La dictadura interior
La 2 emitió el sábado 30 de noviembre la película documental Fuego en la sangre, que refleja la realidad del manejo de intereses por parte de las farmacéuticas en lo que viene denominándose la pandemia de finales del siglo XX y principios del siglo XXI. Si quieren un resumen, visiten el post “SIDA: víctimas y culpables” de Moni Solanas, que les dará pie sin duda a ver el excepcional trabajo que determinados profesionales del periodismo aún son capaces de ofrecernos.
En el documental, me llama la atención cuando se habla del minúsculo porcentaje que las farmacéuticas reinvierten en I+D (minuto 40). Se habla del reparto de la inmensa cantidad de dinero que se maneja entre beneficios que recaen en los accionistas, los directivos, la publicidad empleada en promoción y descrédito de los genéricos, el marketing … y me sorprende también cuando se habla de la cantidad inmensa de dinero que suponen las dádivas, regalos y prebendas que se ofrecen a los profesionales de la medicina para que receten sus medicamentos.
El caso es que este hecho concreto del documental me ha hecho establecer un paralelismo con la realidad reciente que hemos visto en Canal 9 y con el artículo titulado “La dictadura interior” que había leído un par de días atrás. En este texto se habla de la laxa actitud en el tiempo por parte de ciudadanos a los que se les suponía una profesionalidad que les llevó a trabajar en un medio de referencia regional.
Ciudadanos medios, profesionales preparados a los que supuestamente se les debía exigir un rigor y una honestidad que ha quedado en evidencia en los últimos años que dedicaron a la cadena de radio y televisión pública en la que trabajaban, consecuencia, sin duda, de la coacción que unos superiores no tuvieron ni impedimento ni pudor alguno en aplicar. “La dictadura interior” de los responsables que exigen a esos profesionales, a base de amenazas asumidas en el tiempo, aceptar que la honestidad profesional queda absolutamente ninguneada, por sistema, por decreto.
Con el artículo reciente, y viendo el vídeo de La2, interpreto que esa dictadura interior se da también de manera sutil en el ámbito de los medicamentos y la salud. Una pirámide de poder y de responsables que se establece desde los máximos accionistas de las multinacionales hasta sus directivos, responsables gubernamentales de sanidad de poderosos países, pasando por responsables de la OMS o diversas agrupaciones mundiales para la salud, hasta el último escalafón en el que se encuentran los científicos y doctores que se encargan de crear, de recetar y de condicionar las ventas de los medicamentos que llegan a salvar vidas.
En este último escalafón, la honestidad, la ética profesional, como en el caso de los periodistas de RTVV, en mi opinión queda también en cierta forma en entredicho. Es algo mucho más sutil, no hay amenazas ni humillaciones, la perversión es en forma de regalos, viajes, dinero, ascensos, posición social… así es como se condiciona la los investigadores, médicos y doctores para obtener ingentes beneficios económicos en este caso. Es otra forma infinitamente más soterrada de dictadura interior, no es violenta ni impositora, pero, si los profesionales de la medicina quieren tener más ingresos y una posición social que crezca, hay que aceptar morder el cebo que las farmacéuticas ofrecen con sutilísima amabilidad. Hasta ahora.
Quizá algunas nuevas formas de presión que priman la rentabilidad sobre la responsabilidad de la salud cambien esa sutil forma de condicionar a los doctores. “Los médicos que ahorren en pruebas médicas y medicinas cobrarán hasta un 10% más”. La noticia abre otro frente moral a los profesionales de la medicina, como a los de RTVV. ¿Aceptarán ese tipo de premios sabiendo que con esa actitud condicionan la salud de sus pacientes? ¿Dónde estará el límite para que las autoridades decidan cambiar la dinámica y en vez de primar positivamente el ahorro lo exijan con la amenaza de aplicar reducciones en el salario?
La dictadura interior se alimenta de la perversión que en altas instancias se planifica de forma minuciosa, pero también de la actitud, de la decisión y de la responsabilidad de tantos ciudadanos medios de a pie que manejan día a día importantes responsabilidades básicas (en este post me estoy refiriendo a responsabilidades sobre información y salud, pero hay evidentemente otros campos), actitudes cotidianas que muestran hasta qué punto esa dictadura interior está extendida y va invadiendo el tejido social, que es el que realmente mantiene toda esta parafernalia, económica, política y social para que una minoría siga enriqueciéndose emborrachada de poder, condicionando la información en el caso de RTVV, o, como se ve en el reportaje, decidiendo sobre las patentes de medicamentos que deciden la vida de millones de personas. La dictadura interior se asume inconscientemente por gran parte de la ciudadanía.
Tenemos una sociedad que, como se ha visto en muchas declaraciones, justifica la actitud de esos profesionales de Canal 9 por la simple necesidad de recibir el sueldo que cobran, y se manifiesta indignada por el cierre de su medio de comunicación, pero no cuando su perversión ha sido más que evidente mucho tiempo atrás.
Curioso es, cuanto menos, ese sentido de la responsabilidad ciudadana ante la necesidad de una información veraz y de calidad. La sociedad asume que unos profesionales de la medicina puedan aceptar con extraordinaria naturalidad el viaje pagado por una empresa farmacéutica a un cinco estrellas en Madagascar, “todo incluido”, por la simple razón de ampliar el estatus que la propia multinacional les ha ido facilitando con sus ofrendas a cambio de suculentas ventas y resultados … una perversión simple aceptada con extraordinaria sencillez por todo el mundo.
¿Alguien se plantearía cuestionar las actitudes de estos doctores? ¿Alguien dejaría de hacerlo por simple ética caso de tener acceso a esos "regalos"? Pero, subamos un poco el límite de responsabilidad moral ... ¿Qué respuesta se plantean dar a esa posibilidad de cobrar más en función del ahorro que provoquen con su diagnóstico? Después de leer los artículos y ver el reportaje, siento que con soberbia discreción esa dictadura interior se expande sobre otros muchos ámbitos que también son importantes. "El gran e inmenso objetivo a derribar", dice el autor del artículo al final.
Soy muy escéptico. Cada vez más creo en los individuos, en algunas personas concretas, en la gente en general como conjunto tengo una creciente desconfianza. Pero me gusta cómo el artículo explica ese concepto de dictadura interior que yo entiendo oscura y perversa, sutil y venenosa, dictadura enmascarada que pienso inunda casi todo lo que nos rodea, tapada por una idea de democracia cada vez más ridícula y venida a menos.
P.D. Leo este artículo el 13 de diciembre sobre lo ocurrido la víspera en Moncloa: "El Gobierno rompe unilateralmente el acuerdo para preguntar a Rajoy en las ruedas de prensa". El artículo es muy fidedigno, lo viví antes del directo de la comparecencia en TVE 24 horas, y también en las noticias posteriores. Parece que la "dictadura interior" es cada vez menos interior y no tiene demasiados escrúpulos en hacerse evidente de esa forma tan interesada y procaz. La respuesta de los profesionales no consigue poner en evidencia la cobardía del presidente, ni la afrenta que supone la decisión a su profesionalidad y su derecho a preguntar. Una vez más. Ya no hacen falta pantallas de plasma.
Iñaki Sebastián es socio de infoLibre