La Unión Europea empieza a mover a sus piezas para diseñar una estrategia que la sitúe en la Siria post-Assad como un actor relevante en Oriente Próximo. El enfoque es cauteloso ante la interinidad del nuevo gobierno establecido por los rebeldes tras el derrocamiento del dictador, pero en Bruselas tienen claro que el tiempo apremia antes de que Donald Trump llegue a la Casa Blanca.
El primer debate entre los ministros de Exteriores de los 27 sobre la situación de ese país ya deja decisiones de calado. Kaja Kallas, la nueva Alta Representante Exterior, ha desembarcado con fuerza en su nuevo cargo para no dejarse opacar por el recuerdo del activismo de Josep Borrell durante los dos últimos años de guerra en Ucrania.
Kallas tiene claro que “Europa debe estar presente” y que no puede “dejar un vacío de poder en Siria”. La política estoniana ha enviado una pequeña misión diplomática a Damasco como primera toma de contacto con el todavía considerado grupo terrorista HTS. Antes de tomar esta decisión, Kallas se vio con los ministros árabes de Exteriores en Jordania y la propia presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, mantuvo en Turquía un encuentro de trabajo con el mandatario Recep Tayip Erdogan.
Bruselas abre contactos con los rebeldes sirios
La emisaria de Kallas en Damasco es una diplomática belga con 25 años de carrera en las instituciones europeas y amplia experiencia en la región, donde ha sido hasta ahora embajadora en Líbano. Sandra De Waele tiene el encargo de iniciar las primeras conversaciones, pero el movimiento es de mayor calado, al mostrar que Bruselas y los 27 están dispuestas a jugar un rol importante en la transición de Siria. La nueva Alta Representante Exterior quiere una “implicación constructiva para recibir información sobre el terreno”.
Fuentes diplomáticas europeas confirman en privado la relevancia del movimiento. “Se ha logrado en 15 días lo que no se había podido en 14 años —en referencia a la caída de Al-Assad—. Los acontecimientos son altamente cambiables e imprevisibles”, señala el funcionario comunitario sobre la nueva situación política. “Comenzaremos con los contactos a nivel de trabajo, no políticos todavía. Enviaremos un embajador a Siria”, afirma esta fuente, pero “hay que establecer contactos y pasar mensajes de cuáles son nuestras expectativas, hablar con todos los actores y el HTS controla el 48% del territorio”.
Europa necesita tiempo para comprobar que las buenas palabras de líder rebelde Al Jolaini fraguan en una transición política democrática, con respeto de las libertades y derechos humanos, especialmente de las mujeres, sin una aplicación estricta de la sharia, y donde la convivencia entre las minorías étnicas y religiosas de Siria esté garantizada. Pero en Bruselas en privado ya hablan de que si ocurriese, la UE retiraría a HTS de su lista de organizaciones terroristas y levantarían sanciones vigentes a las transacciones financieras, al intercambio de tecnología o al comercio de petróleo y derivados.
Con aún dudas entre varios socios, pero el convencimiento de los 27 es que en Siria se está jugando la reconfiguración de Oriente Próximo mientras Israel prosigue las matanzas y expulsiones de palestinos y ahora aprovecha para ampliar posiciones en los Altos del Golán. “El acompañamiento”, afirma un diplomático español sobre el paso dado por Kallas, “debe quedar claro, si no sería dejar el espacio a otros. Hay que estar estar ahí y preservar la integración”.
La ambición geopolítica de la UE pasa también por robar espacios a su rival, Rusia. La emisaria de Kallas también debe presionar a los nuevos dirigentes sirios para que cierren las dos bases de Moscú, la áerea de Latakia y la naval de Tartús. Varios Estados Miembros lo exigen como condición sine qua non antes de normalizar relaciones. Socios del este europeo quieren asentar ese golpe político a Vladimir Putin por la guerra en Ucrania, mientras que Francia argumenta que Rusia proyecta desde esas bases su influencia en África, donde ha ido robando influencia a París.
Poder blando e intereses migratorios
Las reuniones que tanto Kallas como la presidenta Von der Leyen han mantenido en los últimos días con importantes actores regionales que actúan indirectamente o influyen en la situación de Siria muestran también el poder blando, o soft power, que la UE quiere aplicar.
La presidenta de la Comisión viajó con un cheque de 1.000 millones de euros para Erdogan, con los que colaborar en la atención de los miles de refugiados sirios en Turquía. En paralelo, Bruselas está aumentado la ayuda humanitaria a las organizaciones sirias que trabajan sobre el terreno, este 2024 les ha entregado ya 160 millones, y acaba de crear un puente aéreo para enviar medicamentos y demás ayuda de asistencia básica.
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Sin embargo, el poder blando de la cooperación con el que consolidar los intereses geoestratégicos de la UE como actor en Oriente Próximo tiene un reverso no tan amable. Varios Estados miembros con coaliciones de gobierno de derecha y ultraderecha, o donde estas fuerzas lideran las encuestas desde la oposición, quieren aprovechar la caída de Al-Assad por política doméstica.
Alemania, Austria, Bélgica, Países Bajos, Polonia o Finlandia están suspendiendo la tramitación de solicitudes de asilo de personas sirias. Antes de la reunión entre los 27 ministros de Exteriores, un diplomático neerlandés justificaba en Bruselas la decisión porque “la inmigración está en la mente de todos”, en alusión a que su Gobierno sólo sigue una corriente común en la UE. Y en privado se excusaba con el nuevo escenario político, ya que “una Siria estable es la mayor garantía de que no vamos a ver esos flujos” migratorios hacia su país.
Este jueves el endurecimiento de la política migratoria de la UE estará sobre la mesa de los líderes comunitarios en la Cumbre que se celebra en Bruselas. Y ahora Siria aparece como un nuevo frente de lucha para Meloni u Orbán. Von der Leyen informará de los planes de su comisario de Asuntos Interiores, un austríaco, de pagar a los refugiados sirios asilados en suelo europeo para que regresen a su país. Apenas han pasado dos semanas desde la caída de Al-Assad y la UE acelera sus decisiones sobre Siria.
La Unión Europea empieza a mover a sus piezas para diseñar una estrategia que la sitúe en la Siria post-Assad como un actor relevante en Oriente Próximo. El enfoque es cauteloso ante la interinidad del nuevo gobierno establecido por los rebeldes tras el derrocamiento del dictador, pero en Bruselas tienen claro que el tiempo apremia antes de que Donald Trump llegue a la Casa Blanca.