¿Todavía a vueltas con el amor? Manuel Cruz
Hay partido: tendencias electorales de cara a las generales
Este pasado lunes se conoció la encuesta que periódicamente realiza 40db para la Cadena SER y El País. Observando sus datos se pueden obtener algunas conclusiones interesantes respecto a la evolución electoral de cara a las próximas elecciones generales. El primer punto a tener en cuenta es que el bloque de Gobierno rompe la tendencia negativa que arrastraba desde noviembre, situándose el punto de inflexión en el debate sobre la moción de censura. El segundo aspecto relevante es que el bloque de las derechas se aleja de la mayoría absoluta, obteniendo el PP su peor resultado desde mediados de otoño y Vox quedando por debajo de su resultado de 2019. El tercer aspecto significativo es que los dos grandes partidos sufren en su capacidad de retención de voto: puede haber bloques, pero eso no consolida el antiguo bipartidismo.
Primero el contexto general. El debate de la moción de censura fue positivo para el Gobierno; los datos confirman lo que se pudo ver en el estrado del Congreso. También otro hecho de relevancia: el conflicto en torno a la ley del solo sí es sí ha desaparecido por completo del debate público. Uno de los puntos que más perjudicó al Ejecutivo en estos últimos meses ha dejado de copar portadas aunque las revisiones de pena se sigan produciendo. Es decir, Pedro Sánchez acertó al iniciar la reforma de la ley, al poner encima de la mesa una acción para demostrar que el problema se tenía en cuenta y se trataba de corregir de alguna manera. En política importan los errores, pero más aún la manera en que parece que se resuelven. Bien harían los partidos de la coalición progresista en cerrar este episodio con el menor ruido posible.
La moción, sin embargo, perjudicó al bloque de las derechas. A Vox le restó dos diputados, lo que le situaría en diez menos de los que obtuvo en las pasadas generales. Esto indica un desgaste en la estrategia del numerito que tan buenos resultados ha dado a los ultras anteriormente. Copar la agenda pública a cualquier precio ya no les hace crecer. Puede que el corazón de su electorado sea impermeable a cualquier traspiés que protagonicen los de Santiago Abascal, pero estos episodios ya no les proporcionan penetración en nuevos electores, bien por el contrario empiezan a provocarles un desgaste neto. Sin embargo, la moción sí tuvo un efecto positivo para Vox: aumentó en dos puntos el trasvase de votos populares. Es decir, una ganancia propia que se sitúa dentro del propio bloque.
Esto indica que Alberto Núñez Feijóo se equivocó al no asistir al debate de la moción, más allá de que el PP tiene un problema de posicionamiento con respecto a sus votantes, los que en un porcentaje nada despreciable, un 11%, se sienten seducidos por los ultras. Esto podría explicarse con el viaje a la moderación que los populares están intentando asentar como narrativa, una que no acaba de atrapar a nuevos votantes del PSOE. Es decir, que mientras que esta maniobra les produce un desgaste por su flanco derecho, no les hace crecer por el centro. El problema para Feijóo es que sus deseos entran en contradicción con la deriva radical que su partido, y más allá el ecosistema mediático-institucional de la derecha, ha emprendido en esta legislatura. Una parte del voto conservador ya no desea volver al redil.
El bloque de las derechas sigue mandando en las encuestas, pero tiene problemas de importancia: si Feijóo compite con Abascal, el crecimiento por el centro se le hace imposible. Si por contra apuesta por la moderación, pierde votantes en favor de Vox. Su primacía desde el pasado julio se debe a tres factores: hundimiento de Ciudadanos, alza de precios y desgaste del Gobierno. Tres factores que le son ajenos. Las derechas forman un bloque pero compiten entre ellas, careciendo de un impulso propio que se frena en el momento en que el Gobierno se centra en las políticas que a principios del otoño le empezaron a dar buenos resultados. Existe un problema añadido: que Vox forme parte del bloque imposibilita el entendimiento con terceras fuerzas que pudieran apoyar una investidura de Feijóo.
Para el bloque de Gobierno la situación mejora sobre todo porque no empeora. En la simpleza se suele encontrar la explicación más acertada para dibujar un escenario complejo. Desde noviembre, la coalición progresista ha mostrado algo peor que los errores, el empecinamiento en resolverlos mediante una guerra declarativa que alcanzó su punto álgido en la votación sobre el inicio de la reforma de la ley de libertad sexual. No sólo no empleas tu tiempo en apostar por las políticas que te funcionan, sino que además lo gastas generando un ruido que no es del agrado de casi nadie. Si, para colmo, las políticas que te dan resultados son aquellas relacionadas con lo laboral, estás perdiendo una oportunidad de oro para crecer electoralmente.
El bloque de las derechas sigue mandando en las encuestas, pero tiene problemas de importancia: si Feijóo compite con Abascal, el crecimiento por el centro se le hace imposible
El PSOE mejora su intención de voto según la encuesta de 40db, 27,4%, quedando a sólo seis décimas del PP. Pero hay dos datos especialmente negativos para la coalición de Gobierno. El primero es que tienen una fidelidad de voto baja, por debajo del 70%. El PSOE deja escapar a uno de cada diez votantes por su centro, algo que le sucede a Unidas Podemos respecto a su socio. El segundo problema es que los votantes socialistas están muy poco movilizados, 62,3%, en comparación con los del PP, Vox o UP, que rondan el 70%. A esto hay que sumarle que el PSOE es el partido que mayor porcentaje de indecisos acumula, un 13%, sólo por delante de Ciudadanos. Es decir, en el bloque de Gobierno, pero sobre todo en el PSOE, falta mucho músculo de cara a la cita electoral de las generales.
El desgaste por el alza de precios recae sobre el Gobierno, por más que este no sea responsable de su génesis y aunque sus medidas hayan conseguido paliar la inflación. Pero cuando tus electores sufren de desmovilización e indecisión es que les falta algo que les haga sentirse activos, un cierto orgullo de partido, una inercia a sentirse partícipes del proyecto que echó a andar en 2020. A Sánchez se le ha atacado de todas las formas posibles y eso deja huella, un retraimiento en quien le votó. Sin embargo, esto también indica que los socialistas tienen capacidad de crecimiento. No han perdido a los suyos, lo que parece es que no han sido capaces de trasladarles las políticas exitosas que han llevado a cabo. Que Feijóo pretenda aparentar moderación tiene también que ver en gran medida con este factor: no darles motivos para acudir a las urnas.
La otra parte, Unidas Podemos, es una completa incógnita. La encuesta se hizo antes de la presentación de Sumar. No es motivo de este artículo entrar en el conflicto que sufre la izquierda en reconfiguración, sí advertir que parece evidente que acudir desunidos complicaría en gran medida la aritmética parlamentaria para volver a formar Gobierno. Más allá, aunque se produjera la ruptura, sería deseable que fuera de la manera más aséptica posible. Cualquier lectura de quien podría acaparar el grueso del voto de la actual UP, quién podría crecer debido a las nuevas alianzas, resulta en estos momentos una especulación cuya respuesta tiene que ver más con los deseos que con los datos. Cabe jugar a la ruleta y ver qué sale. Por lo general quien basa su futuro tan sólo en la fortuna sale a la larga perjudicado.
Es evidente que existe otro factor que puede influir de manera importante en las generales: el resultado de las autonómicas. Y aquí ganará quien resista. Si el PP no consigue hacer ver que avanza de manera clara, más allá de los cómputos totales de votos, habrá partido. Por otro lado, la presidencia española de la UE otorgará en el último tramo de la legislatura un peso extra a Sánchez, que aparecerá como un líder de talla internacional. Dos elementos de peso que configurarán una tendencia a favor o en contra del Gobierno, volviendo así a una de las ideas centrales de este artículo: la derecha no tiene un impulso que le haga poder alzarse con la victoria por méritos propios. ¿Jugará esta vez la continuidad a favor de Sánchez? Una respuesta a esta pregunta clave se puede encontrar en los temas de preocupación para los ciudadanos.
La inflación preocupa al 94% de los españoles. Los siguientes asuntos son las desigualdades y la pobreza, un 88,9%, el paro, un 83,5% el coste de la vivienda, un 83,5% y el cambio climático, algo más de un 80%. Todos asuntos relacionados con políticas en las que la izquierda se muestra tradicionalmente más fuerte que la derecha, que ha perdido el acicate nacionalista, la seguridad o la inmigración como elementos de preocupación de primer orden. Si la coalición de Gobierno consigue trasladar la idea de que con su continuidad estos temas mejorarán o, por contra, que empeorarán con Feijóo y Abascal en la Moncloa, se podrá producir esa imprescindible movilización del voto que se necesita para revalidar la coalición progresista. La izquierda haciendo políticas de izquierdas para ganar unas elecciones, no parece tan descabellado.
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