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Doce propuestas sin piedad con la derecha

José Francisco Mendi

Tras la celebración de la Conferencia Política del PSOE se ha consolidado una cierta expectativa sobre el futuro de la socialdemocracia y la necesidad de confirmar las conclusiones de este debate con la realidad del partido y, sobre todo, con su cumplimiento desde las instituciones. El escepticismo no sólo es lógico sino que se convierte en la sensación más positiva que se puede observar al respecto si lo comparamos con otras más extendidas y negativas de repudio a la dualidad “PPPSOE”. Hoy la percepción social de este partido está más ligada a su vinculación al sistema y sus defectos que a la posibilidad de elaborar una alternativa.

La propia pugna entre las izquierdas es una buena muestra de la dificultad estratégica que hoy subsiste para abrir nuevos caminos de encuentro entre los progresistas. Asistimos a una lucha más visceral que ideológica sobre la colaboración plural en la izquierda. De un lado están quienes ven, y quieren ver, al PSOE como un enemigo más del sistema hacia el que reiteradamente lo centrifugan. Y como dicho sistema es bipartidista nos llevan a la conclusión de que esta formación política es una parte indisoluble de la propia derecha. Afirmación que transforma un círculo vicioso en un sofisma de la política para un amplio sector de la izquierda. Por el contrario también observamos el temor de quienes se han parapetado en la socialdemocracia, para ejercer mero liberalismo, y a los que el vértigo a una tendencia centrípeta del PSOE hacia la izquierda no sólo les desautorizaría el pasado sino que pondría en riesgo su futuro como esteticistas de los mercados.

El actual PSOE no tiene posibilidad de recuperar la credibilidad si no se aleja del bipartidismo y para eso necesita acometer profundas reformas, todas necesarias y ninguna suficiente por sí sola, para volver a conectar con la ciudadanía. El lema de la Conferencia, “Conectamos” era bueno. Pero el resultado está por ver y por llegar. De momento, al otro lado, hay muy poca gente dispuesta a conectar. Así que de poco o nada servirán las llamadas robotizadas que ni siquiera tendrán opción de identificarse antes de que sean cortadas por los supuestos interlocutores, con una mezcla de hastío y enfado. Es cierto que al menos se ha conseguido un efecto positivo tras el cónclave socialista. Algo se ha oído, que no escuchado todavía, y hay una cierta expectativa sobre lo va a suponer en la práctica el camino emprendido hacia las próximas elecciones generales. La historia y los hechos no ayudan. La realidad y la necesidad sí. Entre estas dos afirmaciones se juega el futuro de la socialdemocracia en España y en Europa. Ahora la decisión es suya. Pero también es nuestra. De todos los que necesitamos una izquierda fuerte pero plural, diversa pero unida, para derrotar a la derecha. Esto sólo será posible desde la colaboración entre la socialdemocracia y el resto de las izquierdas transformadoras, nacionalistas y ecologistas respetándose mutuamente sus propios espacios políticos, sociales y electorales.

Pero quizás podamos comenzar por el principio. Proponiendo una serie de líneas de trabajo que engloben análisis, soluciones y propuestas para que sepamos dar respuestas a los que hoy nos interrogan con su abstención indignada y su alejamiento activo de la política, que no de la participación. Estas podrían ser sólo algunas de las más importantes y urgentes:

1. España está dejando de ser bipartidista pero sigue siendo bipolar. En líneas generales se mantienen en el transcurso de todas las elecciones los dos grandes bloques históricos de conservadores y progresistas. La polarización política no tiene hoy la misma correlación bipartidista ya que el desapego partidario afecta a toda la izquierda. El previsible ascenso electoral de la izquierda a la izquierda del PSOE se consolida en porcentaje, y no en voto directo, al incrementarse fuertemente la abstención. Nadie recoge la frustración y la indignación. Esa izquierda sigue expectante, escaldada del pasado, poco convencida del presente y escéptica con el futuro. El rechazo a la derecha es muy superior al rechazo de la política y los partidos, pero la graduación en ambas se ha ido aproximando en los últimos dos años. La importancia sociológica del eje horizontal de las abscisas, izquierda-derecha, pierde protagonismo frente al eje de las ordenadas, en vertical, que refleja la percepción de cercanía y lejanía de la política y los partidos con la ciudadanía. La formación que resuelva y ajuste ese modelo tridimensional a su propuesta y sea capaz de hacerlo con una transparencia de calidad en definición 4k (ultra alta definición) tiene muchas posibilidades de atraer ese bloque social hacia las urnas para que les dé su voto.

2. No pasa nada por pedir perdón y reconocer los errores del pasado. Puede ser el inicio para recuperar una buena amistad. Los gobiernos y los partidos pierden la confianza y luego el voto, no por lo que hacen sino por lo que no dicen. Es mejor una mala verdad que una buena mentira.

3. La confrontación en la izquierda no tiene nada que ver con la ciudadanía progresista. Nuestro objetivo es la derrota urgente y democrática del PP. Ahora se trata de desalojar a la derecha del poder sin tener que hacer primero la revolución en la izquierda.

4. El PSOE ha transformado su percepción social de partido de Gobierno a partido de Estado. Ni es lo mismo, ni es bueno. Se necesita un partido de la ciudadanía con vocación y capacidad de gobierno.

5. Parafraseando la película de Woody Allen: Conocerás al partido de tus sueños. Para que se me entienda mejor, la relación de los partidos, y en particular del PSOE, con el 15-M no puede conducir a la búsqueda de su juventud perdida. No podemos ni debemos ser como ellos, ni ser ellos y ni siquiera los representamos. Sólo escuchemos y aprendamos su lenguaje. Si lo atendemos y sobre todo, lo entendemos, podremos discutir, disentir y acordar lo razonable. Si ni siquiera hablamos el mismo idioma, la abstención y el rechazo serán su respuesta.

6. La gente necesita soluciones, no ideología: las respuestas que demos estarán cargadas de ideología si son útiles para la ciudadanía.

7. No tenemos que acercarnos a la gente. Somos la gente. Y si no votan, no somos su gente. No tenemos un problema de comunicación con la ciudadanía. La cuestión es más grave y previa: saber si hay alguien al otro lado para comunicar.

8. No queremos recuperar el poder, queremos recuperar nuestros derechos.

9. Para empezar necesitamos un programa de gobierno común de la izquierda cocinado por Ferrán Adrià: “La deconstrucción de Rajoy o cómo recuperar treinta años de nuestra vida en una sola sesión de Consejo de Ministros”.

10. Ser participativo y conectivo es ser revolucionario, pero ser revolucionario no garantiza ser participativo. Una participación abierta y directa de la ciudadanía que complemente una estructura institucional representativa es necesaria, aunque no suficiente, para el cambio. Las elecciones primarias, abiertas a la ciudadanía, de las candidaturas electorales deben implicar un cambio en la política de los partidos tal y como la hemos conocido hasta la fecha. Es una medida necesaria, activadora y motivadora, pero no suficiente. Debemos favorecer que personas ajenas a la propia militancia puedan ser candidatos apoyados y avalados desde fuera y desde dentro de las estructuras partidarias. Por otra parte el poder no debe conllevar prebendas. Sólo la capacidad de ejercerlo con igualdad de oportunidades por cualquier ciudadano. El PP está liquidando nuestra calidad democrática a base de demagogia totalitaria y populista con la excusa del ahorro. No es problema de salarios en quienes se dedican a lo público sino de racionalidad y mucha, mucha transparencia. Todo lo público en web. Contemos lo que hacemos, cómo lo hacemos, para qué y cuánto cuesta.

11. Para estar conectados hay que ser valientes en la Red y no sólo parecerlo. No podemos contentar a todos pero, puestos a elegir, contentemos a los hijos de los nuestros para que sean los nuestros de sus hijos. Defendamos una wi-fi básica gratis y afrontemos un giro radical en la legislación en la Red. Para las izquierdas tradicionales puede ser más fácil defender la república o la ruptura de los acuerdos con la Santa Sede. Pero hoy es más revolucionario, y sobre todo más participativo, que sepamos acercarnos a las nuevas generaciones resolviendo sus problemas, no los nuestros. La Red no se divide entre piratas y gente de bien sino entre quien gana dinero aprovechándose de los demás y quienes comparten sin ánimo de lucro. No les tratemos igual.

La Conferencia Política del PSOE costó 500.000 euros

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12. Un cambio radical con vértigo y con recompensa. ¿Hasta dónde queremos llegar? ¿Hasta dónde podemos? Fijemos un camino de objetivos razonables para grandes metas. Como dice la conocida frase de referencia, las utopías son como las estrellas, nunca las alcanzamos, pero guían nuestro camino. Ahí fuera hay mucha gente a la que le va a interesar este nuevo camino hacia la participación. Pero aún no lo saben y ni siquiera quieren escucharlo. La credibilidad no nos la devolverán graciosamente. La ganaremos con lo que hagamos y digamos cada día. La política tradicional del pasado y de la Transición ha cambiado. También la barrera entre representantes y representados, que debe ser más cercana y real que la relación caduca entre una militancia en extinción y los partidos-aparato. O con unos votantes que ya no son fijos-discontinuos de carácter cuatrienal. No busquemos nuevos políticos. Queremos ciudadanos que intervengan en la política.

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José Francisco Mendi es miembro de Espacio Abierto y corresponsable federal de Comunicación y Redes de Izquierda Abierta

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