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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Rita Maestre: "Almeida es vasallo y pelota con la Casa Real, sus 50 genuflexiones fueron patéticas"

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Rita Maestre confiesa que se encuentra "fuerte y enérgica". Se pasa el día visitando barrios y distritos. Percibe una ciudad de Madrid en la que los ciudadanos ven cómo se les expulsa de sus casas compradas por fondos buitres y por la “lacra” de los pisos turísticos. Especialmente le duele cómo está desapareciendo el comercio local. El Ayuntamiento capitalino, critica, está volcado en los grandes eventos y en el turismo.

La portavoz de Más Madrid en el Ayuntamiento encara de frente todos los temas. Califica de “vasallo” el comportamiento del consistorio durante la celebración de los diez años de la proclamación de Felipe VI y ve una actitud “homófoba” del alcalde respeto a la organización del Orgullo LGTBi. Todo ello en unos días en los que la izquierda reflexiona tras el batacazo de las elecciones europeas. Su receta es clara y pasa por una mayor participación de los partidos con arraigo en el espacio de Sumar y por empujar en el Gobierno central con políticas reales y efectivas.

Ha pasado un año desde el inicio de la última legislatura con mayoría absoluta del Partido Popular en Madrid y estamos a las puertas del debate sobre el estado de la ciudad. ¿Cómo está la urbe un año después?

Diría que igual de mal para la mayoría de la gente. Es una ciudad muy entregada a los fastos, a las grandes celebraciones, a los grandes eventos y al turismo. Y en ese sentido, una ciudad que ha abandonado barrios enteros y a vecinos que ven cómo su casa la compra un fondo buitre y se tienen que ir o cómo los comercios locales desaparecen. Además, hay prioridad para determinados distritos y barrios del centro y del norte y muy poca para la mayoría.

¿La vivienda sigue siendo el principal problema de los madrileños? 

Diría que es no sólo el principal problema, sino el gran agujero negro de las políticas del Partido Popular aquí en Madrid. Llevan veinte años gobernando. Es patético echarle la culpa a una ley que ellos mismos no están aplicando, a Manuela Carmena que dejó de ser alcaldesa hace cinco años o a un señor socialista que pasa por allí. Es evidente que quien gobierna durante veinte años tiene responsabilidad en que en Madrid el precio de la vivienda en el último año haya aumentado un 14% y en que destinemos más del 40% de renta de media a pagar nuestra vivienda (en algunos sitios está por encima encima del 50% y del 60%). A pesar de lo que quieren contar, no es un problema de jóvenes, sino que a los 35, a los 40 o a los 60 y pico no te puedes separar porque es difícil en Madrid pagarte un hogar para ti solo. Almeida dice que está construyendo viviendas que dentro de veinte años existirán. En ese tiempo habrá mucha gente que se habrá tenido que ir de esa ciudad porque en ese momento en Madrid el saldo hacia otras comunidades es negativo. Sale más gente de Madrid de la que entra porque aquí no se puede vivir. 

La vivienda es el gran agujero negro de las políticas del PP de Madrid

Apenas hay grandes manifestaciones sobre este tema. ¿Será la vivienda la principal flaqueza de este gobierno municipal? ¿Ve a la sociedad movilizada o resignada a pagar lo que tenga que ser?

Creo que desgraciadamente en España ha habido un consenso durante mucho tiempo entre los dos grandes partidos sobre vivienda. Un poco la idea que se manejaba era que no importaba que los precios subieran porque todo el mundo aspiraba y acababa comprando una vivienda con sufrimiento durante cuarenta años. Pero ese consenso no lo rompe ninguno de los grandes partidos, sino la realidad de una crisis inmobiliaria que arrastra a millones de personas a una situación muy complicada en todo el país. A eso no podemos volver. 

¿Cómo se debe afrontar esta situación?

Creo que es muy importante exigir y reclamar al Partido Popular, pero también al PSOE dentro del Gobierno de España. Seguir pensando que esto es un problema de jóvenes en las grandes ciudades es una forma muy parcial de afrontarlo. Aquí hay que ser valiente. El PSOE tuvo muchas dificultades para aceptar esa primera ley de vivienda. Nosotros le planteamos que era necesario, por ejemplo, obligar a la declaración de las zonas tensionadas para que las comunidades autónomas del PP no pudieran boicotear esa ley como efectivamente está sucediendo. El resultado es que allí donde se está aplicando esa ley, como Cataluña, los precios suben mucho menos. La diferencia, según el informe de Fotocasa, es que el incremento en Madrid es del 14,4% y en Cataluña del 0,8%. Hay que ser valientes, exigentes y acompañar a la movilización social. Todavía no es masiva, pero va creciendo. Hay un Sindicato de Inquilinas en Madrid que va trabajando de forma muy precisa y muy aterrizada. Muy calle a calle, organizando a la gente. Por ejemplo, ha empezado una campaña contra los pisos turísticos en Madrid, que son una lacra que literalmente sacan a la gente de las viviendas y las convierten en negocios. Hay 17.000 ilegales en la ciudad.

Habla de fastos y de grandes eventos, ¿qué le parecen los que se ha vivido estos días al hilo de los diez años de la proclamación de Felipe VI?

Pues como estar en esta ciudad pero hace mucho tiempo, siendo mucho más Corte que Villa. Y con un gobierno vasallo y pelota. Almeida  hizo 50 genuflexiones, que a mí me parecen bastante patéticas. Si quiere ganar puntos con su familia política, pues que se lo pague con dinero y no con los impuestos de todos los madrileños. 

¿Llegará la princesa Leonor a reinar?

No podemos medir la tendencia entre los jóvenes y una gran mayoría de los españoles porque hace una década precisamente se dejó de preguntar desde el CIS cuál era la aprobación de la monarquía, justo en el momento en el que las encuestas empezaban a dar más ciudadanos en contra de una casa real encabezada por el campechano, pero también ladronzuelo, rey Juan Carlos. Así que ahora mismo no podemos saberlo a ciencia cierta. Lo que sí conocemos a través de otras encuestas es que entre los jóvenes hay una amplísima mayoría que no entienden lo que es una monarquía en el siglo XXI.

Estamos en unos días de análisis sobre lo que pasó el 9J. Hablaremos del futuro, ¿pero qué reflexión hace del batacazo que sufrió el espacio de Sumar?

Unas elecciones en clave plebiscitaria tienen dos beneficiados: quien lo plantea así y quien se defiende. En mi opinión, convertir las elecciones europeas como hicieron la derecha y los socialistas sobre si se está a favor o en contra de Pedro Sánchez y su mujer es una frivolidad y tiene efectos en el resto de fuerzas políticas porque tiene más dificultades quien ni es Pedro Sánchez ni quiere cambiarlo. Es la principal explicación de unos resultados muy mejorables y malos. Lo digo sin paliativos. Una vez asumido ese golpe, hay que ponerse a trabajar.

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, ha decidido dejar su cargo orgánico en movimiento. Sumar. ¿Le parece suficiente esta asunción de responsabilidades?

Me parece que tenemos que pensar todos en lo que hemos hecho y en cómo lo hemos hecho. Y sobre todo, como digo, en asumir el golpe y ponernos a trabajar para mejorar. En ese sentido, las principales acciones que hay que tomar, en mi opinión, tiene que ver con, por una parte, equilibrar las decisiones dentro de la coalición de Sumar, dándole el peso que tienen por una cuestión de conocimiento del territorio a las fuerzas políticas sólidas y existentes que hay en España. Sé que estamos en un momento en el que es fácil caer en el pesimismo, pero hay fuerzas políticas de izquierdas en casi todas las comunidades autónomas arraigadas en territorio, con cuadros, con presencia en los distritos y en los municipios. Así es el caso de Más Madrid. Eso es algo que hace diez años no existía y que hoy nos permite tener una pata muy sólida desde la que trabajar.

¿Y la otra pata?

Esto no tiene solo que ver con Yolanda Díaz, sino con todos y con todas. Tenemos que retomar el rumbo político, volver a utilizar la política como nuestra brújula y también una agenda transformadora que nos permita mirar más allá. Hoy estamos hablando de la reducción de la jornada laboral de 37,5 horas. Hace cuatro años desde Más Madrid lo proponíamos y no estábamos en el Gobierno. Lo que estábamos haciendo era anticipar debates que en su momento se entendían poco y que se han convertido en una realidad, pero es muy importante que a nivel madrileño y también estatal seamos capaces no solo de defender al Gobierno, sino también de mirar más allá a los retos que tenemos por delante. Hay que ser valientes y empujar un Gobierno que estaría aprobando peores y menos cosas si no estuvieran Mónica García, Yolanda Díaz, Sira Rego, Ernest Urtasun y Pablo Bustinduy.

Una vez asumido el golpe del 9J, hay que ponerse a trabajar

Citaba a Mónica García. Muchas personas, después de estos días del 9J, la están mirando como posible candidata en unas elecciones generales. Estamos en una legislatura incierta y podríamos tener comicios adelantados si no se resuelve el embrollo del Govern catalán. ¿La ve como número uno de la lista del espacio de Sumar?

Mónica García es la mejor ministra que ha tenido este país en mucho tiempo. Diría que ha vuelto a poner las políticas de sanidad, que habían quedado muy delegadas en las comunidades, en una mirada estatal. Trae cada vez algo bueno y nuevo al Consejo de Ministros. Está 100% dedicada a eso y a liderar Más Madrid, que es una fuerza política cuya principal hoja de ruta y objetivo es sacar al PP de Madrid. Esta va a ser su tarea en los próximos tiempos. No tengo ninguna duda.

Es decir, ¿en Madrid?

Sí y en el Ministerio de Sanidad.

¿Qué le parece la experiencia que estamos viendo en Francia de un Frente Popular? ¿Tiene algo que aprender la izquierda en España de lo que está ocurriendo allí teniendo en cuenta que evidentemente se hace con unas particularidades de un sistema electoral? 

Son muy importantes las particularidades. No puedo hablar lo que tiene que hacer la izquierda francesa, ni portuguesa, ni italiana. Diría también que la experiencia española nos enseña algunos ejemplos recientes: juntar a mucha gente solo por juntarla no sale necesariamente bien y las cosas salen bien cuando lo que guían los acuerdos y las coaliciones son los proyectos políticos. Por eso decía antes, para mí lo más importante que tenemos que hacer ahora es que la política vuelva a ser la brújula de la coalición electoral y de la ofensiva que tenemos que seguir haciendo. Creo que a la extrema derecha, aquí y allá, y al avance de las derechas difícilmente se gana pensando en sumar dos aquí o allá. Se gana cuando uno no está a la defensiva, cuando no está recogiendo ovejitas, sino que piensa a lo grande, defiende a lo grande y moviliza a lo grande. Porque también creo que solo las grandes ideas, los grandes valores y los grandes momentos son los que consiguen movilizar. Y por eso, reitero, me parece muy bien lo que hacen en Francia. Entiendo que tienen particularidades específicas y le deseo todo lo mejor porque una victoria de la derecha allí sería una noticia realmente penosa para el conjunto de europeos, pero también defiendo que aquí tenemos nuestras particularidades y tenemos que buscar lo que sea mejor aquí.

En su reflexión hay implícita una referencia a Podemos, ya que el Movimiento Sumar deja de ser una especie de paraguas y un supuesto motor. Ahora es más una unión de partidos. ¿En este nuevo contexto usted descarta un entendimiento con los morados?

Lo que creo es que hay, como decía antes, que unirse cuando uno tiene en común objetivos y rumbos. 

Lo más importante es que la política vuelva a ser la brújula de la coalición electoral

Da la sensación de que en las políticas sí se podría poner de acuerdo, ¿no?

Bueno, creo que hay fuerzas políticas que han elegido en este momento quizás canalizar más el enfado que proponer alternativas. No lo digo como una crítica, sino como una decisión estratégica. Me parece que está ahí. Y desde luego, no es ni mi opción ni la de Más Madrid, sino que pensamos que desde el Gobierno se pueden cambiar las cosas. Son caminos paralelos y compatibles. Cada uno tiene que dedicarse a ello desde el respeto de la autonomía de la fuerza política.

¿Cómo analiza el fenómeno de Alvise Pérez con 800.000 votos y sin haber participado del trampolín que dan los medios tradicionales y los debates televisados?

Es un fenómeno que venía gestándose. Llevamos tiempo diciendo que existe una esfera virtual donde, especialmente en el ámbito masculino, se organiza el enfado, el hartazgo y el cabreo. Estamos hablando de los 'criptobros', de los 'gymbros' y de los youtubers de extrema derecha y contra las feministas. Cuando se presenta alguien representando electoralmente eso, no está inventándose de la nada y viene de mucho antes. Creo que ese hartazgo y cansancio se organiza, como siempre en la ultraderecha, contra los más vulnerables. La mayor parte de los discursos de esta persona tienen que ver con un odio a las personas de origen migrante. Parece muy distinto, pero en realidad es una postura de extrema derecha de toda la vida y a la que hay que mirar con preocupación. El escenario europeo da algunas esperanzas pero también preocupaciones. Tomarnos la tarea de defender los consensos constitucionales y democráticos, pero igual de importante es que nosotros sigamos siendo exigentes con la vida de hoy y con la idea del futuro. 

Parece distinto, pero Alvise es en realidad una postura de extrema derecha de toda la vida

¿Cómo se hace frente a esto?

Ni a la extrema derecha ni a Alvise Pérez se le hace frente diciendo que es el Gobierno más progresista de la historia y ques somos geniales. El alquiler en Madrid, Barcelona o Alicante se come el cincuenta por ciento del salario de una familia normal. Nuestra mejor defensa no es el análisis, sino las políticas reales y efectivas y la capacidad de no ser complacientes y de no quedarnos tranquilos en lo que estamos haciendo. Hay que asumir que hay muchos problemas en España, especialmente entre los jóvenes. No le podemos dejar esos problemas, ni su enunciación ni su solución a gente que lo único que quiere es amar un poco el lío y hacerse famoso.

España siempre ha sido un país muy europeísta transversalmente. Hasta ahora se trataba la migración de una manera menos populista y con menos impacto. Ahora la extrema derecha insiste mucho en la criminalización de los migrantes. ¿Puede llegar a calar?

Leía el otro día a César Rendueles sobre la política del rencor y de cuánto de eficiente es. En política es más fácil a veces odiar que amar, algo que demuestra la dinámica de redes sociales. Todo ahí funciona mejor con un mensaje en negativo. A mí eso me parece preocupante. Creo que la conversación pública ha derivado en general hacia un intercambio hostil que genera más ganas de ver pelea. Y creo que la extrema derecha efectivamente siente que en ese generar odio contra el último hay un caldo de cultivo. Y lo hay. Esa es la pregunta que nosotros tenemos que hacernos y la respuesta que nosotros tenemos que dar. Si no es la izquierda, ¿quién va a responder a eso? Hay que responder por qué hay gente que sigue sintiendo en este país que no llega a fin de mes, que tiene problemas para pagar la hipoteca o que no sabe qué hacer con su vida ni tiene esperanza de un trabajo digno en un país rico como el nuestro.

¿En Madrid hay un problema con la migración?

Diría que el mayor problema que tiene Madrid con la migración son los varios centenares de multimillonarios que se han comprado la residencia y la nacionalidad española a golpe de talonario y de áticos en la calle Serrano. Porque lo que tiene Madrid es una población trabajadora que ha llegado de muchos lugares del mundo y que levanta esta ciudad cada día.

El mayor problema que tiene Madrid con la migración son los varios centenares de multimillonarios que se han comprado la residencia y la nacionalidad española a golpe de talonario y de áticos en la calle Serrano

¿Cree que la legislatura aguantará con la situación en el Congreso dependiendo de tantos partidos?

Sí, la legislatura va a aguantar. Creo que hay muchas políticas en cartera, muchas ganas de hacerlas y muy pocas razones para tirar los dados otra vez. Diría que ninguna. Lo que tiene que hacer el Gobierno es asumir su responsabilidad y creo que todas las partes de esa mayoría parlamentaria, efectivamente difícil, están en lo mismo: maximizar la mayoría y trabajar.

Pero la legislatura está ahora mismo pendiente de la negociación de una financiación singular de Cataluña. ¿Está de acuerdo en que se apruebe algún tipo de medida así?

La financiación autonómica en España ha sido un debate histórico en el que razonablemente diría que cada parte intenta siempre maximizar su beneficio. Creo que la tarea del Gobierno es responder a las singularidades territoriales, que son muchas en España. Cataluña las tiene y también Extremadura. Hay muchas singularidades que atender y también principios de solidaridad, que son las que nos permiten hablar de un país, aunque sea un país de países y no de una suma de comunidades autónomas. La tarea del Gobierno es dirigir también políticamente este debate y que la financiación que todos aportamos a la caja común se distribuya de forma justa y solidaria. Para eso es importante que nadie sienta que es perjudicado con respecto a otros y que a cada uno que siente que tiene menos financiación o menos servicios se le tenga en cuenta como se merece. 

Llevamos casi seis años sin renovar el Consejo General del Poder Judicial. El presidente del Gobierno ha dado un ultimátum: si a finales de junio el PP no accede a pactarlos, se harán cambios junto a Sumar en el Congreso. ¿Hay que actuar ya sobre el CGPJ? ¿Hay lawfare en España?

A mí me vas a contar… que hace siete años estuve denunciada por la Fundación Francisco Franco, por Abogados Cristianos y por otras organizaciones satélites de la extrema derecha, que viven prácticamente de denunciar a las personas de izquierdas y de esperar contar con la complicidad de algún juez por el camino. Creo que es incuestionable que existe en algunos casos una voluntad política en la gestión judicial. Esperanza Aguirre se va a ir de rositas de las 35 causas que su partido tiene abiertas en la Comunidad de Madrid durante los diez años que fue presidenta de su partido y de la región. Ponerse ahora estupendos con que ‘Dios mío, cómo va a haber algún tipo de intención política o de presiones políticas en la justicia’ es tratarnos a todos como tontos. Por supuesto que hay que intervenir de forma urgente y clara. Hay que mandar un mensaje: la ley se tiene que cumplir para todos y, por supuesto, también para los jueces. 

¿Qué sintió ayer la imagen del presidente del Parlamento de Baleares rompiendo la fotografía de Aurora Picornell?

Antes de romperla, hace algo todavía más brutal: coger el ordenador de una diputada socialista y cerrárselo de una forma que puede catalogarse como una agresión. Con una hostilidad y una violencia impropias de personas adultas, de demócratas y de quien tiene que garantizar en una Cámara legislativa que se respeten los derechos de todos los representantes que están allí porque les han votado para defender sus ideas. 

Pasó también en el Ayuntamiento de Madrid con la agresión de Javier Ortega Smith (Vox) contra Eduardo Fernández Rubiño.

Efectivamente hay una normalización de la violencia. Empieza con pasos pequeños y acaba como hace una semana con los diputados de la Lega en Italia a puñetazos contra otro parlamentario que hacía una protesta pacífica, que se tuvo que ir en silla de ruedas. Estamos normalizando en este país que hay un partido que agrede de forma sistemática y otro que se calla porque lo necesita para gobernar. Y sucede con los políticos de izquierdas, pero también con los periodistas. Antonio Maestre y Fonsi Loaiza han tenido que firmar en la Feria del Libro, que es lugar casi por antonomasia de la cultura y del pensamiento libre, escoltados por la Policía Nacional. No porque una muchedumbre quisiera impedir la firma, sino porque neonazis organizados van a perseguirles. Me parece que es intolerable y que tenemos que hacer una llamada de atención grande.

Soy una persona que en general me gusta hacer política desde lo propositivo. Soy dialogante, no soy especialmente una persona a la gresca, pero tampoco me parece que se pueda poner la otra mejilla. Desde todas las instancias, también desde el Gobierno de España, hay que actuar para dejar de normalizarlo. Pero no sólo cuando atacan a la mujer del presidente, sino también a periodistas, a diputados y a personas que lo único que hacen es expresar sus ideas libremente en un país que supuestamente tendría que proteger este ejercicio. 

¿Veremos otra vez un Madrid sin la bandera del Orgullo LGTBi?

No tengo ninguna duda de que una vez más el gobierno de Almeida va a vivir de espaldas a la mayor celebración, manifestación y evento cultural, económico y social que se produce en la ciudad. Es el único gran acto al que el alcalde no va. Está en el fútbol, en la Fórmula 1, en el golf. Justo en el Orgullo siempre tiene algo que hacer. No tiene a bien participar en alguno de los actos durante toda la semana. Hay una evidente homofobia en esa gestión. Un alcalde de Madrid tendría que estar a la cabeza. No hacerlo es una declaración ideológica de intenciones. 

Hay una evidente homofobia en la gestión de Almeida

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Estoy muy enérgica, con muchas ganas y con una red territorial de presencia en la ciudad, en los distritos y barrios que es cada vez mayor. Es lo que más fuerza me da. Si una fuerza política no es organizativa y no tiene presencia, no es nada. Más Madrid es mucho más que una marca, es una fuerza política. Por eso estoy muy fuerte.

¿Como candidata a las elecciones?

Como candidata a las elecciones, pero antes de eso hay muchísimo trabajo que hacer.

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