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Vox se abstiene gratis ante Moreno y enmienda la fallida campaña de Olona

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La segunda sesión del debate de investidura arrancaba con la principal equis de la ecuación ya despejada. No había duda del desenlace: empezaba la hegemonía del PP. Juan Manuel Moreno iba a salir elegido presidente con toda certeza, porque su grupo tiene 58 escaños, tres más que la mayoría absoluta (55). Tampoco había duda sobre el voto de los 30 parlamentarios del PSOE, los 5 de Por Andalucía (Podemos, IU y Más País) y los 2 de Adelante Andalucía. Ese voto sería no al 100%. Quedaba una única duda. ¿Se abstendría Vox, ese partido al mismo tiempo rotundo y tornadizo, tan inconstante en sus tácticas en Andalucía? Y la respuesta fue afirmativa. Vox, el partido radical, de principios tan supuestamente inquebrantables, se abstuvo gratis ante la "derechita cobarde", como suele llamar Santiago Abascal a la formación fundada por Manuel Fraga. No hubo forma más elocuente de aceptar su erróneo planteamiento maximalista de choque frontal contra el PP durante la campaña.

Uno a uno, los parlamentarios de Vox –son 14, pero sólo votaron 13– que fueron llamados a votar por orden alfabético dijeron la palabra "abstención", incluida Macarena Olona, que durante la campaña había acusado a Moreno de mimetizarse con la izquierda e incluso de permitir la perversión de "niños de diez años" a los que se enseñaba a masturbarse en los colegios andaluces. "Afectuosa abstención", subrayó desde su escaño Olona, tras la cura de humildad. De solemnizar en un debate de campaña que Moreno no obtendría ni una sola abstención de su partido si no era a cambio de entrar en el Gobierno, Olona ha pasado en poco más de un mes a regalar desde la oposición una abstención al candidato del PP. Durante la pasada legislatura Vox dio múltiples bandazos, con continuas amenazas incumplidas de retirar su apoyo al Gobierno, al que acababa rescatando después en las votaciones clave. Esta vez, comienza con un bandazo con respecto a la campaña. Olona ofreció su "mano tendida" a Moreno y le prometió una "oposición leal" aunque sin "cheques en blanco". Y condicionada, por supuesto, a que el PP dé la espalda a "la izquierda".

Matemáticamente, la abstención fue irrelevante. Moreno hubiera sido presidente de todas formas. Políticamente tiene interés. A menos de un año de las municipales y autonómicas y a como máximo un año y medio de las generales, Vox tiene un gesto de cortesía con el PP, después de que el PP hubiera tenido también el gesto de "generosidad" de regalarle a Vox una vicepresidencia en la mesa de la Cámara sin ninguna necesidad de hacerlo. Si el PP cuida los puentes con Vox, el partido de Santiago Abascal cuida los puentes con el PP. Al fin y al cabo, pueden verse abocados al entendimiento en el próximo ciclo electoral.

La abstención de Vox no vino sola, trajo acompañamiento retórico. En su intercambio con Moreno, la líder andaluza de Vox ya había rebajado el tono. "Buen candidato, gran campaña, justo resultado. Enhorabuena", le dijo a Moreno nada más arrancar. Luego centró sus críticas no tanto en el PP, como hizo durante la campaña, sino sobre todo en el PSOE y a la izquierda en general, a la que presenta como culmen de todos los males, usando un tono y un fondo que recuerdan a Giorgia Meloni, la líder posfascista italiana. Olona acusó al PSOE de haber montado una "mastodóntica administración" llena de "chiringuitos", que no es ni más ni menos que lo que le decía Moreno a Susana Díaz antes de convertirse en presidente. Eternos retornos de la política andaluza. Es más que probable que Olona haga mucha oposición con ese tema: los famosos "chiringuitos". La antipolítica funciona bien en tiempos de crisis. Por cierto, Juan Espadas (PSOE) ignoró escrupulosamente a la líder de Vox. El líder socialista –al igual que Olona– ya ha tomado nota de lo ocurrido el 19 de junio: poniendo el foco en la ultraderecha, lo que hace es reforzar la posición centrista del PP. Así que sólo le interesa el cara a cara con Moreno.

Una invitada sorpresa: la pobreza

En el debate se coló una invitada inesperada: la pobreza. Andalucía es la segunda comunidad más pobre de España, usando la renta per cápita. La tasa de riesgo de pobreza es próxima al 30%, sólo mejor que Canarias y Extremadura. Según el informe Exclusión y desarrollo social en Andalucía, de Cáritas, la población en situación de exclusión ha pasado del 19,2% en 2018 al 26,3% en 2021. Algo más de 2,2 millones de personas están en exclusión social. De ellas, la mitad, 1,1 millones, en exclusión severa. Observando el ciclo 2018-2021, el informe señala: "Si en España el porcentaje de personas en esa situación se ha incrementado en un 47%, en Andalucía lo ha hecho en un 93%. Andalucía se distingue de España, desde el punto de vista de la evolución de la situación, en un incremento mucho más intenso de las situaciones de exclusión severa". Un duro reflejo del atraso andaluz se observa en el proyecto Urban Audit de Eurostat: 12 de las 15 ciudades con menor renta de más de 20.000 habitantes de España son andaluzas, con datos de 2019, entre ellas las siete primeras. Y 11 de los 15 barrios con menor renta.

A todo esto se suma el –comparativamente– peor funcionamiento del ascensor social en Andalucía y los datos de pobreza infantil, recientemente actualizados por la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del INE y analizados por Save the Children. Un 27,9% de los menores de 18 años en Andalucía está en situación de pobreza, 5 puntos por encima del año anterior. En total, el número de niños y niñas en situación de pobreza en 2021 en Andalucía se elevó a más de 439.000.

De modo que la pobreza no fue una invitada inesperada porque no sea un problema en la comunidad más poblada de España, con cerca de 8,5 millones de habitantes, sino porque suele ser arrollada por el rifirrafe político –en clave autonómica o nacional– y por la lectura interesada de datos macroeconómicos. Es más, en el discurso de investidura de Moreno, pronunciado el miércoles, no había referencias a la pobreza. Pero este jueves el tema apareció. Y con protagonismo. A Moreno le fueron pidiendo explicaciones por los datos de pobreza, uno a uno, los portavoces de los partidos de la izquierda.

"El milagro económico andaluz sólo está en su cabeza", le dijo Teresa Rodríguez, líder de Adelante Andalucía, que afirmó que "casi un 40% de la población está en riesgo de pobreza y exclusión" y criticó al presidente que ignore cómo el "extractivismo" condena a la economía andaluza. "Usted olvida las desigualdades sociales", le dijo a Moreno, con el que chocó por lo que el candidato del PP considera una apropiación en "monopolio" por parte de Rodríguez de la idea de andalucismo. "Yo me siento tan andaluz como usted. Y defiendo a Andalucía tanto como usted", afirmó el presidente. Rodríguez tendrá durante la legislatura el reto de buscar visibilidad sin grupo propio, con el objetivo de consolidar su apuesta por un partido andalucista en las próximas municipales y sobre todo generales. Adelante Andalucía tiene el gran objetivo de meterse en el Congreso.

Para Inmaculada Nieto, portavoz de Por Andalucía, la realidad de la que habla Moreno es una "ensoñación". "Sorprendida" por la falta de referencias a la pobreza en su discurso de investidura, Nieto le dijo al presidente: "Un plan contra la pobreza debiera escalar muchas posiciones en sus prioridades". Nieto afirmó que si el Gobierno andaluz mantiene la renta mínima de inserción haciéndola compatible con el ingreso mínimo vital es posible "erradicar" la pobreza infantil. Moreno respondió así, aludiendo al informe de Save the Children que la propia Nieto había citado: se trata –dijo– de un "problema" de "enorme complejidad" y "estructural, que no es coyuntural", y que se ha visto "agravado" por la Gran Recesión y la crisis pandémica. Sería "faltar a la verdad" argumentar que la pobreza infantil es culpa de su gobierno, añadió. Moreno también aludió al "empobrecimiento" que genera la inflación, ante la que reclama medidas al Gobierno central. Como dejó claro en su discurso del miércoles, considera la inflación un problema que desborda sus capacidades como presidente autonómico.

Tras Rodríguez, Nieto y Olona, fue el turno de Espadas, sobre el papel la principal alternativa a Moreno, al frente de un partido herido por el resultado electoral pero obligado a reaccionar antes de las municipales, cruciales para el PSOE andaluz. Espadas se ha impuesto el reto de hacer una oposición de detalle, con números, como insiste su entorno. Y ahí volvió a producirse un choque en torno a la pobreza. Bueno, hubo múltiples choques. El más constante es sobre Pedro Sánchez. Moreno se muestra convencido de que a Espadas le resta apoyos defender la gestión de Pedro Sánchez y trata de presentar al líder socialista una y otra vez como un mero delegado del presidente del Gobierno. Ironías de la política, es exactamente lo que le hacía Susana Díaz a Moreno con respecto a Mariano Rajoy.

Pero, volviendo a la pobreza, se produjo un intercambio de interés. Después de que Espadas recordara que Andalucía "sigue liderando las tasas de pobreza", Moreno recalcó que el el líder socialista había sido alcalde de Sevilla, la ciudad que concentra más barrios pobres de España, responsabilidad desde la que había intentado –sin éxito– revertir la situación. Moreno insistió en su diagnóstico: la pobreza es un problema "complejo" y "estructural", como el propio Espadas tiene que saber. Se escucharon algunas risas, por la insistencia de Moreno en lo "complejo" que es el problema. El candidato del PP se acabó dirigiendo a a Espadas.

– ¿Usted por qué no lo hizo –preguntó Moreno, en referencia a acabar con la pobreza.

– Porque no recibía ayuda –respondió el líder socialista.

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La respuesta fue para Moreno la prueba de que la Junta necesita el apoyo del Gobierno central para acometer el desafío. Así que la cuestión volvió al punto de siempre, qué administración tiene la responsabilidad de arreglar qué problema. Fue el cierre de un debate que demostró que la política andaluza, como la Tierra, hace dos movimientos: uno de rotación, dando vueltas sobre sí misma y sus problemas de siempre, sobre todo el paro, renovando sus anuncios de cambio y mejora, que no terminan de concretarse, a pesar de la propaganda; y otro de traslación, alrededor de la política nacional, con el partido que gobierna en España siempre en posición más incómoda, porque se le achaca que no llegue a Andalucía suficiente dinero. Si a esa posición ventajosa de partida se suma que el PP tiene mayoría absoluta y encabeza ya las encuestas en España, Moreno –reelegido este jueves– se ve crecido y se le nota. En la oposición de izquierdas saben que la legislatura es larga y que si la situación económica se complica y el descontento cunde, Moreno no tendrá socio al que culpar –tiene mayoría absoluta– ni tampoco "herencia recibida" que alegar, por lo que apuntará el dedo acusador hacia Sánchez, siempre que Sánchez esté en La Moncloa.

¿Y Vox? Olona, que también sabe que la legislatura es larga, se ha dado cuenta chocando la cabeza contra Moreno la única que se hacía daño era ella.

Arranca la XII legislatura andaluza. A la velocidad a la que cambian las cosas en política, cualquier parecido con este escenario dentro de cuatro años será pura coincidencia.

La segunda sesión del debate de investidura arrancaba con la principal equis de la ecuación ya despejada. No había duda del desenlace: empezaba la hegemonía del PP. Juan Manuel Moreno iba a salir elegido presidente con toda certeza, porque su grupo tiene 58 escaños, tres más que la mayoría absoluta (55). Tampoco había duda sobre el voto de los 30 parlamentarios del PSOE, los 5 de Por Andalucía (Podemos, IU y Más País) y los 2 de Adelante Andalucía. Ese voto sería no al 100%. Quedaba una única duda. ¿Se abstendría Vox, ese partido al mismo tiempo rotundo y tornadizo, tan inconstante en sus tácticas en Andalucía? Y la respuesta fue afirmativa. Vox, el partido radical, de principios tan supuestamente inquebrantables, se abstuvo gratis ante la "derechita cobarde", como suele llamar Santiago Abascal a la formación fundada por Manuel Fraga. No hubo forma más elocuente de aceptar su erróneo planteamiento maximalista de choque frontal contra el PP durante la campaña.

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