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The Queen & The King

Ángel Díez

Estamos viviendo la sucesión en la casa real británica, la longeva reina ha muerto y sube al trono el anciano rey, the Queen and the King.

Entiendo que los entierros y los panegíricos son cosas que casan bien, pero si hablamos de información, si hablamos de trasladar la verdad de los hechos, incluso esa unión debería hacerse con un mínimo de rigor informativo.

Se habla de la mayor reina de Inglaterra y conviene recordar que heredó un imperio global y deja en herencia un reino normalito y algunas plazas de soberanía absolutamente extemporáneas, comenzando por Gibraltar, lo que hace más incomprensible la actitud de algún líder y alguna lideresa de la derecha patriótica al declarar duelos oficiales por el fallecimiento de una Jefa de un Estado que mantiene la ofensa de ese territorio colonial y que ni siquiera forma parte de la Unión Europea. En su afán de súbditos ni piensan a qué señor eligen, puro peloteo.

De momento, habría que reconocerle un mérito que supongo que es más de la política británica que de la reina, que es el mantenimiento de la Comunidad Británica en la que se incluyen sus colonias, algunas tan importantes como Australia o Canadá que forman la Commonwealth. Según dicen algunos que se supone que saben, parece ser que incluso este resto imperial también se tambalea y ya hay estados independientes que se plantean el modelo republicano y abandonar el “God save the King”. Aprovecho para apostillar que ya nos gustaría a los españoles mantener una comunidad de naciones con intereses comunes con aquellas naciones hermanas de hoy, que fueron nuestras provincias de ultramar de ayer, anótese que hablo de colonias en el caso británico y de provincias en el caso español, la diferencia no era, ni es, baladí.

No hay nada como una gran demostración de lujo y poderío para que los pueblos ablanden sus corazones y sus carteras, aunque me sorprende que entre tantas diferencias y rupturas no haya un mal gesto ni una sola voz en contra

Según cuentan los supuestamente expertos en realeza, los responsables del protocolo británico con la participación de la propia protagonista, hoy difunta, ha organizado desde hace 40 años un sarao de 10 días para despedir a una y recibir al otro y todo esto en una situación de cuasi recesión y de ruptura social importante entre los distintos partidos y entre las distintas generaciones, por no hablar de las tendencias separatistas de escoceses, también de los galeses y la falta de acuerdo en Irlanda del Norte sobre la forma de manejar el Brexit, pero no hay nada como una gran demostración de lujo y poderío para que los pueblos ablanden sus corazones y sus carteras, aunque me sorprende que entre tantas diferencias y rupturas no haya un mal gesto ni una sola voz en contra, supongo que si las hay son convenientemente acalladas por los corifeos de turno.

Me llamó la atención que en Londres hicieron dos actos para proclamar a Carlos III, el primero en el palacio de St James, todo sea por la tradición, y luego, ¡qué curioso! a las puertas del antiguo edificio de la Bolsa de Londres. Si todo es simbólico, habrá que pensar que esto es un aviso para navegantes: la Bolsa, el mercado, es lo más importante después de la propia monarquía, espero que los súbditos no capitalistas de Su Majestad Carlos III hayan tomado buena nota.

Si todo eso pasa, lo cuentan y lo transmiten en el Reino Unido, me podría parecer excesivo, pero con su pan se lo coman, lo que ya no me parece tan razonable es que se monte semejante campaña de marketing en todo el mundo para elevar a las más altas cotas de popularidad una institución como la monarquía que afortunadamente la mayoría de los países han abandonado por obsoleta y que carece de toda representación democrática. Quizás el mensaje del edificio de la Bolsa, en la city londinense, también se quiere que sea y se entienda como algo universal.

Que en nuestro país, en el que existe un agravio con el anacrónico tema de Gibraltar, la televisión pública esté dando horas y horas de retrasmisión en directo y debates en diferido sobre este asunto me parece vergonzoso; que en los debates no se escuchen voces que expliquen las zonas oscuras de la política británica de los últimos 70 años, que todo sean alabanzas a la gestión de una persona que segundos después dicen que ni reina ni gobierna, cuando es evidente que tiene una enorme capacidad de influencia, todo ello me parece fuera de lugar y tiempo, quizás en los tiempos de la Santa Alianza en defensa del poder absoluto de los reyes tendría sentido, hoy no.

Si los éxitos, por ejemplo el que fue modélico Sistema Nacional de Salud Británico (NHS), habría que ponerlos en el haber de la monarca y su gobierno, la pérdida del algunos años en la esperanza de vida de los británicos que se ha producido después con los recortes del neoliberalismo no sería justo achacárselo solo a la Sra. Thacher y el resto de los gobiernos de conservadores y laboristas, sino que también habrá que colocarlo en el debe de la Reina.

En fin, no sé si es papanatismo, si es una atávica tendencia a ser súbditos, si es puro peloteo al poderoso o si sencillamente nos gusta un sarao más que a un tonto un lápiz, especialmente si es un sarao muy caro, con muchos medios, con mucha publicidad y organizado para mayor gloria de quienes nos gobiernan, nos explotan o se forran con nosotros, sean reyes, presidentes de gobierno o de bancos, futbolistas, gentes del espectáculo y en general todos aquellos que se benefician del trabajo pesado, mal pagado y rutinario que cada día realizan millones y millones de ciudadanos por todo el mundo.

Espero que todos aquellos que siguen diciendo que ya no existen clases sociales, después de ver este espectáculo obsceno de poder, tengan la decencia de callarse un poco durante unos días.

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Ángel Díez es socio de infoLibre.

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