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El Gobierno responderá a la maniobra de Feijóo y Weber contra Ribera "con datos" y "sin caer en el barro"

¿No pasarán o ya han pasado?

El día en el que Euskadi estuvo más cerca de Cataluña fue el 5 de febrero de 1939. El lehendakari Aguirre, ya en en París, había prometido al president Companys acompañarle al exilio el día en el que las tropas franquistas ocuparan el último metro cuadrado de Cataluña. Los nacionales desfilaban aquel 26 de enero por Barcelona y un lehendakari desterrado se presentó en la frontera para cruzar junto al president por el paso de La Vajol (Alt Empordà). Cuentan que los dos se enteraron de que Manuel Azaña, Juan Negrín y Diego Martínez Barrio, presidentes de la República, del Gobierno y de las Cortes, estaban alojados en una casa próxima también a punto de pasar a Francia. Y quedaron los cinco a primera hora del día siguiente para, en una imagen épica de la derrota, cruzar juntos la frontera. El vasco y el catalán se acercaron a la hora y lugar acordados. Pero allí no había nadie. La República les había hecho gosthing. Tuvieron que caminar solos monte a través ese frío día de febrero rumbo a ninguna parte con las hordas de Franco pisándoles los talones.

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Umberto Eco nunca escribió una novela en la que aparecieran las palabras máquina del fango. Sin embargo, todos volvemos la mirada hacia Número Cero, probablemente la obra más precaria del autor italiano, pero convertida, desde el momento de su publicación en 2015, en un influyente disparate. “Los periódicos ya no están hechos para difundir sino para encubrir noticias”. “No son las noticias las que hacen el periódico, sino el periódico el que hace las noticias”. “El periodismo es el arte de hacer que la gente crea que ha leído algo que no ha leído”. Todo el libro está repleto de referencias orwellianas. “Hubo un tiempo en que si no gustaba un presidente, como Lincoln o Kennedy, lo mataban –comentó Eco sobre su novela en una entrevista–. Con Clinton se miró qué hacía en el despacho oval o en la cama. Desde entonces se empezó a asesinar mediante la deslegitimación”. Pedro Sánchez ha desempolvado Número Cero en su carta del jueves para denunciar que esa maquinita va ahora a por él. Me temo que el perrosanxe ha dado en el clavo. No estamos hablando de política, estamos hablando de periodismo. 

A ver si no acabamos escuchando cualquier día en otra calle el cuplé de la vedette falangista Celia Gámez: “¡Ya hemos pasao!”

"Lo más grave son los tics autoritarios del presidente y de su Gobierno, que se creen impunes en un no acatar la democracia que no veíamos desde Franco", ha dicho este sábado Feijóo en un acto electoral en Tarragona. A esa hora, miembros del Comité Federal del PSOE salían a la calle para sumarse a miles de militantes y simpatizantes concentrados en Ferraz al grito de “¡No pasarán!”. A ver si no acabamos escuchando otro día en otra calle el cuplé de la vedette falangista Celia Gámez: “¡Ya hemos pasao!”. Umberto Eco alertaba, al hablar de fascismo, que era nuestro deber de demócratas “desenmascararlo y apuntar con el índice a cada una de sus nuevas formas”. Está bien decirlo, pero ¿cómo hacerlo? El autor enumeró catorce rasgos que nos dibujan una imagen exacta de lo que denominó “fascismo eterno”, mucho más allá de la caricatura de “facha” que nos viene a la cabeza al oír a Abascal. Pueden consultarlos aquí. Pero tengan cuidado. No vayan a descubrir al leerlos que Celia Gámez se ha atrincherado en las capas profundas de su cerebro. Sí, el suyo.

[El 25 de abril se conmemora en Italia la liberación del país del fascismo y el nazismo. El sábado 20, estaba previsto que Antonio Scurati, el escritor que ha cautivado a media Europa con su monumental y adictiva tetralogía sobre Mussolini, hiciera un monólogo en la RAI. Esa misma tarde, se cayó de la escaleta. Meloni publicó en redes sociales que el autor de M iba a cobrar 1.800 euros, “el salario mensual de muchos trabajadores”, por leer unos folios. “Es un método fascista”, alertó Scurati. El texto se ha hecho viral]

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