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¿Cuántos afinadores de pianos hay en Euskadi?

Enrico Fermi fue un físico recordado por sus aportaciones al estudio de la estructura nuclear o el comportamiento de las partículas cuánticas. Fue un hombre clave en el Proyecto Manhattan, por eso Cristopher Nolan le dio un papelito en Oppenheimer. Pero el motivo por el que reúne tantos fans entre los que nunca hemos sido capaces de memorizar la tabla periódica es por su habilidad para provocar nuestra curiosidad con estimaciones imposibles a partir de hipótesis de partida muy sencillas. Son los conocidos como problemas de Fermi. Entre ellos destacaría el cálculo que hizo sobre cuántos afinadores de pianos había en Chicago: 125. La cifra se obtendría combinando una porrada de datos, como el censo de población, el número de pianos o el tiempo medio necesario para poner a punto el instrumento. Probablemente el cálculo no fuera exacto, pero resultaba de una lógica aplastante. Fermi y sus especulaciones ganaron este domingo en el País Vasco

Problema de Fermi número uno. El Parlamento Vasco es el más independentista de la historia. Entre PNV y EH Bildu suman 54 escaños, casi las dos terceras partes de la Cámara. Entre ambos aglutinan dos de cada tres votos en el País Vasco (67,7%). Nunca antes las dos formaciones soberanistas habían sumado tanto poder. Y la progresión de su voto elección tras elección es clara. Sí, estamos a las puertas de un procés hecho por profesionales y avanzado al detalle, gracias a Vox, por la fachosfera. En un primer estadio impulsarán un nuevo estatuto federal para Euskadi con la complicidad del PSE, luego vendrá, ya saben, la anexión de Navarra y, en un tercer nivel, se convocaría una consulta tras la que vendría un Estado propio antes del Mundial de 2030, que se celebraría en lo que quedaría de España, así como en Portugal y Marruecos, si es que no nos han invadido ya.

Un día habrá un lehendakari de EH Bildu. Pero de momento hay Pradales para rato con la inestimable ayuda del PSE

Problema de Fermi número dos. El independentismo ya no mola. EH Bildu se ha dado cuenta de que da más votos hablar de que el alquiler medio de un piso en Donostia sobrepasa los 1.000 euros que fantasear con la ikurriña ondeando en el patio de banderas de la ONU. Es verdad que ahora no condena el terrorismo de ETA, pero tiempo al tiempo. Su escalada de casi 100.000 votos respecto a 2020 se debe a que se ha instalado en la satanizada transversalidad y convertido en un partido atrapalotodo. ¿Y el PNV? Forma parte del paisaje vasco, a veces se confunde con él. Independentista, foralista, españolista, democristiano, socialdemócrata… es el partido multiusos y, como la Polycarpa mytiligera, un misterioso invertebrado marino, puede regenerar todos sus órganos, incluso si es diseccionado en trocitos. Es verdad que ha perdido tres puntos y medio y ha quedado a menos de 30.000 votos de los de Otxandiano, pero ha logrado, para alivio de quien realmente está a los mandos de Euskadi, una prórroga de cuatro años más. Un día habrá un lehendakari de EH Bildu. Pero de momento hay Pradales para rato con la inestimable ayuda del PSE.

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La paradoja de Fermi. Así se conoce a su provocación, o no, más famosa: cómo es posible que, con los datos de los que disponemos, haya una altísima probabilidad de que haya civilizaciones inteligentes diferentes a la humana en el universo conocido y sin embargo ningún marciano se haya acercado por aquí a decirnos “¡hola!”. “¿Dónde están?”, se preguntó indignado el científico y premio nobel ante la ausencia de señales extraterrestres. Ha habido muchísimas respuestas a esta pregunta, desde las avaladas por la ciencia a las sugeridas por Iker Jiménez. De entre todas ellas, la más razonable sería: ¿No será que estamos dirigiendo la mirada o poniendo el oído en el sitio equivocado? El clarividente Kepa Aulestia podría haber dado con una respuesta a las incógnitas del 21A: “Los vascos más vascos no necesitan contar con un Estado propio –escribe–. Les basta con que se sientan representados y gobernados por los de aquí”. Esta vez te hemos pillado, Fermi.

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