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Abusos de la banca

Pensiones millonarias en la era del desplome bancario

Alfredo Sáenz y Emilio Botín, en la junta general del Santander.

La situación de la banca española no es buena. La afirmación no es discutible. Entre otras cosas, para salvar el sector ha habido que inyectar en el sistema bancario 40.000 millones de euros procedentes del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), lo que ha disparado el déficit hasta el 10,6% del PIB en 2012. Además, se ha creado un "banco malo" (Sareb) para limpiar a las entidades en problemas de activos imposibles de vender. Sólo la intervención del Banco Central Europeo (BCE) y sus préstamos a bajo interés ha evitado el derrumbe total.

Pero la mala situación del sector no ha impedido que en los últimos años, las cúpulas de bancos y cajas de ahorros hayan intentado asegurarse unos retiros millonarios que chocan con la pensión media de jubilación en España.

No es demagogia. Sencillamente, no se pueden comparar los derechos de cobro acumulados por el ex consejero delegado del Banco Santander, Alfredo Sáenz, de 88,14 millones de euros, con lo que cobra de media un jubilado en España: 892,4 euros al mes, según datos del Ministerio de Empleo.

La esperanza de vida que se utiliza para los cálculos actuariales es de 19 años a partir de los 65. Eso quiere decir que la pensión acumulada por Sáenz daría para cubrir las necesidades de más de 433 jubilados durante 20 años. Un dato que da que pensar.

Pero no es solo el caso de Sáenz. Durante los años de bonanza y ladrillo (la banca ganó entre 1996 y 2010 en torno a 170.000 millones de euros), la acumulación de salarios millonarios por vías diversas fue algo normal. ¿Ejemplos? El retiro dorado que logró en el BBVA el actual presidente de BFA-Bankia, José Ignacio Goirigolzarri.

El directivo, llamado por el Gobierno del PP para intentar sacar a Bankia del barranco, salió en 2009 del BBVA, con 55 años y una pensión de tres millones anuales por el fondo de 52,5 millones acumulado durante tres décadas. Una cantidad apañada, que ya causó polémica y que compensaba los ocho años del directivo como consejero delegado de la entidad.

Una hucha bajo el brazo

Goirigolzarri salió con una buena hucha bajo el brazo porque su jefe, el todavía presidente del BBVA, Francisco González, decidió retrasar su edad de jubilación y taponó sus expectativas de llegar a lo más alto.

González, que ha superado con creces la edad de retiro (cumplirá 69 años en octubre), tampoco ha sido perezoso para asegurar el retiro. El presidente del BBVA acumula 79,7 millones de euros en derechos de pensión. Los cobrará cuando deje de mandar (cese en funciones ejecutivas) y están externalizados en una póliza desde que cumplió los 65 años, hace cuatro.

El nuevo delfín de González en el BBVA, Ángel Cano, también se beneficia del sistema que asegura retiros dorados a los que han visto la realidad desde la cúspide de la banca. Cano, según consta en la documentación enviada por el banco a la CNMV, acumula ya aportaciones para la vejez por importe de 22, 7 millones de euros. Un dinero.

Los mencionados forman parte de una exclusiva lista, en parte conocida, en parte velada, que da la razón a los teóricos que dividen la sociedad actual entre el pequeño grupo que dirige el sistema, el 1%, y el 99% restante.

En la cúpula de los retiros de locura figuran personajes rodeados del aura del éxito profesional como Francisco Luzón, ex responsable de Latinoamérica del Banco Santander. Luzón se retiró con 63 millones de euros en el bolsillo. Figuran también directivos que aún están en activo y de los que se conocen las cantidades acumuladas porque se han comunicado a la CNMV.

Es el caso de apellidos ilustres, como los Botín. Los datos en la CNMV, referidos a 2011, recogen pensiones acumuladas de la cúpula del Santander de 25 millones (Emilio Botín); 31,32 millones (Ana Patricia Botín) o Matías Rodríguez Inciarte, 44,5 millones.

Son, en todo caso, suculentas retribuciones a futuro para banqueros que pueden presumir de haber obtenido beneficios en sus entidades (caso del Santander o del BBVA). pero también ha habido sonoras polémicas por las pensiones que han cobrado o han intentado cobrar directivos de cajas quebradas e intervenidas.

Son muchos los casos. Caixa Galicia, fusionada con Caixanova en NCG Banco, intervenida y apoyada con 3.600 millones de dinero público destinó 8,5 millones como fondo de pensiones (más 2,7 de indemnización) a su ex director general, José Luis Méndez.

Directivos de cajas

Con Méndez, figuran en el grupo de directivos de cajas que han cobrado o pretenden cobrar pensiones elevadas ejecutivos como Miguel Castillejo (Caja Sur), Manuel Escribano (Caja Segovia), Maria Dolores Amorós (CAM) o Roberto López Abad (CAM). En estos casos, las cuantías de las pensione son más "modestas". Entre 200.000 y 350.000 euros anuales.

En casos sonados como Caixa Penedés (915 millones de agujero), la Fiscalía Anticorrupción ha decisido intervenir. La Fiscalía pide entre tres y tres años de prisión para el ex director general de la entidad, Ricard Pagés y los directivos Manuel Troyano, Santiago Abella y Joan Canellas por contratar, supuestamente, pólizas de seguros por importe supeior a 31,6 millones de euros.

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El Gobierno, tímidamente, ha intentado hacer ver que comparte la incomodidad ante la obscenidad de las cantidades que pretenden embolsarse directivos que se han limitado a figurar. Para ello, ha limitado a 600.000 euros anuales la cantidad máxima a cobrar por los directivos de entidades rescatadas con dinero público.

Ante las críticas desatadas por la pensión de Sáenz en el Santander, el Ejecutivo, a través del ministro de Economía, Luis de Guindos, ha pedido a los banqueros "moderación" a la hora de preparar su retiro.

También tímidamente, aunque con el valor que tiene ser la primera vez, la UE ha decidido limitar los bonos de los banqueros. Las nuevas normas deberían estar en vigor a principios de 2014 y su filosofía es que, como retribuciones extraordinarias, los bonos no deberían superar los salarios fijos de los banqueros.

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