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Educación

La crisis y el paro empujan a los jóvenes a la formación en oficios

Estudiantes de FP dual en una fábrica de la Comunitat Valenciana.

El número de alumnos matriculados en estudios de Formación Profesional ha aumentado un 26,7% desde 2008. Desde entonces, huyendo de la crisis y las malas perspectivas laborales, miles de jóvenes –serán 697.408 en este curso que acaba de empezar, según las previsiones del Ministerio de Educación– han vuelto la mirada hacia la enseñanza de oficios con la esperanza de que una mejor preparación les haga más competitivos a la hora de regresar o de incorporarse al mercado de trabajo. Actualmente, según estadísticas oficiales, el número de contratos realizados a los Titulados de Grado Medio y Superior de FP superan a los de los que han finalizado estudios universitarios. Sin embargo, alertan los expertos, esta diferencia ya ha comenzado a disminuir y es probable que lo haga más en los próximos años debido a la situación coyuntural de crisis que vive el país y al aumento de los matriculados en este tipo de estudios.

Óscar Molina, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), cree que otro de los aspectos que ha podido contribuir a este auge está relacionado con la toma de conciencia sobre lo que significa la "sobrecualificación". "Nos hemos ido dando cuenta de que tener una carrera no es un seguro de empleo", amplía. 

Además, los entendidos en la materia alertan de que sin una formación en oficios competente tampoco habrá futuro laboral. "La FP necesita una profunda renovación, no un lavado de cara. Y eso pasa por favorecer una relación más directa con el tejido empresarial, que las empresas dejen de ser vistas como un punto de llegada", dice José Luis Belver, profesor de la Universidad de Oviedo. Según este experto en análisis y seguimiento de la Formación Profesional para el Empleo, la clave es apostar por una formación más flexible y por trabajar de forma proactiva. 

Además de la implicación de los empresarios, a los que ve alejados de la realización de planes de formación y de seguimiento de los estudios, Molina cree que el éxito pasa por la descentralización del sistema. "Las necesidades de formación tienen que evaluarse a nivel local", explica. En ese sentido, pone de ejemplos de buen funcionamiento los ciclos formativos puestos en marcha en Terrassa o Sabadell al calor de la industria textil o en Canarias alrededor del turismo. 

La FP dual, un modelo importado de Alemania que combina clases teóricas con prácticas remuneradas en una empresa, se está implantando a cuentagotas en el sistema español. Casi todas las autonomías ya ofertan algunas formaciones de este tipo –Aragón, Navarra, Comunitat Valenciana, Andalucía y Canarias las iniciarán este curso–, pero su desarrollo no está unificado en todas las comunidades. El Ministerio de Educación no ofrece cifras del número de personas que la reciben. Su éxito o su fracaso, advierten los expertos, se verá a medio o largo plazo y dependerá de cómo se aplique. "Si copiamos el modelo alemán en los mismos términos corremos el riesgo de ir para atrás en lugar de caminar. La clave está en adaptarlo", señala Belver. 

En esta línea, Molina apuesta por llevar la FP dual a los institutos, por forzar a los empresarios a implicarse en el modelo. "En los últimos años, la ola migratoria llevó a las empresas a usar el recurso más barato, que es la fuerza de trabajo en lugar de invertir en formación. Eso es lo que ahora tiene que cambiar y para ellos hace falta inversión pública, pero también financiación privada. Tiene que volver a fluir el crédito", amplía. 

Elevado coste

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Lo cierto es que el principal problema de este modelo, sobre todo en tiempos de crisis y recesión es el elevado coste, que en Alemania sustentan en su mayor parte las empresas: unos 18.000 euros por estudiante y año. El modelo también está en el punto de mira de los sindicatos, que lo consideran un brindis más al sol más del Gobierno y que denuncian que "puede hacer más precarias aún las condiciones de los trabajadores". Una implantación a la alemana –basada en la financiación de las empresas– tampoco convence a la patronal. En una circular difundida el pasado abril, la CEOE se quejaba de su elevado coste y animaba a sus socios a desviar estas contrataciones a las ETT o mediante subcontratas. 

Entre los riesgos de la instauración de la FP dual, analiza Belver, está la "desregularización" de la oferta formativa porque, a su juicio, existe el peligro de ceder demasiada responsabilidad a manos privadas.

No obstante, además de los factores económicos, en el repunte de las matriculaciones en FP sí parece haber en la sociedad española un cambio de mentalidad respecto a la FP. "Las titulaciones universitarias mantienen todavía un cierto reconocimiento social, pero no en términos de eficacia", asevera Molina. "En eso sí hemos avanzado algo", dice, por su parte, Belver. Y deja una frase para la reflexión: "Un padre alemán prefiere que su hijo sea un buen obrero a un pésimo abogado, aquí eso no ocurre". 

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