Diez años del 'tamayazo'
Rafael Simancas: “Hay ya suficientes indicios para que la Justicia reabra el 'tamayazo”
Confiesa que no les odia, que "allá ellos", allá Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez. Que se aplica una frase que su referente político, Alfonso Guerra, incluye en su tercer libro de memorias, que siempre procura que tus adversarios, por mucho daño que quieran hacerte, no consigan dar amargura a tu corazón. "Yo he intentado hacer eso mismo. Sólo espero que acaben pagando el golpe más importante de la democracia española desde el 23-F ante la Justicia".
Rafael Simancas (Kehl, Alemania, 1966), el primer damnificado del tamayazo que, el 10 de junio de 2003, hace hoy justo 10 años, le impidió acceder a la Presidencia del Gobierno de la Comunidad de Madrid, asegura haber "blindado" sus sentimientos respecto al infausto "recuerdo" de aquellas horas, días, semanas de angustia. Toda su "aprensión y zozobra" está ubicada ahora en los madrileños, "los parados, los que ven mermada la calidad de la sanidad y la educación", los que han "padecido el rescate de Bankia", los que "quizá con un Gobierno progresista hubieran sufrido menos". No quiere que se le llame "víctima política". No, él no lo es, son los ciudadanos, repite.
Simancas, actual secretario federal de Formación del PSOE, atiendió ayer domingo por teléfono a infoLibre. En los 46 minutos de conversación revive el antes y el después del sabotaje parlamentario que acabó situando, a la postre, a Esperanza Aguirre como presidenta. Pero sobre todo nos centramos en los papeles de Tamayo, revelados por tintaLibre, en los que se descubre cómo se organizó el complot y en los que el diputado tránsfuga anotó nombres de políticos y empresarios implicados en la trama y supuestas prebendas millonarias.
¿Son estos papeles la pieza clave de un rompecabezas que nunca se llegó a acabar?
Los ciudadanos tienen una opinión formada y aproximada en torno a lo que ocurrió en 2003. Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez no cometieron esa traición por desavenencias con la política de alianzas con Izquierda Unida, tal y como vendieron a la opinión pública. Fueron los protagonistas de una operación que pretendía frustrar la llegada del PSOE al Gobierno, un Gobierno que iba a atender el interés general, frenar la especulación urbanística del suelo, la privatización de los servicios públicos y poner al servicio de los madrileños Caja Madrid. Así, los intereses de unos pocos se veían amenazados. Las investigaciones están sirviendo para confirmar más si cabe esta convicción. Estos papeles y estas declaraciones nuevas sirven para constatar que había un acuerdo económico detrás del comportamiento de Tamayo y Sáez. Tamayo, en esos papeles manuscritos, habla de dinero, de obras, de construcción, de plaza de toros, de Fidel San Román [que en 2005 consiguió la adjudicación del coso de Las Ventas]. Maite habla de una conversación con Carmen Rodríguez Flores [diputada del PP], en la que dice que Tamayo cobró "mucho dinero", y ella era la persona de confianza de Álvaro Lapuerta, jefe de Luis Bárcenas. Estas revelaciones son muy interesantes y suponen una etapa más en el esclarecimiento del tamayazo.
¿Se podrá probar que estos pagos se produjeron?
Para que estas hipótesis sean pruebas contrastables deben actuar las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y los tribunales, y eso fue lo que frustró Jesús Cardenal [fiscal general del Estado con José María Aznar], que dio instrucciones a su vez al fiscal jefe de Madrid, Mariano Fernández Bermejo. Se ocupó de que no pudiera investigarse. Las investigaciones se realizan con más eficacia cuando los hechos son recientes. Pero al cabo de los años las cosas acaban estallando y desde dentro. Así ocurrió con el caso Gürtel, tras la denuncia de José Luis Peñas, con el caso Naseiro, con Filesa... Yo estoy esperando que ocurra lo mismo con el caso Tamayo. Tamayo además da señales de ansiedad, es avaricioso, seguro que le han pagado mucho, de ahí sus negocios en Guinea Ecuatorial y Venezuela. Si no, ¿de dónde ha sacado ese dinero? ¿Cómo puede pasearse por allí como Pedro por su casa? Yo estoy convencido de que esto acabará generando una masa crítica para que intervenga la justicia y los responsables acaben en la cárcel.
Tamayo, justo tras esa visita frustrada a Aguirre a la sede del Gobierno regional en marzo de 2010, logró el control de la empresa Prefabricados y Obras Zarza, que opera en Guinea y en Venezuela...
El infame paseo de Tamayo a Sol sólo puede interpretarse de una manera: "Puedo hacer mucho daño si no me pagáis". Ese fue el mensaje que lanzó. A resultas de aquello, él se calló. Volvió al ostracismo. Alguien habló con él y se calló. Ahora aparecen estos papeles y yo tengo mi convicción de que quería que aparecieran, quería lanzar un nuevo mensaje al PP. Tamayo cobró, siguió cobrando y espera seguir cobrando. Será cuestión de comprobarlo. Amenaza, amenaza, y luego suele callar. ¿Por qué calla? Porque alguien satisface sus reclamaciones. Tamayo, cada vez que tiene problemas económicos, da un aviso a quienes tienen mucho que ocultar para que sigan pagando. Pero este tipo de situaciones son muy difíciles de ocultar, tarde o temprano acaban estallando.
¿Cree que con todo este material nuevo hay motivos para reabrir la investigación?
Empieza a haber importantes datos. Habrá que ver si estos papeles son auténticos, aunque Sáez ha reconocido la letra de Tamayo; están las revelaciones de Rodríguez Flores, la conversación de Tamayo con Francisco Granados [entonces alcalde de Valdemoro por el PP], el pacto económico con el PP... Hay suficientes indicios como para que la Justicia tome nota y reabra la investigación. Especialmente la Fiscalía.
¿Y la dirección del PSM, en manos de Tomás Gómez desde 2007, debe hacer algo?
Eso ya no es responsabilidad mía. Pero creo que poco margen tiene el PSM. Las actuaciones dependen de la Justicia y no del partido. Lo que debe hacer el PSM, y a mi juicio está haciendo, es trabajar para que de aquí a 2015 los madrileños vuelvan a confiar en un Gobierno como el que íbamos a tener en 2003, un Gobierno decente.
Estos papeles también sitúan a Dionisio Ramos en el centro de la trama. Ramos conocía a José Luis Balbás, jefe de la facción Renovadores por la Base en la que militaban Tamayo y Sáez, desde que ambos estaban en las juventudes de UCD. Ramos, según esos documentos, habría proporcionado el suministro logístico y la cobertura mediática. Y aparece citada Cristina Cifuentes, amiga de Ramos y hoy delegada del Gobierno.
El papel de Cifuentes tendrá que explicarlo ella. En cuanto a Ramos... José Antonio Expósito, escolta de Tamayo, declaró que había sido contratado y pagado por Dionisio. Ramos era militante del PP, una persona cercana a Ricardo Romero de Tejada [secretario general del PP en la época] y altísimo cargo en los Gobiernos autonómicos del PP, en la Consejería de Educación. Es evidente su implicación en la operación, y que conocía a Balbás.
Ramos declaró a este diario que desconocía por qué Tamayo lo ubicaba en el centro de la trama, que apenas le conocía, aunque sí reconocía haber trasladado a gente del PP que "algunos" en el PSOE no querían pactar con IU.
Ramos tenía contacto con José Esteban Verdes, también del PP. En la noche electoral del 25 de mayo de 2003, se detectaron llamadas Tamayo con Verdes [que en breve sería marido de Paloma García Romero, viceconsejera de Presidencia del Gobierno de Alberto Ruiz-Gallardón y responsable por tanto del escrutinio]. Todo el mundo se puede imaginar de qué estarían hablando. No, no había disensiones en el PSOE, sino una operación para derribar al Gobierno.
En aquella noche del 25 de mayo, ¿usted recibió llamadas o presiones de constructores?
Todo el mundo sabía mis intenciones, todo el mundo sabía que iba a parar los desarrollos urbanísticos, que iba a cambiar al presidente de Caja Madrid. Sí, en aquellos días recibí visitas, por ejemplo, del consejo de administración de Capio [hoy uno de los gigantes de la sanidad privatizada en Madrid], que quería gestionar de forma privada algunos hospitales de Madrid. Yo le dije que no iba a ser así, que podía abrir los centros privados que quisiera y permitiera la ley, pero que ninguna empresa se haría con los hospitales públicos. Creo que tomaron buena nota.
¿Cree que de haber gobernado Madrid habría logrado pinchar la burbuja inmobiliaria?
Nosotros apostábamos por un desarrollo distinto. Ahí está nuestro programa electoral. El PP quería ladrillo, vivienda libre y a precios altísimos. Nosotros expresamos nuestra voluntad de impedir aquellos planes urbanísticos. Queríamos frenar esa trampa mortal. El monocultivo del ladrillo dejaba de lado la inversión en I+D+i, en la industria... Había mucho dinero para unos pocos, mucho dinero en Alcorcón, Villaviciosa, Majadahonda... Unos cuantos se hicieron ricos y sabían que si yo era presidente esos planes no se iban a llevar a efecto. Se construirían las viviendas que Madrid necesitara, pero también habría suelo para equipamientos públicos, para uso y disfrute de los ciudadanos, para la industria. Íbamos a pinchar un negocio extraordinario. Por eso pagaron a dos diputados. Romero de Tejada fue el intermediario para recaudar el dinero de los empresarios y pagar a Tamayo y Sáez. Él era la mano derecha de Miguel Blesa [entonces presidente de Caja Madrid, hoy encarcelado]. Por cierto, yo ya dije en campaña que si había oportunidad de una mayoría progresista, la caja no estaría gestionada por el compañero de pupitre de Aznar. En el programa hablaba de la caja, ahí está. El tiempo me ha ido dando la razón. Me acusaron de arrogante. Hoy me dicen que fui imprudente por contar lo que iba a hacer. Es posible, pero yo trabajo desde la máxima transparencia.
¿Eso a la larga se demostró un error?
Es que era evidente. Todo el mundo sabía que si no tenía mayoría absoluta pactaríamos con IU. Lo habíamos hecho siempre, cuando Joaquín Leguina gobernaba la región, y en los ayuntamientos de la Comunidad. Todo el mundo era plenamente consciente. ¿Qué tenía que decir, que no iba a suceder? Tenía que decir la verdad, era mi deber. Otra cosa es que IU entrara o no en el Gobierno. Yo prefería que estuviese, como ahora ha conseguido mi compañero de partido José Antonio Griñán en Andalucía, pero eso no estaba siquiera cerrado.
Sáez, en declaraciones a infoLibre, las primeras a un medio en diez años, se exculpa, dice que Tamayo y Balbás la vendieron, que no sabía nada, que cuando empezó a dudar de ellos, ya era tarde. Y que no cobró.
No es cierto. Ella no fue el cerebro de la operación, por razones obvias, pero sabía lo que hacía. Llevaba demasiados años en política. Sabía que así traicionaba a su partido, a los diputados y, sobre todo, a los madrileños. Ella cobró, aunque probablemente muy poco. Y viendo cómo les ha ido a Balbás y a Tamayo, quizá se sienta engañada, pero porque cobró quizá demasiado poco.
A la vista de lo que sucedió, ¿cree que la Federación Socialista Madrileña cometió errores en aquel verano? ¿Se arrepiente de la solución que se dio a un golpe institucional sin precedentes?
Me arrepiento de que Tamayo y Sáez estuvieran en la candidatura, aunque es cierto que con los datos que teníamos nada hacía presagiar que habría ese desenlace. De eso sí me arrepiento. Yo acudí a las urnas a pecho descubierto, los ciudadanos me votaron, empecé las negociaciones que creía que tenía que hacer, fui componiendo un Gobierno interesante para Madrid. Son otros los que deben dar cuenta de sus acciones. Yo cada mañana me reconozco en lo que hice.
Me refería a si fue un error que usted encabezara la lista en las segundas elecciones, las de octubre de 2003, las que le dieron la mayoría absoluta a Aguirre, aunque por la mínima.
Ese juicio lo tenían que hacer los ciudadanos. Castigaron al PP [pasó de 1.429.890 votos en mayo a 1.346.588 en octubre, del 46,67% al 49,34%] y castigaron al PSOE por llevar a estos dos elementos [bajó de 1.225.390 a 1.083.205, del 39,99% al 39,69%]. Perdimos por muy poco, pero ya la diferencia en las primeras elecciones era muy pequeña. Pero no puedo reprochar nada a los madrileños. ¿Con otro candidato habríamos tenido un mejor resultado? Pues hay quienes piensan que podría haber sido peor, porque los ciudadanos confiaban en aquellos hombres y mujeres que nos presentamos en octubre. Ahora puede opinarse. Actuamos con total honestidad.
Usted decía, en la entrevista al periodista Felipe Serrano, autor de 'El tamayazo. Crónica de una traición' (Catarata), que este lunes se presenta, que Zapatero no vio "políticamente interesante" hacer del golpe de Tamayo un "asunto central". Usted le disculpa pero, ¿no cree que erró?
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Desde el punto de vista judicial, no dimos más pasos porque no había evidencias probatorias. Ya pusimos una querella y el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, por cierto en un tiempo récord, la echó atrás. Y Cardenal, a las órdenes de Aznar, se negó a investigar. Una vez que el PSOE llegó al Gobierno [en 2004], no había suficientes elementos probatorios. Había pasado casi un año. En el plano político, el presidente y secretario general me hizo esa reflexión, que situar el tamayazo constantemente en la vida política sin elementos probatorios nuevos que llevar a los tribunales no parecía interesante, porque los ciudadanos iban a recordar que Tamayo y Sáez iban en la candidatura del PSOE. ¿Fue una decisión acertada? No se lo reprocho en absoluto. Entendía que ese era el interés general, y yo tenía lógicamente una posición subjetiva.
¿Se siente como la gran víctima política de aquel episodio?
Tengo que agradecerle a los ciudadanos y al PSOE que me hayan dado tareas en la Asamblea de Madrid [de 2003 a 2007], en el Congreso [de 2008 hasta hoy] y en el partido pese no haber sido presidente de la Comunidad. Yo no soy la principal víctima de la operación. Cuando pienso en torno a lo ocurrido en aquel verano, las víctimas son los parados que podríamos haber evitado, la burbuja que podríamos haber pinchado, los ciudadanos que podrían ser bien atendidos en los hospitales públicos... Esos, los madrileños, son las auténticas víctimas. Con un Gobierno progresista hubieran cambiado las cosas.