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Román Reyes: "Mi madre no se suicidó, la mató el sistema"

4 de noviembre de 2019. El día que su madre se tiró desde un sexto piso los candidatos a presidente del Gobierno se echaban los trastos a la cabeza en un debate electoral. Ninguno creyó necesario hablar de salud mental. Ni Sánchez, ni Casado, ni Iglesias, ni Rivera, ni Abascal. Tampoco de cómo evitar que en España se sigan suicidando diez personas al día, 3.600 al año. “Las muertes por suicidio multiplican por cuarenta los feminicidios, son el doble que las de los accidentes de tráfico, pero no hay ni una sola campaña de concienciación para prevenirlas. Son vidas de segunda. Que no se pongan más medios en salud mental es un crimen de Estado”, afirma con una serenidad que asusta.

Román Reyes (Madrid, 1987) es la cara visible detrás de la plataforma STOP Suicidios. Desde que murió su madre, este joven actor y director de cine denuncia con su activismo las deficiencias de una sanidad pública que olvida por completo a los enfermos de salud mental: “A mi madre la mató el sistema, le dio la espalda cuando estaba enferma”. Isabel, que había trabajado como funcionaria en varios ministerios, “lo tenía todo para vivir”: un hijo que la quería con locura, un trabajo estable, seguridad económica, una casa. Una de sus grandes ilusiones era viajar a Argentina, pero nunca pudo hacerlo.

La depresión entró de lleno en sus vidas cuando Román era muy pequeño y con el tiempo se fue agravando en trastornos más serios como brotes de manía persecutoria. Tras muchos años de lucha, la enfermedad y la falta de una atención sanitaria de calidad se la llevaron por delante. Como a la chica que hace dos semanas dejó programados unos tuits después de suicidarse en los que denunciaba el “trato degradante y horrible” que había padecido como paciente. “Yo llevaba a mi madre al hospital y, aún con su grave historial, no la ingresaban. Al final empiezas a darte cuenta de que son números y de que es caro un ingreso. Solo le cambiaban la medicación. Es como si vas con cáncer y te dan una aspirina. Sigues mal, vuelves, y te dan un ibuprofeno… Y así hasta que te mueres. ¿Quién es el responsable de esto?”, se pregunta con rabia contenida.

Él está desencantado con la política, pero sabe también que solo a través de ella se pueden cambiar y mejorar las cosas. Por eso remueve cielo y tierra. Colabora con cientos de asociaciones y lucha mediáticamente para alertar sobre el grave problema que tenemos como sociedad normalizando el suicidio. “En su momento, me reuní con Salvador Illa para presentarle una petición que tengo abierta en change.org, pero me dijo que ‘todo era muy complicado, que había mucho corporativismo’. No sé, no lo entiendo, no lo veo tan complicado. Ahora se ha empezado a politizar un poco el tema a raíz de la intervención de Errejón en el Congreso. Lo celebro porque el silencio es peor que la politización”.

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Más psicólogos, campañas de sensibilización y un teléfono de atención

Los intentos de suicidio han aumentado mucho durante la pandemia entre la gente joven, pero España todavía no tiene un plan nacional de prevención ni existe coordinación a nivel autonómico. Román pide muy poco: reforzar la atención primaria con más psicólogos, más campañas de sensibilización y un teléfono de atención estatal. Este es uno de los servicios que presta la Asociación La Barandilla: “Funciona de nueve de la mañana a nueve de la noche. Son muy pocos psicólogos, hacen lo que pueden, pero prevenir es lo primero. Estamos esperando a que esto lo asuma el Estado y que haya un teléfono corto y conocido como el del maltrato”.

Después de intentarlo varias veces con pastillas, las peores pesadillas de Román —que había soñado con la forma en la que su madre se acabó suicidando varias veces—, se hicieron realidad. Lo último que le dijo a su hijo fue un “te quiero” por WhatsApp: “La gente se hace una imagen de mí como de Superman, pero simplemente estoy haciendo esto porque mi madre era muy luchadora. Lo menos que puedo hacer por ella es coger esa fuerza y contribuir a que no haya más muertes injustas como la suya. Nadie merece morir así”.

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