No la llames España vacía, llámala España abandonada

Maximo Aláez

Hace ya un tiempo que hizo fortuna en los medios de comunicación la expresión “España vacía” y, cada vez que hay una ciclo electoral, algunos políticos se dedican a recorrer pueblos sin gente, abrazando corderos y ofreciendo ruedas de prensa rodeados de vacas, como atrezzo que, de manera natural, sustituye a las personas que suelen rodearles cuando hacen campaña en las ciudades.

Pero yo creo que la famosa expresión es muy poco afortunada e induce a engaño, porque esa llamada “España vacía” no está realmente vacía: ahí siguen sus tierras, sus valles, sus bosques o sus ermitas e, incluso, sus gentes, aunque cada vez sean menos y más ancianas. No se han ido, no quieren irse: lo que están es abandonadas. Lo que piden a la administración es simplemente unos “servicios mínimos” que se les ha arrebatado.

Sirva como ejemplo el de Fuente de Oliva, pequeña aldea situada en el límite entre las provincias de León y Lugo, que saltó a los medios de comunicación hace dos años cuando sus vecinos, que llevaban décadas esperando a que la administración de Castilla y León les arreglase los tres kilómetros que separan el pueblo de la primera carretera asfaltada, hartos de promesas incumplidas y reunidos en concejo vecinal, decidieron unánimemente solicitar la independencia de Castilla y León y pedir la anexión a Galicia, por si les hacían más caso. Tal era el estado del camino para llegar a sus casas que, para que los forasteros y visitantes no se asustasen y diesen marcha atrás antes de llegar al pueblo, pusieron en mitad de la pista un cartel que indicaba "sigue, que vas bien"Tal situación ha llevado, explican los vecinos, a perder iniciativas que hubieran sido importantes para el futuro de la aldea, como un proyecto de sede para la observación astronómica —que no se pudo realizar porque, por el estado del camino, se desconfiguraría la calibración de los telescopios— o una granja-hospital para el tratamiento y recuperación de caballos, o una casa de turismo rural, que tuvo que cerrar. Fueron oportunidades que pasaron de largo solo por tres kilómetros de asfalto; evidentemente, fijar población se vuelve una utopía con semejante acceso.

Ahora que los habitantes de Castilla y de León van a elegir nuevos gobernantes, es momento de recordar que quien lleva 35 años gobernando la comunidad es el partido responsable de tal estado de abandono

Puede parecer un ejemplo anecdótico, pero ahora que los habitantes de Castilla y de León van a elegir nuevos gobernantes, es momento de recordar que quien lleva 35 años gobernando la Comunidad es el partido responsable de tal estado de abandono. Y quien piense que el caso de Fuente de Oliva es una anécdota curiosa que coja su coche —mejor no pensar en el tren— y haga un recorrido por las Merindades de Burgos, la montaña leonesa o palentina, los arribes de Duero en Zamora, o la montaña de Soria. Son sólo algunos ejemplos, por cierto merecedores de una visita tranquila; eso sí, admitiendo que las carreteras estén sembradas de baches o que encontrar alojamiento, un sitio donde comer, una gasolinera, un cajero para sacar dinero o señal en el móvil puede ser una aventura más del viaje. Incluso ver una rebaño de ovejas o unas vacas en el campo es prácticamente pintoresco ya. Que se fije en el abandono que sufre el territorio y en la falta de servicios en los pueblos y aldeas por los que pase. Entenderá entonces muy bien, sin que se lo tenga que explicar un político en campaña llegado desde Madrid —o desde Valladolid, que es su nuevo centralismo—, porqué en esa España sólo van quedando personas que se aferran a su situación de supervivencia, ajenas a discusiones sobre si son galgos o podencos. Y, si aun duda, que hable con los lugareños, que no muerden; ellos se lo explicarán con palabras sencillas y fáciles de entender. 

Que el partido que lleva 35 años gobernando estas tierras pretenda huir de la discusión sobre la situación de los servicios en el territorio o el abandono de sus gentes se entiende, porque es pedirle que se enfrente con sus vergüenzas y con sus sinvergüenzas; que los demás se dejen enredar en las artimañas que puso en marcha, con éxito indudable para ella, la señora Ayuso en Madrid y dedicarse a hablar de todo menos de la gestión del Partido Popular durante los años que lleva en el poder, ya sería para hacérselo mirar. Y los habitantes de esta parte de la España abandonada se merecen, al menos, un mínimo de respeto.

A no ser que se pretenda empujar a las gentes que habitan en estos pueblos abandonados por la administración castellano-vallisoletana a que unos pidan su anexión a Cantabria, otros a Galicia, otros a la Rioja y aún otros, a Portugal, siguiendo el ejemplo de Fuente de Oliva.

Maximo Aláez es socio de infoLibre

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