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Encuestas

Blancanieves y el espejo mágico

En las últimas semanas, varios medios de comunicación han publicado encuestas que apuntan al posible hundimiento del bipartidismo en España, así como a la escasa popularidad de los líderes de los dos principales partidos. Estos análisis han tenido muy mala acogida entre algunos comentaristas, la mayor parte de los cuales son políticos o militan en algún partido. Se acusa a los medios de comunicación de estar conchabados con los sociólogos en un complot cuyo propósito sería la caída de los partidos grandes y de sus líderes. En esos ataques, algunos reconocen que el clima político-electoral es crítico, pero reprochan que se publiquen análisis al respecto, como si la misión del sociólogo o del periodista fuese contribuir al mantenimiento del sistema de partidos, y no, como lo es, averiguar qué está sucediendo en la sociedad.

Otros van más allá y niegan que en nuestro país se esté produciendo una transformación social de tal envergadura como para desembocar en cambios políticos profundos, también dentro de los partidos. En todo caso, todos ellos construyen sus críticas a partir de la deslegitimación de las encuestas, ya sea por utilizar metodologías propias del siglo XXI, que quizás desconozcan (predijeron mejor que ninguna otra la victoria de Obama, ver aquí); por incluir preguntas sobre liderazgo que no se descalificarían si su resultado gustase; o por recurrir a modelos de estimación que, pese a que amplifiquen el voto de los dos partidos grandes, no los sitúan en una posición que les resulte lo suficientemente holgada.

El ataque a las encuestas cuando no se sale bien en la foto es un clásico. Como en el cuento de Blancanieves, la culpa de que la bruja no sea la más guapa del reino es del espejo mágico, que, para bien o para mal, nunca miente. Las encuestas tampoco lo hacen y por ello tienden a converger en sus resultados, aunque algunos se empeñen en lo contrario. Prácticamente en la misma semana, El Mundo publicó un estudio de Sigma Dos en el que situaba a Chacón como la favorita para sustituir a Rubalcaba; la Cadena SER, por su parte, dio a conocer una encuesta de MyWord, empresa se la que soy fundadora, en la que el orden y los porcentajes de apoyo eran prácticamente idénticos; y, con respecto a la confianza en el líder de la oposición, el diario El País, basándose en un estudio de Metroscopia, mostraba que únicamente el 8% de los ciudadanos confiaba en Rubalcaba, una cifra casi similar a la que publicaba el CIS en su barómetro de abril, del 8,5%. Siguiendo metodologías distintas (entrevistas telefónicas, online y presenciales), estas encuestas llegaban a las mismas conclusiones.

Por fortuna, los sociólogos contamos con el valiosísimo banco de datos del CIS para saber cómo estamos. Las series históricas de este instituto deberían ser prueba suficiente para convencer a los que no quieren mirar la realidad de frente o a los que han optado por la 'bunkerización'. Espero que los cinco aspectos que se presentan a continuación sean prueba suficiente:

1. VOTO DIRECTO

Según la serie histórica proporcionada por el CIS, que arranca en 1984 (con alguna toma a finales de los setenta), el PP estaría en el 12,5% de voto directo en abril de 2013, el porcentaje más bajo desde enero de 1993. Por su lado, el PSOE, que registró el porcentaje máximo de intención de voto cuando Zapatero ganó las elecciones de 2004, cae ahora al 13,7%: el nivel más bajo de apoyo que se registra desde 1984, dos puntos por debajo del 15,9% de abril de 2000. El gráfico muestra igualmente que el desgaste del PP es mayor que el del PSOE, hasta el extremo de situar a los dos partidos en un empate técnico. Sin embargo, aunque el voto directo refleja bien el pulso entre los partidos, también tiende a mostrar con más nitidez la hegemonía socialista, cuando la hay, que la del Partido Popular.

2. VALORACIONES DE LÍDERES

El gráfico de valoración de líderes pone de manifiesto que nunca ha habido un Presidente de Gobierno con una nota media tan baja (por debajo del 3) como Rajoy. Por el contrario, sí que ha habido líderes del principal partido de la oposición con calificaciones peores que Rubalcaba, aunque no en las filas socialistas.

3. CONFIANZA EN LOS LÍDERES

Estas series muestran porcentajes de desconfianza, que baten récords históricos. La confianza en el Presidente del Gobierno alcanza su punto máximo en abril de 2004, superando el 60%, cuando Zapatero llega a la Moncloa, aunque a su salida había caído hasta el 17,2%. En abril de 2013, únicamente el 12,4% de los ciudadanos dice confiar en Rajoy. Igualmente, el porcentaje de los que confían en el líder de la oposición, que llegó a situarse en el 40,4% cuando Felipe González deja el gobierno, está ahora por debajo del 10%, el valor más bajo de la serie que comienza en 1994.

Evolución de la confianza y desconfianza en el Presidente del Gobierno

Evolución de la confianza y desconfianza en el líder de la oposición

4. VALORACIÓN GOBIERNO/OPOSICIÓN

En el siguiente gráfico se muestran los tres indicadores que ofrece el CIS: el de confianza en el sistema de Gobierno/Oposición, el de gestión de Gobierno y el de la labor del primer partido de la oposición. Las series comienzan en 1997: según se observa, ni el gobierno ni la oposición habían atravesado previamente un periodo de tanta impopularidad.

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5. SITUACIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA

En la página web del CIS se puede acceder a otros gráficos, como los de valoración de la situación política y económica, que revelan también una situación de insatisfacción ciudadana que no se había dado hasta ahora ( ver aquí).

En suma, los gráficos presentados vienen a confirmar los análisis de otros institutos demoscópicos. España vive una situación excepcional, que se refleja también en un rechazo sin precedentes a los dos grandes partidos, así como a sus líderes. Lógicamente, las encuestas políticas son una fotografía de las intenciones: suele ser más fácil castigar en los sondeos que en las urnas. Y de ahí que todos los institutos opten por las 'cocinas', dando mayor peso a los votantes de los partidos infra-representados en el recuerdo de voto e imputando su voto pasado a los que ahora se declaran indecisos. No deja de ser paradójico que esa 'cocina', tan criticada, sea la que realmente permita mitigar considerablemente el hundimiento del bipartidismo que reflejan los datos brutos. No se puede ignorar que el panorama final sea mejor para los partidos grandes de lo que dicen los sondeos, pero tampoco se debería descartar que termine siendo peor. En todo caso, en una sociedad libre, plural y tolerante, la solución nunca debería estar en 'matar al mensajero.'

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