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4M | Elecciones en la Comunidad de Madrid

La victoria de Madrid impulsa la ofensiva de Pablo Casado para controlar la estructura territorial del PP

Pablo Casado preside la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP flanqueado por Isabel Díaz Ayuso y Teodoro García Egea tras la victoria del 4M.

Fernando Varela

Los resultados lo son todo en política. El fiasco de Cataluña hizo que algunos voces pidieran la cabeza de Teodoro García Egea, mano derecha del proyecto político de Pablo Casado. El líder del PP resistió las críticas y tres meses después Egea está más fuerte que nunca. Primero porque logró neutralizar la moción de censura de Murcia atrayendo al PP a varios tránsfugas de Ciudadanos. Y segundo porque el resultado de Isabel Díaz Ayuso en Madrid les ha reforzado a él, a Casado y a la hoja de ruta que ambos han trazado para conquistar la Moncloa.

Ese cambio de escenario tiene también lectura interna. Desde que se convirtió en presidente del PP, Casado encargó a Egea la tarea de hacerse con las riendas del partido en toda España, también allí donde la influencia de los barones menos afines —los presidentes de Andalucía, Galicia y Castilla y León, Juanma Moreno, Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Fernández Mañueco— están en situación de desafiar el poder de Génova y tratar de conservar su influencia en el la estructura provincial y local del PP.

Desde entonces se han sucedido las tensiones. Egea cambió las reglas de juego tradicionales del partido e impuso un modelo “de abajo a arriba” (primero los congresos provinciales, después los autonómicos y finalmente el nacional) ideado para desmontar el control de los barones. Los tira y afloja se han repetido desde que comenzó el proceso —muy ralentizado por culpa de la pandemia—. En algún caso, como el congreso provincial de Sevilla, el desencuentro —una votación que ganó la candidata de Casado, Virginia Perez, frente al favorito de Moreno, alcalde de Carmona, Juan Ávila— ha acabado con amenazas de denuncia ante los tribunales con una grave acusación de pucherazo.

De momento se han celebrado 24 congresos provinciales ( Zaragoza, Huesca, Teruel, Málaga, Granada, Córdoba, Sevilla, Mallorca, Ibiza, Menorca, Albacete, Ciudad Real, Alicante, Valencia, Ávila, Valladolid, Gran Canaria, Tenerife, Fuerteventura, Hierro, Lanzarote, Gomera, La Palma y Araba) y dos locales (Palma de Mallorca y València).

Ya tienen fecha otros siete: Castellón, Gipuzkoa (ambos este fin de semana), Bizkaia, Jaén (los dos el 15 de mayo), Huelva (22 de mayo), Cádiz (23 de mayo) y Almería (25 y 26 de junio). Cuando se hayan completado se habrá celebrado más del 61% de los congresos provinciales, según fuentes del Partido Popular.

El enfrentamiento en Andalucía alcanzó tal intensidad que obligó a Casado y a Moreno a pactar la renovación del resto de provincias andaluzas por consenso y evitar una pelea que habría puesto en riesgo la imagen de unidad del partido en las semanas previas a las elecciones de Madrid.

Y aunque la voluntad expresada por todas las partes sigue siendo oficialmente resolver las disputas mediante candidatos pactados, pasadas las elecciones madrileñas el interés de Casado y Egea por hacerse con la estructura del PP en toda España ha vuelto a quedar clara. Génova acaba de defenestrar a Isabel Bonig, que venía presidiendo el partido en la Comunitat Valenciana desde julio de 2015.defenestrar

La dirigente valenciana pilotó la complicada etapa del PP posterior a los numerosos casos de corrupción que el partido ha vivido en esta comunidad pero se ha visto obligada a abandonar la política para hacer sitio al preferido de Casado: el presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, al que las crónicas sitúan en la órbita del zaplanismo.

La batalla frente a Puig

El relevo de Bonig culminará la renovación provincial en la Comunitat Valenciana, donde Casado aspira a plantar cara a la coalición encabezada por el socialista Ximo Puig. Marta Barrachina en Castellón y Vicente Mompó en València, ambos del gusto de Casado, hace tiempo que ya llevan las riendas del PP en sus respectivas provincias. Igual que Mazón, que en julio de 2020 se hizo con el PP de Alicante.

En principio todo apunta a que los congresos provinciales andaluces pendientes (Cádiz, Huelva, Almería y Jaén) se van a celebrar sin tensiones. El presidente andaluz, Juan Moreno, declaró que la apertura de “un diálogo abierto con la dirección nacional” del PP busca evitar “que no vuelva a ocurrir lo que nos ha ocurrido en Sevilla, y que podamos hacer las cosas como siempre creo que hay que hacerlas”, que es “de manera dialogada y consensuada”. La vicesecretaria de Organización del Partido Popular, Ana Beltrán, certificó la intención de buscar acuerdos que permitan elegir “cuáles son las personas más adecuadas para los proyectos, siempre hablando y dialogando”. Se trata, declaró, de trabajar “por estar en unión y en diálogo con los presidentes autonómicos”. “Solo trabajamos por crear equipos unidos y en consonancia con el proyecto de Pablo Casado”, remarcó.

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En Castilla y León también se han repetido las tensiones, especialmente en las provincias de León, Salamanca y Palencia que el barón Fernández Mañueco interpretó como intentos de socavar su autoridad dentro del PP.

Donde Casado y Egea no se han atrevido, de momento, a meter mano es en el PP de Galicia. Allí Alberto Núñez Feijóo ya ha dejado clara su intención de seguir controlando el partido —lo hace en las provincias de A Coruña, Pontevedra y Lugo pero no en Ourense, que desde hace décadas obedece a la disciplina del clan Baltar, dirigido en la actualidad por José Manuel Baltar—. Feijóo no tiene prisa y planea convocar los congresos provinciales este año, así como el autonómico, pero sin necesidad de pactar nada con la dirección de Casado, como ha hecho siempre.

Egea sí ha logrado renovar a su medida las presidencias provinciales del PP de Zaragoza, Huesca, Albacete y Ciudad Real, llegando a acuerdos con las direcciones regionales.

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