Reflexiones sobre la formación del Gobierno y la Ley de amnistía
Tanto se ha comentado, debatido y escrito sobre estos asuntos que si no está todo dicho, falta poco. Como lo más cercano y actual, es la formación del nuevo Gobierno, defenderé mi opinión minoritaria, pero muy arraigada entre defensores y detractores, que he mantenido a ultranza: la permanencia de Irene Montero en Igualdad.
Pedro Sánchez dio motivos suficientes en su discurso de investidura para mantener a Irene Montero en Igualdad, al afirmar con contundencia la defensa del feminismo en el Gobierno que previsiblemente se formaría como lo había hecho en el gobierno de coalición que acababa. Si a eso añadimos sus palabras, al dar cuenta de los nombres del nuevo Gobierno, de que se trata de “un equipo de alto perfil político para una legislatura de alto perfil político”, en la situación política actual la persona que mejor encarnaba ese perfil, por el papel que ha jugado y la experiencia conseguida en estos años, era Irene Montero. No ha sido así.
En los discursos de su investidura retumbaron en el hemiciclo las palabras coincidentes de Feijóo y Rufián; en el caso de Feijóo, señalando las intenciones de Pedro Sánchez, ya evidentes, de prescindir de Irene Montero, al alardear de tanto feminismo, ratificadas con las de Rufián, alabándola. Cuando en la mañana del lunes se iban conociendo en las televisiones los nombres de los ministros y ministras, como si se tratara de las bolas de los premios del bombo del sorteo de la lotería de Navidad, aumentaba la expectación por conocer el nombre del Ministerio de Igualdad, que se resistía, con lo que todavía se albergaba la posibilidad de que se mantuviera a Irene. Como fue el último Ministerio al que se le asignó titular, ocupó el más amplio espacio en comentarios y debate en las tertulias, tanto la no continuidad de Irene Montero, como el nombre de la nueva titular, muy desconocida, a pesar de su buen curriculum municipal y profesional como profesora titular de Derecho Constitucional en la Universidad de Valladolid, pero a la sombra de Oscar Puente. Enseguida se la ha considerado de perfil bajo, en contraposición al de Irene Montero.
El Partido Socialista no deja a sus hombres y mujeres en la estacada. Han vuelto al Congreso José Luis Ábalos y Carmen Calvo, y esta no se ha podido manifestar más hiriente con Irene al manifestar que es “la segunda mujer más feliz porque el Ministerio de Igualdad tenga otra vez la batuta del Partido Socialista”. También se daba casi por seguro, y a pocos hubiera extrañado, que Marlaska no continuaría, pero sigue.
En cambio, a la izquierda del Partido Socialista se mantienen las guerras. Y la secular condición cainita. Pero todas las guerras, como la de Putin en Ucrania y la de Netanyahu con Palestina, tan cruentas y criminales, como las ideológicas y de poder entre cercanos o amigos, las familiares, que conforman ahora Sumar, pueden acabar mal si no hay tregua, negociación y concordia. Y la concordia, de la que tanto se ha hablado, y que era una exigencia de paz en este momento, no se ha producido. Si Podemos tiene que hacer autocrítica de sus errores, también Sumar, y no he visto disposición para ello. La discordia tiene muchos padres, no sólo Pedro y Yolanda.
Pero si Pedro Sánchez ha negociado con Junts para hacer de la necesidad virtud, si eso mismo hizo en 2019 para formar el primer Gobierno de coalición, (entonces no echaron a los miembros de Podemos, como ha dicho Ione Belarra, sino que los admitieron), si Yolanda Díaz fue elegida como sucesora por Pablo Iglesias, no se entiende que tanto Pedro Sánchez como Yolanda hayan sido tan desagradecidos con Podemos. Lo que no entra en la lógica política es que si el Partido Socialista y Sumar han tendido puentes con Junts, los vuelen con Podemos.
Se han escrito cientos de artículos sobre la amnistía, defendiéndola o atacándola. El último artículo leído por mí cierra el círculo de los debates previos al texto. Interpela al Poder Judicial, en última instancia a quien, a través de los jueces que lo conforman, tiene que aplicar la Ley que salga del Parlamento. Me refiero al artículo de Ricardo Bodas Martín, magistrado emérito de la Sala cuarta del Tribunal Supremo, que titula: “Jaque a la imparcialidad judicial” (El País, 20/11/). Entrando en su pensamiento, creo que habrá dudado de añadir a jaque “mate”; no podría entonces haber terminado su artículo con las siguientes frases: “la democracia afectada por una grave polarización social y política requiere necesariamente un poder judicial independiente y responsable, sometido únicamente al ordenamiento jurídico, cuyas resoluciones judiciales deben ser de una imparcialidad impecable e indiscutible para contribuir realmente a la pacificación de los conflictos”.
Nunca, nunca en democracia ha habido unas muestras y manifestaciones de parcialidad del Poder judicial como en esta ocasión. Por mi parte, dicho con palabras llanas y populares, se han columpiado. También la Asociación Jueces y Juezas por la Democracia
El Poder Judicial, los magistrados del Tribunal Supremo, los jueces de las Audiencias, sus órganos de Gobierno, el Consejo General del Poder Judicial, los decanatos, no individualmente, como pueden hacerlo, se han posicionado colectivamente en manifiestos escritos y en concentraciones presenciales colectivas en las puertas de las sedes judiciales ¡y con toga!, “varios cargos judiciales convocaron sincronizadamente concentraciones en diversas sedes judiciales el día 14, a las que acudieron jueces y fiscales con sus correspondientes togas”, dice Ricardo Bodas. Lo hacían en contra de una futura ley de amnistía, sin conocerla ni estar aprobada, apoyándose solo en unos acuerdos entre partidos. Como Ricardo Bodas hace un repaso total de esas manifestaciones judiciales, invito a su lectura. Todavía el mismo día 20, se concentraron todos los estamentos judiciales a las puertas de la Audiencia Provincial de Segovia, convocados por la Decana.
En todos los manifiestos colectivos, los jueces apelan a la quiebra del Estado de Derecho, a la vulneración de la independencia judicial y la separación de poderes. En ningún manifiesto hablan de la imparcialidad a que están obligados constitucionalmente los jueces, a la no ingerencia en el debate político y a la función legisladora que corresponde al Parlamento. Y sin imparcialidad no hay independencia.
Nunca, nunca en democracia ha habido unas muestras y manifestaciones de parcialidad del Poder judicial (y otros muchas entidades y colectivos jurídicos, como los colegios de abogados, los forenses) como en esta ocasión. Por mi parte, dicho con palabras llanas y populares, se han columpiado. También la Asociación Jueces y Juezas por la Democracia, aunque desvinculándose de la últimas manifestaciones, una vez conocido La Proposición de la Ley de Amnistía. “Las actuaciones descritas ponen en jaque la imparcialidad judicial, ya que acreditan por sí mismas que una parte de los jueces (amplísima, a mi entender), a quienes corresponderá aplicar la ley de amnistía (art. 9 de la proposición), han reprochado previamente su promoción, mediante intervenciones directas o indirectas en el debate político, aunque dichos comportamientos están prohibidos por el art. 395.1 de la LOPJ…)”, escribe Ricardo Bodas. Es probable que muchos de los jueces a los que corresponda aplicar la Ley de amnistía tengan que abstenerse al haber firmado o haberse manifestado preventivamente en su contra. Todas las advertencias que el Gobierno en funciones les hizo para que respetaran los tiempos y esperaran a conocer el texto resultaron inútiles.
Sobre la mesa del Gobierno penden los pactos alcanzados y los objetivos que se proponen. Reina la euforia, la unidad, las luces largas en estos primeros días. Ahora quien peca de ingenuo y marca unos objetivos ambiciosos es el Gobierno, y puede que tenga que comerse sus palabras. La amnistía no será el caballo de batalla principal. La amnistía “sólo pone el contador a cero” en palabras de Artur Mas, entrevistado en 24 horas. Se declaró no portavoz de Junts, pero de sus afirmaciones se deduce un político de derechas, que no ha perdido el olfato ni la sinceridad, "votaría sí en un referéndum de autodeterminación”, que sería la solución final, aunque descarta que vaya a producirse. Pero este hecho no será óbice para la ruptura, dijo con otras palabras, porque también manifestó la entrada en el juego institucional de Junts como un elemento de estabilidad, “aunque el Gobierno perderá muchas votaciones”, pero eso no conllevará su caída. Es decir, la economía en sus más amplias vertientes sustituirá pronto a la amnistía, como la aplicación y el desarrollo inmediato, que tendrá que hacer la nueva ministra, de la Ley del “solo sí es sí”, sustituirá al recuento de las rebajas de condenas y las excarcelaciones, “pecata minuta”, comparadas con sus objetivos y medidas, a las que ( las excarcelaciones y rebajas de penas ), tanto se refieren las mujeres contertulias para desacreditar la Ley y a su autora, que no lo es única. La CEOE, preventivamente, ya ha puesto un tope a la subida del Salario Mínimo Interprofesional. Es decir, mañana, pasado mañana y al otro, seguiremos hablando del Gobierno, dice Garamendi. Y Junts, y ERC, y PNV y demás. Lo que es seguro, y esto debe reconfortarnos, es que España levantó un dique en las Elecciones del 23J contra la ultraderecha y el fascismo, que lo ha mantenido con la formación del Gobierno, de lo que Europa tiene que sentirse orgullosa, y ese dique hay que fortalecerlo en los próximos años-.
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Felipe Domingo Casas es socio de infoLibre.