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María Guardiola, sin palabra

Habrá quien piense que cuando María Guardiola tome posesión como presidenta de la Junta de Extremadura por la gracia de Vox llegará a la meta, pero realmente ahí empieza todo para ella y va a emprender su camino totalmente desnuda en lo político; por mucho que siga usando los pendientes de bandera. María Guardiola se ha quedado sin palabra, como ella misma ha reconocido con ese afán tan suyo de construir frases para la historia. Y sin palabra, ya lo ha sentenciado Núñez Feijóo, no hay política. Sería cruel pensar que esas declaraciones no fueron un desliz y que lo decía por ella.  

En menos de dos semanas, Guardiola ha pasado de ser la estrella pepera que se rifaban las teles a un activo tóxico para su partido. Y es comprensible, desde la óptica del PP. Han tenido que oír de su boca la catarata de razones por las que Vox es un sapo intragable para muchos que lo están masticando en silencio y sin respirar. Poniendo por delante sus principios y sus líneas rojas estaba colocando ese espejo frente a sus compañeros, el valenciano Mazón que torea con un vicepresidente de ultraderecha, y su líder, Alberto Núñez Feijóo, que se ha cuidado muchísimo de rechazar un gobierno de coalición con Vox. ¿Que aspira a gobernar en solitario? Pues claro, faltaría más. ¿Que ha cerrado la puerta a hacerlo con Santiago Abascal? Jamás.  

Al gallegueo del líder le ha sentado fatal la vehemencia extremeña. Su eco retumba en Madrid y retumbará cada vez que uno del PP se arrime a Vox en toda España pero es que además ha regalado al PSOE un espacio impagable para hacer oposición. Perder la Junta el 28M era algo inimaginable para los socialistas extremeños, pero ni en sus mejores sueños de este junio de pesadillas aparecía la opción de que Guardiola agotara su capital en tiempo récord. El panorama no invitaba a ello. Una presidenta joven y sin aristas frente a un PSOE enfrascado en la batalla de suceder a un líder sin delfín. Les subía un sudor frío sólo de pensar que Extremadura siguiera el patrón andaluz, un PSOE languideciendo en la oposición mientras el PP ocupaba su espacio. Sólo con recitarle a la presidenta y a su consejero ultra la retahíla de promesas huecas ya tienen hecha la mitad de trabajo. 

Su eco retumba en Madrid y retumbará cada vez que uno del PP se arrime a Vox en toda España, pero es que además ha regalado al PSOE un espacio impagable para hacer oposición

No creo que mintiera cuando dijo que no quería a Vox en el Gobierno, pero Guardiola no midió y ahora todo lo que diga sonará a mentira. El perjuicio que la dirigente extremeña ha hecho a su credibilidad con la gestión de sus resultados sólo es comparable a la exhibición de su debilidad dentro del PP. Las matemáticas de Estado con sangre entran. Lo ha aprendido bien y nos ha quedado claro a todos los demás.

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