desde la tramoya

El mitin turco como símbolo de la incompetencia

He pasado cinco años de vida profesional en Moncloa y sé que no es fácil. Fui parte del equipo que permitió la foto de la chaise-longue y las ministras en la puerta del edificio del Consejo de Ministros. Defendí, contra el criterio de algunos compañeros más prudentes, que había que inaugurar Tengo una pregunta para usted, para que finalmente, después de preparar el programa minuciosamente, el presidente mostrara no saber cuánto costaba un café. Me he equivocado, y me ha ocurrido muchas veces.

Entiendo por tanto, que un acto público puede no salir como esperas. Titulares, fotos y vídeos inesperados pueden ocupar el espacio que tú habías imaginado para noticias mejores. Eso es parte de este oficio mío, nada matemático, que consiste en poner en escena iniciativas públicas.

Rajoy acude a una inauguración en Turquía que se convirtió en un acto electoral de Erdogan

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Pero de ahí a que te metan en un mítin en Turquía, del partido de tu anfitrión, que tiene elecciones el mes que viene, y te hagan saludar mientras cae el confeti del techo, hay un trecho que más bien me hace sospechar que a mis colegas en Moncloa se les está yendo el santo al cielo, y que están ya en una deriva peligrosa de gangrena general.

Porque un viaje del presidente del Gobierno se prepara al minuto en todos sus extremos. Hay un programa en forma de borrador, y luego un programa provisional y luego el definitivo. Hay una avanzada que visita previamente el lugar al que se asiste. Y unos militares y guardias civiles que controlan la seguridad y también los lugares en los que estarán los medios de comunicación (desde hace años se les llama, por el nombre de quien lideraba ese grupo especializado en guiar y acotar a los periodistas, los "willies"). Y hay un embajador y unos servicios diplomáticos y de información que se supone que están al tanto de los detalles. Hay también una comitiva que viaja con el presidente, que llega antes al lugar y lo supervisa. En el caso de Rajoy, además, se da la circunstancia de que su director de Gabinete, Jorge Moragas, viaja con él, cosa muy poco habitual entre los directores de gabiente, que son plantas de interior.

En fin, que la supuesta "encerrona" del gobierno turco a nuestro pobre presidente, que se vio sorprendido entre banderas del partido islamista de Erdogan, no tiene otra justificación que la que desde hace algún tiempo algunos venimos barruntando: que por mucho que se haya alimentado ese arquetipo que tan bien funciona, según el cual la derecha es mejor gestora que la izquierda, lo cierto es que estamos en manos de gente bastante incompetente.

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