Por qué protestan los serbios de Kosovo
Los recientes disturbios en Kosovo, la provincia serbia que declaró su independencia, organizada y respaldada por los países occidentales en 2008, llaman de nuevo la atención de la opinión pública. Aunque las noticias de los Balcanes han pasado a un segundo plano después de la invasión rusa de Ucrania en 2022, la atención a esta parte de Europa a menudo resurge especialmente cuando se trata del miedo de la llamada "influencia maligna rusa".
La semana pasada y a principios de ésta, Kosovo presenció disturbios en el norte del territorio, en los municipios de mayoría serbia y que dependen geográficamente del resto de Serbia. En los enfrentamientos participaron los serbios, las fuerzas especiales de la policía de Priština y los miembros de la KFOR, una fuerza militar internacional que ha estado en Kosovo desde 1999 y que está bajo el mando de la OTAN.
Los enfrentamientos se produjeron después de que el gobierno albanokosovar en Priština decidiera instalar ediles elegidos en las elecciones locales anticipadas de abril, que los serbios boicotearon, en los ayuntamientos de municipios de mayoría de población serbia en el norte de Kosovo. Los serbios se opusieron a que los nuevos líderes —albaneses, elegidos en unas elecciones con una participación inferior al 3% y consideradas cuestionables por Occidente— ingresasen a los municipios y asumiesen el cargo. Sin embargo, y pese a que las potencias occidentales —Estados Unidos y la UE— dejaron claro a los albaneses de Kosovo, tanto públicamente como en contactos directos, que un intento de instalar representantes ilegítimos sería una provocación que causaría disturbios, Priština decidió enviar a sus representantes recién elegidos para hacerse cargo de las instituciones, con el apoyo de la policía antidisturbios. Los serbios se opusieron y el viernes 2 de junio tuvieron lugar enfrentamientos entre ellos y la policía de Kosovo, para terminar en enfrentamientos entre serbios, la policía de Kosovo y la KFOR (OTAN) el lunes pasado.
El incidente del lunes, en el que fueron heridos unos 30 soldados de la KFOR y más de 50 manifestantes serbios, dos de los cuales resultaron heridos por balas de francotirador disparadas por las fuerzas especiales albanokosovares, ha sido ampliamente cubierto en los medios de comunicación, incluida España. Tal y como se supo, aunque la KFOR prometió a las autoridades de Belgrado asumir el control de las instituciones municipales en disputa e impedir que los representantes albaneses las administraran, la fuerza militar internacional colocó alambre de concertina alrededor de las instituciones donde estaban los representantes albaneses cuestionados y la policía especial de Kosovo, y es entonces cuando se produjeron incidentes.
Occidente condenó inmediatamente toda violencia, especialmente contra la KFOR, y la culpa fue inicialmente (o automáticamente, como ocurre con todo lo negativo que pasa en los Balcanes) atribuida a los serbios. El cambio en la postura de Occidente —y la confusión entre muchos observadores de los Balcanes, que en su mayoría tienen una actitud negativa hacia los serbios— se produjo después de que los Estados Unidos y los principales países de la UE como Francia expresaran fuertes críticas a las actuaciones de las autoridades separatistas en Priština y los acusaron de ser responsables de la última escalada. Varios representantes de los Estados Unidos y la UE han enviado un duro mensaje a las autoridades albanesas de Kosovo, y Washington incluso dijo que dejaría de presionar por la independencia de la provincia. En ese sentido, y a todas luces, el llamado estado de Kosovo aparece como un protectorado de los países occidentales.
Décadas de vacilación occidental como causa de la reciente violencia en Kosovo
Para entender qué causó los recientes disturbios, es necesario mirar un poco hacia atrás, lo que, desafortunadamente, no es el caso en la mayoría de los informes de los medios occidentales sobre los acontecimientos recientes.
En 2013, Serbia firmó un acuerdo en Bruselas, bajo los auspicios de la UE, con los entonces representantes de las autoridades separatistas en Priština para abolir las instituciones del estado de Serbia en Kosovo y para que los serbios ingresaran a las instituciones de Kosovo, todo con el objetivo de normalizar las relaciones y la coexistencia de serbios y albaneses en la provincia.
Una parte fundamental del Acuerdo de Bruselas prevé la creación de la Comunidad de Municipios Serbios, un órgano autónomo que otorga poderes ejecutivos y jurídicos a los municipios de Kosovo con una población serbia mayoritaria, refiriéndose principalmente a tres municipios del norte de Kosovo (donde estalló la violencia reciente), así como a otros seis municipios situados en el interior de Kosovo y no dependientes geográficamente directamente del resto de Serbia. A pesar de las fuertes protestas ciudadanas, las autoridades serbias aceptaron el acuerdo para normalizar las relaciones y por las garantías occidentales de que el acuerdo se aplicaría. Así, en aras de la normalización, las instituciones locales de la legítima e internacionalmente reconocida República de Serbia han pasado a formar parte de las instituciones locales de Kosovo, cuyas autoridades declararon su independencia en 2008 y que no es miembro de las Naciones Unidas y que, al fin y al cabo, España tampoco reconoce.
En abril de 2023 se cumplieron 10 años desde que se alcanzó este acuerdo en Bruselas, bajo los auspicios y garantías de la UE y los Estados Unidos. Por su parte, Serbia ha cumplido sus obligaciones y ha alineado sus instituciones con las instituciones de Kosovo mientras que, hasta el día de hoy, cuando se redactó este texto, las autoridades albanesas de Kosovo en Priština no han dado ningún paso para cumplir con la obligación de formar la Comunidad de Municipios Serbios. Es por este motivo que los serbios abandonaron los municipios en noviembre de 2022 y comenzaron a boicotear las instituciones de Priština.
La razón por la que las autoridades separatistas de Priština se oponen a la formación de la Comunidad de Municipios Serbios es que no quieren que haya un gobierno autónomo de los serbios en Kosovo, sino que consideran que los serbios deberían estar plenamente bajo el dominio de Priština. El hecho de que Priština no haya logrado hasta ahora formar la Comunidad demuestra que los países occidentales —los principales promotores del separatismo albanés en Kosovo— parecen estar de acuerdo en parte o en gran medida con la postura albanokosovar. Sin embargo, la consecuencia de esto es que la credibilidad de Occidente, que es el garante de este acuerdo, se ha visto socavada.
"Kosovo multiétnico" sin derechos para los serbios
Los últimos diez años (desde 2013), así como todos los años anteriores, han sido duros para los serbios y las minorías no albanesas en Kosovo.
Los serbios están expuestos regularmente al acoso, la confiscación de propiedades o la persecución, y las escuelas serbias, las iglesias y los cementerios incluso (¡!) son regularmente blanco de ataques e incendios provocados. Si no creen los informes serbios, miren los informes de Amnistía Internacional o Human Rights Watch, las Naciones Unidas o la Cruz Roja. Recuerden lo que sucedió el 17 de marzo de 2004.
Desde que la KFOR asumió la administración militar de la provincia en 1999, más de 280.000 serbios han sido expulsados de Kosovo. Además, los ejemplos cotidianos muestran cómo es un "Kosovo multiétnico" bajo la protección de Occidente: en Priština, la capital provincial, solía haber entre 30.000 y 40.000 serbios, pero según el censo de 2011 apenas quedan 430.
En Priština, durante el dominio serbio, se podían encontrar calles y monumentos no sólo de serbios sino también de albaneses. Echen un vistazo a Google Maps hoy y encuentren una calle o monumento a los serbios que haya permanecido (sin contar la Iglesia Ortodoxa en el centro de la ciudad que hasta hace poco servía como baño público y a la que las autoridades de Priština se niegan a devolver el terreno porque forma parte del "aparato de represión" del expresidente serbio y yugoslavo Slobodan Milošević).
El lugar en el que se encuentra hoy el Kosovo "multiétnico" lo evidencia un incidente reciente de enero de este año. En Nochebuena, que los serbios como cristianos ortodoxos celebran el 6 de enero, un oficial de policía especial albanokosovar fuera de servicio disparó a un niño de 11 años y a su hermano de 21 años porque llevaban la bandera serbia.
Ejemplos como estos son muchos y cotidianos. Desafortunadamente, probablemente no han leído ni leerán mucho sobre ellos en la prensa española u occidental porque los Balcanes ya no son el tema principal y, ya saben, los serbios siempre son "los malos".
El mayor enemigo de Occidente en Serbia es el comportamiento del propio Occidente, que es absolutamente contrario a todos los principios que supuestamente son occidentales: respeto por lo acordado, derechos humanos, democracia
Para los serbios todo esto es particularmente doloroso porque consideran a Kosovo el origen de su estado. Esto también lo señaló recientemente el as del tenis mundial Novak Djoković cuando escribió en Roland Garros "Kosovo es el corazón de Serbia" (un eslogan que ha estado circulando en Serbia desde 2008 cuando los albaneses declararon su independencia) y "alto a la violencia". Aquí, en Kosovo, entre 1300 iglesias y monasterios serbios, se encuentran los monumentos nacionales más importantes de los serbios, equivalentes a lo que serían Sto. Domingo de Silos, Sto. Toribio de Liébana o S. Jerónimo de Yuste para España). Además, los serbios señalan la política de doble rasero: ¿Cómo es que la soberanía e integridad de Ucrania sobre Crimea y Donbas es incuestionable (que tanto Serbia como España oficialmente apoyan) y aquí en Kosovo la integridad territorial y la soberanía de Serbia no tiene validez (sobre lo cual muchos en Occidente guardan silencio, incluida España)?
Debido a todo lo anterior, en noviembre de 2022, los serbios decidieron abandonar las instituciones municipales del norte y boicotear la cooperación con Priština hasta que esta cumpla con sus obligaciones internacionalmente asumidas y acordadas, principalmente con respecto a la formación de la Comunidad de Municipios Serbios.
El mensaje de los albanokosovares a los serbios y Occidente
Priština ha dejado claro en repetidas ocasiones que no tiene intención de aplicar el acuerdo de Bruselas que ha firmado, aunque constantemente se están llevando a cabo negociaciones bajo los auspicios de Occidente para acordar algo.
En lugar de calmar las tensiones, las autoridades de Priština celebraron elecciones en abril, que los serbios boicotearon, por lo que de los 45.000 votantes registrados, sólo 1.500 (3,33%) participaron, de los cuales 13 eran serbios. Aunque Occidente (a regañadientes) aceptó estar de acuerdo con Serbia en que tales elecciones no eran legítimas, Priština insistió en instalar a sus "alcaldes" en los municipios mencionados, y al hacerlo enviaron fuerzas especial de Kosovo para eliminar los símbolos serbios de los ayuntamientos, lo que causó las protestas y la violencia que vimos.
Al final resultó –tal y como afirmaban anteriormente en Belgrado– que Occidente envió un mensaje claro a los albaneses de Kosovo para que no instalaran a sus representantes a la fuerza y evitaran la provocación en el norte enviando policías especiales que, según los acuerdos, pueden venir al norte de la provincia solo con el consentimiento de los alcaldes de los municipios del norte (serbios) (de esto tampoco se habla en los informes de los medios de comunicación).
La actuación de Priština que causó la violencia que hemos visto recientemente no es solo un mensaje a los serbios (que no se respetará nada acordado) sino también a Occidente. Es por eso que el presidente serbio, Aleksandar Vučić, en reacción a los acontecimientos, dijo que "pide a Occidente que razone con su niño", refiriéndose a los separatistas albaneses que hasta ahora no han sufrido ninguna consecuencia por el incumplimiento de los compromisos acordados.
La realidad y los hechos sobre Kosovo
Lo esencial de la historia se reduce a lo siguiente: Desde que Occidente/OTAN se hizo cargo de la administración de Kosovo, tras una intervención militar ilegal y no autorizada contra Serbia (y debido a la dura reacción de las autoridades serbias en la lucha contra la organización terrorista albanesa DEL ELK, que resultó ser financiada por Occidente), se ha estado llevando a cabo un proceso en el que Serbia es presionada a reconocer la secesión de su provincia meridional y se intentan abolir por completo cualquier derecho humano, civil o de minorías de los serbios que quedan, todo ello en nombre de una supuesta "multietnicidad".
Sólo cuando se trata de Kosovo, Occidente ha intentado arremeter contra varios tratados internacionales: desde la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional que garantiza la inviolabilidad de las fronteras y la integridad territorial y la soberanía de los Estados, hasta el Acuerdo de Bruselas (para el que no han hecho nada para que se implemente y ahora están tratando de reformularlo porque no quieren dar a los serbios autogobierno a pesar de que lo firmaron), al Acuerdo de Washington (que dio una esperanza real y que tanto albaneses como serbios estaban dispuestos a aceptar, pero no la UE) hasta el reciente Acuerdo de Ohrid en el que Serbia cedió de nuevo y permitió que se establecieran algunos "principios para la aplicación del Acuerdo de Bruselas", que obviamente se utilizan para posponer indefinidamente lo acordado.
Además, Serbia ha dejado claro en repetidas ocasiones que está a favor de una solución de compromiso. Aunque nunca ha presentado oficialmente tal propuesta, Belgrado envió mensajes de que la división de la provincia es aceptable porque los albaneses tampoco quieren vivir bajo los serbios, y por las mismas razones los serbios no quieren vivir bajo los albaneses. Con este telón de fondo se gestaba el Acuerdo de Washington, que se alcanzó con el apoyo de la administración Trump y que allanó el camino hacia la división. La UE (y Alemania en particular) se opuso firmemente a tal curso por temor a que pudiera conducir a la desintegración de Bosnia, Macedonia y posiblemente Montenegro a lo largo de líneas étnicas. Con la llegada de Biden al poder en los Estados Unidos, Washington perdió interés y se negó a seguir el acuerdo.
Sin embargo, hay otro en una serie de indicadores de la falta de principios de Occidente, que, incluso para los más grandes “eurofóricos” occidentales en Serbia, crea problemas cuando se trata de acercar la postura occidental al público serbio: ¿Por qué en la antigua Yugoslavia se reconoció el derecho de autodeterminación a todos –eslovenos, croatas, bosnios, macedonios, montenegrinos, albaneses de Kosovo– pero no a los serbios? Especialmente si es cierto que ni en Bosnia (donde viven serbios, bosnios y croatas), ni en Kosovo, no hay ningún deseo de estos pueblos de vivir juntos. Pídanle a alguien que se opone a esto que explique por qué y pregunte sobre qué principios democráticos está justificado.
Y aquí está la pregunta: ¿qué principio entonces apoya Occidente en los Balcanes? ¿El derecho internacional y la soberanía (lo que significa que Kosovo es parte de Serbia, como lo reconoce la ONU) o el derecho a la autodeterminación (lo que significa que este derecho también debe reconocerse a los serbios)? Occidente envía persistentemente el mensaje de que en el caso de los serbios, ninguno de los dos es válido y que no respetará ningún acuerdo, incluso los impuestos por ellos mismos, como el Acuerdo de Bruselas.
En tales circunstancias, ¿qué pueden hacer Serbia y los serbios de Kosovo? Cualquiera que crea en los derechos humanos, civiles y de las minorías no debe quedarse callado ante esto. Por desgracia, el nivel de estigmatización de los serbios es tal que hoy en día muchos periodistas y analistas, cuando no saben muy bien lo que está pasando, siempre juegan la carta de los "serbios malvados", similar a cómo en Alemania en las décadas de 1930 y 1940 los judíos tenían la culpa de todo.
Por qué el cuento de la "influencia maligna rusa" en Serbia es un sinsentido
Al final, cuando se habla de los Balcanes, se sigue hablando de la "influencia y propaganda rusa" que supuestamente son fuertes en Serbia: el asunto es muy simple. Si vienen a Serbia, caminan por las calles y hablan con la gente, verán que la música occidental se escucha en todas partes, que se conducen coches occidentales, que todo el mundo habla inglés como lengua extranjera y no ruso, que todas las encuestas muestren que los serbios quieren viajar a Londres, Nueva York y París y que Moscú es sólo el final de una larga lista, y que los padres quieren que sus hijos estudien en Oxford o Harvard y no Lomonosov... La economía serbia depende casi por completo de Occidente, los mayores socios comerciales de Serbia son Alemania e Italia, la UE es el mayor donante, el mayor número de proyectos es con la UE, el mayor número de ejercicios y la cooperación militares bilateral es con países de la OTAN, y absolutamente todos los gobiernos que llegaron al poder desde la caída de Milošević en 2000 tenían la integración europea como la principal prioridad de la política exterior del país. ¿Parece un país prorruso? El problema es que, en lo que respecta a Serbia, los estereotipos todavía reinan en Occidente, no los hechos.
En 2000, después de la caída de Slobodan Milošević, Rusia estuvo a punto de ser expulsada de los Balcanes. Lo que ha devuelto a Rusia a los Balcanes y Serbia es el apoyo directo de Occidente a la secesión de Kosovo y Metohija y la actitud hacia los derechos de los serbios en la región, ya sea en Bosnia, donde el Acuerdo de Dayton está siendo derrocado para abolir la entidad serbia, o en Montenegro, donde a los serbios que representan más de un tercio de la población no se les permite tener ni siquiera un miembro del gobierno.
Se trata de una actitud hipócrita y falta de respeto no solo de los acuerdos internacionales (soberanía de Serbia, Resolución 1244 de la ONU que garantiza la soberanía e integridad de Serbia en Kosovo, Acuerdo de Bruselas 2013. El Acuerdo de Washington en 2020 y el último Acuerdo de Ohrid), sino también forzar a Serbia a reconocer la secesión para ayudar a Occidente a justificar un brutal acto de agresión en 1999 dejan poco espacio para la política prooccidental.
Cuando tienes tales "socios" en Occidente, ¿realmente necesitas que Moscú haga propaganda? Sin embargo, a diferencia de Ucrania, que, después de consultas con Occidente, se abstuvo de votar sobre la admisión del llamado Kosovo en el Consejo de Europa, Serbia condenó la agresión de Rusia contra Ucrania repetidamente y votó a favor de varias resoluciones en esta dirección. Una vez más, ¿es este paso de un país bajo la "influencia maligna de Rusia"?
El mayor enemigo de Occidente en Serbia es el comportamiento del propio Occidente, que es absolutamente contrario a todos los principios que supuestamente son occidentales: respeto por lo acordado, derechos humanos, democracia.
Y finalmente, cuando lean las declaraciones de la OTAN, los Estados Unidos, la UE ... con respecto a Ucrania que el ataque contra ese país es un acto de agresión, que "la soberanía y la integridad territorial" deben ser respetadas, tengan en cuenta que estas son declaraciones idénticas que han sido enviadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Serbia durante décadas, solo que en lugar de "Ucrania" y "Crimea" están las palabras "Serbia" y "Kosovo". El que viola el derecho internacional: en Serbia, Irak, Afganistán, Siria... no tiene la autoridad para sermonear a nadie sobre la ley y el orden internacional, y menos aún puede dar lecciones de moral a cualquiera sobre "lo que es correcto y justo" hacer.
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Milan Dinić es periodista.