantendrá hasta 2028, fecha para la cual el alcalde se ha comprometido también a no renovar las licencias de pisos turísticos de la ciudad, lo que eliminaría 709 pisos turísticos del distrito Ciutat Vella.

Una de las personas que más tiempo lleva pensando cómo transformar Las Ramblas es Itziar González, exregidora de Ciutat Vella e impulsora de kmZERO. La arquitecta se muestra contenta con el esfuerzo del ayuntamiento para agilizar las obras pero critica que no se esté dando continuidad al proceso participativo Comunidad Rambla, que reunía a 500 personas entre entidades, vecinos y personas vinculadas con la arteria de la ciudad para participar de su proceso de transformación. La arquitecta opina que ahora la interlocución del ayuntamiento con la ciudadanía se limita a la asociación Amics de Les Rambles y pide que se respete el codiseño producido por la Comunidad Rambla.

Precisamente esta semana, la asociación ha presentado el Observatorio Rambla, un organismo que se encargará de aportar datos cuantitativos sobre el perfil de personas que consumen y transitan por Las Ramblas. “Hay datos que son muy interesantes de qué es lo que se vende”, explica Ángel Díaz, vicepresidente de Amics de Les Rambles. El Observatorio permite “conocer qué es lo que prefieren los franceses, qué prefieren los norteamericanos, los italianos o los españoles a la hora de hacer una actividad”, resalta Díaz. “No le puedes estar vendiendo lo mismo a todos”, concluye.

Una de las conclusiones que expuso el observatorio durante su presentación pública fue que en Las Ramblas viven más personas extranjeras que locales. Según los datos que manejan, un 52% de la población es de fuera, la mayor parte de ella europea, asiática y americana.

Para el análisis de las personas que transitan en Las Ramblas la asociación ha puesto en marcha cinco sensores que contabilizan las personas que pasan por la calle y prevén hacer informes periódicos que recojan las actividades económicas que hay en ella y en sus cercanías. Con estos datos en la mano, el reto siguiente para el ayuntamiento será decidir la gestión de los espacios de gran afluencia como Las Ramblas, que concentran 120 millones de transeúntes al año, pero también para otros espacios de Ciutat Vella como el mercado de La Boquería.

Los espacios asesores

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Con la segunda fase de las obras empezada de las tres proyectadas, esta semana se han empezado a conocer los espacios de reflexión con los que cuenta el ayuntamiento para transformar Las Ramblas. Collboni tendrá un consejo asesor llamado ‘Rambla i Ciutat’ presidido por el joyero y director del MNAC Joan Oliveras, que presentará entre finales de noviembre y diciembre los veinte nombres que formarán parte del consejo. El órgano “trabajará para hacer propuestas sobre la oferta cultural o comercial” pero también para “la gestión del turismo”, explica Iván Pera, comisario del Pacto para Ciutat Vella. 

El comisario también explicó que algunos de los referentes la transformación actual son los actores con los que han hablado para el desarrollo del plan de usos de Ciutat Vella y Les Rambles y la comisión del seguimiento del plan que será presentada en breve.

Finalmente el recientemente constituido consejo asesor del Pacto por Ciutat Vella también será un órgano consultor relevante para el comisario del Pacto, Iván Pera. El Pacto tiene el encargo de planear una transformación del distrito para la próxima década y contará con un consejo presidido por Beatriu Carbonell, expresidenta de la asociación de comerciantes y vecinos de Santa Catarina. Iván Pera respondió a la queja de 30 entidades que en julio dijeron que el Pacto era una “imposición” a que algunas de ellas ya están integradas en el Pacto y el ayuntamiento tiene reuniones con ellas.

Las Ramblas de Barcelona encaran su futuro con el reto de luchar contra la gentrificación y el impacto turístico y recuperar el terreno perdido para los vecinos y vecinas. La avenida más conocida de la ciudad ha sido en muchas ocasiones también un reflejo del momento vital de la capital catalana. Por eso bajo sus adoquines no sólo hay la playa, como rezaba el lema de mayo de 1968. Hay los sedimentos de un espacio usado por siglos por la ciudadanía residente en Barcelona.

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