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Semanita de santos y lobos

Gerardo Centeno

Comenzó la popular semana de San Isidro con la vista del proceso penal contra don Pompeyo, un jubilado aficionado al bricolaje casero al que se le ocurrió ejercer su democrático derecho a la protesta confeccionando cartas explosivas que fueron enviadas al presidente del Gobierno, a la ministra de Defensa, a la embajada de Ucrania y a una empresa de Aragón. A más de uno se le escapó una sonrisa irónica y algún comentario al respecto como "menudo personaje" o la "gente está fatal".

Poca importancia se le dan a estas cosas cuando se atenta contra un dirigente que no reconoces, un país que no es el tuyo o una empresa en la que no tienes acciones. Como mucho, llega a pensarse que se trata de un lobo solitario que no goza de seguidores en la pacífica sociedad. Pueden seguir los bocatas en La Pradera. Lo malo está en que muchos de esos animales errantes son capaces de formar manada.

Mientras se insista en la continua hipérbole, en la deshumanización del rival político y en reír las gracias a quien dispare insultos contra los que no son de los suyos, esos lobos solitarios seguirán teniendo el camino iluminado

El viernes de la semana festiva en Madrid, tras los chotis y las mantillas en Las Ventas, llegaba la noticia del intento de asesinato contra el primer ministro de Eslovaquia. Desde la muerte del sueco Olof Palme no se recordaba un ataque así en Europa. Lo de Pompeyo no cuenta, pues alegó ante el juez que tan solo pretendía construir unas bengalas siguiendo un tutorial de Internet. Enviarlas por correo no había sido cosa suya, lo más probable es que alguien las rescatara de la basura y las mandara replicando las cartas con balas que se enviaron hace unos años al ministro del Interior y a un político. Son cosas de lobos. Otro de ellos apareció en Alemania atacando a la candidata de Los Verdes al tiempo que gritaba el nombre de Adolf Hitler. ¿Sigue siendo algo aislado? ¿Tenemos que preocuparnos? ¿Rezamos por ello al patrón de Madrid?  

Y cuando parecía que la semana concluía nos llegaba el postre. Rosquillas para todos. Las hay listas, tontas y, este año como novedad, argentinas. El presidente del país querido por todos los españoles desembarcaba en la ciudad para encender su motosierra en un acto destinado a fanatizar si cabe un poco más al personal, no sea que se extinga la raza lobuna. 

Mientras se insista en la continua hipérbole, en la deshumanización del rival político y en reír las gracias a quien dispare insultos contra los que no son de los suyos, esos lobos solitarios seguirán teniendo el camino iluminado. Ojalá que la propia sociedad, aunque sea recurriendo al agua milagrosa del santo, pueda pronto apagar esas bengalas y dejarlos a oscuras. 

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Gerardo Centeno es vocal asesor de Más Madrid y autor de la obra 'A Pedales'.

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