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El futuro del PSOE

Zapatero dice que Rubalcaba demostró ser un “líder” al apoyar la reforma exprés de la Constitución

José Luis Rodríguez Zapatero, Tony Blair y Alfredo Pérez Rubalcaba, este 28 de noviembre antes de la presentación de 'El dilema' en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Cualquier mensaje de cualquier dirigente del PSOE se escruta palabra por palabra para atisbar en él mensajes de apoyo o cuestionamiento de Alfredo Pérez Rubalcaba. En el caso de José Luis Rodríguez Zapatero, nunca ha habido dudas. Él, en repetidas ocasiones, ha pedido respaldo al secretario general, incluso en los momentos de mayor turbulencia. Por eso este jueves llamó la atención que el expresidente, nada más arrancar la presentación pública de su libro El dilema, ante un auditorio absolutamente lleno, y lleno de altos cargos de sus Gobiernos y de la plana mayor del partido, enhebrase una defensa de Rubalcaba, enfatizando que demostró sus dotes de líder en el difícil verano de 2011. No era un comentario gratuito, porque otro expresidente, Felipe González, sí ha subrayado que el secretario general padece una "crisis de liderazgo". Y Zapatero mismo, el pasado sábado, en la apertura del congreso del PSOE andaluz, deslizó una apostilla a favor de la renovación: "El cambio es ley de vida, y quien sólo vive el pasado y el presente, se perderá el futuro". 

Zapatero empaquetó sus elogios a Rubalcaba en el capítulo de agradecimientos. A su derecha, en teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes de Madrid, tenía al ex primer ministro británico Tony Blair, a quien había requerido que le presentase El dilema. 600 días de vértigo (Planeta, 2013). Le cumplimentó por ser un "gran amigo de España" y por el "apoyo generoso" que le brindó para acabar con la "gangrena" de ETA y luego, cuando la crisis arreciaba, para defender ante "muchos inversores y centros de opinión pública" la solvencia del país, para "transmitir confianza en España y en su economía". El expresidente se dirigió a continuación a sus compañeros de partido. Y ahí quiso "personalizar" y mirar de frente a Rubalcaba, quien estaba sentado en primera fila, junto a las exvicepresidentas María Teresa Fernández de la Vega y Elena Salgado y el exministro José Bono. 

Quiso subrayar dos momentos en su convivencia juntos en la última legislatura. Uno, de "tensión", la reforma exprés de la Constitución, en agosto de 2011, una respuesta a las enormes presiones de los mercados y del Banco Central Europeo (BCE): "Cuando la propuse, no era una propuesta fácil para el partido ni para el candidato, y en ese momento Alfredo me demostró, quiero resaltarlo, cuando tanto se habla hoy de liderazgo, que primó el sentido de la responsabilidad y del país por encima de su interés inmediato, que era ganar unas elecciones. Y lo quiero resaltar. Para mí es un testimonio que define lo que es un liderazgo y lo que es la escuela en la que se forjan los liderazgos del PSOE". El otro momento, recordó, de "emoción", se produjo cuando ETA anunció el fin de la violencia, el 20 de octubre de 2011. "Yo sé lo que ha hecho Alfredo y puedo asegurar que todos le tenemos que reconocer esa trascendental tarea política. Soy el mejor testigo de esa responsabilidad tan decisiva. Gracias, Alfredo". El teatro replicó con un aplauso a Rubalcaba. 

"Alfredo, no es útil otra cosa que ser optimista"

Aun al final Zapatero guardó un mensaje para el secretario general. Parafraseando a Winston Churchill, se reivindicó como un "optimista". "No parece muy útil ser otra cosa –aseguró, suscitando las risas del auditorio–. Espero que todos los que estáis aquí, todos los compañeros y amigos, estéis también en esta actitud. No parece muy útil ser otra cosa. Alfredo, no es útil otra cosa". 

El expresidente extendió sus agradecimientos a sus ministros y, en especial, a sus dos exvicepresidentas, por su "lealtad" y "entrega al servicio público". Un mensaje envenenado para Pedro Solbes, que allí no estaba. Ni se le esperaba, claro, después de que afirmase en su propio libro que le entregó un documento ultimátum en el que le pedía recortes, y Zapatero supuestamente se los negó. El entorno del exjefe del Ejecutivo desmintió ese episodio, aunque él mismo rehuyó de polémicas hace dos días, cuando atendió su primera rueda de prensa en dos años para hablar de El dilema

Zapatero volvió a defender que sentía su libro como "necesario" para la ciudadanía y para sí mismo, para "argumentar y razonar" por qué hizo lo que hizo y no para "descalificar" a nadie, para describir los "acontecimientos tal como se produjeron". Destacó lo "imprevisible" e "inédito" de la crisis, reconoció de nuevo los "errores" que cometió en su mandato –"Para muchos mi tarea fue peor que la hecha por otros presidentes. Es un hecho opinable, y lo acepto, pero no es opinable que peor, peor, ha sido la crisis que hemos vivido en democracia"–, aunque incidió, como el martes, en que su obsesión fue preservar "la cohesión social" y las prestaciones, un reproche indirecto a los recortes de Mariano Rajoy. 

De nuevo, revivió aquel mayo de 2010 en que tuvo que aprobar el decretazo de ajuste del gasto –rebaja salarial de los funcionarios, supresión del cheque bebé, congelación de las pensiones (salvo las mínimas)–, y los días en que se alimentaron los "rumores" sobre la necesidad de un rescate de 280.000 millones de euros a España, una "sospecha que se extendió en horas" e hizo "un daño enorme" a la credibilidad del país. Cuando arreció la crisis de la deuda, cada país tiró para su lado, ya no iban todos los países europeos "al unísono", como ocurrió tras la caída de Lehman Brothers. "Yo, que soy un europeísta convencido, veía que se podía romper el euro y posiblemente Europa, y cómo se quebraban los vínculos políticos", narró. La moneda única sobrevivió, aunque "dejando una huella muy dura en las sociedades". 

También censuró a la UE por haber elegido como presidente del Consejo al belga Herman van Rompuy, en lugar de optar por la "alternativa de un liderazgo político" fuerte, o por las "carencias" en la concepción y construcción de la zona euro. 

Blair defiende cambios en la Unión

Blair, por su parte, trabó un discurso elogioso y halagador hacia el autor. El expresidente "pasó la prueba de fuego del líder" al poner por delante los intereses de su país sobre los suyos y los de su partido. "Un líder no es siempre el que dice que sí, sino el que tiene valor de decir que no por el bien del país". De ejemplo puso los recortes y la reforma de la Constitución para incluir en ella la regla de oro fiscal, "muy duro para los militantes de izquierda". 

El expremier reconoció que la crisis había hecho estallar todos los esquemas de gobernanza e impuso un cambio de rumbo. Y defendió que, en un momento de recesión así, y en un periodo de globalización, hacen falta "reformas estructurales, no para destrozar nuestro modelo de bienestar, sino para cambiarlo", tales como las pensiones, el mercado laboral, el saneamiento del sistema financiero... Blair aludió igualmente al desbarajuste en la UE. Si se quiere preservar la moneda única, subrayó, debe existir la "mutualización de las obligaciones y las deudas". O sea, los eurobonos, de los que tanto recela Alemania, que por cierto, dada su posición de fortaleza, debe "fomentar la demanda". "Europa, también para sobrevivir, debe hacer reformas para el futuro que nos permitan operar mejor. Europa es una excelente idea, y en el siglo XXI es más útil que nunca, pero habrá que reformarla para que ofrezca todo su potencial". 

Blair aplaudió que Zapatero, cuando atosigó a España la crisis de la deuda, no diera "la espalda" a la UE o le echara la culpa. "Habría sido muy populista, pero él decidió quedarse en Europa y resolver los temas dentro de Europa". Lo enganchó con un aviso para su país y para el Gobierno del conservador David Cameron: "Espero que mi país no abandone la UE porque sería un tremendo error". 

Un diálogo “franco” con Rajoy sobre la Constitución

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La atención, hoy también, en Tomás Gómez

"Este libro es un gran análisis de la mayor crisis de toda nuestra vida y nos enseñas tu planteamiento, bastante autocrítico, con mucha humildad, porque los españoles te eligieron e hiciste lo mejor para tu país y sentaste las bases del futuro de España en Europa", concluyó. 

El Círculo de Bellas Artes condensó al PSOE de ayer y de hoy. Desfilaron muchísimos exministros de los Gobiernos de Zapatero: además de Salgado y De la Vega, Manuel Chaves, José Blanco, Miguel Sebastián, Miguel Ángel Moratinos, José Bono, Trinidad Jiménez, Ángel Gabilondo, Ángeles González-Sinde, Jordi Sevilla, Jesús Caldera, Beatriz Corredor, Ramón Jáuregui, Valeriano Gómez, Rosa Aguilar o Mercedes Cabrera. Faltaron Carme Chacón, Leire Pajín o Bibiana Aído, las tres en Estados Unidos por razones laborales. También acudieron ex secretarios de Estado como Diego López Garrido, Fernando Moraleda, Félix Monteira o Jaime Lissavetzky, actual portavoz en el Ayuntamiento de Madrid. De la cúpula actual, acompañaron a Rubalcaba su secretario de Organización, Óscar López, y los dirigentes Hugo Morán, Inmaculada Rodríguez-Piñero; el portavoz en el Senado, Marcelino Iglesias, o el número dos del Grupo Socialista en el Congreso, Eduardo Madina. Pero la estrella en la que se volcaron las cámaras fue Tomás Gómez, el secretario general del PSM, un día después de dimitir como senador y desafiar a Rubalcaba. A ambos se les vio saludarse gélidamente. 

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