La escalada militar entre Irán e Israel vuelve colocar a la UE en la irrelevancia en Oriente Medio

El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei.

“Deeply concerned”, profundamente preocupado. Es la expresión paradigmática de las relaciones exteriores de la Unión Europea durante toda su historia. En ella van implícitos muchos de los problemas de los 27 en materia de defensa, geopolítica y vínculos internacionales. Están preocupados, pero no actúan, critican muchos de los analistas que, durante los últimos años, han visto cómo la UE ha usado esa fórmula para despachar muchos de los conflictos mundiales sin, realmente, tomar partido para solucionarlos.

Una estrategia que pareció cambiar con la fuerte implicación de los Estados miembros con respecto a la guerra de Ucrania. Cuando Vladímir Putin lanzó su invasión contra el país gobernado por Volodimir Zelenski, la UE logró, por primera vez, que todos sus países se unieran, de forma más o menos unánime, para defender a Ucrania y ser, de esa forma, un actor importante en el conflicto. La posición internacional de la UE parecía ir en aumento, su importancia en el mapa geopolítico también y el deseo de fortalecer su autonomía estratégica con respecto a Estados Unidos daba un espaldarazo a la Unión para conseguir una defensa comunitaria independiente y más fuerte.

Sin embargo, llegó la invasión de Israel de Gaza y todo lo avanzado en años pareció resquebrajarse en pocos meses. A la tímida respuesta de los países europeos ante la matanza de palestinos se unió el polémico y criticado viaje de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, a Israel al poco de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu comenzara su ofensiva sobre Gaza. Ahora, con la escalada en el conflicto que supuso el ataque de Israel sobre la embajada iraní en Damasco, donde murieron varios miembros de la Guardia Revolucionaria, la posterior respuesta de Irán lanzando sobre el Estado judío misiles y drones, y la última y limitada respuesta de Israel, la UE vuelve a estar en el punto de mira por su posición frente al conflicto.

Al poco de conocer el ataque de Irán, los principales cargos europeos se apresuraron a condenarlo, con el Alto Representante para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, y la propia Von der Leyen a la cabeza, fijando una posición que, a juzgar por la unanimidad de los líderes estatales en la condena, era la de toda la UE en su conjunto. El pasado jueves, los 27 subieron el tono y pidieron de forma unánime un alto al fuego en la Franja de Gaza y, además, solicitaban a Israel que no respondiera al ataque de Irán, algo a lo que, finalmente, Netanyahu no ha hecho caso. Mientras tanto, la UE también aumentaba las sanciones sobre Teherán como represalia. 

La intención de los países europeos de ser más duros con Israel parece confirmarse con la decisión tomada este pasado viernes de sancionar a los colonos israelíes violentos, una medida que también tomó Estados Unidos ese mismo día. Pese a que el castigo sólo afecta a las organizaciones más radicales y se queda muy lejos de las demandas de países como España, es cierto que su implementación llega tras meses de desacuerdos entre los Estados que, por fin y pese a la tibieza de las sanciones, han conseguido ponerse de acuerdo.

El problema, sin embargo, venía de antes: “Lo más evidente es el doble rasero expresado por la UE. Cuando Israel atacó el consulado iraní en Damasco, territorio soberano, asesinando a varias personas, entre ellas altos mandos militares, ninguna autoridad europea salió a la palestra para denunciar esa violación flagrante del derecho internacional”, explica Miguel López, oficial retirado del Ejército del Aire, especialista en geopolítica y en defensa de la Unión Europea.

Con todo, la intención de los 27 es clara: hacer todo lo posible para que la situación en Oriente Medio no escale aún más, llegando incluso hasta a una guerra regional que podría ser completamente destructiva para sus intereses. Sin embargo, y pese a tener clara la meta, la forma de llegar a ella parece dividir a los Estados miembros. Algunos como Alemania, Austria o la República Checa se han convertido en los principales valedores de Israel en la UE, lo que ha dificultado enormemente los consensos por la intención de estos Estados miembros de no tomar ninguna medida contraria al Estado judío. Además, los propios alemanes creen que pesa sobre ellos una responsabilidad histórica con Israel, que explica la tibia posición del canciller, Olaf Scholz, con respecto a las matanzas llevadas a cabo por Israel en Gaza. Otros, como España o Irlanda, han apostado por una postura más crítica y, de hecho, Pedro Sánchez ha sido uno de los principales valedores en Europa del reconocimiento del Estado palestino por parte del club comunitario.

Esta falta de consenso dentro de la UE se ha observado muy bien en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde los Estados Miembros han votado divididos en las resoluciones que condenaban las actuaciones de Israel en Gaza. Por ejemplo, en la votación de una pausa humanitaria para la Franja, Hungría o Austria votaron en contra, Alemania, Grecia, Finlandia o Países Bajos se abstuvieron, y otros como España, Bélgica o Francia lo hicieron a favor. Para Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Real Instituto Elcano, la posición europea común con respecto a Israel e Irán, por esta falta de unanimidad, es tan solo “de mínimos” y “completamente ineficaz”.

Precisamente, en opinión de Nacho Sánchez Amor, eurodiputado de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas y miembro de la comisión de Asuntos Exteriores de la UE, la necesidad de consenso en las decisiones de política exterior es el debate de fondo que subyace a los problemas de la UE para tomar una posición fuerte con respecto a Israel. “La dificultad es que hay que poner de acuerdo a 27. Las relaciones internacionales son competencia exclusiva de los Estados y sus posiciones hay que ir amoldándolas, que es algo que ha hecho muy bien Borrell para intentar llegar a acuerdos. Esto requiere tiempo, pero que a día de hoy, la posición de la UE no tiene nada que ver con la que tenía durante las primeras dos semanas desde el inicio de las hostilidades”, explica el parlamentario.

Pese a ese cambio, los expertos consideran que los 27 siguen sin ser lo suficientemente duros con Israel, algo que, para ellos, puede tener unas consecuencias muy negativas para los intereses europeos. “La UE no tiene una sola voz con suficiente peso ni capacidad de influencia, y esto es chocante porque se trata de su vecindario. Si la escalada continúa, que no ha parado de hacerlo desde octubre, habría que preguntar a los dirigentes europeos que mantienen un apoyo incondicional a Israel dos cosas: ¿qué alternativa proponen para evitar un escenario de guerra regional? y ¿son conscientes del coste que tendría para sus ciudadanos y sus economías una guerra regional? Porque me parece que muchos de ellos no lo están valorando, especialmente el canciller alemán”, señala Amirah Fernández.

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Precisamente, ese coste puede venir en dos ámbitos: el primero y el más obvio es el económico, pero desde el inicio de la invasión de Gaza, la UE está perdiendo un gran prestigio internacional por su posición con respecto a Israel. En el primer caso, López recuerda la crisis del petróleo del año 1973, derivada de la guerra del Yom Kippur y las fuertes consecuencias económicas que tuvo para los países europeos importadores de petróleo. Por su parte, el experto del Real Instituto Elcano asegura que la inflación que hemos conocido en Europa aparejada por la Guerra de Ucrania sería “un juego de niños” al lado de la crisis que podría provocar una guerra regional en Oriente Medio.

El frente diplomático es incluso más sensible, ya que la tibieza de la UE con Israel ha erosionado significativamente el prestigio del club comunitario, especialmente en el sur global. La condena rápida y firme llevada a cabo en Ucrania no se ha replicado con el conflicto en Gaza, que ha necesitado de meses de negociaciones para que la UE adoptara una postura común. Sánchez Amor admite que la visión de doble rasero por parte de estos países, sobre todo en África, es una realidad y que, además, esta percepción está siendo amplificada por la propaganda rusa. 

Al final, todos estos problemas derivan en la necesidad de lograr una mayor autonomía estratégica que, explica López, debe pasar por una salida paulatina del paraguas defensivo de Estados Unidos. De esta forma, la UE podría centrarse, en este tipo de conflictos, exclusivamente en sus intereses. “Deberíamos ir traspasando poco a poco las capacidades puestas a disposición de la OTAN hacia estructuras exclusivamente europeas para, en el medio plazo, poder comenzar a hablar de una estrategia propia”. considera el oficial retirado.

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