Se cumplen veinte años de los atentados más graves que ha sufrido España en toda su historia, y también de una campaña política y mediática de desinformación masiva cuyas consecuencias todavía sufre la convivencia a día de hoy. Iñaki Gabilondo reflexiona sobre aquel horror que vivió y contó en directo.
JESÚS MARAÑA. Si yo digo 11M, ¿cuál es la primera imagen o sonido que te viene a la memoria?
IÑAKI GABILONDO.- Me viene una reflexión. El 11M fue devorado por el 14M. Los 192 muertos y 1.875 heridos desaparecieron en el tumulto político derivado de las elecciones del 14.
JM. Empecemos por los hechos. ¿Cómo los viviste aquel jueves 11 de marzo de 2004, pocos minutos antes de las 8 de la mañana en directo en el Hoy por hoy de la Cadena SER, cuando llegan los primeros ecos de las explosiones?
IG. Comienza como tantas otras veces había comenzado el Hoy por hoy, no sé cuántos atentados había contado yo en la radio. Ha habido una explosión, una primera conexión con un compañero. Al cabo de un rato hay más, entre las 8 menos 25 y las 8 menos cuarto ya como 8 explosiones en 4 trenes, parece que hay heridos. Parece que hay algún muerto, parece que hay varios muertos... Eso a las 8 de la mañana. A las 10 había 70 muertos. La secuencia in crescendo de este horror ha sido, posiblemente, la experiencia más alucinante que he conocido. Del ‘parece que hay algún herido’ a ‘hay 70 muertos’ a las 10. Luego siguió, pero para situarnos en esas primeras dos horas. Impresionante.
JM. En las horas siguientes fueron muchas las voces que señalaron a ETA, pero también en pocas horas se produjeron desmentidos creíbles de la autoría etarra e indicios sólidos que apuntaban ya al terrorismo yihadista. Tú viviste las primeras horas de esto. ¿Llegaste a percibir pronto que había alguna intencionalidad o alguna manipulación informativa para dirigir y señalar a ETA?
IG.-Antes de nada, he de decir que en esas primeras horas no había nadie en su sano juicio que se acordara de que había elecciones el día 14. Lo que estábamos viviendo en ese crescendo que comentaba era de tal intensidad emocional, de tal dramatismo, que cualquier otra cosa, incluso quién lo había hecho, carecía de significado. Estábamos asistiendo a una colosal tromba informativa de primera categoría, los movimientos de solidaridad mayores que he visto… He dicho muchas veces que el 11M es el día que he visto a España más unida, y el 14M, el que más desunida, en apenas tres días, eso me parece terrible. Entonces, los donantes de sangre que acudían de todas partes, los médicos que estando libres iban al hospital, los taxistas de Madrid llevando gratuitamente a la gente, los familiares acercándose. Eso tenía tal fuerza, tal poder y era tan emocionante que era imposible pensar en otra cosa, y me hace mucha gracia que haya quien crea que en aquel momento estábamos todos cavilando en esa segunda derivada que no apareció, para mí, hasta que muy avanzada la mañana, se convoca la reunión del gabinete de crisis. Antes he de decir una cosa. La Cadena SER, en otra cosa no, pero en casos de terrorismo, teníamos un cierto protocolo inconsciente ya elaborado, de forma que un montón de compañeros ya sabían a partir de ese momento qué tenían que hacer. Y lo mismo que Ángeles Afuera iba a buscar documentación, aquí había quien establecía contacto con jueces, con los partidos, con la Guardia Civil, con la Policía, con gente al otro lado de la frontera… como una rutina más. Y la primera cosa que nos sorprendió fue que, cuando todos estábamos dando por supuesto que era ETA –el lehendakari Ibarretxe intervino diciéndolo, todas las fuerzas políticas dando por supuesto que era ETA…– los compañeros llegaban transmitiendo de una forma, por el momento muy sutil, que las fuentes regularmente contactadas les decían que eso no sonaba a ETA. Pero para mí, la primera campana que me sonó –porque yo seguía metido en el drama y no en otra cosa–, fue cuando convocan el gabinete de crisis y cuando Nieves Goicoechea nos comunica que se ha reunido el gabinete y que están Aznar, Arenas, Rato… y no está el director del CNI.
JM. Que era Jorge Dezcallar.
IG.-Eso es. Cuando yo descubro que se reúne el gabinete de crisis y no está el director de inteligencia es cuando me acuerdo de que hay elecciones el 14, y es cuando dije: aquí alguien se está acordando de que hay elecciones el 14, porque si no, no tiene explicación que no esté el director del CNI. A pesar de lo cual, todo lo que estábamos haciendo seguía circulando en torno a la idea de ETA. Pero para mí, entre el eco de los compañeros que llegaban diciendo: nadie entiende que esto sea de ETA. Claro, aquella mañana llamó también Arnaldo Otegi a la radio para decir que no había sido ETA. Y entonces dije: ‘si Arnaldo Otegi quiere entrar, que diga que no ha sido y que si ha sido ETA lo condena igualmente’. El hecho es que no intervino en antena, pero dio una información general que se difundió poco después. Pero como digo, el drama era de tal calibre que ocupaba el 99,99% de todo, hasta que, de una forma indirecta, empezó a derivar el tema como consecuencia de una reunión que ya luego se supo que había sido la decisiva. En la que Arriola dijo: “Si ha sido ETA ganamos de calle; si ha sido Al Qaeda, podemos perder”.
Cuando yo descubro que se reúne el gabinete de crisis y no está el director de inteligencia es cuando dije: aquí alguien se está acordando de que hay elecciones el 14
JM. Arriola era el principal asesor demoscópico de José María Aznar. Yo supongo que has repasado en tu cabeza mil veces la gestión de esa mañana, de todas esas horas, y has hablado de ello más de una vez. Los teóricos de la conspiración señalan siempre esas noticias de la SER sobre la existencia de un terrorista suicida en uno de los vagones.
IG. De hecho, la atribución a esa noticia –que no fue cierta– de la movilización en contra del Gobierno es una exageración tremenda. Antes de aquello ya había dado información la prensa extranjera, desde la BBC hasta la CNN, estaba ya diciendo ‘esto no nos suena a ETA’, pero aquello ocurrió, no me preguntes a mí cómo ocurrió, porque es que me lo han atribuido, hasta en Google aparezco yo. La SER dio esa noticia a las 10 de la noche del día 11, yo ni estaba en la radio ni ante el micro, estaba en la cama. Sí la recogí a la mañana siguiente como el resto de las noticias, y sí que la di y sí que, naturalmente, en la condición de director del programa, asumí mi responsabilidad en aquello que luego se desmintió y lo desmentimos. Dio igual porque siguió coleando. Las fuentes, la Cadena SER y los servicios informativos han trabajados siempre con una extraordinaria solvencia, también en esta ocasión hicieron una información que aseguraban que estaba muy bien apuntalada; si luego no fue cierta, si alguien se equivocó o se la colaron, no lo sé, pero fue un tema que la SER dio, difundió…
JM. Y que fue desmentido.
IG.- Sí, pero a aquello se le ha dado un carácter tal que raro es el mes en que yo no sea increpado en la calle por esa información.
JM. Lo sigues sufriendo 20 años después.
IG. Sí, pero lo que digo, era un tema que venía circulando desde hacía horas en antena antes de que yo estuviera.
JM. Meses después de los atentados y de la derrota electoral del PP, el diario El Mundo, dirigido por Pedro J. Ramírez, y el matinal de Federico Jiménez Losantos desde la Cope iniciaron la publicación de supuestos indicios que culpaban a ETA, con la connivencia incluso, decían, del PSOE. Pasadas dos décadas, ¿cómo analizas el origen de esas teorías conspiranoicas y las consecuencias de las mismas?
IG. Bueno, las consecuencias son funestas. Yo creo que es el momento más amargo de la historia de nuestra democracia, porque ahí se inicia una deriva completamente disparatada que ha conducido hasta aquí. Gran parte de la radicalización que hay procede de aquel asunto que desde un principio se colocó en el centro de todo, con una capacidad destructora tal que destruyó el drama. Al cabo de 48 horas casi nadie se acordaba de 192 muertos y 1875 heridos, lo cual me parece sencillamente de aurora boreal.
JM. Como sociedad es vergonzante, ¿no?
IG. Vergonzoso y dramático. Yo creo que ya no hay nada que discutir, el asunto es evidente. El Gobierno, en aquel momento, cree como todos que es ETA, pero al cabo de un rato, ante la posibilidad de que no lo sea –y empiezan a llegar rumores–, tiene pánico porque cree que eso les puede destrozar. He de decir, entre paréntesis, que nunca entendí bien eso, porque el Gobierno había hecho toda la campaña abanderando como gran éxito la lucha contra ETA. Y yo decía: ‘caramba, si ha sido ETA, parece que en cierto sentido naufraga el discurso’.
JM. Suena a derrota.
IG. Pero bueno, en todo caso, el Gobierno se ve que en aquel momento toma aquella decisión de cerrar los ojos a otra posibilidad. A lo mejor no de organizar intencionadamente nada, pero progresivamente verse cazados en esa tesis hasta el punto de negar las evidencias que ya venían dictadas por todas las informaciones de la prensa internacional, citando Europol, Interpol, los servicios secretos de EEUU, pero ya estaban cazados aquí. Se supo luego en la comisión de investigación parlamentaria que los propios jefes del comisario de policía habían advertido el mismo día 11 al Gobierno que tuvieran cuidado, que no sonaba a que fuera ETA, que aquella misma tarde dijeron…
JM. Desde el CNI…
IG. Fueron todos diciendo que “veníamos advirtiendo…” Entonces, el Gobierno había tomado una decisión que, ya digo, no quiero hacer juicios de valor, pero evidentemente les había hecho completamente impermeables a cualquier otra cosa y ya no había más que aquello: ETA.
JM. Pero, después del 14M, en lugar de hacer una reflexión autocrítica y corregir… lo que ocurrió es que desde dos o tres pivotes mediáticos y el PP se lanza esa estrategia de apostar por la desinformación absoluta, por el bulo.
IG. Porque el Partido Popular atribuyó la derrota a eso. Hay otra cosa que está flotando como otra gran verdad y que es extremadamente discutible y es que el PP iba a ganar seguro las elecciones e iba seguro a gobernar. Lo de que fuera a ganar seguro las elecciones merecería una observación aparte, porque venía creciendo mucho el PSOE en las últimas semanas, mucho, y le estaba ya comiendo los tobillos. Yo estaba entrevistando a Mariano Rajoy en Zaragoza, faltando unos días para las elecciones, y por tanto muy poco para el atentado, cuando de pronto apareció Ana Mato, que allí no pintaba teóricamente nada, pero que era Secretaria de Organización del partido. Y yo le dije, ‘pero ¿qué haces aquí?’ ‘Estamos volviendo a reforzar la campaña, porque nos hemos dormido y como dure siete días más nos pasan’. El propio diario La Vanguardia había titulado que habría empate técnico. Es decir, que las posibilidades de gobernar no estaban tan claras, pero el hecho es que el discurso fue: era una victoria segura, era un gobierno seguro, y fue robado como consecuencia de una utilización política de un hecho. Durante años Jiménez Losantos dijo una frase extraordinaria: “ETA tiene cogido a Zapatero de los vagones”.
Al cabo de 48 horas casi nadie se acordaba de 192 muertos y 1.875 heridos, lo cual me parece sencillamente de aurora boreal
JM. Sí, tremendo.
IG. Es un asunto de bastante categoría. Se sustentó esa convicción, esa sensación de que había sido arrebatado el poder para cambiar el curso de la historia de España. Yo no tengo una buena memoria para recordar, pero tampoco tan regular como para no acordarme de la secuencia de las pruebas o las insistencias. Lo hacía esa misma mañana Ana Palacio; yo decía, pero qué contumacia es esta, la manipulación… Telemadrid ofreciendo el sábado por la noche la película Asesinato en Febrero, aquel documental maravilloso de Querejeta, esa misma película puesta el sábado por la noche en TVE. Había un interés…
JM. La entrevista de Rajoy el día de reflexión en El Mundo diciendo que era ETA.
IG. Y mientras tanto, tampoco entendía, a toro pasado, cómo el PP no se estaba marcando el tanto de que habían tenido un éxito grande en la desactivación… Ningún país ha logrado tan rápido detener a los culpables y estaban ellos en aquel momento en funciones, era un mérito de su gestión. Se habían centrado en la idea de que había sido una maniobra turbia dirigida por vete a saber quién con la connivencia de las fuerzas políticas y los medios de comunicación para dar un golpe de Estado. Y reafirmarse en esa tesis fue un horror. Le hicieron sufrir al juez un infierno, a la fiscal 14 infiernos, decidieron no aceptar la verdad judicial tampoco, y eso ha dejado una muesca, una especie de baba de caracol que arrastra hasta nuestros días.
JM. ¿Qué peso crees que tuvieron en aquella campaña coordinada de desinformación, incluso de difamación, la intencionalidad política a favor de los sectores más ultras del PP protagonizados por Aznar y Aguirre, y el objetivo puramente crematístico, es decir, de negocio editorial, en provecho de El Mundo sobre ABC para superar a El País, y de la Cope frente a la SER? Porque ahí había también una intencionalidad de ganar audiencias, de vender periódicos a toda costa.
IG. Bueno, no te digo que no, pero no sabría decirlo ni me atrevería a decirlo, pero evidentemente fue una parte del juego. La insistencia editorial de algunos medios en esa dirección, que era cada vez más equivocada porque había indicadores ya muy claros. Sobre todo, nosotros en la radio el indicador fundamental que teníamos era que toda la prensa del mundo entero estaba considerando como primera sospecha el origen yihadista. The New York Times, The Washington Post, todos los periódicos alemanes, franceses, ingleses, italianos… y que no dudaran de aquella historia. Y que incluso, cuando, al día siguiente del atentado, todavía La Razón decía: la siniestra maquiavélica intervención de Arnaldo Otegi tratando de exculpar a sus hermanos de sangre, era todo… No podía entender a qué venía aquel exceso cuando, por lo menos, aunque entendiera que no se podrían saber las cosas y que tú te podrías agarrar a una tesis porque te interesa o porque te ha cegado… pero era tan evidente que por lo menos tendrías que incluir las sospechas. Y luego, ya el sábado, cuando se acepta la posibilidad de que fuera ETA en connivencia con Al Qaeda…
JM. Sí, y los servicios marroquíes…
IG. Y luego otra cosa a la que se ha dado menos importancia y que para mí ha sido la prueba definitiva de que aquello fue un disparate superlativo. Lo de la llamada de Aznar a los directores de periódicos, y a los corresponsales extranjeros de Acebes y lo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Es, para mí, extraordinario que no ocupe el centro de la atención de todos. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (yo entrevisté a Heraldo Muñoz, que era el embajador de Chile en Naciones Unidas, que ha contado en un libro con todo detalle cómo aquella tarde, la número dos de Inocencio Arias, que estaba en Viena, que no estaba en su puesto, se empeñó en exigir al Consejo de Seguridad que hiciera una nota en la que dijera que había sido ETA. Cómo se habían puesto los alemanes y los rusos: pero por qué vamos a decir eso si todos sabemos quién ha sido, nunca el Consejo de Seguridad ha especificado así, ha hecho una denuncia de la acción terrorista… ‘sí, sí, pero por favor, no tengo margen, por favor, me tenéis que afirmar que…’ Claro, cuando un señor como Heraldo Muñoz, que era embajador de Chile, miembro del Consejo de Seguridad, y que estaba allí, contó con todo detalle la dificultad que tenía el Consejo de Seguridad para atender una apremiante exigencia de la delegada española que estaba apretada… Yo no podía creer hasta qué punto el Gobierno había llegado a hacer una apuesta de órdago, sí o no, a la grande, total, no lo entendía. Porque, aun contando con estar equivocándose, con todos los datos que había estar ignorándolos… déjate un poco de margen. Total, que yo las otras posibles líneas de combate que tú mencionas, los medios y tal, yo no…
JM. Yo he dicho difamación porque además ha habido alguna sentencia firme muy importante, como la del Supremo condenando a Jiménez Losantos por su campaña de calumnias contra José Antonio Zarzalejos. Acaba de salir un libro titulado ‘Voces del 11M’ del profesor Víctor Sampedro, que también escribe en este número de TintaLibre, que es muy interesante porque recoge los testimonios de algunos de quienes vivieron todo esto de lo que estamos hablando y la campaña posterior de desinformación desde distintos lugares. Por ejemplo Gumersindo Lafuente, responsable de la web de El Mundo, que fue despedido por negarse a publicar las tesis conspiranoicas…
En la reunión del gabinete de crisis, Ariola dijo: "Si ha sido ETA ganamos de calle; si ha sido Al Qaeda podemos perder"
IG. Tenemos todos un montón de hechos en la cabeza, yo ahí preferiría no entrar. Pero sí poner como prueba definitiva de la locura a la que se había llegado, la actitud del PP y de algunos medios que le estaban apoyando con Pilar Manjón, por ejemplo.
JM. Está en el libro también su testimonio.
IG. Una mujer que había perdido a un hijo en el atentado y que hizo una intervención parlamentaria absolutamente conmovedora, que conmovió a todo el Parlamento y se convirtió en poco tiempo en una auténtica bruja, en una pérfida, hasta hoy. Era una especie de nombre maldito, era madre de una de las víctimas, se había llegado a tal extremo de radicalización que no lo podía entender y es que se había interpretado el juego como un asunto al que le atribuían un valor, y todavía se lo siguen atribuyendo, de movimiento estratégico, un ente organizado con la colaboración directa de… y nunca se verá con claridad quiénes, y del PSOE y el grupo PRISA para cambiar España porque iba a ganar seguro el PP... En todo caso, lo que no estaba asegurado era la gobernabilidad de la nación.
JM. En el clímax de todas esas teorías conspiranoicas, yo creo que todos intentábamos hablar con las fuentes, y yo recuerdo reuniones con el juez Javier Gómez Bermúdez, que era el presidente del Tribunal y lo explicaba de manera muy sencilla: “esto es un puzle gigantesco, que tiene por arriba un cielo azul, de manera que las piezas del cielo azul es complicado encajarlas porque son iguales, puede fallar una, pero claro, puede haber dudas, puede haber habido una chapuza en no sé qué momento, pero es evidente que todo esto es azul, que lo que se está diciendo es una falsedad absoluta”. Todo el que hablara con las fuentes y contrastara datos se daba cuenta de los bulos…
IG. Pero yo insisto en otra cosa, en eso, pero desde otro lado. No es que hubiera elementos de duda que les hacían dudar, es que se había tomado una decisión que les hizo encontrar elementos de duda.
JM. Correcto.
IG. La fiscal, Olga Sánchez, fue maltratada, se puso enferma por cómo fue maltratada.
JM. El jefe de los TEDAX…
IG. También. El juez Bermúdez también decía que una información periodística que uno cree que está bien elaborada maneja X cosas y nosotros [los jueces y los investigadores]manejamos diez mil cosas como esas.
JM. ¿Crees que las tesis conspiranoicas dejaron herido de gravedad el crédito del periodismo en España? De alguna forma anticiparon un mimbre fundamental de lo que es el trumpismo, el intento de establecer “realidades alternativas”, entre comillas.
IG.-Yo diría más bien la técnica de guerra en la que se está entrando en la política. La técnica de los bandos enfrentados en combate y el juego de que todo lo que se pueda utilizar para la guerra bienvenido sea, venga de A, de B o de C. Yo lo considero un elemento fundamental del drama que tiene España –y no es el único país que lo tiene–, en el que prácticamente no hay manera de articular una mirada medianamente convergente sobre nada porque las posiciones se han radicalizado por completo. Yo no sé si nace en 2004, pero desde luego ahí cuaja definitivamente esa ruptura que pasados los años sigue estando ahí. Por eso pienso que, si un día España quisiera hacer algo verdaderamente aportador, todas las fuerzas políticas tendrían que recuperar el 11M, arrebatárselo a aquel 14M de 2004 y todas las fuerzas políticas, juntas y a la vez, recuperar otra vez el 11M.
JM. Es un ejercicio de cómo se podría haber gestionado de otra manera, cívicamente.
IG. Y hasta qué punto abandonamos a los 190 muertos, 192, dos se murieron después, y a los 1870 heridos, no les dejamos protagonismo más que unas horas. Porque poco después, sí que los periódicos hicieron muchas cosas, pero más tarde el escenario lo copó la batalla política y me parece una injusticia histórica terrible y creo que las fuerzas políticas enteras, yo creo que el culpable lo tengo muy claro, pero iría en contra de la tesis que defiendo si hablara de culpables, si llegáramos a reflexionar sobre aquello, cada cual sabe en qué sentido tendrá que reflexionar, para que recuperemos la memoria del drama que fue. Lo que pasó posteriormente fue verdaderamente lamentable. Pero ya no puede ser.
JM. Entiendo el esfuerzo que haces en ese sentido por situarlo en recuperar un clima ajeno a esa crispación…
IG. Porque fue una actuación gravísima, no fue que había dos puntos de vista divergentes, no podía haberlos. Primero, no había ningún punto de vista divergente, era ETA, ya está, lo divergente empieza a aparecer cuando empiezan a aparecer señales… que resulta que ha aparecido una mochila en no sé qué con tal…, que resulta que hay un teléfono en Lavapiés. Empieza la prensa internacional a decir que puede no ser. Y que de ahí se agarren como lapas a una auténtica conspiranoia porque hay elecciones es terrible.
JM. Pero después del 14M surge esa estrategia de la crispación que, no sé si estás de acuerdo, se ha repetido ya permanentemente como un intento de deslegitimación de un gobierno cuando es de izquierdas. Y la reacción de la derecha, hubo algún amago en el 93, te acuerdas perfectamente, cuando se resistían a aceptar el resultado a favor de Felipe González, pero esa estrategia de deslegitimar es capital para entender todo lo que ha pasado y lo que está pasando.
IG. Cuando se vio de una manera más aguda fue cuando, en la comisión de investigación unos meses después, se sacó aquello de quicio hasta el extremo que he dicho sobre Pilar Manjón. Pero es cierto lo que dices. Es empírico: cuando el PP está en la oposición siempre surge el discurso deslegitimador.
JM. Sí, siempre hay alguien dispuesto a “salvar España”.
Durante años Jiménez Losantos dijo una frase extraordinaria: "ETA tiene cogido a Zapatero de los vagones
IG. Una tendencia a deslegitimar y a considerar que se ha llegado al poder en 2004 de una manera absolutamente criminal, haciendo pactos con enemigos, traidores… Es un drama que tiene este país y que no nos permite ver las cosas con una mínima naturalidad. Aceptar que a veces se gana y otras se pierde, y el PP se suele enfadar cuando se dice esto, pero su comportamiento en la oposición es siempre igual.
JM. Tampoco hemos escuchado disculpas de quienes protagonizaron aquellas campañas de engaños y de bulos masivos, de sus principales promotores. De hecho, siguen ejerciendo y predicando en distintos púlpitos. Esto ¿no es hasta cierto punto una anomalía, u otra anomalía, de nuestro sistema y nuestro ejercicio de la democracia? Alguna responsabilidad o algún ejercicio de autocrítica sería lo normal, ¿no?
IG. Sería lo normal, pero nos pasa algo peor, que es que esas falacias quedan impregnando el suelo como si se hubiera llenado de grasa la atmósfera social. En el caso que a mí se me atribuye, el bulo de los terroristas suicidas, yo no estaba ni en la radio, pero está fijado, estas “realidades” han quedado fijadas para siempre. Cada vez que salgan referencias a esto saldrán de nuevo estas cosas, porque eso solo habría podido quitarse de en medio si las fuerzas políticas, en este caso el PP, fuera capaz de hacer una lectura limpia, autocrítica de su papel. Incluso podían hasta aceptar: nos cegó la convicción, a lo mejor era tan clara la obsesión que teníamos, del miedo que nos podía dar, que a lo mejor perdimos la cabeza, pero es evidente que se había perdido la cabeza. Que la Agencia EFE todavía diera el sábado que había sido ETA, que estuvieran atribuyendo a una maniobra de la Cadena SER una concentración que había en Génova…
JM. Hay datos y testimonios sobre quiénes lanzaron aquel SMS desde sus móviles.
IG. Fue la primera vez que se utilizó, la presentación en sociedad de este mecanismo de las redes sociales que todavía ninguno de nosotros conocía, pero quedó aquello también asociado a la Cadena SER y así ha quedado asentado. Eso es lo peor, si no se depura con un mínimo de grandeza, quedan fijadas cosas que no son ciertas y que han manchado mucho a personas y organizaciones.
JM. Algunos llevamos años defendiendo que las malas praxis en ese sentido, conscientes y reiteradas en periodismo no deberían salir gratis en un sentido: por ejemplo, un medio, un periodista, condenado reiteradamente por faltar a la veracidad, no a la verdad, que nadie la tiene, pero a la veracidad, si eso queda establecido al 100%, ese medio o ese periodista no debe recibir un euro público. Debería tener unas consecuencias esa actuación, porque si no no hay forma de que se distinga el periodismo de otras cosas. Y entramos ahí en un debate, que creo que es muy interesante, para intentar que la gente, la ciudadanía, sea consciente de la diferencia, de la responsabilidad del periodismo respecto a otras cosas que no tienen nada que ver, otros intereses…
IG. Sí pero forma parte de la misma guerra. Es que están las posiciones ya tan marcadas... Hemos estado hablando permanentemente de una realidad que ha dejado al país fracturado en dos bandos, pero no se montaron dos alambradas, se montó una. El que monta una alambrada crea ya los dos bandos.
JM. Se termina en un análisis equidistante. Pero oiga, ¿esto de dónde viene?
IG. El descubrimiento de que para que haya dos bandos, basta que uno monte una alambrada me parece una cosa no menor. Porque en la realidad en la que vivimos se montan muy fácilmente ese tipo de facciones sin que, a lo mejor, un porcentaje muy alto de la población tenga el menor interés en formar parte de una facción. Por eso este es el extremo máximo de una ceguera, empezaron a acusar a todo el mundo, aquellos comentarios en las ruedas de prensa: los viles, no me acuerdo de las palabras exactas que usaron, pero tremendas para descalificar a quienes poníamos en duda la tesis oficial. Los viles estaban dudando de la tesis oficial, la BBC y el New York Times y la SER. Pero lo terrible es que se fractura la sociedad y que todavía hoy, en 2024, se hable de aquello como de las dos Españas enfrentadas cuando ahí no hubo dos Españas enfrentadas.
Si un día España quisiera hacer algo verdaderamente aportador, todas las fuerzas políticas tendrían que recuperar el 11M, arrebatándoselo a aquel 14M de 2004
JM. 20 años después, ¿qué se puede hacer para restituir y defender la dignidad de las víctimas directas del 11M después de todo lo que se les hizo sufrir más allá de las pérdidas?
IG. Lo que se pudiera hacer, lo podría hacer una parte de la sociedad, porque hay otra parte de la sociedad que no participaría. Simbolicémoslo en Pilar Manjón, yo creo que no se podía llegar más lejos en la infamia, es imposible. Que a la mujer que ha perdido un hijo y que hace una intervención emocionante, que conmociona al país entero, se le convierta muy poco después en un bicho brutal, interesado, egoísta, ciego, parcial, eso es anómalo. Los periódicos hicieron 800 millones de reportajes sobre los muertos y los heridos, claro que sí, pero ahora, de hecho, tú dices 11M y a los 5 minutos estamos hablando de la discusión política del 14. ¿Cuánto tiempo hemos estado hablando de los 192 muertos, de los cadáveres, de la llegada de los enfermos, de la movilización, de médicos…?
JM. La solidaridad civil, impresionante.
IG. Yo no recuerdo, en mi vida, un momento más emocionante de solidaridad nacional que el 11M, nunca en mi vida. Pensar que, en aquel momento, estaban haciendo otras interpretaciones me produce escalofríos.
JM. Se reflejó también en la manifestación de ese viernes por la noche en Madrid, que fue absolutamente emocionante.
IG. Once millones de personas en toda España, en Madrid dos millones y pico. Nunca ha habido más, estaba la gente completamente conmocionada por lo que había ocurrido, y sin embargo alguien había pensado que ahí había una batalla.
JM. Para terminar, te he escuchado recientemente argumentar que, a pesar de todo este clima tóxico en el debate político, y yo diría que también en el oficio del periodismo, ves o quieres ver el futuro con cierto optimismo. Que las generaciones jóvenes sabrán salir de esta como en otros momentos complejos de nuestra historia hemos salido. En ese sentido, ¿ves en riesgo, a día de hoy, después de todo lo que ha significado el recorrido político de una sociedad crispada en estos años, la democracia tal y como la conocemos?
IG. Bueno, respecto al optimismo que dices, yo prefiero decir esperanza, me parece una palabra más mediterránea, optimismo me parece más hollywoodiense. La esperanza la tengo en el hecho de que las generaciones siguientes sean capaces –porque en este momento no tengo la más mínima esperanza de que con la tensión actual pudiera esto modificarse–. Mi esperanza es que lo hagan las generaciones siguientes. Y respecto a la democracia, sí, es un hecho ya cierto, en el mundo hay una nostalgia del autoritarismo, hay una crisis de la democracia, está oxidada, es una herramienta imprescindible pero que está oxidada y que la lucha por defenderla no debe consistir solamente en criticar la acción de los enemigos de la democracia, sino fortalecerla de verdad y entender que una partitocracia ciega le está haciendo mucho daño a la democracia. Claro que sí, hay una corriente populista que avanza con mucha preocupación, que va a avanzar más como gane Trump las próximas elecciones y que está arrinconando a los pensamientos democráticos con esa nostalgia del autoritarismo. Es muy triste, me produce mucha desolación comprobar que en este momento no hay ningún aliento de futuro en el pensamiento progresista.
JM. Notas una especie de escasez en las propuestas o proyectos…
IG. Los proyectos de esperanza en el futuro solían proceder del mundo progresista. En este momento no tiene ningún foco proyectado sobre el futuro. Lo que hizo hace poco Pedro Sánchez en su discurso en Davos creo que es lo más parecido a una propuesta procedente de ese mundo que pudiera dar lugar a un pensamiento de futuro.
No recuerdo, en mi vida, un momento más emocionante que el 11M, nunca en mi vida. Pensar que, en aquel momento, algunos estaban haciendo otras interpretaciones me produce escalofríos
JM. Además, con el contraste del discurso de Milei en Davos.
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IG. Claro. Mientras tanto, lo que sí hay es un aliento muy potente de futuro de los que quieren volver al pasado, extraordinario. Es el único futuro que se proyecta ahora mismo en la pantalla. Esos sí proponen un futuro, aunque sea un futuro regresivo, pero el pensamiento progresista no tiene en este momento un proyecto progresivo. Esto no puede negarse y es muy preocupante a mi juicio.
JM. Quiero agradecerte que hayas participado con estas reflexiones al hilo del veinte aniversario de los atentados de Atocha, y de esa campaña de desinformación que ha marcado las últimas dos décadas en este país en lo político, también en el oficio del periodismo. Lo dejaríamos aquí con un recuerdo a las víctimas del 11M.
IG. Sí, su recuerdo nos debería servir para hacer esta operación de lectura autocrítica mirando hacia delante. Han pasado muchos años, pero las heridas están ahí.
Se cumplen veinte años de los atentados más graves que ha sufrido España en toda su historia, y también de una campaña política y mediática de desinformación masiva cuyas consecuencias todavía sufre la convivencia a día de hoy. Iñaki Gabilondo reflexiona sobre aquel horror que vivió y contó en directo.