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El acoso callejero, un ataque contra la libertad de las jóvenes

Concha López

“Oye, ¿dónde vas tan solita?, ¿quieres que te acompañe?”, “¡pero, mujer, si solo es un piropo!”, “venga, sonríe, que eres muy guapa para estar tan seria…” Estos son los algunos de los comentarios a los que, cada día, se enfrentan las niñas, jóvenes y mujeres de todo el mundo en el espacio público.   

Desde Madrid a Lima, pasando por Sídney o Delhi, los piropos no deseados, los silbidos, las miradas insistentes, los manoseos y, en definitiva, el acoso callejero se repite. Aunque en diferentes idiomas, los lugares son siempre los mismos: las calles, plazas, parques, transportes, mercados… El acoso callejero es una forma de violencia de género tan normalizada que la mayoría de niñas, adolescentes y jóvenes acaban por acostumbrarse y resignarse. Sin embargo, no debemos restarle importancia, ya que limita sus derechos, desde la libertad de movimiento a la seguridad, ya que en muchos casos puede derivar en violencia física o sexual.

Casi 8 de cada 10 chicas de Barcelona, Sevilla y Madrid han sufrido acoso callejero, mientras que solo el 10% de presentan una denuncia tal y como revela nuestro informe Safer Cities for Girls, elaborado a partir de experiencias de jóvenes de entre 15 y 25 años de Barcelona, Sevilla y Madrid. Para ampliar esta visión en diferentes tipos de población, estamos terminando ahora mismo una nueva oleada que incluye Valencia, Móstoles y Paracuellos del Jarama. Podemos adelantar que los resultados apuntan en la misma línea.

Con motivo de la Semana Internacional contra el Acoso Callejero, que se conmemora del 3 al 9 de abril, desde Plan International, organización que trabaja para defender los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas, queremos recordar que el acoso callejero es un problema global, que limita los derechos de las chicas a moverse libremente por la ciudad, a disfrutar del espacio público y, en ocasiones, afecta a sus estudios, al ámbito laboral, al acceso a servicios y actividades sociales y culturales, así como a la participación plena en la vida pública. Tanto es así que el 40% de las chicas evita volver a pasar sola por el lugar en el que ha sufrido acoso callejero; algunas no vuelven nunca a ese sitio y, otras, incluso, dejan los estudios o el trabajo a raíz de la experiencia, según nuestro estudio “(In)seguras en la ciudad”.

El acoso callejero es una forma de violencia de género tan normalizada que la mayoría de niñas, adolescentes y jóvenes acaban por acostumbrarse y resignarse

No podemos seguir tolerando el acoso callejero. En Plan International llevamos abordando esta temática a través de distintos proyectos desde 2018. Destaca la iniciativa Safer Cities for Girls, desarrollada de la mano de ONU-Hábitat y Women in Cities International, entre otros, para construir, a partir de los testimonios de las jóvenes, ciudades seguras, responsables e inclusivas en las que todas ellas puedan vivir libremente.  Durante estos cinco años, hemos llevado a cabo estudios en ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Alcobendas, Paracuellos del Jarama Móstoles y, a nivel internacional, en Bruselas, Amberes, Charleroi Delhi, Kampala, Lima y Sídney. En este modelo urbano, la participación de las jóvenes es fundamental en la toma de decisiones. Por eso, quienes ocupan cargos de poder, en todos los niveles, deben escuchar a las jóvenes y trabajar junto con ellas a la hora de aplicar medidas contra el acoso callejero. Desde Plan International buscamos un compromiso para respetar sus experiencias y recomendaciones, y permitirles participar en el diseño de sus ciudades, incluidas la infraestructura, los servicios y las políticas que las regulan.

Pero no podremos lograrlo sin la otra mitad de la población: los chicos. Es fundamental cambiar las relaciones de poder desiguales e incluir tanto a los niños como a los hombres en la defensa de la igualdad, siendo agentes de cambio para acabar con prácticas que vulneran los derechos de las niñas y jóvenes, como el acoso, que ocurre con más frecuencia cuando ellos van en grupos grandes y ellas son más jóvenes y están solas. Deben ser conscientes de que piropear, silbar o seguir a las chicas no puede ser una forma en la que ellos se diviertan o refuercen sus vínculos; porque no es tolerable, porque da miedo, porque restringe la libertad y el derecho a la ciudad de millones de niñas y jóvenes.  

Prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres debe ser una de las prioridades de todos los países comprometidos con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, pero no solo a nivel gubernamental, sino también desde nuestra responsabilidad como sociedad. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de negarle a toda una generación su derecho a aprender, a vivir libres y a desempeñar un rol activo en la sociedad.

La normalización y generalización del acoso callejero debe acabar y está en manos de toda la ciudadanía lograrlo. Las niñas y mujeres no deberían ser quienes cambien sus comportamientos y sus hábitos para protegerse y sentirse seguras. Por eso, desde Plan International defendemos que la igualdad de género no es solo un derecho fundamental, sino una base necesaria para llegar a un mundo justo y próspero, y su defensa conjunta es la única manera de construir una sociedad igualitaria.

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Concha López es directora general de Plan International España

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